Eje central. com, 24 de mayo de 2022
Guerrillero evangélico en el olvido/Oscar Moha
Rubén Jaramillo Ménez fue secuestrado y asesinado junto con 3 de sus hijos y su esposa Epifanía Zúñiga que estaba embarazada. Ayer se cumplieron 60 años de ese crimen político ordenado desde las oficinas del entonces presidente de la República, Adolfo López Mateos, en contra de quien consideraron un “guerrillero”, dirigente campesino que ayudó a la construcción del templo metodista “El Mesías” en Tlaquiltenango, Morelos.
Jaramillo, era predicador evangélico. Lo hacía con una Biblia en la mano, mientras cargaba su pistola del lado derecho sujeta al cinturón. Se casó con Epifanía, militante de esa corriente cristiana que llegó a Morelos a principios del siglo XIX, y enfrentó una resistencia católica que dejó muertos y expulsados en Hidalgo, Estado de México y Tlaxcala por la intolerancia religiosa que soportaron los evangélicos en esa época.
En varios textos, los escritores Fernando Benítez, Carlos Fuentes, Víctor Flores Olea y Carlos Monsiváis destacan la labor pastoral que llevó a cabo Rubén Jaramillo en Morelos y entidades aledañas, donde era bien conocido por sus predicaciones a favor de los derechos laborales sobre todo entre las bien estructuradas congregaciones cristianas juveniles morelenses.
Fue el iniciador del “movimiento jaramillista” que tuvo su esplendor en la década de los 50’s, organizando a campesinos, obreros y cañeros. Fundó el ingenio de Zacatepec donde fue presidente del Consejo de la entonces cooperativa. Ahí ayudó a cientos de cañeros a exigir sus derechos, lo que le costó varios atentados en su contra. Con el apoyo de sus seguidores logra la postulación para ser gobernador de Morelos por el Partido Agrario Obrero Morelense en 1946.
La tarde del 23 de mayo de 1962 se lleva a cabo el denominado “Operativo Xochicalco”: un comando formado por militares y federales rodeó la casa de Jaramillo. Uno de sus hijos, Filemón, corrió por el documento que acreditaba la amnistía firmada hacía 4 años por Adolfo López Mateos, a favor de su padre, pero uno de los civiles se lo arrebató y lo rompió expresando: ¡Esto vale para pura chingada!
En una entrevista publicada en 2015, Raquel Jaramillo Zúñiga, asegura que el mismo López Mateos ordenó la captura y asesinato de su progenitor. “Yo quemé una foto donde estaba mi padre dándole un abrazo a él… era un abrazo traidor… Al gobierno no le conviene que haya gente que diga la verdad”, dice Raquel en esa plática publicada por el portal El Comunista Nueva Radio.
De aquella masacre en contra de la familia Jaramillo Zúñiga sólo logró escapar su hija mayor, Raquel. Y es que en el momento del operativo ella corrió hacia la Presidencia Municipal para pedir ayuda al alcalde Inocencio Torres. Por eso no se la llevaron junto con sus otros hermanos. A su familia la trasladaron rumbo a la zona arqueológica de Xochicalco, donde fueron masacrados y encontrados todos con el tiro de gracia.
En una petición que hizo el periódico La Jornada en noviembre de 2008 a la Secretaría de la Defensa Nacional, a través del entonces Instituto Federal de Acceso a la Información, esta dependencia contestó que no sabía quién era Rubén Jaramillo e ignoraba del operativo llevado a cabo por militares para su detención y asesinato en Morelos.
Al igual que la SEDENA, las Iglesias evangélicas, principalmente la Metodista, han ignorado y casi ocultado la vida y obra del pastor, su esposa, sus hijos, su legado y ejemplo.
“Le doy gracias a Dios porque me ha permitido la satisfacción de ser grano y no fruto”, cita al luchador social el escritor Alan Sánchez Cruz en su libro Rubén Jaramillo, pastor y profeta.
PALABRA DE HONOR: El aplausómetro sigue dando como ganadora a Claudia Sheinbaum Pardo para la contienda del 2024, pero… todavía faltan varios meses para la decisión final.
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