Cuando
ya no nos quieren/PATRICIA RAMÍREZ
Publicado en El País Semanal, 5 MAY 2013.
Ante
un desengaño, ruptura o abandono amoroso, es inevitable pasar por fases de
tristeza, desesperación, impotencia… Los sueños, las ilusiones, se rompen para
una parte u otra de la pareja y suele empezar un calvario, cuya duración
depende de cada afectado, que pasa por varias fases:
Fase
de súplica. La primera reacción puede ser llorar e implorar su amor. No se
pierde la dignidad por decirle a alguien que le ama, pero sí se hace cuando le
están diciendo que no le quieren a usted y sigue insistiendo como si no tuviera
valor, como si en su vida no fuera a tener otra oportunidad de encontrar a
alguien que le merezca.
Fase
de razonamiento. En ella, la persona despechada, que no entiende cómo todo
funcionaba bien y de repente todo se desmigaja, intenta a través de
razonamientos hacer ver a la otra parte que se ha equivocado, que no va a
encontrar a nadie igual, que todo vale la pena por el tiempo invertido y que
hay posibilidad de corregir lo que no funcionó.
Fase
de locura, en la que se pasa del amor al odio. Se verbaliza que no se quiere
saber nada del otro, pero contradictoriamente se buscan mensajes, llamadas o
algún indicio de que su ex puede haber recapacitado y volver.
Fase
de adaptación. Poco a poco, la vida se va ordenando. Como todo proceso de
pérdida, uno empieza a encajar en esta nueva etapa de su vida. Empieza a
normalizar su rutina, duerme mejor, trabaja como siempre, se relaciona con sus
amigos, su ex deja de ser el protagonista de todas las conversaciones y
comienza a tener ilusión.
Fase
de indiferencia. Ya se está preparado para vivir sin la presencia del ex, no lo
recuerda, y por fin ha pasado a un segundo plano. Esto no significa que si se
lo encuentra por la calle no le dé un vuelco el corazón o vuelva a despertar
los buenos y malos recuerdos, pero por la general vive ajeno a su ruptura. Ya
no hay desamor, sino un periodo en el que usted se abre y se siente seguro.
Fase
transversal. Se vive a lo largo de todo el proceso de pérdida y desamor. Y los
protagonistas de ella son su apoyo social, aquellos que no le dejan ni a sol ni
a sombra para animarle. Son los buenos amigos, esa parte de la familia que
siempre está para todo, aquellos que desean siempre su felicidad. Escúchelos,
tienen una visión distinta de lo que ha ocurrido y ahora le dirán todo lo que
pensaban de forma sincera, opiniones que igual llevaban tiempo callando por
respeto a su relación y sus decisiones. Déjese arrastrar por ellos.
Normalmente
vivimos instalados en la velocidad, pero cuando uno se ve inmerso en una
ruptura amorosa, parece que todo se ralentiza, que no pasan las horas. Se deja
de vivir el presente porque es donde se convive con la tristeza y nos dedicamos
a contemplar el pasado como si se pudiera alterar. Existen personas que le dan
vueltas y vueltas, fantasean con la posibilidad de regresar en el tiempo y lo
verbalizan.
Pero
no es posible volver y se puede asegurar que tras unos meses, superado el
infierno, a lo mejor la pérdida se ve con otros ojos, incluso se llega a
atisbar su parte positiva.
No
viva la separación de forma irracional, como si el mundo se acabase después de
esa persona amada. La emoción dominante en estos momentos es tan intensa que se
piensa que es la única verdad que existe. La forma de evaluar, de interpretar y
de plantear la ruptura va a ser la clave para luchar y seguir adelante
dignamente. Acepte la pérdida, deje de hacer reproches, de buscar culpables, de
sentirse un miserable…la vida sigue.
Salvo
que se sea feliz en la relación de pareja, nadie tiene la obligación de
permanecer al lado de alguien a quien no valora ni ama. Usted es libre de estar
solo o buscar con quién sentirse vivo. Su pareja también. Raras veces se rompe
el amor de mutuo acuerdo.
Es
tan corto el amor y tan largo el olvido…”Pablo
Neruda
Si
se encuentra en esta situación o conoce a alguien que lo esté, aquí tiene unos
consejos que le ayudarán a tener más autonomía y a contemplar el mundo desde
otro punto de vista.
Reinterprete.
Realmente no es la ruptura lo que no le deja vivir, sino el resultado de la
evaluación que hace de ella. Creer que la situación es catastrófica e
insalvable es solo un estilo negativo de afrontar las cosas. Pero si cree que
realmente la situación es así, seguramente ocurrirá así. Empiece a focalizar la
atención en lo que todavía le hace sentir bien. Salir adelante o no, depende de
usted; si usted no se salva, nadie lo hará. Lo que piense, lo que haga y lo que
siente se influyen mutuamente. Hay que aceptar que se va a pasar una mala racha
y que todo volverá a su sitio.
Aproveche
las emociones. Es necesario aprender a tolerar la frustración y las otras
emociones negativas, porque con ellas se madura. Durante días cambiará su
intensidad y variedad porque se trata de un proceso de duelo por la persona
perdida. No tienen más protagonismo del que se les quiera dar. Es bueno aliviar
esos sentimientos a través del ejercicio físico, expresándolos por escrito o a
través de la pintura, la música…
Hable
y escuche. Hablar con sus amigos de lo que le ocurre es importante, pero hágalo
si puede con varios, para no torpedear siempre al mismo, también cuénteles
otras cosas de su vida, pregúnteles por ellos y no convierta las conversaciones
y los ratos con amigos y familiares en un monotema: “su ex”. No es la única
persona con problemas, ni su problema es el más grave, solo se dará cuenta si
escucha a los demás. Es el momento de implicarse en causas y proyectos
solidarios. Su dolor pierde valor cuando convive y es empático con el de otros.
Actúe
sobre su comportamiento. Atrévase a conocer a gente nueva, visite ambientes que
siempre le hubiese gustado frecuentar. No espere a estar bien para hacer cosas.
Esta regla funciona al revés: tiene que hacer cosas para poder llegar a estar
bien.
Cuídese
y mímese. Vigile su aspecto, alimentación, higiene y salud. Dedique más tiempo
a esto y menos a pensar. Sobre todo al principio, dese caprichos que le hagan
sentir mejor y que habitualmente no se concede.
Rodéese
de gente que le quiere. El apoyo social es importantísimo en estas
circunstancias. No caiga en la trampa de buscar la soledad constantemente, no
le ayudará a distanciarse del pasado.
El
pasado sirve para aprender. Si está arrepentido de algo, es mejor buscar su
propio perdón que seguir intentando que le perdone el otro, porque si ya no le
ama, da igual que haga muchos méritos por demostrar lo que vale: sencillamente
no le atraen porque ya no le quiere. Guarde esos valores para personas que
puedan apreciarlos y derroche su energía en otras actividades. Tampoco parece
buena idea de cara a superar una ruptura pensar que “podemos ser amigos”. Si
eso es posible, ya llegará solo; por el momento, la distancia es lo más sano en
la mayoría de los casos.
Adictos a los besos
UNA PELÍCULA
- La guerra de los Rose, de Danny DeVito, con Michael Douglas, Kathleen Turner y Danny DeVito.
UNA FRASE
- "Lo bueno de los años es que curan las heridas; lo malo de los besos es que crean adicción", de Joaquín Sabina.
UNA CANCIÓN
- Me cuesta tanto olvidarte, de Mecano.
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