6 feb 2023

Las columnas políticas hoy, lunes 6 de febrero de 2023

El C. Presidente se dijo orgulloso de que la Ministra Norma Piña, presidenta de la SCJN, no se levantara a su llegada a la ceremonia por el 106 aniversario de la Constitución..

"Ayer, me dio mucho gusto (que no se levantara) porque se notó, yo creo que porque estaba cansada o no quiso pararse la Ministra presidenta de la Suprema Corte de Justicia, pero me dio gusto, muchísimo gusto, porque eso no se veía antes.


¿Cuándo se había visto que se quedara sentado el presidente de la Corte en un evento así?", comentó AMLO, sin que nadie el preguntara

En efecto, cuando el Presidente subió al presídium toda la gente aplaudieron del pie, empero la ministra lo hizo sentada. Segundos después, cuando la maestra de ceremonias anunció el inicio del acto fornal y los honores correspondientes a la investidura del Presidente, la ministra Piña se puso de pie. Incluso Tanto al final del discurso de AMLO como al término de la ceremonia la ministra se puso de pie de acuerdo con el protocolo.

Ayer mismo vino el reclamo presidencial..

El vocero del presidente -Jespus Ramírez-, lanzó un reclamo a través de su cuenta de Twitter; queja pública que seguramente fue por ordenes superiores...

Aunado al mensaje, adjuntó una fotografía en la que se aprecia que la Ministra presidenta permaneció sentada cuando el Presidente llegó al Teatro de la República.

¡Rompió la ministra el protocolo?

Hasta donde sabemos la Ministra Presidenta no está obligada a “rendirle pleitesía” al presidente de la República son pares..

Pero aunado a ello hay que decir que cuando el presidnete llegó en la puerta esperaban al Presidente para ingresar al Teatro de la República, la ministra presidenta, quien al igual que el presidente de la Cámara de Diputados Santiago Creel, y el presidente del Senado, Alejandro Armenta, saludaron de mano a López Obrador y adentro cada quien dijo lo que dijo..

Vale la pena leer los mensajes..

Ahora bien, si de romper el protocolo se trata quiene lo violentaron fueron de la oficina presidencial al colocar al Secretario de Gobernación y de la Defensa al lado del presidente, y alejaron a los representantes del poder Legislativo y Judicial..

Hay un video donde vemos un presidente del Senado buscando donde sentarse., lo habian mandado muy lejos.

Hay un video publicado y vemos como fueron cambiando los personificadores de manera burda...

Y eso no hace sin que alguien de la orden..

Por cierto cuando alguien llega saluda, y AMLO y no saludo a nadie, ah, solo al auditorio con la mano derecha y dándose leves golpes en el pecho; claro es el presidente, y a el todo se le perdona..

Este jueves se volverán a encontrar, pues en el Zócalo, en la conmemoración de la Marcha de la Lealtad, ambos deberán estar presentes, ya que es tradición que quien presida el Poder Judicial acuda a esta ceremonia que es encabezada por el jefe del Ejecutivo federal.

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Creel explica porqué lo sentaron a la orilla.

Al ser cuestionado por Gómez Leyva sobre el espacio en el que ocupó “en la esquina”, Santiago Creel reconoció que “ahí mismo” se enteró.

Creel comentó que llegó 25 minutos antes del evento y observó su nombre al lado derecho del lugar que ocuparía el presidente López Obrador, y el de la ministra Piña del lado izquierdo. 

“Poco a poco los fueron cambiando, como una cuestión, pero además absurda, burda”, dijo.

Contó que el jefe de su oficina le informó que estaban cambiando los lugares, hasta quedar a la orilla.

“Entonces le digo, ‘mira, ahí está el subsecretario de Gobernación, habla directamente con él, me parece un desacierto y un rompimiento del protocolo de lo que están haciendo’. Por supuesto que se lo dijo; le dijo que era una enorme descortesía, no a mí, sino a la Cámara de Diputados, a la Cámara de Senadores y al Poder Judicial (...) Se lo volvió a insistir, tuvieron ahí un intercambio fuerte de palabra y le pedí yo que se lo dijera al Presidente. 

“Le dije que esto no tenía ningún sentido, que estábamos en un acto de Estado y que se iban a respetar todas las investiduras que ahí se encontraban, punto, eso fue lo que dije”, declaró Creel.

Creel celebra actitud de Piña ante AMLO

Celebró la actitud de la ministra Piña por no haberse puesto de pie mientras López Obrador ocupaba su lugar en la ceremonia: “Me pareció excelente, pero sobre todo el contenido de su discurso”.

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Planta Ministra Presidenta de SCJN cara a AMLO

Norma Piña, exigió respeto a la división de poderes y a la independencia del Poder Judicial.

En su primer encuentro con el Presidente Andrés Manuel López Obrador desde que fue electa presidenta de la Corte, la Ministra demandó que se califique a los jueces sólo por sus resoluciones y no por otros criterios.

"La diversidad entre quienes impartimos justicia no sólo es inevitable, es deseable. Es sano y necesario ponderar la actividad de los jueces en virtud de las resoluciones que emiten y nunca, nunca, perder de vista la independencia judicial, la de los juzgadores y de la de uno de los poderes constitutivos de la República. Una judicatura independiente es pilar de nuestra democracia, es el legado que nos transmite nuestra ley fundamental.

"La independencia judicial no es un privilegio de los jueces, es el principio que garantiza una adecuada impartición de justicia para hacer efectivas las libertades y la igualdad de las y los mexicanos. La independencia judicial es la principal garantía de imparcialidad del Poder Judicial siempre en beneficio de la sociedad", dijo la Ministra, elevando el tono de voz para enfatizar sus conceptos.

Y alertó también sobre el riesgo de que los actores políticos experimenten, en sus escritorios, una falsa sensación del "deber cumplido", solo por participar "en reuniones con bellos ejercicios de oratoria", a los que calificó como "encuentros estériles".

A la llegada de López Obrador al Teatro de la República, en Querétaro, la presidenta de la Corte no se levantó de su asiento, pero en cuanto se pidió rendirle honores como titular del Ejecutivo, la Ministra se levantó y siguió de pie durante la ceremonia.

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Las columnas políticas hoy, lunes 6 de febrero de 2023

Templo Mayor/ REFORMA;

EN UN auténtico y viviente Teatro de la República se convirtió ayer la ceremonia por el aniversario de la Constitución. Como hace tiempo no se veía, el tradicional encuentro sirvió para que los Poderes Legislativo y Judicial le hablaran de frente al Ejecutivo sobre temas cruciales para el país.

DE ENTRADA, destacó el mensaje del anfitrión, el gobernador Mauricio Kuri, que muy claro dijo que para celebrar a la Constitución, lo primero es respetarla. ¡Ouch! Y contrario al clima de polarización que se genera desde Palacio Nacional, pidió restablecer algo básico: la convivencia pacífica y respetuosa entre los distintos actores políticos y sociales. Y para ser congruente con la idea, el gobernador panista le echó una flor al Presidente, al reconocerle la aplicación de sus programas sociales.

EL DIPUTADO Santiago Creel, que viene de una semana tormentosa, no se achicó y le entró al tema del "Plan B" electoral, señalándole a AMLO la necesidad de no caer en errores que podrían evitarse.

Y, CLARO, había mucha expectativa por escuchar a la nueva presidenta de la Suprema Corte, quien no decepcionó. El discurso de Norma Lucía Piña exigiendo respeto a la autonomía del Poder Judicial retumbó en el recinto ante los conocidos embates de la 4T. Ojalá que Andrés Manuel López Obrador haya abierto los oídos del poder imperial a los reclamos republicanos.

MÁS DE UNO se pregunta por qué tanto amor de Morena y de la 4T hacia los gobernadores de Movimiento Ciudadano. Hace apenas unos días, Enrique Alfaro fue recibido en Bucareli por Adán Augusto López. Y más tarde el propio secretario de Gobernación viajó a Monterrey para ver a Samuel García.

Y NO sólo eso: inclusive el Presidente salió en defensa del gobernador de Nuevo León, ante los intentos de panistas y priistas en el Congreso local por hacerle la vida de cuadritos. Estos cariñitos a las figuras naranjas no parecen gratuitos. Da la impresión de que los morenistas se están apresurando a ganarse el cariño de MC, ante la cada vez más cercana perspectiva de que este partido será el fiel de la balanza en las elecciones de 2024. Y eso, claro, incluye la presidencial.

¡VAYA! Un globo de China causó gran revuelo en Estados Unidos, pues se cree que era espía. ¡Qué fácil se espantan! Peligro, el globo del falso Estado del Bienestar que sigue creciendo en México: se dan "apoyos" sin orden, ni control, no para el desarrollo de la gente, sino para el manejo de los votos. Pero no hay dinero que alcance para estarlo regalando. El gobierno cada vez tiene menos de dónde sacar recursos... y el globo de la ilusión sigue creciendo, así que cuando explote va a ser un escandalazo.

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Bajo Reserva/ Periodistas EL UNIVERSAL

Ayer en un oficio la defensa del exsecretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, pidió al juez de la causa que prohíba el testimonio de un testigo colaborador del Departamento de Justicia que hablaría sobre presuntos sobornos por parte del exfuncionario a medios de comunicación, entre ellos a EL UNIVERSAL, documento que horas después fue retirado. Al respecto, esta casa editorial considera que los testimonios solo son serios y creíbles cuando están acompañados de pruebas que los sustenten. Por ahora, de lo que sí hay testimonios documentales es de que El Gran Diario de México mantuvo siempre una cobertura equilibrada y crítica de la gestión de García Luna. Una de ellas es que, en 2011, EL UNIVERSAL ganó el Premio Nacional de Periodismo en la categoría de noticia, por un trabajo en el que se denunció el gasto millonario realizado por la Secretaría de Seguridad Pública, entonces bajo el mando de García Luna, para producir una serie de televisión con el fin de promover la imagen de la Policía Federal. Esta sí es una prueba.

Alguien en Palacio Nacional detesta a la presidenta de la Corte

Una muestra de la mala relación que Palacio Nacional se empeña en que exista con la presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la ministra Norma Piña, se dio ayer cuando el vocero presidencial emitió un mensaje en redes sociales en el que lamentó que en el acto para conmemorar  el 106 Aniversario de la Constitución “no todos respetaron el protocolo de la ceremonia”, y adjuntó una fotografía de la ministra Piña sentada mientras todos estaban de pie ante la presencia del Presidente López Obrador. Nos hacen ver que la ministra no faltó al protocolo. Cuando el Presidente subió al presídium todos los integrantes del mismo aplaudieron del pie, la ministra lo hizo sentada. Segundos después, cuando la maestra de ceremonias anunció el inicio del acto y los honores correspondientes a la investidura del Presidente López Obrador, la ministra Piña se puso de pie. Antes, a la llegada del mandatario al recinto, en la puerta esperaban al Presidente para ingresar al Teatro de la República, la ministra presidenta, quien al igual que el presidente de la Cámara, Santiago Creel, y el presidente del Senado, Alejandro Armenta, saludaron de mano al mandatario. Adentro, cada poder fijó su postura y todo fue muy civilizado, pero al parecer el mensaje es que en Palacio Nacional alguien no está muy cómodo con la llegada de la ministra Piña, y se empeñan en hacerlo saber, y que quede muy claro.

Cuando la política falla, la violencia estalla: Kuri

Y, a propósito de la ceremonia para conmemorar el 106 Aniversario de la Constitución, quien quedó no solo como un excelente anfitrión, sino como quien pronunció uno de los mejores discursos de la mañana, fue el gobernador Mauricio Kuri. La intervención del gobernador de oposición estuvo llena de llamados a la unidad, al respeto al Estado de derecho y la protección de la democracia, pero también encontró espacio para reconocer que al presidente López Obrador se le debe que, en los años recientes, “se ha realizado un esfuerzo sin precedente para distribuir apoyos a los más necesitados” que ayuda a cumplir uno de los anhelos de la Constitución, que es el de “alcanzar un México más justo, igualitario y solidario”. Pero quizá la frase de don Mauricio que más llamó la atención, dados los momentos políticos que vive el país, es cuando señaló que la lección central que nos ha dado la Constitución es que, “cuando la política falla, la violencia estalla”.

Las ausencias en Querétaro

Nos dicen que el secretario de Relaciones Exteriores Marcelo Ebrard no asistió a la ceremonia del 106 Aniversario de la Constitución, en el Teatro de la República, por una fuerte gripa. Este fin de semana el Canciller acompañó al Mandatario a una gira a San Luis Potosí donde las temperaturas llegaron a los cero grados centígrados. Quienes tampoco asistieron fueron los gobernadores priistas del Estado de México, Alfredo del Mazo, y de Coahuila, Miguel Riquelme, ambos estados, en donde habrá elecciones en junio próximo. Tampoco acudió el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro (MC). Tampoco estuvieron presentes el consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova, quien el año pasado incluso fue orador en la ceremonia; ni el magistrado presidente del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, Reyes Rodríguez Mondragón.

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Estrictamente Personal

Difamaciones por desesperación/Raymundo Riva Palacio

Ek Financiero, febrero 06, 2023 |

Mucho tiempo y dinero le ha invertido el presidente Andrés Manuel López Obrador al juicio sumario a Genaro García Luna en la corte de Palacio Nacional, para golpear por esa vía al expresidente Felipe Calderón, que lo derrotó en la elección de 2006. Esa cruzada permanente se intensificó en las dos últimas semanas, las primeras del juicio en Brooklyn del exsecretario de Seguridad Pública Federal, en donde las cosas no han salido como esperaba. Los testigos de la Fiscalía no han proporcionado la bala de plata contra García Luna, acusándolo de oídas y sin pruebas, mientras su defensa los ha hecho contradecirse y reconocer que no tienen nada, salvo su palabra, contra él.

Desde 2019, su entonces consejero jurídico, Julio Scherer, le advirtió que no estaba sólido el caso contra García Luna, pero el presidente apretó el acelerador. La Fiscalía General le abrió carpetas de investigación en enero de 2022, y para cubrir las apariencias, las recicló en un comunicado de prensa en junio del año pasado, y le volvió a dar la vuelta para informar lo mismo hace unos días. Tenían que ganar tiempo, después de un desaire del gobierno de Joe Biden, que no hizo caso a una solicitud del presidente para que les facilitaran la documentación que el Departamento de Justicia presentó al juez Brian Cogan en Brooklyn.

El gobierno mexicano está a ciegas. García Luna nunca solicitó la ayuda consular, por lo que su información depende únicamente de lo que publica la prensa y del equipo multidisciplinario que envió a darle seguimiento a las audiencias en Brooklyn. No se sabe si García Luna es culpable o inocente de presuntos nexos con el Cártel de Sinaloa, y tampoco dependerá la verdad del jurado en aquella corte, porque la justicia en Estados Unidos no depende necesariamente de qué es justo, sino de qué abogado tiene la mejor narrativa para convencer al grupo de 12 personas responsables del futuro del ex secretario.

Los fiscales quieren convencer al jurado de un patrón criminal en donde estuvo involucrado García Luna. La defensa, demostrar inconsistencias y contradicciones para generar la duda razonable e impedir una sentencia unánime en contra de su cliente. En México, lo que tiene en juego la Presidencia corre por diferentes correas: necesita una sentencia condenatoria para que López Obrador pueda continuar su linchamiento contra Calderón. No importa qué decida el jurado, pues en caso de ser opuesto a sus deseos, siempre tendrá el discurso de que García Luna lo corrompió y que el Departamento de Justicia prefirió mantener sus privilegios.

Pero para esto, necesita alinear la opinión pública en México a fin de que no se publiquen textos que siembren la duda razonable y afecten su estrategia. Para esto, la Presidencia tuvo una ocurrencia, que no estrategia. Despachó a uno de sus francotiradores a Brooklyn, bajo la máscara de periodista que le crearon desde principios de sexenio, para que comenzara a sembrar infundios contra varios comunicadores a partir de los dichos de criminales en el juicio que Arturo Beltrán Leyva pagó a periodistas para que difundieran rápidamente la captura de Jesús Reynaldo Zambada, El Rey, en octubre de 2008.

A los primeros que le endilgaron semejante aberración, fueron a Ciro Gómez Leyva, Carlos Loret y a quien esto escribe, aduciendo que uno era director de Milenio Televisión, el otro conducía un importante noticiero matutino, y en mi caso, porque era director editorial de El Universal. De las cuentas personales de los propagandistas de López Obrador y de las afines al vocero Jesús Ramírez Cuevas, se retuitearon las mentiras. El enviado de Palacio Nacional diseminó la especie desde Estados Unidos sin el mínimo cuidado de buscar cuadrar las mentiras con los hechos, que está siendo alimentada por algunos corresponsales mexicanos.

No se sabe si Beltrán Leyva pagó a algún periodista, pero lo que sí es verdad es que la prensa acudió ese día rápidamente a Lindavista, donde se había dado una balacera con la policía de la Ciudad de México, gracias a que, como sucede con quienes cubren asuntos policíacos, escucharon por la radio policial que había un enfrentamiento. Quien llegó primero, porque estaba cerca del lugar en ese momento, fue un reportero de TV Azteca. En unos cuantos minutos llegaron muchos periodistas más.

Todos los que estaban ahí, incluidos los policías capitalinos, desconocían a quién se había detenido. En la puesta a disposición presentaron a una persona que se identificó como “Víctor Rosas Montes”, acusado de los presuntos delitos de tentativa de homicidio, portación de arma de fuego y otros objetos “aptos para agredir”. Fue hasta esa noche que las autoridades informaron que se trataba de El Rey Zambada, y que junto con él, la Policía Federal había detenido a uno de sus comandantes, Édgar Bayardo, que trabajaba para él, y lo entregó a la subprocuradora de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada, Maricela Morales.

El intento de la Presidencia por vincular a periodistas que han cuestionado la credibilidad de los testigos de la Fiscalía en el juicio contra García Luna, no tiene destino alguno. Sin embargo, demuestra un intento desesperado por tratar de acallar a la prensa crítica mediante la intimidación. Nadie, fuera de los abogados saben qué contienen las evidencias de la Fiscalía, o la lista completa de testigos de los fiscales o la defensa, pero con lo que va del juicio hasta ahora, no hay vinculación directa de García Luna con los delitos de que se le acusa.

A López Obrador no le gusta que se diga esto, y para su pesar, hay periodistas con perfiles independientes en Brooklyn, algunos incluso afines a su gobierno, que han reportado la debilidad de los testigos presentados hasta ahora. Como dice el presidente, serénense, que todavía faltan al menos seis semanas de juicio y quién sabe cómo se irán dando las cosas. Buscar estrategias para acallar periodistas no le funcionará, al ser un juicio de alto impacto mediático que siguen directamente periodistas con profesionales con experiencia, a quienes tampoco tiene manera de silenciar.

rrivapalacio@ejecentral.com.mx

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El regreso del fiscal Gertz/Mario Maldonado

El Universal, 

El fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero, fue de nueva cuenta el gran ausente en la conmemoración del 106 aniversario de la Constitución, donde estuvieron los representantes de los tres poderes de la Unión, además de gobernadores y secretarios de Estado.

En esta ocasión, la ausencia en el Teatro de la República de Querétaro se sintió por las versiones sobre que el presidente Andrés Manuel López Obrador consideró esta ocasión como una gran oportunidad para la reaparición, y para echar por tierra los rumores con respecto a su estado de salud.

Lo cierto es que el fiscal Gertz se recupera en su casa, tras la cirugía en la espina dorsal que le realizaron en la clínica Johns Hopkins de Baltimore, y no piensa en lo absoluto poner su renuncia sobre la mesa o apartarse de la FGR para darle paso a alguien más, según fuentes cercanas. El fiscal general está convencido de que puede acabar su mandato o por lo menos el sexenio del presidente López Obrador como titular del ministerio público.

El fiscal Gertz está operando desde su casa y los fiscales especiales le reportan directamente a él. Su mano derecha, Juan Ramos, no ha tomado su lugar.

Se asegura que Gertz reaparecerá en público hasta que haya completado plenamente su proceso de recuperación y la imagen que muestre nuevamente al público sea de fortaleza. Para sus cercanos aún quedan unos días para que llegue ese momento, pero afirman que sucederá.

Gertz tiene que luchar otra vez contra los grupos de poder que ambicionan su posición en la FGR y que ven esta convalecencia como una gran oportunidad para impulsar a perfiles que les prometen una relación mucho más amable y, probablemente, hasta de conveniencia. Ante las publicaciones sobre su estado de salud y su posible dimisión, el fiscal ha hablado por teléfono con el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, de lo que considera una “guerra sucia”.

La lista falsa que circuló hace unas semanas con los nombres de posibles sustitutos de Gertz Manero es un ejemplo de la lucha que hay dentro y fuera del gobierno para controlar esa posición de poder. Aunque muchos de esos candidatos están impedidos constitucionalmente para asumir el cargo, siempre está disponible la figura de “encargado de despacho”.

En la lista aparecen nombres como el del ministro Arturo Zaldívar y los integrantes del Consejo de la Judicatura Federal, Eva Verónica de Gyvés Zárate y Bernardo Bátiz Vázquez; los tres están impedidos para llegar por la vía legal.

En el número cuatro de esa lista, y luego en diversos espacios de discusión política, aparece el nombre del fiscal General de Justicia Militar, Miguel Carrasco Hernández, un general de brigada y abogado por la Universidad Nacional Autónoma de México con más de 40 años de trayectoria en el Ejército Mexicano.

Si bien Carrasco tiene una buena reputación, tanto en el Ejército como fuera de él, la idea de militarizar la procuración de justicia no parece ser la mejor en un Estado en el que las Fuerzas Armadas también son administradoras de las tareas que le corresponden a los civiles.

Posdata

En la conmemoración del 106 aniversario de la Promulgación de la Constitución de 1917 en Querétaro hubo algunas cosas a resaltar. Por un lado, el gobernador anfitrión, Mauricio Kuri, fue bien recibido por el presidente López Obrador e incluso los “ultras” de Morena resaltaron su institucionalidad. El panista que fue menos terso fue Santiago Creel, quien criticó la reforma electoral del presidente. Tampoco fue suave el discurso de la presidenta de la Corte, Norma Piña, en defensa del Poder Judicial, mientras que el mensaje del morenista Alejandro Armenta estuvo demasiado plegado al gobierno.

@MarioMal

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La manipulación constitucional/Jorge Fernández Menéndez

Razones

Excelsior

El 106 aniversario de la promulgación de la Constitución de 1917 no terminó siendo el choque de trenes que algunos esperaban, pero tampoco un espacio que abriera oportunidades para dialogar entre los distintos México, enfrentados en el cada vez más tenso, complejo y polarizado día de hoy.

Cada discurso tuvo su auditorio. La ministra Norma Piña en su primera aparición en estos ámbitos, se mostró como lo que es, una jueza que intentará hacer valer la independencia del Poder Judicial pidiendo explícitamente que se respete la autonomía de los jueces y del Poder Judicial, una respuesta a los reclamos presidenciales sobre los mismos.

Santiago Creel, como presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, dio un buen discurso llevándonos en los tiempos históricos a través de las etapas de diálogo y las de confrontación. La diferencia, sostuvo, es si se incluye o no a la hora de gobernar a los que piensan distinto.

El presidente López Obrador repitió casi textualmente partes de su propio discurso de hace un año. En su visión, el pueblo sólo es uno y la oligarquía, los conservadores o como se les quiera llamar, son otra cosa,  ajena al pueblo. Su objetivo es regresar la Constitución a sus orígenes de 1917, aunque al paso de un siglo, el texto, no en su espíritu, pero sí en mucho de su letra, haya quedado superado por la realidad.

La Constitución del 17, sin duda, tuvo muchos méritos, pero tiene un defecto que sigue permeando el conjunto de la vida política nacional desde entonces: la ambición de que incluya en sus artículos todos y cada uno de los capítulos que pueden ser de interés para la sociedad o los grupos de poder. Desde la conformación de los órganos electorales hasta la enumeración de los derechos individuales; desde derechos sociales que garantizan vivienda, ingreso, empleo y salud hasta la forma en que se pagan las horas extras de los asalariados. Como se imprime en la Constitución eso conlleva a que exista una suerte de cinturón de castidad en torno a una vida política, económica, social, cultural, que sobre todo desde la segunda mitad del siglo veinte ha sido mucho más dinámica que el cuerpo legal que la debe regular. Cada gobierno quiere dejar inamovible lo suyo.

Dicen algunos analistas que la diferencia que hace más o menos viable a un país y a su sistema de leyes y normas, se da entre los países que tienen leyes flexibles que se aplican de manera estricta, y aquellos que tienen leyes y normas estrictas que se aplican de forma flexible. La mayoría de las naciones industrializadas se rigen por el primer principio (la Constitución estadunidense o la Constitución europea son ejemplos de ello) y las naciones latinoamericanas, en forma destacada nuestro país, son ejemplo de lo segundo: las leyes y la Constitución son tan estrictas, abarcan tantos temas, que es imposible aplicarlas plenamente, no se cumplen o se cumplen de forma selectiva.

Por eso también cada administración constantemente busca modificar la Constitución. Las reformas constitucionales se convierten en un instrumento político de corto plazo que hace, paradójicamente, cada día más difícil el cumplimiento estricto de la misma. Un buen ejemplo de ello es la reciente reforma electoral: no tiene demasiado sentido convertir normas electorales en letra de la Constitución, sobre todo cuando esas normas se contradicen con otros capítulos o derechos que establece la propia Carta Magna.

Allí está la trampa: en que no tenga sentido. Cuantas más normas, más particulares y estrictas existan, cuanto, paradójicamente, más se contradigan unas con otras, mayor discrecionalidad existe en la aplicación de las mismas.

El punto está en el proceso: para reformar la Constitución se requiere de dos terceras partes de los votos en las Cámaras de Diputados y Senadores y de la mayoría de las legislaturas locales. Cuando se llega a un acuerdo político y se refrenda de ese modo, las posibilidades de modificarlo en el futuro son escasas, porque además, se supone que las reformas constitucionales son inatacables, algo que la Suprema Corte de Justicia de la Nación podría modificar en el futuro próximo, atendiendo, precisamente, los amparos, disímiles en las formas y algunos en el fondo, que se han presentado contra la reforma electoral: la controversia es sencilla: ¿pueden los constituyentes permanentes hacer modificaciones que vayan contra la propia letra de la Constitución?

Macario Schettino escribió en  Cien años de confusión (Taurus, 2007) que la nuestra “es una Constitución que no sólo establece garantías individuales y forma de gobierno, sino que eleva las reformas sociales al máximo nivel jurídico posible... la falta de claridad en los equilibrios entre los poderes federales y entre éstos y los poderes locales, se suma entonces a un exceso de detalle en cuestiones sociales, para dar como resultado una Constitución que no funciona”. Todo ello, concluía Schettino, no fue importante mientras controlaba el país un régimen autoritario, sólo cuando éste dejó de funcionar las limitaciones de la Constitución, sus contradicciones, se hicieron evidentes.

Y en eso estamos: celebrando una Constitución que incluye demasiados capítulos inútiles, que tiene enormes ausencias y, peor aún, cada quien lee y entiende de acuerdo con su interés particular.

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Coordenadas

El maltrato de AMLO a Cárdenas/Enrique Quintana

El Financiero, 

Sorprendió a muchos el maltrato del presidente Andrés Manuel López Obrador hacia Cuauhtémoc Cárdenas, cuando se refirió a él como su “adversario político” y como parte de los conservadores.

Luego celebró el deslinde del ingeniero respecto a México Colectivo. Pero el calificativo allí quedó.

Caracterizó a Cárdenas como un simple “precursor” de su movimiento, minimizando la relevancia que Cárdenas tiene en la construcción de la democracia mexicana.

Por eso vale la pena hacer una retrospectiva para precisar el papel que realmente tuvo el ingeniero Cárdenas.

En la segunda mitad del sexenio de Miguel de la Madrid, por primera vez en la historia se hizo pública la lista de los personajes políticos que aspiraban a convertirse en candidatos presidenciales del PRI, lo que, para todo fin práctico, era equivalente a convertirse en el siguiente presidente de la República.

Fueron seis personas del círculo cercano al presidente De la Madrid que estaban en esa lista: Ramón Aguirre, Manuel Barttlet, Alfredo del Mazo, Sergio García Ramírez, Miguel González Avelar y Carlos Salinas de Gortari.

Con ellos se estableció una “pasarela” en la que expusieron públicamente sus ideas y propuestas.

En este proceso, irrumpió un político que no estaba invitado, el exgobernador de Michoacán, Cuauhtémoc Cárdenas.

Cárdenas había ocupado el gobierno de su estado natal entre 1980 y 1986, y pretendió que el PRI modificara el mecanismo de definición del candidato presidencial y estableciera procesos abiertos y democráticos, pues la “pasarela” solo era un ritual, ya que era conocido que el candidato presidencial sería elegido por el presidente en turno.

Cárdenas, junto con otro conjunto de políticos priistas, visiblemente, el exsecretario de Educación y del Trabajo, así como expresidente del PRI, Porfirio Muñoz Ledo, formaron la llamada Corriente Democrática, que pretendía democratizar el PRI.

Al cerrarse las puertas del partido en el poder, Cárdenas aceptó convertirse en candidato presidencial de uno de los llamados partidos paraestatales, que tradicionalmente respaldaban al candidato del PRI: el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM).

Durante los primeros meses de 1988, la campaña de Cárdenas creció como la espuma.

Los contrincantes, además del ingeniero, eran Carlos Salinas de Gortari, del PRI; Manuel Clouthier, del PAN; Heberto Castillo, de la izquierda unificada en el Partido Mexicano Socialista (PMS), y Rosario Ibarra, la candidata del trotskista, Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT).

Faltando pocas semanas para las elecciones, Heberto Castillo declinó su candidatura a favor de Cárdenas, quien pasó a encabezar el Frente Democrático Nacional.

Las prácticas fraudulentas en la elección de 1988 mostraron que el PRI temía realmente perder el poder, lo que finalmente no sucedió, pero sí se generó la mayor crisis política de la historia moderna del país.

En mayo de 1989 se fundó el Partido de la Revolución Democrática, que se convirtió en protagonista central del proceso de transición democrática del país, bajo la presidencia de Cuauhtémoc Cárdenas.

Durante el sexenio de Salinas, por primera vez la oposición ganó una gubernatura: la de Baja California, donde el panista Ernesto Ruffo resultó electo.

Se gestó un proceso de cambio de las instituciones electorales del país, que condujo a que dejaran de ser conducidas por el gobierno y se formó el Instituto Federal Electoral, que se ciudadaniza en vísperas de las elecciones de 1994, año en el que contendieron por la presidencia de la República Ernesto Zedillo, Diego Fernández de Cevallos y Cuauhtémoc Cárdenas, como los protagonistas fundamentales.

En todo este proceso, que fue realmente la gestación de la democracia mexicana, Andrés Manuel López Obrador, era un político menor. En 1988 había sido removido de la presidencia del PRI en Tabasco y emigró al entonces Distrito Federal para trabajar como director de promoción del Instituto Nacional del Consumidor.

En los siguientes años se acercó a la dirigencia del PRD y logró convertirse en 1994 en candidato del PRD a la gubernatura de Tabasco.

Ese proceso electoral en el contendió con Roberto Madrazo, lo convirtió en figura política nacional que incluso pocos años después pudo convertirse en presidente nacional del PRD.

Una revisión muy rápida de la historia muestra que el papel de Cuauhtémoc Cárdenas va mucho más allá de ser un “precursor” más de nuestra democracia.

En una buena medida, los cambios que condujeron a la formación de las instituciones electorales que permitieron al paso de los años el triunfo de López Obrador en la contienda presidencial, derivaron del empuje de Cárdenas.

El triunfo de Cárdenas en las primeras elecciones para la jefatura de Gobierno del DF, así como la pérdida de la mayoría absoluta del PRI en la Cámara de Diputados, ambos hechos en 1997 consolidaron el giro a la democracia del país.

A muchos morenistas que piensan que la democracia empezó con ellos, les haría muy bien estudiar un poco la historia del país para dimensionar la figura de Cuauhtémoc Cárdenas.

No es explicable el país que tenemos sin Cárdenas, como tampoco lo es el triunfo de AMLO en 2018.

Haberlo declarado su ‘adversario’ es muestra de desconocimiento o de una gran soberbia.

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Uso de Razón

Parricidio político/Pablo Hiriart

El Financiero

La acusación del presidente López Obrador a Cuauhtémoc Cárdenas, al señalarlo como su adversario, puesto del lado de la oligarquía, nos revela hacia dónde vamos.

Lo condenó sin leer lo que había firmado, o aprobado, o reflexionado con otras personalidades de la vida pública.

Vamos por el túnel obscuro hacia donde mandan los dictadores que dividen a sus gobernados entre vasallos y enemigos.

No hay límites. Si hay que recurrir al parricidio político, adelante.

El Presidente no se disculpó con Cárdenas por llamarlo adversario, sino que se congratuló por la abdicación del ingeniero a seguir participando en Mexicolectivo.

Lo sometí. Lo discipliné, fue el mensaje.

Ayer López Obrador reveló que no había leído el documento del colectivo en el que estaba Cárdenas, y sin embargo condenó que participara en una reflexión sobre los problemas de México.

“O con el pueblo o con la oligarquía”, espetó el Presidente en la conferencia matutina del martes.

Nada que se haga al margen de su voluntad es aceptable, o digno de debatirse, escuchar, atender.

Así se construyen las tiranías. Pensamiento único. El mío, y el que no lo siga está contra mí.

La descalificación de López Obrador a Cárdenas provocó algunas reacciones honestas desde la izquierda, que se pusieron del lado del hijo del general ante la desproporcionada agresión del Presidente, y defendieron su derecho a pensar libremente. Fue el caso de Ricardo Monreal.

Hay que borrar a Monreal de la lista de corcholatas. El proyecto es totalitario y él no lo entiende o no lo apoya.

Claudia Sheinbaum se le fue al cuello a Cuauhtémoc: “Hay momentos de definición política y en esa definición uno decide dónde quiere estar, y en esa definición, con todo respeto al ingeniero, él toma una decisión de dónde quiere estar, y nosotros también tenemos una definición muy clara. Además, no es menor que la gran mayoría del pueblo esté con el proyecto que encabeza el Presidente”.

Ahí está el punto: el ala más radical de Morena no admite la libertad de pensamiento.

Es la vieja escuela de los dictadores, de izquierda y de derecha, que siempre hablan de “momento de definiciones” para justificar la censura del pensamiento y de la palabra libre.

Cárdenas tiene una visión equivocada de algunos problemas de México. Su actuación en política no ha sido compartida por un amplio sector de la población, pero es un hombre noble.

Y lo que recibió por pensar de manera autónoma fue una puñalada. Las puñaladas hieren y dejan cicatrices imposibles de borrar.

Cuauhtémoc Cárdenas es el padre político de López Obrador.

AMLO era un priista de segundo nivel en Tabasco y su figura creció por el apoyo de Cárdenas. Lo vi personalmente (y de eso, en parte, trata un libro mío de próxima aparición).

Fue Cárdenas el que lo impulsó a la candidatura al gobierno estatal, luego lo hizo presidente del PRD, y pocos años después candidato a jefe de Gobierno del Distrito Federal.

Con el apoyo de Rosario Robles, que se desvivió para hacerlo ganar sobre Santiago Creel, López Obrador alcanzó la jefatura de Gobierno que lo catapultó a la fama en todo el país y luego a la Presidencia.

Ya en Palacio Nacional, López Obrador metió a la cárcel a Rosario Robles, y apuñaló a Cárdenas por haber tenido la osadía de sentirse libre para pensar.

Grave error del ingeniero: con los dictadores, o aspirantes a serlo, no existe ese margen para sentirse libre y actuar en consecuencia.

Se lo dijeron claro y ante toda la nación, conmigo o contra mí.

Nada de un café con el ingeniero para escucharlo porque tal vez tuviera razón en algo. “O con el pueblo o con la oligarquía”, le dijo el Presidente.

El documento plantea propuestas para bien de México, según los convocantes del colectivo. Terminar con la polarización, por ejemplo.

AMLO no lo leyó, y apuñaló a su mentor.

El horizonte es negro para la democracia y para quienes tienen la osadía de sentirse libres.

“A partir de consideraciones de carácter político, no seguiría participando más”, dijo Cuauhtémoc Cárdenas luego de haber sido calificado como adversario.

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El aeropuerto y las maletas del “79”/Héctor De Mauleón

El Universal, 

Durante el juicio que una corte de Brooklyn sigue en contra del exsecretario de Seguridad en tiempos de Felipe Calderón, Genaro García Luna, un exagente federal reveló las claves con que se permitía el paso de droga en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México: 

“Por 45 todos en 35”, que significaba que por órdenes superiores los agentes en turno debían suspender la revisión de equipajes, y “79” y “40”, códigos que hacían referencia a maletas con droga y dinero, respectivamente. 

Según la declaración del exfederal Raúl Arellano, esto ocurría dos veces por semana, regularmente tras el arribo de aeronaves procedentes de Sudamérica. 

Arellano estuvo adscrito al AICM entre 2003 y 2015, hasta que asqueado decidió darse de baja, según dijo. 

El suyo es uno de los testimonios más relevantes que se han dado hasta ahora en el juicio, no solo porque no proviene de un criminal en busca de beneficios, sino porque pone sobre la mesa una realidad que hasta la fecha se mantiene inalterable: el tema del aeropuerto capitalino como una de las mayores ventanas que hay en México para el tráfico de dinero, drogas y artículos ilícitos. 

En 2008 el AICM fue catalogado como “una coladera”. Un reporte oficial ubicó cuatro puntos críticos y de alto riesgo dentro de sus instalaciones. Eran los lugares a los que llegaba la droga. 

El informe señalaba en primerísimo lugar la banda 10, a donde iba a parar el equipaje que venía en vuelos procedentes de Centro, Sudamérica y el Caribe, y frente a la cual transitaban más de 6 mil personas diariamente. 

Los otros puntos eran el filtro migratorio y la zona fiscal: la aduana, y la zona de carga, en la que operaban 11 líneas aéreas. En aquellos años se habló del relevo de más 100 agentes federales adscritos al aeropuerto y sobre los que pesaban sospechas de corrupción. Pero en el fondo nada cambió: policías, empleados de las aerolíneas, personal de Aduanas y Hacienda siguieron formando parte de la red.

En junio de 2012 las cámaras de vigilancia de la Terminal 2, a la llegada del vuelo de Aeroméxico 919 procedente de Lima, captaron a un agente federal que se introducía en el baño de la sala de llegada y salía diez minutos después, cuando la mayor parte de los pasajeros se habían retirado, con un bulto bajo la chamarra. 

Más se tarde se sabría que aquella era una de las prácticas de introducción de droga más frecuentes en el aeropuerto. Alguien dejaba la maleta o un bulto en el baño. Y agentes federales se encargaban de sacarlos. 

Aquella mañana, tras salir del baño, el agente Zeferino Morales Franco se dirigió al área de comida rápida. El titular de estación del aeropuerto envió tres oficiales con la orden de revisarlo y, en su caso, detenerlo. Morales estaba en una de las mesas con dos civiles. 

Cuando uno de sus compañeros le pidió que se abriera la chamarra, Morales se incorporó y abrió fuego en su contra. Le disparó cinco veces. 

Otros dos federales que formaban parte de la red de tráfico, Daniel Cruz García y Bogart Felipe Lugo de León, dispararon contra los agentes que venían atrás del primer oficial. Ambos perdieron la vida. 

Los videos mostraron a los agresores corriendo en medio del caos hacia el área de taxis. Bogart Felipe se encaminó hacia el estacionamiento, abordó una camioneta y huyó derrapando llantas. 

Curioso: le correspondió al entonces jefe de seguridad regional Luis Cárdenas Palomino, mano derecha de Genaro García Luna, y hoy bajo la lupa de la justicia, salir a dar la cara para explicar los hechos. 

Los agresores fueron buscados por cielo, mar y tierra, pero a los hechos del aeropuerto se les echó tierra. El asunto fue tratado, simplemente, como un caso de traición a la Policía Federal. 

El testimonio del exfederal Arellano deja ver el verdadero trasfondo: que Zeferino Morales y sus cómplices no eran una excepción. Policías federales que formaban parte de “un grupo especial” ayudaban a los cárteles a descargar, dice Arellano, y luego repartían las ganancias a lo largo de la cadena de mando. 

Lamentablemente, esto no terminó. Por el contrario: sigue ocurriendo. Los cárteles continúan traficando en el aeropuerto, la gran puerta de entrada de enervantes a la capital del país; apenas en octubre pasado se dio a conocer un reporte hackeado a la Secretaría de la Defensa Nacional por los integrantes del grupo conocido como Guacamaya. 

Según el documento, los cárteles están coludidos con personal de cinco aerolíneas: Avianca, Lan, Aeroméxico, Taca y Copa Airlines y poseen en el aeropuerto capitalino una extensa red de complicidades de la que forma parte personal de Hacienda. 

Los decomisos hablan de la magnitud de los cargamentos y de la forma en la que los narcotraficantes se las ingenian para pasar la droga. Justo en octubre se detectaron 8 mil kilos de cocaína que llegaban dentro de botellas de champú. Poco antes la Marina había asegurado 50 kilos en maletas de ropa impregnada con cocaína. 

La droga que compra autoridades y financia campañas políticas baña el país. La respuesta a todo eso no está solo en el pasado: está también ahí, hoy mismo, en el aeropuerto. Allá ustedes si quieren volver a cerrar los ojos. 

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Aflora la ruptura entre la Presidencia y la Corte/Salvador García Soto

El Universal, 

Tal como lo hemos venido documentando en esta columna, entre la Presidencia de la República y la Presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación hay en este momento una ruptura política que ya se había producido en discusiones y reuniones privadas, pero que ayer afloró públicamente en la ceremonia por el 106 aniversario de la Constitución en Querétaro, cuando el presidente López Obrador primero y la ministra presidenta Norma Piña después, dejaron ver su animadversión mutua con actitudes, descortesías y faltas al protocolo en el acto republicano.

Fue López Obrador quien cometió la primera descortesía cuando, después de saludar secamente a la ministra y al presidente de la Cámara de Diputados, Santiago Creel Miranda, a su llegada ayer en la entrada del Teatro de la República, avanzó hacia el interior del recinto junto al gobernador Mauricio Kuri y dejó atrás a la presidenta de la Corte que se quedó extrañada de la actitud del mandatario; al ver el gesto presidencial, Creel tomó del brazo a la ministra y la acompañó hacia adentro del Teatro.

Luego, en el acomodo del presídium, decidido por la Presidencia de la República, se hicieron más que evidentes las distancias y los distanciamientos y rupturas entre poderes: al centro el presidente y lo flanqueaban a su derecha el secretario de Gobernación, seguido del de la Defensa, y a la izquierda el gobernador de Querétaro, luego el secretario de Marina y la secretaria de Educación. Tres lugares de distancia separaban a López Obrador de la presidenta de la Corte y del presidente de la Cámara de Diputados, que igual que el presidente del Senado fueron enviados a las orillas de la mesa.

Después vendría el turno de la ministra Piña como oradora en el acto oficial y cuando llegó al podio no mencionó al presidente López Obrador al iniciar su discurso y se limitó a decir: “Distinguidos miembros del presídium”, mientras que sí mencionó a “las ministras y ministros (de la Corte) aquí presentes” y a los “consejeros y consejeras de la Judicatura Federal también aquí presentes”. Fue evidente que la ministra respondía así a la descortesía del presidente a su llegada; y luego, en su mensaje, defendería la independencia y la libertad de los jueces: “Es sano y necesario ponderar la actividad de los jueces en virtud de las resoluciones que emiten y nunca, nunca perder de vista la independencia judicial, la de los juzgadores y la de uno de los Poderes constitutivos de la República”, dijo la presidenta de la Corte, en alusión a las constantes críticas y quejas presidenciales a los jueces.

Cuando vino el turno del presidente éste regresó el gesto y no mencionó por su nombre a los presidentes de la Corte y del Congreso a los que sólo se refirió como “representantes de los poderes judicial y legislativo” y luego de un repaso históricos sobre los orígenes de la Constitución, el presidente convirtió su discurso en un tema político al comparar al porfiriato con los años del neoliberalismo, al que se refirió como “neoporfiriato”, para después defender sus reformas a la Constitución como la de pensiones y becas, la militarización de la seguridad pública y de la Guardia Nacional, su contrarreforma educativa, además de su Ley de Austeridad, que calificó como “cambios humanistas” a la Carta Magna.

 Tras los evidentes desencuentros y descortesías entre poderes, el vocero presidencial Jesús Ramírez Cuevas se quejó en un tuit de que “no todos respetaron el protocolo de la ceremonia” y publicó una foto de una toma en la que se ve al presidente de pie, tras dar su discurso mientras le aplauden, también de pie sus secretarios, gobernadores y otros integrantes del presídium, mientras la ministra presidenta de la Corte permanece sentada en su asiento. Según la publicación del funcionario de la Presidencia en el acto constitucional se observó “un debate de ideas entre los representantes de los tres poderes de la Unión” y luego se queja: “Resulta desafortunado que no todos respeten el protocolo de la ceremonia”.

Sin embargo, en una revisión del video completo de la ceremonia de ayer en el Teatro de la República, se ve claramente que la ministra Norma Piña se levanta y aplaude al presidente al terminar su discurso y se mantiene siempre de pie cuando se entona el Himno Nacional, por lo que la toma que publicó el vocero presidencial, en la que se le ve sentada, debió ser de apenas unos segundos, mismos que el señor Jesús Ramírez aprovechó para culpar a la presidenta de la Corte de no respetar los protocolos.

Más allá de manipulaciones del vocero y de lo que él llama “debate de ideas”, lo que fue evidente ayer en Querétaro es que la relación entre el gobierno de López Obrador y la nueva presidencia de la Suprema Corte está fracturada. Los desaires mutuos de ayer dejan claras dos cosas: la primera que al presidente ya le quedó claro --y eso le molesta mucho-- que su influencia y presión sobre la Corte, tal como la tuvo con Arturo Zaldívar se terminó y hoy tiene enfrente a una presidenta que reivindica la autonomía e independencia de la Corte y de los jueces; y la segunda, que la ministra Norma Piña tiene la toga muy bien puesta y actúa como par del Ejecutivo y no como lacaya, y que, como se lo dijo la presidenta hace unas semanas al secretario Adán Augusto, las prioridades de Palacio Nacional no son las prioridades de la Corte y no permitirá más ataques, acusaciones de corrupción sin pruebas y mucho menos presiones al Poder Judicial. ¿Así o más claro?

NOTAS INDISCRETAS… Tras meses de solo aparecer en sus videos en donde criticaba siempre al presidente López Obrador, el excandidato presidencial del PAN, Ricardo Anaya reapareció ayer en un acto público en la ciudad de Dallas, Texas, acompañando al dirigente nacional de su partido, Marko Cortés, quien realiza una gira política por los Estados Unidos. Aunque oficialmente se informó que la participación de Anaya en el acto panista es para “buscar una integración de comités panistas de apoyo a migrantes en Estados Unidos”, trascendió que el encuentro con Marko Cortés también fue para confirmar que Ricardo aparecerá como candidato plurinominal del PAN al Senado en el 2024 y ocupará uno de los tres primeros lugares de la lista panista. De hecho, fuentes del CEN blanquiazul confirmaron que esa lista para senadores de representación la encabezará en el primer sitio el mismo Marko Cortés, mientras que Anaya iría en la tercera posición, porque la segunda tiene que ser una mujer, lo que le garantiza al excandidato presidencial que tendrá fuero como senador el sexenio siguiente. Anaya huyo de México desde 2021 ante el temor de ser detenido por la Fiscalía General de la República ante las acusaciones de que recibió sobornos del gobierno de Peña Nieto a cambio de aprobar las reformas de ese sexenio. Aunque el panista siempre negó su culpabilidad y publicó varios videos desmintiendo las acusaciones y evidencias de la FGR, su decisión de exiliarse en Estados Unidos, en la ciudad de Atlanta, terminó por debilitar su imagen y sus aspiraciones presidenciales e incluso varios panistas cuestionan su decisión como “precipitada” y que no le ayudó a su imagen como opositor al gobierno de AMLO. En fin, que ahora Ricardo Anaya vuelve a sacar la cabeza, justo en el arranque del quinto año del sexenio y cuando ya busca fuero para el 2024… Nos cuentan de un empresario tan millonario como controvertido por su lenguaje soez, agresivo, prepotente y discriminatorio en las redes sociales, que se compró recientemente una gatita como mascota, por supuesto de buena raza y decidió nombrarla con el nombre de “Citlali”. Dicen que cada que llama a su mascota, en sus departamentos y mansiones de lujo, no sólo deja ver sus odios y fobias, sino su verdadera personalidad… El miércoles estará en la Ciudad de México el expresidente histórico de Polonia, Lech Walesa, quien lograra romper el dominio soviético sobre su país con su movimiento de trabajadores. El también exlíder sindicalista participará como invitado y presentador del libro "Breve crónica del sindicalismo en México" que acaba de publicar el dirigente de la CATEM, Pedro Haces, con la editorial Porrúa. Será interesante escuchar a la figura histórica que representa el polaco y su opinión sobre el sindicalismo mexicano en tiempos de la 4T... Los dados mandan Serpiente doble. La semana se viene compleja.

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La Feria

AMLO gana (otra vez) a los catastrofistas/Salvador Camarena

El Financiero

Vez tras vez Andrés Manuel López Obrador ha derrotado a los agoreros del desastre. Quizá porque éstos prefieren explotar el tremendismo de las grandes declaraciones antes que buscar argumentos más persuasivos. La marcha de la economía mexicana es el último ejemplo de ello.

Como se sabe, el lunes se presentó el documento Punto de partida. Cito el párrafo con que abre el capítulo Prosperidad:

“La economía mexicana se derrumbó. Su caída se ahonda cada año. La inflación es la más alta en décadas. Este será un sexenio de crecimiento cero, lo terminaremos con un deterioro significativo en el PIB per cápita y una pésima distribución del ingreso de que se tenga memoria. La macroeconomía ha podido sortear hasta el momento los problemas financieros y fiscales, pero a un alto costo, ya que, si bien se han elevado los salarios mínimos, este aumento peligra ante la inflación. Las finanzas públicas se verán cada vez más ajustadas”.

En ese párrafo metieron tantas cosas, tan contundentes y con tan poco contexto, que no tardó la realidad en poner en entredicho, para empezar, la tremenda línea con que arranca ese capítulo: “La economía mexicana se derrumbó. Su caída se ahonda cada año…”.

La economía mexicana, nos dijo 24 horas después el INEGI, creció 3 por ciento, una cifra presumible por el gobierno luego de un año de guerra en Europa.

Estamos hablando de narrativas. Quién será más contundente frente a la ciudadanía, AMLO con un Producto Interno Bruto anual de 3 por ciento en el bolsillo, o las personas que el lunes sentenciaron un derrumbe económico.

Con toda razón, los expertos nos dirán que la cifra es insuficiente porque el sexenio ha crecido prácticamente nada en cuatro años, porque somos más mexicanos entonces deberíamos crecer mucho más para que haya las oportunidades para quienes se agregan al mercado, porque hay señales de enfriamiento…. Pero qué prefiere escuchar el ciudadano: ¿un crecimiento que resultó prometedor o que estamos en el derrumbe?

Y no es que el párrafo de marras diga per se mentiras. La economía mexicana sí enfrenta retos complejos, y está lejos de un momento saludable. Pero se ahorra un contexto: la pandemia y sus catastróficos efectos inflacionarios, por ejemplo, o que este gobierno aumentó como nadie los salarios mínimos o que, en términos generales, aunque se ha resentido la carestía, las y los mexicanos saben cuán distinto es esto que vivimos, y una crisis de verdad.

Hablando del poder de las percepciones. En Tijuana la semana pasada el dólar era vendido en casas cambiarias en 18.60 pesos. Gente como Enrique Quintana ha explicado perfectamente cómo traumas económicos del pasado hacen que las y los mexicanos veamos la apreciación de nuestra moneda como una gran noticia así lo resientan exportadores, e incluso migrantes, que mandan muchos dólares, pero rinden menos pesos.

Si el Presidente hubiera tomado otras decisiones –no cancelar Texcoco, tener en los primeros años un secretario de Infraestructura de verdad, poner en CFE a gente capaz y apurar la generación de energía limpia para aprovechar la geolocalización de empresas…– quizá tendríamos más crecimiento, mejor perspectiva. No lo hizo, pero ese hubiera no es echado de menos por quienes ven que en cambio da pensiones a quienes no tenían.

Vivimos, sin duda, un deterioro estructural que implica serios riesgos. Pero si quieren ganar el debate, los opositores deberían comenzar aceptando que la economía de AMLO no es vista como un derrumbe. Y que si Estados Unidos mejora, en una de esas México crece más este año y el que sigue. ¿Quién entonces ganará –otra vez– la narrativa?

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Sobreaviso

Tiempos de confusión/René Delgado

El Financiero, 

Aun cuando con enorme simpleza e, incluso, a veces con procaz altanería –infame la descalificación y recalificación de Cuauhtémoc Cárdenas–, el presidente López Obrador sostiene que estos son tiempos de definición, lo evidente es un momento de confusión. Desconcierto y alboroto que, de persistir, compromete la estabilidad política y social, colocando en peligro la recuperación.

Tal confusión no sólo afecta al movimiento liderado por el propio mandatario, también a más de un grupo de la oposición partidista u organismo de la resistencia civil. Unos y otros se mueven y desgañitan sin desplazarse del sitio donde se encuentran y en su dinámica se complementan en el despropósito de quitarle, en vez de darle perspectiva al país.

La desesperación por conservar o conquistar el poder sin reparo ni decoro está haciendo presa a esos polos. Y, en su afán de arrogarse respectivamente la representación, encarnación y orientación del pueblo o la sociedad civil, espolean la posibilidad de un nuevo desencuentro nacional.

Un desacuerdo más de los que tanto daño nacional han causado.

Andrés Manuel López Obrador puede jactarse ahora de no ser un político titubeante, zigzagueante ni andarse por las ramas y querer plantarse en la escena como un izquierdista revolucionario de viejo cuño. Puede, pero no respalda tal postura su origen, trayectoria y desempeño, como tampoco la composición de lo que fue su equipo de campaña y, más tarde, su primer gabinete.

En rigor, la pluralidad, versatilidad y flexibilidad políticas que el hoy titular del Ejecutivo mostró como candidato fueron, entre otros factores –destacadamente la corrupción y negligencia de los anteriores gobiernos–, cualidades que le acarrearon simpatía electoral. Que más tarde haya resuelto salir de los colaboradores que le daban sentido, equilibrio, viabilidad y sensatez a la pretendida transformación y, con ello, defraudar a amplios sectores socio-electorales que, justo por eso, sufragaron a su favor, sólo se explica de dos modos.

Uno, carente de la estrategia requerida para alcanzar los objetivos anhelados, en el curso del primer trienio de gobierno se fue desesperando con quienes cuestionaban u objetaban el camino y, por lo mismo, se fue recargando de más en más en quienes de la lealtad hacen y hacían fe ciega y del aplauso huella de su aportación. La confusión, no la definición comenzó a marcar la ruta y el ritmo de los pasos.

Dos, firme y claro en la dirección del gobierno, resolvió traicionar –entendiendo el engaño como recurso político y no como principio moral– a los sectores sociales convocados a apoyarlo (clases medias, en particular) y a quienes invitó a colaborar, aun cuando no compartiera con ellos su convicción y credo.

Aquellos sectores y aquellas personalidades le interesaban para acceder al poder, no para ejercerlo.

A partir del momento que el mandatario se declaró un radical (sin mucha claridad del sentido, estrategia, velocidad y ritmo del gobierno) vino la confusión.

Se desatendió al movimiento metiéndolo en un tráfago imparable de tareas, sin dejarlo consolidarse, organizar y reposar. Se descuidaron enclaves electorales fundamentales –notoriamente la capital de la República y otras plazas urbanas importantes–. Y, en el ansia de ganar margen de maniobra en la operación y tiempo en la incierta maduración de obras y programas de gobierno, precipitó el juego sucesorio, al tiempo de ahondar la polarización.

Sucesión y polarización le rindieron frutos en un primer momento. Insertó al país en un concurso particular y una tirantez general. Entusiasmó, confrontó y maniató a los predestapados que se desviven por no chocar con él; y colocó en un apuro (del cual no sale) a la oposición, arrastrando con ella a la resistencia civil que ingenuamente depositó su esperanza en ella.

Escapó al cálculo que conforme se acercará la designación de quien hiciera suya la candidatura de Morena, las pugnas internas pudieran dar lugar a desprendimientos o fracturas en el movimiento.

El crujido escuchado a finales del año pasado, cuando se daba por sentada la salida de Ricardo Monreal no sólo de la coordinación parlamentaria del Senado, sino del movimiento y su paso probable a otra formación; y, luego, lo sucedido en Coahuila, donde un suspirante rebelde sin mucho peso, como lo es Ricardo Mejía, quebró la alianza opositora y, muy probablemente, provoque no sólo la derrota del candidato de Morena, sino el triunfo del partido tricolor, encendieron las alarmas y ahondaron la confusión.

Tras desemparejar por meses la cancha del concurso interno, ahora se quiere emparejar sin quitarle inclinación; dar trato semejante, pero no igual a los nominados y no nominados por el mandatario; perfilar sin definir el diseño de la batería de encuestas para seleccionar a quien se quede con la candidatura.

Así, hoy, los suspirantes sonríen de dientes para afuera entre sí, se patean por debajo de la mesa sin dejar ver los pies y corean con nerviosismo: ¡Unidad!

En el fondo de su ambición y confusión, los presidenciables de Morena saben que al final quien ocupe Palacio Nacional romperá con el padrino del juego, aun cuando ahora eviten confrontarse con él o, peor aún, simulen ser calca exacta de él. Saben también que, al haber sido señalados por él, los tiene en un puño y que, de sucederlo, gobernarán bajo presión y con reducido margen de maniobra.

Saben eso, como también que cuentan con ese invaluable activo que es la oposición que, sin querer y con su constante mezquindad y desatino, les resulta de enorme utilidad. De ella será menester escribir en otro Sobreaviso.

Lo cierto es que son tiempos de confusión, no de definición.

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