Estrictamente Personal
La hipocresía de la prensa gringa/Raymundo Riva Palacio
El Financiero, octubre 30, 2024 |
La decisión del propietario del Washington Post de no llamar a los electores a votar por Kamala Harris en la elección presidencial mediante un endoso editorial, provocó una turbulencia dentro y fuera del periódico al haberse dado en vísperas de la elección que ha polarizado al país, sintetizada como la batalla final entre la democracia y la autocracia. Días antes del Post, Los Angeles Times hizo lo mismo, pero su decisión no causó el impacto del periódico emblema de la lucha contra el poder, aunque ambos pertenecen al selecto grupo de los cinco principales diarios en Estados Unidos.
La reacción negativa contra la decisión fue brutal. La tercera parte del Comité Editorial renunció en protesta, y 17 articulistas, incluidos varios premios pulitzer, publicaron una declaración conjunta donde afirmaron que el no hacer un endoso en la campaña presidencial era “un error terrible que representa el abandono de las convicciones editoriales fundamentales del periódico que amamos y donde hemos trabajado de manera combinada 218 años”. En horas, se cancelaron más de 200 mil suscripciones digitales, equivalente a 8 por ciento de su circulación pagada.
El propietario del diario, el multimillonario Jeff Bezos, dueño de Amazon, tuvo que justificar su decisión. En una nota titulada La dura verdad: los estadounidenses no le creen a sus medios, retomó una reciente encuesta de Gallup para decirle a sus periodistas que la credibilidad de los medios había caído al punto más bajo desde que se empezó a medir en 1972 “porque algo de lo que estamos haciendo, claramente, no está funcionando”, y puso en duda, por tanto, que endosar a un candidato pudiera mover las preferencias electorales.
Por más duro y cruel que parezcan sus afirmaciones para quienes hemos dedicado toda una vida al periodismo, en muchos puntos tiene razón. Lo que omite es que esa pérdida de credibilidad tuvo su punto de inflexión en 2016, en la campaña presidencial entre Donald Trump y Hillary Clinton, donde el republicano, como han hecho todos los populistas en el mundo, atacó ferozmente a los medios para provocarles un daño reputacional que le facilitara la demolición de la democracia desde adentro, para construir un régimen autócrata.
Trump viralizó contenidos de medios alternos de extrema derecha que difundían mentiras, difamaciones e impulsaban teorías de la conspiración, para manipular al electorado. En esa campaña, esos sitios inventaron noticias contra Clinton, que pudieron haber incidido en la derrota de la demócrata. Varios estudios han mostrado que la gente es más proclive a creer en mentiras y versiones fantásticas que en la verdad o la realidad, creyendo ciegamente lo que leen en las redes sociales.
Un estudio de la Universidad de Luisiana publicado en 2020 sobre la elección de 2016, mostró que 80 por ciento de quienes la respondieron no era capaz de reconocer entre propaganda y publicidad y una información noticiosa. De esta forma, el argumento cuantitativo de la pérdida de credibilidad en los medios en Estados Unidos y el mundo tendría que ser analizado bajo otro supuesto: qué tan importante son para una sociedad medios de comunicación con procesos para evitar los errores y castigar falsedades, que la realidad alterna que promueven los populistas para manipular a sus electorados.
La justificación de Bezos no está dentro de ese marco de referencia, que buscó defenderse ante la reacción negativa de esa decisión al haber sido tomada a 11 días de la elección, y después de que no tuvo reparo en que el Post endosara candidatos al Senado y al Congreso. Las reacciones, sin embargo, tienen un tufo de hipocresía en la prensa de ese país, que presume de imparcial y objetiva, estableciendo barreras –incluso geográficamente dentro de sus redacciones centrales– donde separa las áreas de opinión y comercial, para explicitar que la información no se contamina con los editoriales, y las ventas no modifican los contenidos editoriales.
Es discutible.
La visión épica de la libertad de prensa en Estados Unidos con casos como The New York Times vs. Sullivan, piedra angular de la Primera Enmienda, o los papeles del Pentágono y el Watergate, banderas de la dialéctica de la prensa con el poder, tiene claroscuros. La pureza no existe en los medios, y como en la vida, aproximarse a la verdad es una búsqueda incansable que tampoco, ni ahí ni en el mundo, transcurre sin tropiezos.
Hay muchos botones de muestra.
El legendario director del Post, Benjamin Bradlee, calló los amoríos de su amigo John F. Kennedy pese a que violaban la seguridad nacional. El Times ha sido cuidadoso durante años para no investigar regularmente la corrupción inmobiliaria en Nueva York, porque la familia Sulzberger, que tiene el control editorial del diario, está metida en ese sector. El Boston Globe no quería publicar los escándalos de pedofilia en la Iglesia católica por los vínculos que tenían sus propietarios con los jerarcas religiosos.
La discusión sobre endosar candidatos presidenciales es otra de sus contradicciones. El Post inició esa política al apoyar a Jimmy Carter contra Gerald Ford en 1976, porque el republicano había sustituido y perdonado a Richard Nixon por sus ilegalidades en el caso Watergate, lo que en sí muestra una posición políticamente ética, ante los ataques que sufrió de él, pero periodísticamente cuestionable. Endosar candidatos, presidenciales o cualquiera que busque un cargo de elección popular, muestra, por más que se quiera argumentar lo contrario, una tendencia editorial.
El Times no se queda atrás. En las grandes marchas por la despenalización del aborto, el periódico reprimió a Linda Greenhouse, su extraordinaria reportera en la Suprema Corte, porque, al haber marchado como ciudadana en una de esas manifestaciones, ponía en entredicho su imparcialidad al momento de reportar las discusiones judiciales sobre el aborto. ¿Por qué aquello estaba mal y endosar a un candidato o volcarse contra Trump sábado y domingo de manera rabiosa está bien?
No hay blancos y negros en este negocio. Hay realidades y posibilidades, que se tienen que ir acercando. Pero lo más importante es luchar contra las realidades alternas y las mentiras, que son las que dañan a la democracia y la armonía social.
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The Washington Post puso fin a los respaldos presidenciales. Así reaccionó su redacción
El propietario del Post, Jeff Bezos, acabó con una práctica que duró décadas, semanas después de una discusión en una reunión en Miami. La medida suscitó críticas dentro y fuera de la redacción.
Por Benjamin Mullin y Katie Robertson
The New York Times, 28 de octubre de 2024
Una tormenta tropical se dirigía hacia la costa del golfo de Florida a finales de septiembre cuando los principales líderes de noticias y opinión de The Washington Post volaron a Miami para una reunión periódica con Jeff Bezos, el multimillonario propietario del periódico.
Durante su visita —que incluyó un almuerzo de trabajo en la enorme casa de Bezos en una exclusiva isla de la bahía Vizcaína y una cena en un restaurante cercano— David Shipley, editor de Opinión del Post, y Will Lewis, director ejecutivo y editor del Post, discutieron los planes para el futuro de la sección de Opinión del periódico. Faltaban menos de 45 días para las elecciones.
Al final de la reunión, según cuatro personas familiarizadas con la misma que hablaron bajo condición de anonimato para revelar conversaciones privadas, a Shipley y Lewis les pareció que Bezos tenía reservas sobre la posibilidad de que The Post apoyara a cualquiera de los candidatos en la carrera presidencial. Pero también pensaban que estaba abierto a ser persuadido.
La decisión final de Bezos, de poner fin a la práctica de décadas del Post de respaldar a los candidatos presidenciales, estalló a la vista del público el viernes, provocando críticas de periodistas, editores y lectores, junto con una inusual reprimenda de los legendarios periodistas del Post Bob Woodward y Carl Bernstein.
Se produjo después de una discusión adicional entre Bezos y los dos líderes del Post, Shipley y Lewis, quienes en privado abogaron por no abandonar la tradición tan cerca de unas elecciones. El consejo editorial ya había redactado un apoyo a la vicepresidenta Kamala Harris, aunque Bezos no lo leyó antes de su decisión, dijo Lewis en un comunicado el sábado.
La decisión de Bezos llevaba semanas gestándose. No está claro qué motivó su determinación final o el momento para tomarla.
Bezos ha chocado en repetidas ocasiones con el adversario electoral de Harris, el expresidente Donald Trump, quien durante años se ha mostrado abiertamente hostil con él en las redes sociales. En 2019, Amazon demandó al gobierno de Trump, culpando a la animosidad de Trump hacia Bezos por su pérdida de un contrato de computación en la nube de 10 mil millones de dólares.
Las empresas que Bezos fundó, incluidas Amazon y Blue Origin, su compañía aeroespacial, todavía compiten regularmente por lucrativos contratos gubernamentales. Los ejecutivos de Blue Origin se reunieron con Trump el viernes, y la compañía tiene un contrato de 3400 millones de dólares con la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio para construir un módulo de aterrizaje lunar.
Una vocera del Post dijo el viernes que poner fin a los respaldos presidenciales fue una “decisión del Washington Post”. En su declaración del sábado, Lewis añadió que, como editor, no cree en los apoyos.
Es el último de una serie de acontecimientos que han sacudido al Post este año. En junio, su editora ejecutiva, Sally Buzbee, abandonó abruptamente sus funciones, en lugar de aceptar un nuevo puesto al frente de una división centrada en las redes sociales, la llamada “tercera redacción” tras la de noticias y opinión. Buzbee había tenido encontrones con Lewis sobre si el Post debía cubrir una actualización de un caso británico relacionado con la participación de Lewis en la limpieza de un escándalo de hackeo telefónico en el imperio mediático de Rupert Murdoch.
La decisión de abandonar los apoyos presidenciales en el Post siguió a la noticia de que el propietario de The Los Angeles Times, Patrick Soon-Shiong, había anulado los apoyos presidenciales.
En las semanas posteriores a la reunión de Bezos con Shipley y Lewis, los miembros del consejo editorial del Washington Post, quienes escriben editoriales para el periódico, incluidos los apoyos, dieron por hecho que el Post daría su visto bueno a Harris. Dos de ellos habían redactado el borrador del apoyo, que estaba a la espera de la aprobación final.
Nunca llegó.
En su lugar, el viernes, Shipley se unió al consejo editorial a través de video para una reunión ordinaria a las 11 a. m. en una sala de conferencias del octavo piso en la sede del Post, según dos personas que asistieron. Anunció la nueva política de apoyo sin mucho entusiasmo, dijo una de ellas.
Los miembros de la junta estaban atónitos. Le interrogaron: ¿por qué no iba a respaldar el periódico? La idea no contaba con mucho apoyo en el consejo de redacción, al que no se había consultado sobre la decisión, dijo una de las personas.
Shipley intentó explicarse: dijo que el Post ya no iba a decir a la gente cómo votar, una postura que reflejaría la buena fe independiente del periódico, dijeron las dos personas. Varios de los miembros del consejo pidieron espacio para escribir declaraciones discrepantes firmadas con sus propios nombres, juntos o por separado. La reunión terminó sin que se llegara a un acuerdo sobre la forma de expresar su desacuerdo.
El comunicado se envió a toda la redacción hacia el mediodía. Lewis dijo en la nota que el Post volvía a su política anterior de no dar apoyos, confiando en que los lectores “decidieran por sí mismos”. El Post ha dado su apoyo en todas las elecciones presidenciales desde 1976, cuando dio su visto bueno a Jimmy Carter, aunque se abstuvo en 1988. En el último ciclo apoyó al presidente Joe Biden.
La decisión, que NPR informó antes de que Lewis enviara su correo electrónico, generó una reacción casi instantánea. En cuestión de minutos, Martin Baron, exdirector del Post que aparece en la película En primera plana, publicó en X que se trataba de una “cobardía, con la democracia como víctima”. Robert Kagan, editor sénior quien ha escrito para The Post durante más de dos décadas, envió un rápido correo electrónico de dimisión a Shipley a las 12:56 p. m.
En una entrevista, Kagan dijo que, en su opinión, la decisión de no apoyar a un candidato era “claramente una señal de favor preventivo” con Trump, el candidato republicano a la presidencia.
“El Post ha hecho hincapié en que Donald Trump es una amenaza para la democracia”, dijo Kagan. “¿Y entonces son las elecciones, este es el momento en el que decidimos que somos neutrales?”.
Bob Woodward y Carl Bernstein, legendarios reporteros de la era Watergate del Post, sopesaron la decisión con críticas mordaces. Credit...Eric Lee/The New York Times
A la 1 p. m., los principales editores del Post respondían a las preguntas de sus colegas sobre la decisión. A Matt Murray, director ejecutivo del Post, le preguntaron en una reunión sobre la cobertura electoral por qué el periódico ponía fin a sus apoyos a la presidencia, pero seguía recomendando candidatos en otras elecciones, según una persona familiarizada con el asunto. En lo que va del año, el Post ha respaldado a candidatos a la Cámara de Representantes y al Senado en Virginia y Maryland.
En Slack, la aplicación de mensajería utilizada por el Post, los empleados reaccionaron a un repentino aluvión de lectores que buscaban información sobre la decisión de no apoyar ninguna candidatura. Vineet Khosla, director de tecnología del Post, ordenó a los empleados del diario que impidieran que la herramienta experimental de inteligencia artificial del Post respondiera a las preguntas de los lectores sobre la decisión, según las capturas de pantalla obtenidas por The New York Times.
“Vamos a bloquearlo”, escribió Khosla, poniendo fin a las respuestas de la inteligencia artificial sobre el tema.
Una portavoz del Post dijo en un comunicado que habría sido “irresponsable servir a nuestra audiencia con un resumen de respuesta generado por IA basado en un artículo” sobre la decisión de no dar ningún respaldo…
En una reunión informativa celebrada a las 4:00 p.m., Murray respondió a más preguntas, ante un público más numeroso de lo habitual, según una grabación de la reunión obtenida por The New York Times.
Dijo que no había participado en la decisión porque la redacción era independiente del departamento de Opinión. Añadió que solo se había enterado el jueves por la noche. Pero, para tranquilizar a los empleados de la redacción, dijo: “Lo que hace esta redacción cuenta con el apoyo de la cúpula de esta empresa”.
Más tarde, Woodward y Bernstein se pronunciaron al respecto. En un comunicado, dijeron que —aunque respetaban la independencia del consejo editorial del Post— la decisión “ignora la abrumadora evidencia periodística del propio Washington Post sobre la amenaza que Donald Trump representa para la democracia”.
Al final del día, el departamento de Opinión del Post había hecho oír su voz. En un editorial discrepante, 18 columnistas de opinión del Post firmaron una columna en la que calificaban de “terrible error” la decisión de no respaldar.
Ann Telnaes, la caricaturista del Post ganadora del Premio Pulitzer, captó la angustia de forma más concisa. El viernes por la noche publicó su más reciente viñeta, un bloque rectangular cubierto por completo con una franja de premonitorias pinceladas grises.
El título de la imagen evocaba el conocido lema del Post: “La democracia muere en la oscuridad”.
Cecilia Kang colaboró con reportería.
Katie Robertson cubre el sector de los medios de comunicación para The Times. Correo electrónico: katie.robertson@nytimes.com Más de Katie Robertson
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