El plan Carpinteyro/MIGUEL ÁNGEL GRANADOS CHAPA
Publicado en la revista Proceso (www.proceso.com.mx), # 1684, 8 de febrero de 2009;
Designada subsecretaria de Comunicaciones por Felipe Calderón sin anuencia del secretario Luis Téllez, Purificación Carpinteyro apeló a su amigo el presidente cuando se extremaron las diferencias con el titular, pero ya no fue atendida: "él había sido alimentado con desinformación, mala información que ya lo tenía prevenido y no necesariamente estaba abierto a escuchar".
La exsubsecretaria se autocritica:
"Soy una persona muy arrojada, muy echada para delante; tenía mucha iniciativa, mucha, precisamente para conversar con los jugadores, y fue precisamente esa iniciativa, esa agresividad, lo que propició que se pudiera generar un germen de descrédito, porque al final de cuentas podemos manejar la información de una u otra manera: esa señora se reunió para negociar una cosa buena o para negociar una cosa mala."
Concertada por vía telefónica una entrevista para la Plaza Pública de Radio UNAM, alguien pretendió estorbarla. En la víspera llamaron a la exfuncionaria para informarle que mi compromiso de hablar con ella se había cancelado. Por supuesto eso no había ocurrido, y ella estuvo el jueves 5 en la emisora universitaria. Grave cosa, sin embargo, que algún servicio de escucha haya tomado nota de su futura visita al programa que conduzco y buscara impedirlo.
Abogada por la Escuela Libre de Derecho, Carpinteyro participó en la confección de la Ley de Telecomunicaciones en 1995 y luego se integró al sector privado de ese ramo: desde Washington dirigió la división para América Latina de un consorcio de Norteamérica y durante siete años fue vicepresidenta de la empresa brasileña de telecomunicaciones. Volvió a México para incorporarse al servicio público, como directora del Servicio Postal Mexicano.
No trató mucho a Téllez en los dos años de ese encargo: Fue una relación "muy escasa, muy escueta. El secretario tiene una agenda muy extensa por todos los programas que tiene que coor-dinar y no tuve acuerdo con él más de tres veces". Pero fue el propio Téllez quien le informó de su ascenso a la subsecretaría; sin doblez le dijo que "él no necesariamente había estado a favor de mi candidatura pero que a solicitud del presidente Calderón me daba la bienvenida".
En una carta pública para explicar su renuncia, que surtió efectos el 31 de enero, habló de crecientes diferencias con el secretario como causa de su dimisión. Le pedí que las puntualizara y, sugiriendo que Téllez más por la forma que por el fondo no compartía su diagnóstico ni su plan de acción –y en eso consistía el diferendo–, dijo estar "convencida de que el sector de las telecomunicaciones es fundamental y crítico para el desarrollo del país. Si queremos formar parte del grupo de países llamado BRIC (Brasil, Rusia, India y China), y es una vergüenza que México no esté entre ellos, uno de los puntos fundamentales que tenemos que tocar y alterar en forma radical es el de las telecomunicaciones".
Comparó la estructura mexicana en ese ámbito con la de países latinoamericanos y la calificó de "terriblemente deficiente". Lo es en mayor medida frente a los miembros de la OCDE y países asiáticos: "En la medida en que en México no haya inversión y crecimiento de infraestructura, en la medida en que las telecomunicaciones no se extiendan a un mayor segmento de la población, vamos tener un problema serio de falta de competitividad de nuestra mano de obra, porque a nivel mundial los esfuerzos se están dedicando precisamente a capacitar mano de obra a través de nuevas tecnologías". Reforzó su dicho recordando que el presidente Obama, en su plan anticrisis, "incluye específicamente la inversión en telecomunicaciones y en tecnologías de la información".
Al momento de convertirse en subsecretaria, en septiembre del año pasado, "se estaban tomando o se habían tomado en la subsecretaría decisiones con las que yo no necesariamente coincidía y los jugadores a favor de los cuales se habían tomado se sintieron ofendidos o afectados por mi posición antagónica, y esas personas eran mucho más cercanas al secretario de lo que yo podía serlo, porque yo no había llegado con su venia. Entonces comenzó una campaña de descrédito que fue minando poco a poco la confianza que yo pude haber tenido por parte del Presidente y la confianza que nunca tuve la oportunidad de ganarme de parte del secretario… no necesariamente coincidíamos en las visiones de qué se debía hacer en el sector".
La subsecretaria trazó un plan de seis puntos "que desde mi óptica pueden transformar al país en los próximos cuatro años". Después de que me los explicó con información caudalosa y argumentos enfáticos, le pregunté si Téllez los había admitido, o se habría agobiado con su exposición. Rió y me preguntó si me había agobiado a mí, lo cual obviamente no había ocurrido, y consideró conveniente decir que las diferencias con el secretario eran más de forma que de fondo.
El primero de los seis puntos es lograr "un acuerdo sectorial, aminorar los conflictos que surcan al sector y lo tienen en total parálisis. Hay más de 45 demandas y denuncias en tribunales. Si esperamos los tiempos judiciales vamos a esperar cuatro o cinco años a que exista una resolución, cuatro o cinco años de incertidumbre jurídica sobre las reglas y en consecuencia no va a haber inversión. Ese es un lujo que México no se puede dar. Por tanto, es responsabilidad de las empresas y del gobierno federal lograr un acuerdo sectorial". Se trata de que "de manera inteligente el Estado y el gobierno lideren negociaciones y conversaciones con cada uno de los jugadores". Hay una oportunidad para hacerlo: "es la innovación tecnológica que permite ahora, a través de la misma infraestructura (un cable de teléfono, un cable de televisión), proporcionar otros servicios", lo que hace más rentable la inversión A ello hay que sumar la competencia, que obliga "a una mejor oferta de servicios con muchísima mayor calidad" y propicia "una caída de precios. Que va a hacer que esas tecnologías se universalicen". Con la mayor demanda, los bajos precios no significan una merma a los márgenes de utilidad de las empresas.
Para "poder echar a todos los gallos a pelear", dijo Carpinteyro, es preciso "establecer las bases de un comportamiento sano de competencia, sobre todo porque parte de las empresas detentan una participación de mercado que les privilegia y tienen la oportunidad de hacerle la vida difícil a quien quiera competir con ellos". Por eso, a través de la negociación sería necesaria "la aceptación de los mayores players" y el retiro de las demandas y denuncias.
El segundo punto del plan Carpinteyro es la licitación del espectro radioeléctrico: "México lleva 10 años sentado en una mina de oro que es el espectro radioeléctrico, que nadie está utilizando porque no se ha subastado". De ese modo se logrará que "las empresas de telefonía celular ya existentes y nuevas empresas puedan entrar al mercado a competir con las empresas de telefonía fija o las cableras con una oferta de servicios de banda ancha. En la medida en que no se haga disponible esa riqueza, es verdaderamente un tesoro enterrado".
El tercer punto es la supercarretera de la información: "una red de transmisión de alta capacidad que permitiera la transmisión de datos a velocidades ultrasónicas". Eso en México no existe, porque en México la espina dorsal de las telecomunicaciones "está detentada por un solo operador, Telmex, que detenta la red de transmisión interestatal con conectividad". Tendría que invertir en su red y dar precios que permitan la promoción de los servicios, pero carece de incentivos para hacerlo. Por eso "hay que crear alternativas, tienen que ser por lo menos tres competidores para que haya verdaderamente un mercado de sana competencia". Propone aprovechar la red de fibra óptica de la Comisión Federal de Electricidad, que aunque "es bastante pobre e insuficiente, inclusive para las necesidades de la CFE, el Estado puede fortalecerla para que sea una alternativa". La necesidad de esta supercarretera ha sido expuesta por científicos mexicanos que emigran porque en el mundo académico "se requiere enviar y recibir un cúmulo de información que a través de la red mexicana es imposible mandar y recibir".
El cuarto punto es la digitalización de la radio y la televisión. Hay que hacerla cuanto antes, no esperar a 2021 para asignar nuevos canales: Cita a ingenieros del IPN que crearon una caja para convertir la señal analógica en digital a un costo de 18 dólares, mucho menor que el de 50 dólares que costaba el año anterior, lo que permitiría sintonizar muchos canales y a las empresas ofrecerlos.
El quinto punto es la creación de centros de comunicación ciudadana. Consiste en aprovechar las sucursales de Correos y Telégrafos (fundidas, quedarían unas 2 mil para este propósito) para ofrecer servicios a las comunidades más remotas. Citó el caso de Brasil en que, además de esos servicios de comunicación, se establecían en esos centros servicios bancarios que dinamizaban la economía de la comarca.
El sexto punto: una política satelital. El sistema correspondiente sufre deficiencias porque Satmex, la empresa que lo opera, está en un proceso de suspensión de pagos: Se requiere, por lo tanto, "que haya operadores interesados en ocupar las posiciones orbitales que tiene México, que se coloquen satélites de última generación que proporcionen los servicios que se requieren no solamente para satisfacer la necesidades de comunicación del sector privado y las de seguridad nacional… Es importante que el Estado determine si va a haber satélites de su propiedad exclusiva para servicios de seguridad nacional o si lo va a hacer a través de terceros".
Purificación Carpinteyro se siente liberada tras renunciar a la subsecretaría y explicar sus motivos. Se propone empujar ese plan de seis puntos, como "ciudadana de a pie", junto con otras personas que creen en ese plan y desean "activamente promover y coadyuvar con el gobierno federal para que esto se lleve a cabo".
La exsubsecretaria se autocritica:
"Soy una persona muy arrojada, muy echada para delante; tenía mucha iniciativa, mucha, precisamente para conversar con los jugadores, y fue precisamente esa iniciativa, esa agresividad, lo que propició que se pudiera generar un germen de descrédito, porque al final de cuentas podemos manejar la información de una u otra manera: esa señora se reunió para negociar una cosa buena o para negociar una cosa mala."
Concertada por vía telefónica una entrevista para la Plaza Pública de Radio UNAM, alguien pretendió estorbarla. En la víspera llamaron a la exfuncionaria para informarle que mi compromiso de hablar con ella se había cancelado. Por supuesto eso no había ocurrido, y ella estuvo el jueves 5 en la emisora universitaria. Grave cosa, sin embargo, que algún servicio de escucha haya tomado nota de su futura visita al programa que conduzco y buscara impedirlo.
Abogada por la Escuela Libre de Derecho, Carpinteyro participó en la confección de la Ley de Telecomunicaciones en 1995 y luego se integró al sector privado de ese ramo: desde Washington dirigió la división para América Latina de un consorcio de Norteamérica y durante siete años fue vicepresidenta de la empresa brasileña de telecomunicaciones. Volvió a México para incorporarse al servicio público, como directora del Servicio Postal Mexicano.
No trató mucho a Téllez en los dos años de ese encargo: Fue una relación "muy escasa, muy escueta. El secretario tiene una agenda muy extensa por todos los programas que tiene que coor-dinar y no tuve acuerdo con él más de tres veces". Pero fue el propio Téllez quien le informó de su ascenso a la subsecretaría; sin doblez le dijo que "él no necesariamente había estado a favor de mi candidatura pero que a solicitud del presidente Calderón me daba la bienvenida".
En una carta pública para explicar su renuncia, que surtió efectos el 31 de enero, habló de crecientes diferencias con el secretario como causa de su dimisión. Le pedí que las puntualizara y, sugiriendo que Téllez más por la forma que por el fondo no compartía su diagnóstico ni su plan de acción –y en eso consistía el diferendo–, dijo estar "convencida de que el sector de las telecomunicaciones es fundamental y crítico para el desarrollo del país. Si queremos formar parte del grupo de países llamado BRIC (Brasil, Rusia, India y China), y es una vergüenza que México no esté entre ellos, uno de los puntos fundamentales que tenemos que tocar y alterar en forma radical es el de las telecomunicaciones".
Comparó la estructura mexicana en ese ámbito con la de países latinoamericanos y la calificó de "terriblemente deficiente". Lo es en mayor medida frente a los miembros de la OCDE y países asiáticos: "En la medida en que en México no haya inversión y crecimiento de infraestructura, en la medida en que las telecomunicaciones no se extiendan a un mayor segmento de la población, vamos tener un problema serio de falta de competitividad de nuestra mano de obra, porque a nivel mundial los esfuerzos se están dedicando precisamente a capacitar mano de obra a través de nuevas tecnologías". Reforzó su dicho recordando que el presidente Obama, en su plan anticrisis, "incluye específicamente la inversión en telecomunicaciones y en tecnologías de la información".
Al momento de convertirse en subsecretaria, en septiembre del año pasado, "se estaban tomando o se habían tomado en la subsecretaría decisiones con las que yo no necesariamente coincidía y los jugadores a favor de los cuales se habían tomado se sintieron ofendidos o afectados por mi posición antagónica, y esas personas eran mucho más cercanas al secretario de lo que yo podía serlo, porque yo no había llegado con su venia. Entonces comenzó una campaña de descrédito que fue minando poco a poco la confianza que yo pude haber tenido por parte del Presidente y la confianza que nunca tuve la oportunidad de ganarme de parte del secretario… no necesariamente coincidíamos en las visiones de qué se debía hacer en el sector".
La subsecretaria trazó un plan de seis puntos "que desde mi óptica pueden transformar al país en los próximos cuatro años". Después de que me los explicó con información caudalosa y argumentos enfáticos, le pregunté si Téllez los había admitido, o se habría agobiado con su exposición. Rió y me preguntó si me había agobiado a mí, lo cual obviamente no había ocurrido, y consideró conveniente decir que las diferencias con el secretario eran más de forma que de fondo.
El primero de los seis puntos es lograr "un acuerdo sectorial, aminorar los conflictos que surcan al sector y lo tienen en total parálisis. Hay más de 45 demandas y denuncias en tribunales. Si esperamos los tiempos judiciales vamos a esperar cuatro o cinco años a que exista una resolución, cuatro o cinco años de incertidumbre jurídica sobre las reglas y en consecuencia no va a haber inversión. Ese es un lujo que México no se puede dar. Por tanto, es responsabilidad de las empresas y del gobierno federal lograr un acuerdo sectorial". Se trata de que "de manera inteligente el Estado y el gobierno lideren negociaciones y conversaciones con cada uno de los jugadores". Hay una oportunidad para hacerlo: "es la innovación tecnológica que permite ahora, a través de la misma infraestructura (un cable de teléfono, un cable de televisión), proporcionar otros servicios", lo que hace más rentable la inversión A ello hay que sumar la competencia, que obliga "a una mejor oferta de servicios con muchísima mayor calidad" y propicia "una caída de precios. Que va a hacer que esas tecnologías se universalicen". Con la mayor demanda, los bajos precios no significan una merma a los márgenes de utilidad de las empresas.
Para "poder echar a todos los gallos a pelear", dijo Carpinteyro, es preciso "establecer las bases de un comportamiento sano de competencia, sobre todo porque parte de las empresas detentan una participación de mercado que les privilegia y tienen la oportunidad de hacerle la vida difícil a quien quiera competir con ellos". Por eso, a través de la negociación sería necesaria "la aceptación de los mayores players" y el retiro de las demandas y denuncias.
El segundo punto del plan Carpinteyro es la licitación del espectro radioeléctrico: "México lleva 10 años sentado en una mina de oro que es el espectro radioeléctrico, que nadie está utilizando porque no se ha subastado". De ese modo se logrará que "las empresas de telefonía celular ya existentes y nuevas empresas puedan entrar al mercado a competir con las empresas de telefonía fija o las cableras con una oferta de servicios de banda ancha. En la medida en que no se haga disponible esa riqueza, es verdaderamente un tesoro enterrado".
El tercer punto es la supercarretera de la información: "una red de transmisión de alta capacidad que permitiera la transmisión de datos a velocidades ultrasónicas". Eso en México no existe, porque en México la espina dorsal de las telecomunicaciones "está detentada por un solo operador, Telmex, que detenta la red de transmisión interestatal con conectividad". Tendría que invertir en su red y dar precios que permitan la promoción de los servicios, pero carece de incentivos para hacerlo. Por eso "hay que crear alternativas, tienen que ser por lo menos tres competidores para que haya verdaderamente un mercado de sana competencia". Propone aprovechar la red de fibra óptica de la Comisión Federal de Electricidad, que aunque "es bastante pobre e insuficiente, inclusive para las necesidades de la CFE, el Estado puede fortalecerla para que sea una alternativa". La necesidad de esta supercarretera ha sido expuesta por científicos mexicanos que emigran porque en el mundo académico "se requiere enviar y recibir un cúmulo de información que a través de la red mexicana es imposible mandar y recibir".
El cuarto punto es la digitalización de la radio y la televisión. Hay que hacerla cuanto antes, no esperar a 2021 para asignar nuevos canales: Cita a ingenieros del IPN que crearon una caja para convertir la señal analógica en digital a un costo de 18 dólares, mucho menor que el de 50 dólares que costaba el año anterior, lo que permitiría sintonizar muchos canales y a las empresas ofrecerlos.
El quinto punto es la creación de centros de comunicación ciudadana. Consiste en aprovechar las sucursales de Correos y Telégrafos (fundidas, quedarían unas 2 mil para este propósito) para ofrecer servicios a las comunidades más remotas. Citó el caso de Brasil en que, además de esos servicios de comunicación, se establecían en esos centros servicios bancarios que dinamizaban la economía de la comarca.
El sexto punto: una política satelital. El sistema correspondiente sufre deficiencias porque Satmex, la empresa que lo opera, está en un proceso de suspensión de pagos: Se requiere, por lo tanto, "que haya operadores interesados en ocupar las posiciones orbitales que tiene México, que se coloquen satélites de última generación que proporcionen los servicios que se requieren no solamente para satisfacer la necesidades de comunicación del sector privado y las de seguridad nacional… Es importante que el Estado determine si va a haber satélites de su propiedad exclusiva para servicios de seguridad nacional o si lo va a hacer a través de terceros".
Purificación Carpinteyro se siente liberada tras renunciar a la subsecretaría y explicar sus motivos. Se propone empujar ese plan de seis puntos, como "ciudadana de a pie", junto con otras personas que creen en ese plan y desean "activamente promover y coadyuvar con el gobierno federal para que esto se lleve a cabo".
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