Datos
vivos masivos/Alex Pentland is Professor of Media Arts and Sciences, and Director of the Media Lab Entrepreneurship Program, at MIT Media Lab. He is the author of Social Physics: Lessons from a New Science. Traducción de Kena Nequiz.
Project
Syndicate | 29 de mayo de 2014
Los
datos masivos se crean a partir del rastro digital que dejamos cuando usamos
tarjetas de crédito, teléfonos celulares o Internet. Usados de forma precisa y
minuciosa, estos datos nos dan un alcance sin precedentes para entender nuestra
sociedad y mejorar la manera en que vivimos y trabajamos. Sin embargo, lo que
en teoría funciona bien, puede no traducirse con éxito en el mundo real, donde
las complejas interacciones humanas no siempre se pueden capturar, incluso
mediante los modelos más sofisticados. Los datos masivos nos obligan a
experimentar a gran escala.
Por
ejemplo, mi propio laboratorio está creando un sitio Web que, basado en mapas
de Google, usa los rastros digitales de la sociedad para describir, barrio por
barrio, la pobreza, la mortalidad infantil, el índice de delincuencia, los
cambios en el PIB y otros indicadores sociales –todos se actualizarán
diariamente. Esta nueva herramienta permitirá, por ejemplo, a los espectadores
ver dónde funcionan las iniciativas gubernamentales y dónde no.
Sin
embargo, si bien dichas herramientas para los espectadores permiten aumentar de
forma espectacular la transparencia y el conocimiento público, son
sorprendentemente limitadas cuando se trata de aplicarlas para resolver los
problemas de la sociedad. Una de las razones es que estos flujos abundantes de
datos fomentan las correlaciones engañosas.
Incluso
el uso del método científico normal ya no sirve; dadas las numerosas mediciones
y las muchas relaciones potenciales entre los datos medidos, nuestras herramientas
estándares estadísticas generan resultados sin sentido. Sin conocer todas las
alternativas posibles, no podemos crear un conjunto limitado, comprobable y
claro de hipótesis. Además, si ya no podemos depender de experimentos de
laboratorio para probar la causalidad, tenemos que probarla en el mundo real,
mediante el uso masivo de datos en tiempo real. Esto implica ir más allá del
proceso típico cerrado de laboratorio de pregunta-respuesta, y aplicar nuestras
ideas en la sociedad más a menudo y temprano que antes.
Para
observar cómo funcionan las cosas en realidad, tenemos que construir
laboratorios –es decir, comunidades dispuestas a intentar nuevos métodos
(francamente, actuar como conejillos de indias). Un ejemplo de un laboratorio
vivo como se explicó antes es la “ciudad de datos abiertos” , que lancé
conjuntamente con la ciudad de Trento, Italia, y la participación de Telecom
Italia, Telefónica, la Fundación de investigación (Fondazione Bruno Kessler),
el Instituto de programación orientada por datos (Institute for Data Driven
Design) y compañías locales. Es importante señalar que este laboratorio vivo
tiene la aprobación y consentimiento informado de todos los participantes, que
entienden que son parte de un experimento gigante cuyo objetivo es crear una
mejor manera de vivir.
Un
desafío importante para crear un laboratorio vivo es proteger la privacidad
individual sin socavar el potencial para un mejor gobierno. Por ejemplo, mi
laboratorio de Trento probará “el nuevo acuerdo sobre los datos”, que propuse,
y ofrece a los usuarios un mejor control de sus datos personales mediante redes
de software confiables como nuestro sistema abierto “Personal Data Store” –PDS,
por sus siglas en inglés– (almacenamiento de datos personales). Esperamos que
la capacidad de compartir datos de forma segura, sin sacrificar la protección
de nuestra privacidad, aliente a los individuos, compañías y gobiernos a
comunicar sus ideas ampliamente, y aumentar la productividad y creatividad en
toda la ciudad.
Sin
embargo, la principal dificultad en el uso de datos para crear una mejor
sociedad es lograr desarrollar un entendimiento intuitivo a escala humana de la
física social. Aunque los datos continuos y densos y la computación moderna nos
permiten describir muchos detalles sobre nuestra sociedad, y explicar cómo
podrían funcionar las comunidades, dichos modelos matemáticos contienen
demasiadas variables y relaciones complejas como para que la mayoría de las
personas los entiendan.
Lo
que se necesita es una especie de diálogo entre la intuición humana y la
realidad apremiante de los datos masivos –diálogo que a menudo hace falta en
los sistemas de gestión y gobierno. Si se quiere emplear efectivamente los
datos masivos, las personas deben poder entender e interpretar las estadísticas
relevantes.
Lo
anterior exige un nuevo entendimiento de la conducta humana y las dinámicas
sociales que van más allá de los modelos económicos y políticos tradicionales.
Solamente mediante el desarrollo de la ciencia y lenguaje de la física social
podremos construir el mundo de datos masivos en el que queremos vivir.
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