Acerca
de Mexicanos que pelearon por Hitler
LA
REDACCIÓN; revista Proceso 1905, 12 de mayo de 2013
PALABRA
DE LECTOR
De
Carlos Inclán Fuentes
Señor
director:
Como
estudioso del periodo y los temas abordados por el señor Juan Alberto
Cedillo en Proceso 1904 (Mexicanos que
pelearon por Hitler), quisiera hacer una serie de observaciones que considero
pertinentes. En primer lugar, son meritorios los hallazgos de Cedillo por la
naturaleza y contenido de la información, sobre todo en consideración de que se
ha hecho poca investigación relativa al periodo de la Segunda Guerra Mundial en
México. Sin embargo, hace falta que dicha información sea puesta en un contexto
más amplio que en parte la explique y la dimensione. En este caso, es más que
necesaria una explicación sobre cómo fue posible el retorno de mexicanos –que
renunciaron a su ciudadanía para luchar al lado de los nazis– a un país cuyo
régimen político mantuvo una coherente actitud antifascista antes y durante la
guerra.
En
segundo lugar, habría que señalar que las informaciones relativas a alemanes, y
contenidas en acervos como el Histórico Diplomático de la SRE o el de la
Dirección de Investigaciones Políticas y Sociales de la Segob, no son
inusuales, pues en el contexto de la guerra el gobierno mexicano implementó una
serie de medidas para vigilar y controlar a los denominados “ciudadanos del
Eje”, que a su vez tienen sus orígenes en un política orientada a la vigilancia
de extranjeros “indeseables” y que se remonta por lo menos al gobierno de
Venustiano Carranza. Durante la Segunda Guerra Mundial, las disposiciones del
gobierno de Ávila Camacho se tradujeron en deportaciones (selectivas y
limitadas), en reubicación de poblaciones extranjeras y en reclusión de potenciales
enemigos del Estado en estaciones migratorias, siendo la más importante la
ubicada en Perote, Veracruz.
Uno
de los principales problemas de Cedillo, apreciable desde su libro Los nazis en
México, es su dependencia de las fuentes de información de la inteligencia
estadunidense, sin considerar el contexto de su producción. Un derivado de
dicha dependencia es la pervivencia de una visión distorsionada sobre la
eficacia, envergadura y penetración de la Abwehr y su red de espionaje en los
círculos políticos de México y América Latina. Los estudios más serios al
respecto han cruzado evidencia documental –no quedándose sólo con las versiones
de la inteligencia estadunidense– y han concluido que las acciones de la Abwehr
fueron poco relevantes y muy ineficaces, como queda manifestado en casos como
el de George Nicolaus, aprehendido por los servicios de inteligencia mexicanos
y deportado a Estados Unidos recién iniciada la guerra.
Si
desde la perspectiva estadunidense México estaba plagado de espías alemanes en
sus círculos políticos más importantes, esto respondía a una serie de factores,
tales como el eco que hacían los reportes de inteligencia de la campaña
periodística de desprestigio contra el gobierno de Cárdenas, a raíz de la
expropiación petrolera, y cuyos artífices eran empresarios estadunidenses.
Asimismo, otro factor importante era la propia ineficiencia de los servicios de
inteligencia de Estados Unidos, cuyo personal menos capacitado era el que
operaba en América Latina. Estos agentes no hablaban español en su mayoría, no
confirmaban sus fuentes de información y tendían a consignar como verdaderos,
rumores y testimonios de dudosa procedencia. El mayor ejemplo de la ineptitud
de la inteligencia estadunidense fue el programa de deportación de alemanes de
América Latina hacia campos de internamiento establecidos en Estados Unidos, a
los que inclusive llegaron judíos alemanes.
Por
último, quisiera señalar que el tema del petróleo tratado por Cedillo es poco
preciso, pues si bien después de la expropiación petrolera México tuvo que
hacer frente a un boicot de parte de las multinacionales anglo-estadunidenses
–en cuyo contexto el mercado alemán fue una de las opciones para la exportación
de crudo–, el país destinó hacia la Alemania hitleriana, en un periodo muy
corto, entre finales de 1938 e inicios de 1940, no más de 48% de su producción
de exportación, un rubro que en esos años concentraba 27% de la producción
total de petróleo. Esto fue así porque la principal medida de México ante el
boicot fue la reducción de la producción, junto con la reorientación de su
consumo hacia el mercado interno. Por ejemplo, a nivel nacional se consumió,
entre 1938 y 1942, el 91% de los productos refinados y el 99% del gas natural.
Además, el gobierno mexicano mantuvo informado en todo momento a Estados Unidos
de sus negocios con Alemania y no permitió que el acercamiento comercial
rebasara el área económica, como lo
prueban las reiteradas manifestaciones antifascistas que el gobierno
alentó en esos años.
Atentamente
Carlos
Inclán Fuentes
rojito_cif@hotmail.com
Respuesta
de Juan A. Cedillo
Señor
director:
Le
agradeceré publicar las siguientes líneas.
Señor
Carlos Inclán Fuentes: Coincido plenamente
con usted en que “se ha hecho poca investigación relativa al periodo de
la Segunda Guerra Mundial en México”. En efecto, la investigación al respecto
ha sido escasa para la importancia de ese acontecimiento que detonó el periodo de industrialización del país.
Para
contribuir con “un granito de arena” a impulsar la investigación sobre esos
años, me propongo compartir a través de una página en alguna de las redes
sociales o en un blog varios cientos de copias de documentos originales y
fotografías, que he podido recolectar y digitalizar, del Archivo Nacional de Washington,
el Archivo General de la Nación y el Archivo Genaro Estrada de la Secretaría de
Relaciones Exteriores.
Sin
más, quedo a su disposición para recibir comentarios, críticas o cualquier
aclaración sobre mis investigaciones en torno a las actividades de agentes del
Tercer Reich en México.
Atentamente
Juan
Alberto Cedillo
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