El caso Algredo
LINOTIPIA / Peniley Ramírez
REFORMA, 11 enero 2025
En el video se ve un galerón con paredes de ladrillo. Es otoño de 2024. Los agentes, vestidos de negro, usan pasamontañas. Están en una ciudad en la frontera entre México y EU, del lado mexicano. Adentro, paredes de tablaroca forman divisiones internas, como un set de televisión. "Las divisiones son para mitigar el ruido de las máquinas", me dice la fuente de seguridad que me muestra el video. Y en esos cuartos, el botín: cientos de paquetes de fentanilo, empacados con cinta negra para aislar, listos para pasar por una gran máquina de hacer pastillas.
Las autoridades de México y EU celebran discretamente el hallazgo. Es el más reciente entre decenas de investigaciones en los últimos años, en las que han participado el FBI, la DEA y Homeland Security Investigations (HSI), con agentes mexicanos. En esos operativos, de los que pocas veces se informa a la prensa, agentes de ambos países han hallado decenas de laboratorios en funcionamiento, la mayoría en Sinaloa, que se dedican a acondicionar el fentanilo, sintetizarlo, o convertir pre-precursores en precursores.