Una clase de historia a López Obrador/Por Enrique Krauze
Letras Libres, 9 agosto 2023
No es la primera vez que tengo que refutar al presidente López Obrador por su falta de comprensión (o su mala fe) en la lectura de mis textos. En su sermón de hoy (agosto 9, 2023) dijo esto:
Krauze, fíjense, … –y es el gran historiador …– llegó a escribir de que el más represor de todos los presidentes de México no había sido Porfirio Díaz, … sino otro Díaz, Gustavo Díaz Ordaz. Porfirio Díaz aplicó una política de exterminio a los pueblos indígenas. Nada más exterminaron a 10,000 yaquis.
Se refiere a este texto, publicado el 5 de julio de 2015 en Reforma:
Por lo que hace a su saldo de sangre, Porfirio Díaz no fue, ni remotamente, el mayor asesino de nuestra historia. Los crímenes que refieren J. K. Turner y otros críticos (Valle Nacional, ‘Mátalos en caliente’, Río Blanco, Tomóchic) son ciertos y deplorables, pero la medalla de oro en esa práctica no la tiene Porfirio Díaz sino el otro Díaz de nuestra historia reciente (Ordaz), varios caudillos de la Revolución y los presidentes sonorenses. Frente a la matanza de chinos en Torreón, las barbaridades de Villa, los fusilamientos de todas las facciones, la Cristiada, Topilejo y Tlatelolco, Porfirio Díaz fue, casi, un alma de la caridad.
Por convenir a su diatriba, simplemente ignoró lo que seguía después de coma: “varios caudillos de la Revolución y los presidentes sonorenses”.
López Obrador ha dicho otras veces que Porfirio Díaz exterminó a 15,000 yaquis. Hoy bajó la cifra a 10,000. También en esto se equivoca.
La fuente de esa cifra que ha repetido AMLO son las declaraciones del general porfirista Luis E. Torres al periodista Elisha Hollingsworth Talbot. Pero en la publicación original Torres asegura que “no más de 1,500 yaquis y 200 soldados han muerto en las varias batallas que han ocurrido…” (“The truth about Mexico”, Moody’s Magazine, January 1910, p. 23. Se puede consultar en línea en http://goo.gl/RQLxxL).
La muerte de aquellos 1,500 yaquis que defendían su tierra, sus aguas y sus costumbres fue cierta y deplorable (como las deportaciones a Yucatán y Valle Nacional). He narrado esa historia atroz en mi libro Siglo de caudillos. Pero los muertos no fueron decenas de miles ¿Por qué ha afirmado López Obrador que fueron 15,000 (o, ahora, 10,000)? El error proviene de no advertir una errata numérica en el libro escrito por el gran historiador Moisés González Navarro sobre la vida social en el Porfiriato, tomo IV de la Historia Moderna de México dirigida por don Daniel Cosío Villegas. Basado en la misma entrevista, por inadvertencia o error mecanográfico, el maestro González Navarro agregó un cero (“Luis E. Torres […] respondió que apenas eran 15,000 los yaquis fallecidos y 200 los soldados”, p. 263).
He señalado a López Obrador el error tres veces. Pero los números se le atragantan.
El propósito de mi párrafo –que López Obrador, convenientemente, olvida– es comparar los crímenes del Porfiriato con los de los tiempos posteriores. Vamos a las pruebas. ¿Cuántos mexicanos murieron en la Revolución por efecto de la violencia? Nadie lo sabe, pero la diferencia entre los censos de 1910 y 1921 fue de 825,589. [1] Descontando la emigración a Estados Unidos y la gente que murió por hambre y enfermedades (tifo, influenza española), la cifra de muertes violentas puede aproximarse a los 250,000.[2] ¿Cuántos chinos fueron masacrados el 15 de mayo de 1911 en Torreón? Oficialmente 303.[3] ¿Cuántos murieron en la Rebelión Delahuertista de 1924? Siete mil.[4] ¿Cuantos murieron en la Cristiada (movimiento iniciado por Calles)? Entre 25 mil y 30 mil cristeros y 50,000 federales.[5] ¿Cuántos vasconcelistas fueron ejecutados en Topilejo? Quizá un centenar.[6] ¿Cuántos estudiantes murieron en Tlatelolco? Quizá 300.[7]
Si Díaz fue implacable con los yaquis, no lo fueron menos los gobiernos revolucionarios de Obregón y Calles. Entre octubre de 1926 y abril de 1927, convencido de que se abría “una brillante oportunidad para acabar con una vergüenza para Sonora” (frase de Obregón), el gobierno de Calles envió 15,000 hombres a arrasar a los yaquis a quienes bombardeó (usando gases) con aviones de la Fuerza Aérea Mexicana.[8]
Y si Díaz fue implacable con los indígenas sublevados, Benito Juárez –al que López Obrador y muchos mexicanos admiramos– no lo fue menos. En 1868, Juárez reprimió a los indios mayos de Sonora (lo apoyó el legendario jefe yaqui Cajeme). Años más tarde, el gobierno de Sebastián Lerdo de Tejada encomendó al general Ignacio Pesqueira la represión de mayos y yaquis, ya unidos y comandados por el propio Cajeme (que había vuelto a sus raíces).[9] Y frente a la rebelión maya en Chiapas, Juárez actuó con igual dureza: en 1869, cerca de 800 indígenas tzeltales y tzotziles y 200 blancos y mestizos murieron en una guerra de tintes raciales y religiosos.[10]
Porfirio Díaz hizo correr sangre. Pero no tanta como muchos caudillos y gobernantes que pertenecen al Panteón Nacional. Esa es mi afirmación que el presidente prefiere ignorar.
López Obrador es mi lector y hasta me ha llamado un “buen historiador” (18 de marzo de 2019), aunque hoy lo negó (“si me regalan un libro, aunque sea de Krauze, pues ni modo que lo voy a tirar o lo voy a quemar, lo dejo, ¿no?). Su conocimiento de mi obra se advierte, entre otras cosas, en sus intentos de refutación. Ojalá esa lectura se acompañara de un mínimo de honestidad para interpretar lo que escribo. ~
[1] INEGI, Estados Unidos Mexicanos. Cien años de censos de población, Aguascalientes, 1996, p. 68.
[2] Jean Meyer, La Revolución Mejicana, Dopesa, Barcelona, 1973, p. 80.
[3] Julian Herbert (“La casa de Lim”, Letras Libres, junio de 2015)
[4] Jean Meyer, op. cit., p. 119.
[5] Jean Meyer, La Cristiada, tomo 3, Siglo XXI Editores, 17ª edición, México, 2003, p. 266.
[6] Alfonso Taracena, La verdadera Revolución Mexicana. Decimasexta etapa (1930). La tragedia vasconcelista, México, 1960, p. 48
[7] Octavio Paz considera la cifra más probable la de 325, citando la “investigación cuidadosa” del diario inglés The Guardian. Octavio Paz, Posdata, Siglo XXI Editores, México, 1970, p.38.
[8] Jean Meyer, Historia de la Revolución Mexicana, 1924-1928, Estado y sociedad con Calles, El Colegio de México, 1977, pp. 130-131.
[9] Luis González y González, El Indio en la era liberal, Clío, México, 1996, pp.221-225.
[10] Ibid., pp.283-288.
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