JORGE CARRASCO A. Y PATRICIA DÁVILA
Revista Proceso # 2126, a 30 de julio de 2017
Pese a las evidencias en contra, los estudios de especialistas y las denuncias ciudadanas, el gobierno de la Ciudad de México sólo tiene una versión: aquí no hay presencia de los cárteles del narcotráfico. Y las bandas criminales se han afianzado en la capital del país –especialmente desde la llegada al gobierno de Miguel Ángel Mancera–, apoyándose en mafias locales, como La Unión Tepito o el ahora célebre Cártel de Tláhuac, cuyo líder murió el jueves 20 en un enfrentamiento con la Marina, durante un operativo del cual no se informó a la policía local, bajo sospecha de estar infiltrada.
La delincuencia organizada se ha consolidado en la Ciudad de México durante el gobierno de Miguel Ángel Mancera. Aunque la capital de la República está lejos de ser asiento de alguna organización del narcotráfico, prácticamente ninguna de las 16 delegaciones políticas escapa de la presencia de los cárteles del narcotráfico que operan en el país, gracias a grupos locales como el llamado Cártel de Tláhuac.
El caso más significativo es el de La Unión Tepito, que según autoridades y especialistas, le permitió al Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) convertirse en el grupo de delincuencia organizada predominante en la Ciudad de México, como parte de la expansión de esa organización en el país durante el actual sexenio.
Durante una década, desde que era titular de la Procuraduría General de Justicia de la capital, Mancera ha minimizado la presencia del narcotráfico en la Ciudad de México, pese a las crecientes expresiones de violencia, extorsión y hasta presunta penetración de esos grupos en la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) local, como ha ocurrido en el resto del país.
El titular de la SSP, Hiram Almeida, informó a este semanario (Proceso 2125) que entre 10 y 15 mandos de la corporación comisionados en Tláhuac están bajo investigación por su supuesta protección a la célula delictiva local.
Explicó que los agentes pudieron involucrarse con esta banda por acción u omisión: “Puede ser encubrimiento, tolerancia o no reaccionar ante un llamado. Y en muchos de los casos, tener algún nivel de participación”, lo que deberá ser establecido por la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México (PGJCDMX).
Fue precisamente por el temor a una fuga de información que la Secretaría de Marina excluyó al gobierno de Mancera de la Operación Tango del pasado jueves 20 en la delegación Tláhuac contra la mafia local, revelan a este semanario fuentes cercanas a la investigación.
Fue un operativo militar sin precedente en la capital del país desde que las Fuerzas Armadas participan en el combate frontal al narcotráfico. En la confrontación, que la Marina presentó como una respuesta a una agresión armada, murieron ocho presuntos delincuentes, entre ellos Felipe de Jesús Pérez Luna, identificado como El Ojos y señalado como líder de la organización local.
Su sepelio, el lunes 24 en el panteón San Lorenzo Tezonco, en la delegación Iztapalapa, fue similar al de otros líderes del narcotráfico en diversas partes del país, con una asistencia masiva, reconocimientos al fallecido y algunos hombres armados que, en esta ocasión, fueron detenidos por la policía local.
La SSP desplegó un intenso operativo para vigilar el entierro, luego de los narcobloqueos habidos cuando los infantes de Marina incursionaron en Tláhuac.
Fuentes cercanas a la investigación de la Operación Tango indican que la Marina ha detectado a agentes de la policía capitalina involucrados con grupos de la delincuencia organizada en la Ciudad de México. Esa fue la razón por la que el día del operativo en Tláhuac tuvieron “gran cuidado en el manejo de la información para concretar la operación”. Según dijeron, la policía capitalina fue la última en incorporarse a la acción.
En entrevista con la reportera Sara Pantoja el jueves 27, Edmundo Garrido, procurador capitalino, rechaza esa versión y asegura que el operativo fue resultado de las reuniones periódicas del “consejo metropolitano de seguridad”, en el que también participan autoridades federales. “De ahí nació el tema de la investigación” en Tláhuac, asegura.
Sobre el diagnóstico que tienen de la presencia del narcotráfico en la Ciudad de México, las fuentes de inteligencia aseguran que esta actividad se ha incrementado “ligeramente”, e identifican que las mayores amenazas para la sociedad son la extorsión, el secuestro y el cobro de derecho de piso.
En todas las delegaciones
Víctor Manuel Sánchez Valdés, investigador de la Universidad Autónoma de Coahuila y colaborador de la organización no gubernamental Causa en Común, y quien desde hace siete años ha hecho un seguimiento hemerográfico de la presencia de los grupos de la delincuencia organizada en el país, asegura que de 2012 a la fecha los cárteles de la droga se expandieron hasta lograr una presencia territorial en las 16 delegaciones de la Ciudad de México.
En un primer estudio, que publicó en 2015, registró la presencia de grupos criminales en 13 de los 15 municipios del Estado de México colindantes con la capital del país. Identificó que desde 2014 ya había presencia clara de nueve de esas organizaciones en cuatro delegaciones: Cuauhtémoc, Gustavo A. Madero (GAM), Tláhuac e Iztapalapa.
Tres años después, de acuerdo a una nueva evaluación que terminó a principios de julio, a unos días de que estallara la crisis de Tláhuac, los grupos de delincuencia organizada más importantes del país están prácticamente en todo el territorio de la Ciudad de México, centro de los poderes político y económico del país.
En casi todas las demarcaciones hay reportes de más de una organización; en otras, como Iztapalapa, son hasta nueve. En total, identificó a 10 organizaciones con presencia en la Ciudad de México.
En entrevista telefónica, el jueves 27, asegura que la capital aún no padece el control territorial de los cárteles, como ha ocurrido en los llamados corredores de la droga en distintas zonas del país, como el que se ha identificado en el sur del Estado de México, que incluye a Tlatlaya, Tejupilco y Luvianos, donde hay presencia de La Familia y Guerreros Unidos.
Lo que sí es manifiesto en la capital son importantes actividades de narcomenudeo, extorsión y violencia relacionada con el narcotráfico. Lo que también se identifica es la colaboración o anuencia de las autoridades. “No puedo decir a qué nivel, sería irresponsable de mi parte, pero una organización como la de El Ojos no pudo llegar a tener el control sin el conocimiento de las instancias de gobierno”, dice.
Explica que en la Ciudad de México no hay un cártel del narcotráfico entendido como una organización independiente que controla diversas actividades para definir los precios de las drogas, sino más bien de bandas que trabajan para los cárteles.
En el caso del llamado Cártel de Tláhuac, se trata de una organización regional dedicada a la venta de droga y la extorsión, con presencia en otras delegaciones del sur y el oriente de la ciudad. Y, más importante, forma parte de una organización central. “Ha sido el brazo de venta de la organización de los Beltrán Leyva en la Ciudad de México”, asegura.
Es una derivación más de los grupos que se formaron a raíz del descabezamiento de esa organización cuando la Marina mató en un operativo a su máximo dirigente, Arturo Beltrán Leyva, El Barbas, en diciembre de 2009, durante el gobierno de Felipe Calderón.
En su recuento, ubica a los Beltrán Leyva también en Cuajimalpa y Miguel Hidalgo. El Cártel de Tláhuac se ubica en Tláhuac, Xochimilco, Milpa Alta e Iztapalapa, según informaron las autoridades el día de la ejecución de El Ojos. Reportes de prensa también lo ubican en Álvaro Obregón.
Sánchez Valdés refiere la presencia de Los Caballeros Templarios, surgidos en Michoacán, en Iztapalapa y Benito Juárez. Al CJNG lo ubica en Iztapalapa, Tláhuac, Coyoacán, Xochimilco y Tlalpan. Al Cártel de Sinaloa, en Miguel Hidalgo, Cuauhtémoc, Venustiano Carranza e Iztapalapa.
En su reporte, el Cártel del Golfo aparece en GAM e Iztapalapa. La Familia, también surgida en Michoacán, en GAM, Iztacalco, Tláhuac, Tlalpan y Magdalena Contreras. Guerreros Unidos en Azcapotzalco, GAM, Cuauhtémoc, Iztacalco, Iztapalapa, Coyoacán, Magdalena Contreras y Tlalpan. Los Zetas en Cuauhtémoc e Iztapalapa.
En el caso de La Unión Tepito, asegura que se ha reportado su presencia en GAM, Miguel Hidalgo, Cuauhtémoc, Venustiano Carranza, Benito Juárez, Iztacalco, Iztapalapa, Coyoacán y Magdalena Contreras. Precisa que ese grupo ha logrado un corredor de extorsión a comercios y narcomenudeo que abarca las colonias Polanco, Condesa, Roma, la avenida Insurgentes, la Zona Rosa y la colonia Del Valle; además de la venta de droga en el centro y norte de la ciudad.
Respecto a este grupo, el colaborador de Causa en Común, organización no gubernamental dedicada a la evaluación de las políticas públicas en materia policial, explica que se trata de un grupo independiente surgido desde los noventa, que ha colaborado con las organizaciones predominantes, como el Cártel de Sinaloa y el del Golfo, en su momento, y ahora con el CJNG.
Unión Tepito
Autoridades de la Ciudad de México –que pidieron el anonimato– confirmaron a este semanario la existencia de esa “sociedad estratégica”, y explicaron que La Unión Tepito es un grupo con muchas más capacidades que el Cártel de Tláhuac.
En el área de inteligencia del gobierno federal hay indicios de que ese grupo tiene mayor estructura, alcance y fortaleza que el grupo de Tláhuac. “Sin embargo, Tepito tiene una forma distinta, porque no se parece al grupo tradicional delincuencial, ya que está soportado por un gran número de personas, apreciando la base social que la apoya”.
El operativo de la Marina en Tláhuac visibilizó lo que el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, ha pretendido eludir en todo momento y que incluso fue reportado el jueves 27 por el diario estadunidense The Washington Post. Su gobierno no sólo recibió denuncias de distintos delegados respecto a la operación de los grupos delictivos en la ciudad, sino que él mismo fue objeto de advertencias por esos grupos. En particular, del CJNG.
En un reportaje de la reportera Jesusa Cervantes publicado en este semanario hace casi dos años (Proceso 2030, del 27 de septiembre de 2015), Mancera; su entonces procurador, Rodolfo Ríos, y la SSP fueron los destinatarios de mensajes atribuidos al CJNG. Tres cartulinas fueron colocadas afuera de dos ministerios públicos de la capital: en Benito Juárez y Tlalpan, y en la Glorieta de los Insurgentes, prácticamente en las puertas de la SSP.
Después de publicado el reportaje, la reportera tuvo acceso en 2016 a nuevos mensajes al jefe de gobierno. Uno de ellos fue colocado sobre el cadáver de, al parecer, un policía: “La plaza es nuesta y aqui todos pagan el que no respete le toca lebanton manos con ojos los vamos a desaparecer. Mancera CUMPLA YA”.
Los “narcomensajes” dirigidos a Mancera se registran desde que era procurador de la ciudad.
En entrevista con este medio en 2011, a propósito de los operativos antinarco del Ejército y la Marina en la capital, el ahora jefe de gobierno aseguró que ésta “no es un punto de concentración o asentamiento de cárteles ni tampoco foco de distribución de la droga”. Y explicó: lo que han dicho los propios actores de la delincuencia organizada en algunas declaraciones es que la Ciudad de México se les dificulta para la operación porque requieren de mucha gente, de una rápida movilidad y de grandes esquemas de protección.
Según Mancera, la capital se les dificultaba a esas organizaciones porque hay un cuerpo policiaco muy grande, de más de 70 mil elementos, concentrado en un mando único.
Sobre la presencia y la actividad de la delincuencia organizada, Guillermo Gazal Jafil, quien desde hace más de 30 años preside la Asociación de Empresarios y Comerciantes Unidos del Centro Histórico y de la Ciudad de México, en entrevista con Proceso, hace un recuento de la creciente presencia de los cárteles de la droga en la capital.
Cuenta que cuando Mancera era jefe de gobierno electo –acompañado de Hiram Almeida y Rodolfo Ríos–, Gazal le refirió la alarmante situación de la Ciudad de México, con bandas del crimen organizado, la policía infiltrada y el llamado pago del derecho de piso.
“¡Párele, párele. En la Ciudad de México no hay bandas!”, me dijo, sumamente molesto.
Gazal le respondió: “¿Cómo que no? Soy representante de los comerciantes y empresarios establecidos del Centro Histórico. Vengo a defender la ciudad porque ya destrozamos estados. Le puedo hablar de Michoacán y Tamaulipas, pero me basta y sobra con la Ciudad de México para afirmarle que sí hay delincuencia organizada y sí pagamos derecho de piso. Le puedo traer testigos”.
Continúa: “Mancera me paró en seco: ‘Ni una palabra más, de eso ni se hable’, nos dijo textualmente. Me acompañaban integrantes de mi mesa directiva”.
Cuenta que para el pago de derecho de piso, al inicio pasó un joven y a cada propietario le avisaba cuánto iba a pagar: “Tú 20 mil, tú 25 mil, o hasta 30 mil pesos a la semana”. También se daban cobros de piso por día, de mil a mil 500 pesos. Luego se sumaron secuestros, asaltos y robos.
Asegura que para 2012 su organización tenía detectadas a algunas bandas que operaban para la entonces Familia Michoacana. Luego se sumaron Los Zetas, después el CJNG y otros más, “que se apoderaron de la ciudad”. Menciona también a grupos locales como Los Aterrados, Los Chineros o Los Coreanos.
Dice que ante sus insistentes denuncias, el entonces secretario de Gobierno, Héctor Serrano, hoy secretario de Movilidad, le ofreció un puesto en el gobierno de Mancera.
Me dijo: “Gazal, ¿qué puesto quieres?”.
“Le dije: ‘¡Qué poca vergüenza tienes, deberías de renunciar! ¡Cómo es posible que te pongan en este cargo cuando todos los comerciantes del centro sabemos quién eres!’. Amenazó con demandarme. Nunca lo hizo.”
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