El fentanilo y narrativas absurdas/ Ismael Bojórquez
Artículo publicado el 05 de enero de 2025 en la edición 1145 del semanario Ríodoce.
ALTARES Y SÓTANOS
Desde que Donald Trump se quejó de los estragos que estaba haciendo el fentanilo en los consumidores estadunidenses, por allá en 2017, poco después de asumir la presidencia, este opioide empezó a llamar la atención allá y en México. Antes no se conocía siquiera su existencia salvo en los círculos que lo producían, que lo transportaban y que lo consumían.
Trump empezó a presionar al gobierno mexicano para que combatiera este flagelo, empezando por desmantelar laboratorios y exigiendo que los responsables —desde entonces culpó a los Chapitos— fueran detenidos. En ese contexto se inscribe aquella visita de la DEA y fiscales de los Estados Unidos a Sinaloa que hicieron un recorrido por la sierra baja, tomándose fotografías en los despojos de laboratorios que habían sido previamente desmantelados, donde presuntamente —eso dijeron— se producía esta droga. Y también la aprehensión de Ovidio Guzmán López en octubre de 2019, durante el primer culiacanazo y cuyo desenlace todos conocemos.