Discurso
Gracias, muy buenos días, amigas y amigos, especialmente amigas.
Apreciados integrantes, Consejeras, Consejeros del Instituto Nacional de las Mujeres.
Estimadas líderes de Organizaciones de la Sociedad Civil.
Legisladores, diputadas, diputados, al Congreso de la Unión, senadoras.
La verdad es que me llena de gusto, de emoción, de alegría el volverme a encontrar con mujeres que ejercen un liderazgo activo en la transformación del país.
Yo saludo con admiración y afecto a su lucha, porque desde las trincheras donde se encuentran, han asumido la defensa de los derechos de la mujer en un país, por desgracia, todavía con una enorme cultura machista dominante.
Yo quiero decirles que la causa de la equidad de género también es la causa de mi Gobierno.
Celebro que hoy estemos reunidos para conmemorar el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer.
Se trata, debe tratarse de una jornada de lucha y de toma de conciencia y también de toma de decisiones para suprimir la opresión constante que sufren cientos de millones de niñas, mujeres y adultas en todo el mundo y, especialmente también, por desgracia, en nuestro país.
La lucha por la no violencia hacia las mujeres es un asunto que compete a todos, es decir, no es un asunto sólo de las mujeres en nuestra sociedad, es un compromiso fundamental que debe asumirse sin distinción ideológica, religiosa o partidista.
La violencia hacia las mujeres, cualquier tipo de violencia, física, verbal, sicológica, sexual, patrimonial, económica debe ser condenada y evitada porque atenta contra la dignidad humana y conculca derechos fundamentales en la sociedad.
Para los mexicanos, la lucha por la no violencia hacia las mujeres es parte integral de nuestro compromiso con la plena vigencia de los derechos humanos y de la igualdad.
Son valores absolutos y universales, por eso deben ser respetados por todos los gobiernos, por todas las sociedades y por todas las personas.
Como ciudadano, como esposo, como padre de familia, como Presidente de la República, me preocupa y me indigna el entorno de maltrato en que viven millones de mexicanas todavía.
Me duele y me agravia que en el lugar donde más seguras deberían estar, que es el hogar, es donde se sufren las mayores agresiones en nuestro país.
Condeno, igualmente, el acoso que padecen en los centros de trabajo, en las escuelas, en la calle, en el transporte, en muchas partes.
Los hechos hablan por sí solos, las encuestas relevan que más de 30 millones de mexicanas sufrieron algún tipo de violencia el año pasado y que más del 80 por ciento de los homicidios de mujeres son cometidos en sus propios domicilios.
Estos datos son sólo la punta del iceberg de la cifra negra de la violencia de género, y no podemos hablar de ejercicio de derechos y libertades, mientras haya niñas y mujeres que mueren a golpes en manos de sus agresores que a menudo resultan ser sus parejas, sus padres o sus familiares.
Es inadmisible que esta amarga realidad no se refleje en los expedientes ministeriales o judiciales debido a que las mujeres no pueden o no denuncian estos delitos por miedo, por miedo al agresor, por miedo a las consecuencias sociales, también por desinformación acerca de estos mecanismos.
Y como dijo aquí Macedonia, y muy bien dicho, que sí hay avances, pero no se ven, en eso estoy de acuerdo y lamento verdaderamente que los hechos estén evidenciando, como también dijo Rocío García, que falta mucho por hacer.
Por eso hoy, a propósito de esta fecha tan importante, quiero refrendar mi compromiso con la dignidad y la seguridad de las mujeres en México, de ahí la determinación de dar pasos decisivos en la defensa de sus derechos y en la protección de su integridad física y emocional.
Como parte del compromiso se promulgó la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, con ello se responde a una demanda histórica de las mexicanas que con razón y justicia exigen soluciones de fondo para terminar con este grave problema.
En esta ley se establece con claridad los mecanismos para prevenir, proteger y atender a niñas y mujeres víctimas de violencia, se definen también las obligaciones de los tres órdenes de Gobierno en el establecimiento y la operación de refugios donde albergar a quienes han sido maltratadas.
Hemos visto con interés y también con preocupación que todavía son pocas las entidades federativas que se han sumado a esta cruzada por un México libre de violencia hacia las mujeres, porque aún en la mayoría de ellos no se ha publicado la ley en la materia.
Se sabe que sólo nueve estados lo han hecho, por eso hago un llamado desde aquí, respetuoso y fraterno a las 23 entidades federativas restantes para cerrar filas y ganar juntos esta batalla por la dignidad humana.
Por mi parte tengo el gusto de informarles que está listo el Reglamento de la Ley General de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, he girado las instrucciones pertinentes para que se concluyan los trámites previstos en la normatividad aplicable a su emisión de manera tal que su publicación sea el resultado de un proceso transparente e incluyente de las organizaciones civiles.
Asimismo hoy también y con motivo de esta fecha, en este acto voy a firmar y a enviar para su publicación la promulgación de la Ley para Prevenir y Sancionar la Trata de Personas.
Al publicar la Ley para Prevenir y Sancionar la Trata de Personas, reforzamos aún más el marco legal en defensa de los derechos de la mujer, así emprendemos una lucha frontal en contra de la explotación sexual y laboral de la población más vulnerable, en especial niñas, niños, mujeres, impulsamos medidas concretas para brindar protección a las víctimas y a sus familiares.
Hemos establecido un compromiso claro en favor de la seguridad y la libertad de las personas y una batalla, una lucha, una guerra frontal contra el crimen y, el crimen organizado y, con mayor razón tenemos que hacerlo cuando el crimen organizado tiene por víctimas, por desgracia, a menores de edad, a mujeres, a gente que no puede defenderse en su condición por sí misma.
Esta nueva legislación prevé el establecimiento de un programa de acción, en el que las dependencias federales asumirán compromisos para combatir la trata de personas.
Este es el tercer delito más rentable en el mundo, de acuerdo con las Naciones Unidas, y más del 80 por ciento de las víctimas son niñas o mujeres.
Al mismo tiempo, además de fortalecer el marco legal, también estamos trabajando intensamente en la instrumentación de una política pública enfocada a la equidad de género con visión de largo plazo.
Entre las acciones que estamos impulsando destacan las siguientes:
Primero, instalamos el Sistema Nacional para la Igualdad de las Mujeres y Hombres que nos ha permitido definir una estrategia interinstitucional que dé cumplimiento a las leyes orientadas a la equidad de género y a la lucha contra la violencia hacia las mujeres.
También he girado instrucciones para que el objetivo de alcanzar igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, deje ser el cometido de una sola institución y se convierta en una tarea compartida de toda la Administración Pública Federal, no sólo del Instituto, no sólo de la Secretaría de Gobernación, no sólo de las Secretarias de Estado, dos de ellas aquí presentes, las otras dos, Beatriz está en Tabasco, Beatriz Zavala y Patricia Espinosa está en China, pues cada quien en lo suyo ciertamente, pero de todos las oficinas públicas del Gobierno Federal.
También en cumplimiento de este ordenamiento, 16 Secretarías de Estado y dos organismos públicos han incorporado la perspectiva de género en sus respectivos programas sectoriales.
Yo estoy seguro que la institucionalización de la política abrirá nuevos horizontes de desarrollo a las mexicanas.
También hemos definido programas de acción asumidos por México en la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer, y en la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia Contra la Mujer.
Sabemos que el México libre de violencia contra las mujeres que queremos, reclama además un cambio cultural, una transformación de las actitudes, las creencias y las conductas que propician discriminación y desigualdad.
Son por desgracia muchas, muchas las mujeres, en el campo, en la ciudad, en las colonias populares o, incluso, en las zonas de mayor ingreso; son muchas las mujeres que sufren violencia, discriminación, los efectos de una cultura predominante de parte de la falsa premisa de una subordinación, sumisión, o incluso inferioridad de las mujeres respecto de los hombres.
Éste es un obstáculo, quizá el mayor, un obstáculo cultural que tenemos que revertir a través de todos los instrumentos del Estado, a través de la educación, de las políticas de comunicación, a través de la Ley y del comportamiento que en la práctica refleje un compromiso verdadero de parte del Gobierno hacia la igualdad de mujeres y de hombres.
Por eso mi Gobierno asume la parte que le toca en la promoción del cambio cultural y en la aplicación de una política pública que impulse la equidad de género en todos los ámbitos de la vida nacional.
Bien lo señala, se refleja en las palabras de Macedonia la enorme deuda que tiene el país con las mujeres, porque han cargado sobre sus hombros la pobreza, la indiferencia, la discriminación, la violencia.
Macedonia es madre de 12 hijos, le ha tocado sacarlos a todos adelante, dos de ellos están en Estados Unidos, nos ha contado, siempre desde hace algunos años como ocurre con muchas mujeres con el apoyo de su esposo y ella ha sabido salir adelante.
Por eso va mi admiración, mi aprecio, mi respeto a esos más de cinco millones de mujeres que hoy son padre y madre de familia, cinco millones de hogares mexicanos que salen adelante por el impulso de las mujeres que las encabezan, madres solteras, viudas, mujeres separadas, o mujeres que simple y sencillamente tienen un marido que ni picha ni cacha ni deja batear.
Así que mi admiración y mi respeto a las mujeres que han podido enfrentar esa enorme situación de adversidad que sigue presente en los hogares mexicanos, mi solidaridad y mi tristeza, mi compromiso con las cientos de miles, quizás millones de mujeres que siguen sufriendo violencia en sus hogares, en su trabajo, en la calle, en el transporte.
Tenemos que atender desde todos los ángulos esta problemática, uno de ellos, quizá uno fundamental, instrumento del Estado es precisamente la Política Presupuestal de Programas y de Gastos.
Por esa razón para el próximo año vamos ejercer una cifra histórica, más de siete mil millones de pesos destinados en programas orientados hacia la equidad de género, hacia la igualdad de mujeres y de hombres, es más del 60 por ciento de lo ejercido en este año 2007, que también era ya una cifra también histórica.
Si a esto le sumamos, por ejemplo, los 24 mil millones de pesos del Programa Oportunidades que se entregan a la mujer directamente o los tres mil que se entregan a los Proyectos de Mujeres en el Área Rural, estamos hablando de casi 34 mil millones de pesos que se van a invertir del Gobierno Federal en estos programas que tienen por un objetivo específico la superación de la mujer y una política pública con perspectiva de género.
Amigas y amigos:
Nuestra Constitución consagra un derecho fundamental y un principio elemental del ser humano: la plena igualdad entre la mujer y el hombre.
Es hora de que este mandato pase de la letra de la ley a la política pública y a la vida cotidiana y se refleje en la participación plena de mujeres en la política, en la economía, en la vida social y cultural, en el Gobierno.
Ese ordenamiento debe traducirse en igualdad de oportunidades de educación, en iguales salarios, en iguales condiciones de salud, en iguales derechos para acceso a vivienda y empleo, en el ejercicio cabal de derechos ciudadanos, en un acceso equitativo y no discriminatorio al desarrollo nacional.
Hoy reafirmo mi compromiso personal y el del Gobierno Federal en contra del acoso, la opresión y las agresiones hacia las mujeres, hacer valer su derecho a una vida libre de violencia, es un principio de dignidad humana, de justicia social y de urgencia nacional.
En esa lucha, amigas, tengan la seguridad vamos juntos mujeres, sociedad y Gobierno.
Muchísimas gracias, muchísimas felicidades.
Gracias, muy buenos días, amigas y amigos, especialmente amigas.
Apreciados integrantes, Consejeras, Consejeros del Instituto Nacional de las Mujeres.
Estimadas líderes de Organizaciones de la Sociedad Civil.
Legisladores, diputadas, diputados, al Congreso de la Unión, senadoras.
La verdad es que me llena de gusto, de emoción, de alegría el volverme a encontrar con mujeres que ejercen un liderazgo activo en la transformación del país.
Yo saludo con admiración y afecto a su lucha, porque desde las trincheras donde se encuentran, han asumido la defensa de los derechos de la mujer en un país, por desgracia, todavía con una enorme cultura machista dominante.
Yo quiero decirles que la causa de la equidad de género también es la causa de mi Gobierno.
Celebro que hoy estemos reunidos para conmemorar el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer.
Se trata, debe tratarse de una jornada de lucha y de toma de conciencia y también de toma de decisiones para suprimir la opresión constante que sufren cientos de millones de niñas, mujeres y adultas en todo el mundo y, especialmente también, por desgracia, en nuestro país.
La lucha por la no violencia hacia las mujeres es un asunto que compete a todos, es decir, no es un asunto sólo de las mujeres en nuestra sociedad, es un compromiso fundamental que debe asumirse sin distinción ideológica, religiosa o partidista.
La violencia hacia las mujeres, cualquier tipo de violencia, física, verbal, sicológica, sexual, patrimonial, económica debe ser condenada y evitada porque atenta contra la dignidad humana y conculca derechos fundamentales en la sociedad.
Para los mexicanos, la lucha por la no violencia hacia las mujeres es parte integral de nuestro compromiso con la plena vigencia de los derechos humanos y de la igualdad.
Son valores absolutos y universales, por eso deben ser respetados por todos los gobiernos, por todas las sociedades y por todas las personas.
Como ciudadano, como esposo, como padre de familia, como Presidente de la República, me preocupa y me indigna el entorno de maltrato en que viven millones de mexicanas todavía.
Me duele y me agravia que en el lugar donde más seguras deberían estar, que es el hogar, es donde se sufren las mayores agresiones en nuestro país.
Condeno, igualmente, el acoso que padecen en los centros de trabajo, en las escuelas, en la calle, en el transporte, en muchas partes.
Los hechos hablan por sí solos, las encuestas relevan que más de 30 millones de mexicanas sufrieron algún tipo de violencia el año pasado y que más del 80 por ciento de los homicidios de mujeres son cometidos en sus propios domicilios.
Estos datos son sólo la punta del iceberg de la cifra negra de la violencia de género, y no podemos hablar de ejercicio de derechos y libertades, mientras haya niñas y mujeres que mueren a golpes en manos de sus agresores que a menudo resultan ser sus parejas, sus padres o sus familiares.
Es inadmisible que esta amarga realidad no se refleje en los expedientes ministeriales o judiciales debido a que las mujeres no pueden o no denuncian estos delitos por miedo, por miedo al agresor, por miedo a las consecuencias sociales, también por desinformación acerca de estos mecanismos.
Y como dijo aquí Macedonia, y muy bien dicho, que sí hay avances, pero no se ven, en eso estoy de acuerdo y lamento verdaderamente que los hechos estén evidenciando, como también dijo Rocío García, que falta mucho por hacer.
Por eso hoy, a propósito de esta fecha tan importante, quiero refrendar mi compromiso con la dignidad y la seguridad de las mujeres en México, de ahí la determinación de dar pasos decisivos en la defensa de sus derechos y en la protección de su integridad física y emocional.
Como parte del compromiso se promulgó la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, con ello se responde a una demanda histórica de las mexicanas que con razón y justicia exigen soluciones de fondo para terminar con este grave problema.
En esta ley se establece con claridad los mecanismos para prevenir, proteger y atender a niñas y mujeres víctimas de violencia, se definen también las obligaciones de los tres órdenes de Gobierno en el establecimiento y la operación de refugios donde albergar a quienes han sido maltratadas.
Hemos visto con interés y también con preocupación que todavía son pocas las entidades federativas que se han sumado a esta cruzada por un México libre de violencia hacia las mujeres, porque aún en la mayoría de ellos no se ha publicado la ley en la materia.
Se sabe que sólo nueve estados lo han hecho, por eso hago un llamado desde aquí, respetuoso y fraterno a las 23 entidades federativas restantes para cerrar filas y ganar juntos esta batalla por la dignidad humana.
Por mi parte tengo el gusto de informarles que está listo el Reglamento de la Ley General de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, he girado las instrucciones pertinentes para que se concluyan los trámites previstos en la normatividad aplicable a su emisión de manera tal que su publicación sea el resultado de un proceso transparente e incluyente de las organizaciones civiles.
Asimismo hoy también y con motivo de esta fecha, en este acto voy a firmar y a enviar para su publicación la promulgación de la Ley para Prevenir y Sancionar la Trata de Personas.
Al publicar la Ley para Prevenir y Sancionar la Trata de Personas, reforzamos aún más el marco legal en defensa de los derechos de la mujer, así emprendemos una lucha frontal en contra de la explotación sexual y laboral de la población más vulnerable, en especial niñas, niños, mujeres, impulsamos medidas concretas para brindar protección a las víctimas y a sus familiares.
Hemos establecido un compromiso claro en favor de la seguridad y la libertad de las personas y una batalla, una lucha, una guerra frontal contra el crimen y, el crimen organizado y, con mayor razón tenemos que hacerlo cuando el crimen organizado tiene por víctimas, por desgracia, a menores de edad, a mujeres, a gente que no puede defenderse en su condición por sí misma.
Esta nueva legislación prevé el establecimiento de un programa de acción, en el que las dependencias federales asumirán compromisos para combatir la trata de personas.
Este es el tercer delito más rentable en el mundo, de acuerdo con las Naciones Unidas, y más del 80 por ciento de las víctimas son niñas o mujeres.
Al mismo tiempo, además de fortalecer el marco legal, también estamos trabajando intensamente en la instrumentación de una política pública enfocada a la equidad de género con visión de largo plazo.
Entre las acciones que estamos impulsando destacan las siguientes:
Primero, instalamos el Sistema Nacional para la Igualdad de las Mujeres y Hombres que nos ha permitido definir una estrategia interinstitucional que dé cumplimiento a las leyes orientadas a la equidad de género y a la lucha contra la violencia hacia las mujeres.
También he girado instrucciones para que el objetivo de alcanzar igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, deje ser el cometido de una sola institución y se convierta en una tarea compartida de toda la Administración Pública Federal, no sólo del Instituto, no sólo de la Secretaría de Gobernación, no sólo de las Secretarias de Estado, dos de ellas aquí presentes, las otras dos, Beatriz está en Tabasco, Beatriz Zavala y Patricia Espinosa está en China, pues cada quien en lo suyo ciertamente, pero de todos las oficinas públicas del Gobierno Federal.
También en cumplimiento de este ordenamiento, 16 Secretarías de Estado y dos organismos públicos han incorporado la perspectiva de género en sus respectivos programas sectoriales.
Yo estoy seguro que la institucionalización de la política abrirá nuevos horizontes de desarrollo a las mexicanas.
También hemos definido programas de acción asumidos por México en la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer, y en la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia Contra la Mujer.
Sabemos que el México libre de violencia contra las mujeres que queremos, reclama además un cambio cultural, una transformación de las actitudes, las creencias y las conductas que propician discriminación y desigualdad.
Son por desgracia muchas, muchas las mujeres, en el campo, en la ciudad, en las colonias populares o, incluso, en las zonas de mayor ingreso; son muchas las mujeres que sufren violencia, discriminación, los efectos de una cultura predominante de parte de la falsa premisa de una subordinación, sumisión, o incluso inferioridad de las mujeres respecto de los hombres.
Éste es un obstáculo, quizá el mayor, un obstáculo cultural que tenemos que revertir a través de todos los instrumentos del Estado, a través de la educación, de las políticas de comunicación, a través de la Ley y del comportamiento que en la práctica refleje un compromiso verdadero de parte del Gobierno hacia la igualdad de mujeres y de hombres.
Por eso mi Gobierno asume la parte que le toca en la promoción del cambio cultural y en la aplicación de una política pública que impulse la equidad de género en todos los ámbitos de la vida nacional.
Bien lo señala, se refleja en las palabras de Macedonia la enorme deuda que tiene el país con las mujeres, porque han cargado sobre sus hombros la pobreza, la indiferencia, la discriminación, la violencia.
Macedonia es madre de 12 hijos, le ha tocado sacarlos a todos adelante, dos de ellos están en Estados Unidos, nos ha contado, siempre desde hace algunos años como ocurre con muchas mujeres con el apoyo de su esposo y ella ha sabido salir adelante.
Por eso va mi admiración, mi aprecio, mi respeto a esos más de cinco millones de mujeres que hoy son padre y madre de familia, cinco millones de hogares mexicanos que salen adelante por el impulso de las mujeres que las encabezan, madres solteras, viudas, mujeres separadas, o mujeres que simple y sencillamente tienen un marido que ni picha ni cacha ni deja batear.
Así que mi admiración y mi respeto a las mujeres que han podido enfrentar esa enorme situación de adversidad que sigue presente en los hogares mexicanos, mi solidaridad y mi tristeza, mi compromiso con las cientos de miles, quizás millones de mujeres que siguen sufriendo violencia en sus hogares, en su trabajo, en la calle, en el transporte.
Tenemos que atender desde todos los ángulos esta problemática, uno de ellos, quizá uno fundamental, instrumento del Estado es precisamente la Política Presupuestal de Programas y de Gastos.
Por esa razón para el próximo año vamos ejercer una cifra histórica, más de siete mil millones de pesos destinados en programas orientados hacia la equidad de género, hacia la igualdad de mujeres y de hombres, es más del 60 por ciento de lo ejercido en este año 2007, que también era ya una cifra también histórica.
Si a esto le sumamos, por ejemplo, los 24 mil millones de pesos del Programa Oportunidades que se entregan a la mujer directamente o los tres mil que se entregan a los Proyectos de Mujeres en el Área Rural, estamos hablando de casi 34 mil millones de pesos que se van a invertir del Gobierno Federal en estos programas que tienen por un objetivo específico la superación de la mujer y una política pública con perspectiva de género.
Amigas y amigos:
Nuestra Constitución consagra un derecho fundamental y un principio elemental del ser humano: la plena igualdad entre la mujer y el hombre.
Es hora de que este mandato pase de la letra de la ley a la política pública y a la vida cotidiana y se refleje en la participación plena de mujeres en la política, en la economía, en la vida social y cultural, en el Gobierno.
Ese ordenamiento debe traducirse en igualdad de oportunidades de educación, en iguales salarios, en iguales condiciones de salud, en iguales derechos para acceso a vivienda y empleo, en el ejercicio cabal de derechos ciudadanos, en un acceso equitativo y no discriminatorio al desarrollo nacional.
Hoy reafirmo mi compromiso personal y el del Gobierno Federal en contra del acoso, la opresión y las agresiones hacia las mujeres, hacer valer su derecho a una vida libre de violencia, es un principio de dignidad humana, de justicia social y de urgencia nacional.
En esa lucha, amigas, tengan la seguridad vamos juntos mujeres, sociedad y Gobierno.
Muchísimas gracias, muchísimas felicidades.