Renato Leduc/Ambra Polidori.
Renato Leduc
No sólo concebimos y captamos la poesía como auténtica o falsa, sino más aún, como original o no original. La originalidad que tiene que ver con lo más singular de cada uno, es una actitud interna, un modo de enfrentarse con la realidad, de ser en ella, un modo de vivencia.
Material de lectura, UNAM.
Selección y nota introductoria de Ambra PolidoriNo sólo concebimos y captamos la poesía como auténtica o falsa, sino más aún, como original o no original. La originalidad que tiene que ver con lo más singular de cada uno, es una actitud interna, un modo de enfrentarse con la realidad, de ser en ella, un modo de vivencia.
A
Renato Leduc, mexicano perseguido por la leyenda, no le importa cómo sea el
mundo y lo que espere de cada uno de sus habitantes o de sus poetas; Renato
Leduc se atiene a una originalidad que nunca ha pensado ni piensa someter al
visto bueno de los demás.
Poeta
enemigo de la solemnidad, de la discreción, de la sobria mesura y del sentimiento
melancólico que dominaron por mucho tiempo, como notas características, la
poesía mexicana, no pertenece a generación o grupo alguno. Escritor insólito de
estilo inventado más que creado o que fatalmente sufrido, donde el juego, la
burla, la ironía y la nostalgia se mezclan en el riesgo de una escritura que es
el mismo lenguaje popular. Porque escasa poesía ha sido como la de Renato
Leduc, espejo del mismo poeta, de la vida en la ciudad de México, en los
barrios viejos, entre cafés de chinos, cantinas, toreros, políticos, artistas;
además de la revolución, los viajes, las guerras y el contacto con pintores y
escritores surrealistas.
Desde
sus inicios, Renato Leduc se enfrentó a un medio donde las máximas devociones y
credulidades seguían ceñidas a la idea y persecución de lo poético. Uno se
pregunta: ¿qué habrán pensado los dioses tutelares de principios de siglo —como
Enrique González Martínez— que buscaban lo duradero, al leer:
No
haremos obra perdurable. No
tenemos
de la mosca la voluntad tenaz.
Mientras
haya vigor
pasaremos
revista
a
cuanta niña vista
y
calce regular...?
(de
“Temas” en El aula, etc.)
Por
otra parte, quizá pocos se han percatado que El aula, etc., primer obra de
Renato Leduc, escrita en 1924, es uno de los mejores libros de poesía de los
años 20 junto con Canciones para cantar en las barcas (1925) de Gorostiza,
Colores en el mar y otros poemas (1921) de Pellicer y Biombo (1925) de Torres
Bodet —para mencionar algunos—, en los que la alegría y la encantadora
desfachatez para hablarle de tú a la poesía, son notas más o menos presentes en
los poetas de esos años.
Además
de las influencias que pudiera haber en la obra de Leduc de los poetas Luis
Carlos López, Efrén Rebolledo y Ramón López Velarde, podría hablarse de
antecedentes, como es el caso de José Juan Tablada con su espléndido poema
“Misa negra” (1898), que despertara tantas críticas y del que dijera su propio
autor en una carta en que condenaba esa hipocresía grotesca de un público que
toleraba garitos y prostíbulos en el corazón de la ciudad donde vivía, y, sin
embargo, se escandalizaba ante la lírica vehemencia de un poema erótico —que
por cierto dio origen a la Revista Moderna (historia larga de contar aquí). O
también del mismo Tablada (y mucho más cerca de Leduc por el interés político y
el estilo burlón) la Tragicomedia zoológico política de rigurosa actualidad en
tres actos y en verso titulada “Madero-Chantecler”, editada en 1910 por la
Compañía Aserradora de Maderos, S. A. Libelo en que Tablada satiriza la campaña
política de Francisco I. Madero, y además de mofarse de él, lo hace de toda su
plataforma y de las personas más cercanas al candidato.
En
el acto tercero dice El Perico respecto a Chantecler (Feo. I. Madero):
¡Qué
paladín vas a ser, / te lo digo sin inquinas; /gallo bravo quieres ser / y te
falta, Chantecler, / lo que ponen las gallinas! / ¿De dónde sale que tú / de político
presumas / ni de Chantecler? ¡Tus plumas / han de ser de Kikapú! / ¡En tu
vinícola empresa, / siendo con los clientes malo, / hiciste vino de mesa, / es
decir, vino de palo! / Como homeópata, triunfar / tampoco tu ciencia pudo, /
pues hay pruebas que ni a un crudo / lograste nunca curar! / ¿Salvador eres?
¡No embromes! / ¡Te creen sólo salvador / los clientes de Vázquez Gómez, / pues
los tienes sin doctor!
También
Renato Leduc para ridiculizar los hechos solemnes de la vida o para
desprestigiar las categorías del arribismo y la corrupción que nos rigen, no
duda en acudir a la grosería, a la carcajada, a las expresiones coloquiales, a
las técnicas más populares de la manifestación literaria, para lograr con ello
una poesía siempre irreverente, blasfema, agresiva, nostálgica y sentimental —a
pesar suyo. Dice Leduc en su poema “El líder”:
El
líder camina con paso de pato. / No es que sufra callo / ni estrecho el zapato
/ es que así es su andar / y con él desfila el primero de mayo / y en las
noches entra a su dulce hogar. / Al líder le sobra dinero; cuotas / y otras
prestaciones del trabajador / le brindan queridas, maricas, madrotas, / vicios
de banquero, goces de hambreador. / La vida del líder es sólo un prurito /
contumaz y terco de actos-de-adhesión: / de guiar su manada servil y obediente
/ y escuchar el grito: /”Gracias... gracias... gracias... / Señor Presidente” /
traseros en alto, en la procesión
(Catorce
poemas burocráticos)
Claro
que no hay que olvidar que tal literatura ha tenido otro gran cultivador:
Salvador Novo, que con distinto criterio ha manejado igualmente la grosería,
las alusiones personales, la agresión a los poderosos, el doble sentido, la
anécdota erótica o soez, como en su libro Sátira publicado en 1925.
Algo
muy evidente en la poesía de Renato Leduc es la lucha constante que se da entre
lo sentimental, lo nostálgico
Eludes,
diletante, la profunda
sencillez
de mi vida.
¿Quién
te dijo que el alma padecía,
si
alma no tengo? ¿Quién te dijo
que
fuese fantasmal la esencia mía?...
(de
“La estatua” en El aula, etc.)
y
el afán de terminar con esa tendencia a sacralizarlo todo, a hacer de la poesía
un ejercicio retórico o algo muy serio y profundo.
III
Novia
insolvente: por tus medias rotas / vertí de llanto las primeras gotas… / En mi
recuerdo como corcho flotas / cuando laxa de amor y complacencia, / en un
cuarto de hotel y en mi presencia, / te lavabas el árbol de la ciencia /
perdida ya tu condición virgínea. / Perdón si en actitud antiapolínea / besé
tus muslos y aflojé la línea. Llanto que derramaste, amargo llanto, / ira,
dolor, remordimiento, espanto... / Lo que perdiste no era para tanto. / Tiempos
en que yo era adolescente / y el señor don Porfirio presidente / y Dios nuestro
señor, omnipotente. . .
(XV
fabulillas de animales, niños y espantos)
Y
es justamente esa cualidad para reunir lo que consagra y lo que desmitifica en
una misma escritura poética, lo que hace de Leduc uno de los representantes de
la poesía popular mexicana; amén de un gran sentido del humor que no es fácil
encontrar en nuestras letras.
Renato
Leduc ha publicado los siguientes libros de poesía: El aula, etc. (1924).
Algunos poemas deliberadamente románticos y un prólogo en cierto modo
innecesario (1930), del que ha dicho el autor: “Después [de publicar El aula,
etc.] me dijeron los amigos que por qué no escribía en serio. Y eso para mí no
tenía chiste. Escribir los poemas grandilocuentes y trágicos y teatrales que
hacían los otros poetas me parecía hacer uso de fórmulas muy sobadas. Pero lo
hice, para demostrarles a los que insistían”. Después apareció Unos cuantos
sonetos que su autor tiene el gusto de dedicar a las amigas y amigos que
adentro se verá (1932), que fueron un escándalo para las familias “decentes”
(como la “Misa negra” de Tablada), sólo por unas cuantas palabras “de las que
no se usan frente a personas de respeto” y que el autor usaba a todas horas,
incorporándolas a su poesía. También publicó: Poemas de Mar Caribe (1933).
Sonetos (1933). Prometeo (1933). Prometeo mal encadenado (1934). Breve glosa
del Libro del Buen Amor (1939), del que dice Leduc: “Después, ya en plan de
hacer algo estructurado y gustándome el Arcipreste de Hita y Luis de Góngora
y, de los mexicanos, López Velarde, quise hacer algo sobre un plan definido,
Escribí un libro que se llamó Breve glosa..., en tercetos, endecasílabos y
otras formas tradicionales”. Luego, en 1940 apareció reuniendo todos los libros
anteriores más unos 14 poemas inéditos: Versos y poemas. En 1942 se publicó
Poemas desde París. En 1948 Antología de Renato Leduc. En 57 XV fabulillas de
animales, niños y espantos. Y en 1964 Catorce poemas burocráticos y un corrido
reaccionario, para solaz y esparcimiento de las clases débiles, obra satírica
en que el anti burgués de Leduc se mofa de conocidos políticos, de quienes
triunfan tras de un tranquilo escritorio, de los anónimos explotadores del
pueblo, y, como humorista, no desdeña la ocasión de resaltar aspectos
ridículos. En su corrido de la Revolución Mexicana consigue captar el tono y el
sentir de la época y logra crear el mejor corrido postrevolucionario que se
conoce, lo que testifica al escritor como un continuador y renovador de las
tradiciones.
Después
de este libro han aparecido antologías y textos que reúnen casi la totalidad de
su producción poética.
Leduc
tiene asimismo un relato: Los banquetes (1932); una novela: El corsario beige
(1940); en prosa, Banqueta (1961); una obra dramática: El Prometeo sifilítico,
además del desarrollo de una constante labor periodística siempre elocuente y
limpia. Renato Leduc, el gran bohemio, el amante de los toros, el “poeta
involuntario”, la institución periodística, el eterno conversador continúa a
los 831 años lúcido, fecundo, enjundioso y amenísimo, al margen de cualquier
menoscabo, creador de una leyenda para cada día de su vida.
1Renato
Leduc, murió en la ciudad de México en 1986 a los 90 años de edad.
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