Columna Juegos de Poder/Leo Zuckermann
Excélsior, 7 de abril de 2010;
Bonita visita de Scherer al infierno
Ha causado revuelo la entrevista que le hizo Julio Scherer al narcotraficante Ismael El Mayo Zambada publicada en Proceso. Se ha desencadenado un debate de si el periodista debió o no haberse entrevistado con uno de los enemigos más peligrosos de la sociedad. Un mafioso que ha secuestrado y matado a quién sabe cuántas personas, incluidos, seguramente, periodistas.
Hay quienes han criticado severamente a Scherer por su decisión y hay quienes le han dedicado loas por su oficio. Pero creo que el debate no es si el fundador de Proceso debió haberse entrevistado o no con uno de los peores criminales de la historia nacional. Me parece que lo más criticable de la entrevista es su carácter anodino. Lo poco que aporta para conocer al personaje en cuestión.
El texto comienza presumiendo de que Scherer iría a los infiernos si el diablo le ofreciera una entrevista. Comparto la postura. Pero se pierde una gran oportunidad si se le pregunta a Satanás sobre el calor en el infierno. Creo que un periodista tiene que aprovechar la ocasión para hacerle cuestionamientos difíciles a los personajes malditos: ¿cómo operan?, ¿qué justifica sus acciones?, ¿cómo se sienten?, en fin, tratar de obtener respuestas para entender a un individuo detestable que daña tanto a la sociedad.
Cuando el presidente de Irán fue a Nueva York, la Universidad de Columbia lo invitó a hablar. Muchos criticaron que se le abriera el micrófono a un personaje tan siniestro como Mahmoud Ahmadineyad. El rector de la Universidad justificó así la invitación: “No debe pensarse que por solo escuchar ideas que deploramos implica avalar de alguna forma estas ideas, o debilitar nuestra determinación a resistirnos a estas ideas, o demostrar ingenuidad sobre los peligros muy reales inherentes a dichas ideas. Es una premisa fundamental de la libertad de expresión que no honremos lo deshonroso cuando abrimos al foro público a estas voces. Pensar lo contrario haría imposible el debate vigoroso”.
Luego Lee Bollinger cuestionó duramente al gobernante iraní que estaba ahí enfrente. Le reclamó por la represión de académicos, periodistas y defensores de los derechos humanos. Lo refutó por la estupidez de negar el Holocausto. Le reprochó que persiguiera la destrucción de Israel y que financiara a grupos terroristas. Le preguntó si quería una guerra con Estados Unidos al estar armando a las milicias chiitas. Lo convocó a que contestara, de una vez por todas, ¿por qué su gobierno estaba desarrollando combustibles nucleares sin dejar que las Naciones Unidas los inspeccionaran? El rector cerró su intervención dudando que Ahmadineyad tuviera el coraje para contestar sus preguntas: “Si usted las evita, esto será por sí mismo significativo para nosotros”. El iraní efectivamente se salió por las ramas.
En la entrevista en Proceso, Scherer le pregunta a Zambada sobre su hijo Vicente extraditado a EU. El Mayo rehúsa contestarle. El capo, eso sí, le reclama por las mentiras que difunden los medios. Se queja, como si él fuera un defensor de los derechos humanos, de que los soldados “rompen puertas y ventanas, penetran en la intimidad de las casas, siembran y esparcen el terror”. Confiesa que tiene miedo. Advierte que si lo matan, aparecerán otros capos. Critica al gobierno por haber llegado tarde a combatirlos. Afirma que al Presidente lo engañan sus colaboradores en una guerra que “está perdida”. Le promete a Scherer conseguirle una entrevista con El Chapo Guzmán. Y, finalmente, se toma una foto con él.
Bonita la visita de Scherer al infierno. Encomiable que lo haya hecho por el peligro que entraña. Pero, en lo personal, esta entrevista no me deja más que la sensación de que el periodista perdió la oportunidad de cuestionarle cosas duras al diablo. Por ejemplo: ¿cómo tortura a sus enemigos?, ¿cuánto gana por las extorsiones?, ¿qué se siente secuestrar a alguien?, ¿cuántos policías ha corrompido en su vida o por qué mata a periodistas que se atreven a reportar cómo opera el crimen organizado en México?
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