- La hora del hemisferio derecho/Borja Vilaseca
- Para afrontar el nuevo mundo necesitamos explorar nuestra parte más emotiva y creativa.
La
educación tradicional ha fomentado el pensamiento lógico y racional frente a la
intuición.
Cada
hemisferio del cerebro procesa la información de forma distinta: el izquierdo
busca certezas; el derecho, nos conecta con la dimensión más inmaterial y
espiritual.
El País Semanal, 17 FEB 2013
Puede
que nos hayamos olvidado, pero todos hemos sido niños. Por aquel entonces,
veíamos la vida con asombro y la disfrutábamos jugando con la imaginación. Pero
tarde o temprano nuestras ilusiones chocaron contra el muro que los adultos
llaman “realidad”, que comenzamos a construir al iniciar nuestra andadura
académica y profesional. ¿Cuántas veces nos han dicho que no podemos ganarnos
la vida haciendo lo que nos gusta? De tanto oírlo, la mayoría nos lo terminamos
creyendo, dejando nuestros sueños de lado.
Pero
si cada uno de nosotros nace con un potencial, con un talento y con una misión
determinados, ¿por qué en general nos dedicamos a profesiones que poco o nada
tienen que ver con nuestros verdaderos valores? La respuesta se encuentra en
nuestro cerebro. Este órgano está dividido en dos: el hemisferio izquierdo y el
hemisferio derecho. Curiosamente, cada hemisferio procesa la información que
recibe del exterior de forma distinta. Cada uno está relacionado con áreas y
funciones diferentes. Podría decirse que ambos cuentan con su propia
personalidad.
“Lo
esencial es invisible a
los ojos; tan solo puede verse con el corazón” (Antoine de Saint-Exupéry)
El
hemisferio izquierdo, por ejemplo, es el responsable del lenguaje verbal, de la
habilidad lingüística, de la capacidad de análisis, de la resolución de
problemas matemáticos, así como de la memoria y el pensamiento lógico y
racional. Es el más intelectual, formal y convencional de los dos; se le da muy
bien absorber y almacenar información teórica y numérica, como nombres,
definiciones o fechas. Por el contrario, tiende a controlar e inhibir sus
sentimientos. Es el encargado de la organización, el orden, la estructura y la
planificación. Es muy obediente y disciplinado, y se rige por medio de normas,
reglas, protocolos, leyes y procedimientos estandarizados. Y utiliza el miedo
para protegernos y mantenernos a salvo de potenciales amenazas y peligros.
¿Desde
dónde miramos la realidad?
Un
empresario envió a sus dos hijos gemelos a explorar un país para sopesar las
oportunidades para su negocio de calzado. Al cabo de un tiempo, el padre
recibió correos electrónicos de sus hijos. El primero escribió: “Querido padre,
llevo días recorriendo este fantástico país y he observado que hay pocas
tiendas y que la oferta de calzado no es de muy buena calidad. Muchas personas
aún viven en el campo, donde la mayoría de los caminos se encuentran sin
asfaltar. Sinceramente, no creo que sea un buen lugar para vender nuestros
zapatos”. Seguidamente, el padre leyó el mail de su otro hijo: “Querido padre,
llevo días recorriendo este fantástico país y he observado que hay pocas
tiendas y que la oferta de calzado no es de muy buena calidad. Muchas personas
aún viven en el campo, donde la mayoría de los caminos se encuentran sin
asfaltar. Creo que es un buen lugar para vender nuestros zapatos”. A pesar de
que los dos hermanos habían recorrido el mismo país, vieron cosas diferentes.
Uno detectó problemas y el otro vislumbró oportunidades.
Este
hemisferio busca certezas y solamente se fija en la dimensión física,
cuantitativa, tangible y material de las cosas. Y le cuesta mucho percibir los
infinitos matices grises que se encuentran entre los extremos blanco y negro.
El hemisferio izquierdo solo considera válida aquella información que pueda
demostrarse a través de hechos irrefutables, resultados medibles y datos
estadísticos.
El
hemisferio derecho, por otra parte, está más vinculado con la experiencia
cenestésica y sensorial de todo aquello que sabemos que no puede expresarse con
palabras, y que no por ello es menos real. Nos brinda la habilidad de
interpretar señales, signos y metáforas, así como la capacidad de soñar y de
comprender el significado oculto de las cosas. Este hemisferio nos conecta con
la dimensión emocional y espiritual de nuestra condición humana; nos permite
sentir la parte cualitativa, intangible e inmaterial de las cosas. Es el más
artístico, original y rebelde de los dos; le gusta salirse de la norma e ir más
allá de lo socialmente establecido. No tiene sentido del tiempo y está
totalmente centrado y arraigado en el momento presente.
Es
experto en relacionarse con los demás. Destaca por su empatía, su compasión y
su destreza para detectar los aspectos no verbales de la comunicación. Se le dan
muy bien la percepción espacial, el movimiento y la orientación. Tiene una
visión holística de la realidad, concibiéndola como una unidad donde todo está
integrado e interconectado. Entre otros dones, el hemisferio derecho nos
permite desarrollar la intuición, la imaginación, la innovación y el
pensamiento creativo; tiene facilidad para visualizar ideas e inventar cosas
que no existían y que aparentemente no eran posibles. Y en definitiva, nos
nutre de confianza para atrevernos a seguir nuestra propia voz interior y, en
consecuencia, recorrer nuestro propio camino.
Los
neurólogos han descubierto que ambos hemisferios actúan a la vez. Los dos
presentan cierta actividad neuronal –en mayor o menor medida–,
independientemente del tipo de tareas que llevemos a cabo. Ninguno de los dos
es más importante que el otro; más bien son complementarios. Hoy por hoy, la
mayoría de nosotros estamos tiranizados por el hemisferio izquierdo, y es esta
descompensación con nuestro hemisferio derecho lo que impide que muchos conozcamos
la forma de cultivar la intuición y la creatividad necesarias para
reinventarnos profesionalmente.
“La
inteligencia y la creatividad de cada persona son tan singulares como su
huella dactilar” (Ken
Robinson)
El
hemisferio izquierdo del cerebro sigue siendo el único protagonista en las
aulas. La inteligencia y el valor de las nuevas generaciones se siguen midiendo
con la puntuación que los estudiantes sacan en los exámenes, colegios,
institutos o universidades. Y es que seguimos creyendo que el pensamiento
lógico y el conocimiento racional son superiores a la intuición, la imaginación
y la creatividad.
Tal
como explica el experto en educación, talento y creatividad Ken Robinson, los
actuales test miden cierto tipo de inteligencia, pero dejan de lado muchos
aspectos y cualidades de la misma. Hay tantas maneras de expresar la
inteligencia como seres humanos hay en este mundo. Eso sí, todas ellas van de
la mano de la creatividad. Y al igual que la capacidad de razonar nos viene de
serie, el pensamiento creativo es inherente a nuestra condición humana.
Si
bien las habilidades del hemisferio izquierdo nos han dado buenos resultados a
lo largo de la era industrial, para la era del conocimiento que está emergiendo
ya no van a ser suficientes. Ha llegado la hora de potenciar nuestro hemisferio
derecho y promover un sano equilibrio entre ambos. Para lograrlo, el reto es
descubrir un medio profesional para canalizar todo el potencial innato que
reside en nuestro interior. De pronto encontramos la manera de conjugar una
serie de elementos que antaño parecían contradictorios e incompatibles, como
por ejemplo la pasión con la profesión o la vocación con el dinero. El quid de
la cuestión es si somos lo suficientemente valientes como para escuchar lo que
sentimos en nuestro corazón.
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