Felipe Calderón llama a la renovación del PAN
Durante la conmemoración del 70 aniversario de la fundación del PAN, el presidente Calderón leyó un mensaje de más de 45 minutos; una vez pronunciados los de la diputada Ludivina Mendez, Luis H. Alvarez y César Nava, presidente nacional del PAN.
Planteó de entrada la renovación total del PAN porque, dijo, en este momento la primera responsabilidad como militante es darle vialidad a la nación.
Dijo que en este momento crítico de México, el PAN debe convertirse en un instrumento de los ciudadanos para vencer los intereses y las inercias que obstaculizan el cambio.
"Quizá el único verdadero beneficiario sea el ciudadano que ahora está amorfo, desorganizado y desamparado. Ese ciudadano no tiene ni la fuerza que tienen los intereses que no quieren que las cosas cambien", expuso.
Por ello, insistió, el PAN debe convertirse en instrumento de ciudadanía y, "aunque aparezca paradójico, convertirse en el PAN mismo".
Pese a que el discurso de Nava fue reiterativo en evocaciones a la historia del PAN, Calderón expuso en su discurso que debe pensarse sobre todo en el futuro. "No el recuento del pasado, sino realmente la opción del futuro", dijo.
En su largo discurso, ante más de medio millar de panistas, dijo: "He escuchado decir que nos comportamos como lo que combatíamos como oposición. Eso no puede ser Acción Nacional".
Dijo que en este momento crítico de México, el PAN debe convertirse en un instrumento de los ciudadanos para vencer los intereses y las inercias que obstaculizan el cambio.
"Quizá el único verdadero beneficiario sea el ciudadano que ahora está amorfo, desorganizado y desamparado. Ese ciudadano no tiene ni la fuerza que tienen los intereses que no quieren que las cosas cambien", expuso.
Por ello, insistió, el PAN debe convertirse en instrumento de ciudadanía y, "aunque aparezca paradójico, convertirse en el PAN mismo".
Pese a que el discurso de Nava fue reiterativo en evocaciones a la historia del PAN, Calderón expuso en su discurso que debe pensarse sobre todo en el futuro. "No el recuento del pasado, sino realmente la opción del futuro", dijo.
En su largo discurso, ante más de medio millar de panistas, dijo: "He escuchado decir que nos comportamos como lo que combatíamos como oposición. Eso no puede ser Acción Nacional".
Por ello, añadió, el PAN si quiere cumplir otros 70 años tiene que ser el partido del futuro y debe apropiarse de la propuesta del México moderno.
En la celebración, que comenzó poco después de las 20 horas en el exconvento de San Hipólito, en el Centro Histórico de la ciudad de México, fueron notables las ausencias de Germán Martínez y de Manuel Espino, expresidente de ese partido.
Ninguno de los oradores habló de Vicente Fox, quien no estuvo presente. Tampoco el primer gobernador del PAN, Ernesto Rufo, y otros notables panistas, como Carlos Medina Plascencia y Francisco Barrio.
El único gobernador panista que asistió al acto fue el de Morelos, Marco Antonio Adame, y los coordinadores parlamentarios Josefina Vázquez Mota y Gustavo Madero, así como burócratas federales y legisladores.
Nava, quien llamó a no caer en el desánimo, como también lo hicieron Calderón y Luis H. Alvarez, entregó reconocimientos a 30 militantes con más de tres décadas de militancia.
En la celebración, que comenzó poco después de las 20 horas en el exconvento de San Hipólito, en el Centro Histórico de la ciudad de México, fueron notables las ausencias de Germán Martínez y de Manuel Espino, expresidente de ese partido.
Ninguno de los oradores habló de Vicente Fox, quien no estuvo presente. Tampoco el primer gobernador del PAN, Ernesto Rufo, y otros notables panistas, como Carlos Medina Plascencia y Francisco Barrio.
El único gobernador panista que asistió al acto fue el de Morelos, Marco Antonio Adame, y los coordinadores parlamentarios Josefina Vázquez Mota y Gustavo Madero, así como burócratas federales y legisladores.
Nava, quien llamó a no caer en el desánimo, como también lo hicieron Calderón y Luis H. Alvarez, entregó reconocimientos a 30 militantes con más de tres décadas de militancia.
***
El discurso del Presidente Calderón.
Gracias, muchísimas gracias, amigos.
Señor licenciado César Nava, Presidente de Acción Nacional;
Señor licenciado José González Morfín, Secretario General;
Muy querido don Luis Álvarez y Blanquita;
Muy querido Juan Manuel Gómez Morín;
Estimada Alba Leonila;
Distinguidos miembros del Comité Ejecutivo Nacional;
Muy queridos compañeros coordinadores parlamentarios, Josefina Vázquez Mota y Gustavo Madero;
Gobernadores, estimado Gobernador Adame;
Muy queridas y muy queridos compañeros y amigos de Acción Nacional:
Hoy es un día muy especial para todos nosotros, hace siete décadas el PAN inició la transformación del país, de un México autocrático y violento hacia un México democrático y pacífico.Y lo hizo por la vía más difícil, la vía increíble, hacerlo por medios pacíficos en un medio violento y hacerlo por medios democráticos en un medio profundamente autoritario.
Y el PAN transformó la política a partir del pensamiento y de las ideas, a partir de la acción de quienes se entregaron generosamente a la tarea del humanismo político.
Lo que México necesitaba en aquel 1939, incluso antes, cuando Gómez Morín le había sugerido en el 26 a Vasconcelos, más que un movimiento efímero, una organización civilizada y permanente, era eso precisamente.
En 39 surge una organización bien orientada, con un genuino espíritu democrático que pudiera hacer política, no con el fin de triunfar en el corto plazo, sino de perdurar verdaderamente a contrapelo de los obstáculos.
Hombres íntegros como los que nos precedieron, como don Manuel Gómez Morín, como Efraín González Luna, como Miguel Estrada Iturbide o Rafael Preciado Hernández, o Juan Landerreche, o Molina Font, o Herrera y Lazo, o Luis Calderón Vega y muchos, muchos otros, decidieron crear esta agrupación política que hiciera valer principios y valores principalmente de dignidad de la persona humana y del bien común en nuestro país.
Y el propio fundador Gómez Morín nos relata que del 14 al 17 de septiembre de 1939, concluyendo precisamente un día como hoy, se reunieron las voluntades y se juntaron las manos de muchos hombres limpios, hondamente preocupados por el porvenir de México, por la ordenación justa y fecunda de la sociedad mexicana para formar una agrupación ciudadana vigorosa, clara y libre.
Y decía González Luna que esos cuatro días egregios tenían que ser -así fueron, estoy seguro- el pivote de una transformación futura de la vida pública de México, así lo fueron.
A pocos metros de aquí, en el Frontón México nacía Acción Nacional. Estos mujeres y hombres buscaban enaltecer el sentido de la política para llevarla a su acepción original, tal y como la aprendimos en Acción Nacional, en los cursos en los que nos formaron los generosos de la capacitación. Recordamos desde luego los cursos de Beto Ling y de muchos, muchos otros.
Entender la política no como el abuso del poder y la disputa por él, sino como la gestión del bien común en el sentido más amplio y que obliga a cualquier hombre.
Y si se ha de vincular al poder, que se vincule en ese mismo sentido, que política sea la actividad humana encaminada al acceso, al ejercicio y a la vigilancia del poder, para realizar el bien común, a cuyo propósito siempre la política debe estar subordinada.
El objetivo, pues, de Acción Nacional se definió por el bien común mismo y hacia ese objetivo se encaminó su prodigiosa faena de querer transformar al país, de crear conciencia ciudadana y de ser el valladar para los políticos del abuso, que atropellaban los derechos de los mexicanos al pretender el poder por el poder mismo y el abuso de él, que generó tantas fortunas en el país, islotes de riqueza en los océanos de miseria nacional.
Al final la idea de construir una organización política desde la ciudadanía y desde las ideas, no desde el poder y de la fuerza, abrazados a principios comunes, más que a caudillos y ceñidos a un propósito verdaderamente patriótico, se logró y quedó plasmada en al Declaración de Principios de Doctrina que perdura hasta nuestros días.
Ya el Presidente César Nava citaba esa bellísima expresión de Carlos Castillo, cuando defendía que Gómez Morín, ante la acusación despectiva que se hacía al PAN, como los tradicionalistas e incluso dentro del PAN. Carlos defendía a Gómez Morín y decía así: “Gómez Morín fundó una tradición”. Y agregó: “Los fundadores de tradiciones no miran hacia atrás; por el contrario, a partir de un enraizamiento sin ambages en su pasado son capaces de elaborar y de dejar como herencia una mirada acertada hacia adelante”.
Los fundadores de tradiciones, amigas y amigos, miran al futuro. Y Acción Nacional perdura 70 años precisamente porque ha sido capaz de tener la vista en el futuro de México.
La vocación de servicio y de compromiso transformador, comenzaron el ’39 y vieron su fruto muchos años después.
Yo recuerdo, de las muchas anécdotas que relataba mi padre, era que algún día acompañó a Gómez Morín, precisamente a una Convención en Morelia, cuando se lanzaban los primeros 21 candidatos a diputados federales por Acción Nacional en 1943. Y Gómez Morín le pidió a mi padre que hablara en la Convención, era un Domingo de Ramos y habló entonces del júbilo y las palmas que acompañaban a esta celebración y premonitorio decía: “son júbilos y palmas que preceden a un enorme sacrificio”. Así, efectivamente, empezaría aquella campaña en Morelos.Pero horas después, de regreso a la Ciudad de México, por la vieja carretera de Mil Cumbres, pararían a comer en Zitácuaro y ahí Gómez Morín le decía a mi padre: -“Oiga, Luis, me gustó mucho su discurso ese de las palmas y los sacrificios”; -“Pues muchas gracias, maistro…”, como le decía él y le contestó a mi padre: -“Aquí le voy a dejar un dinero para que consiga un hospedaje y le voy a pedir que se quede de candidato, aquí en Zitácuaro, a fundar el Partido Acción Nacional” y así fue.
Narraba que al no encontrar hospedaje ni quien lo recibiera, caminó hasta el poblado y entró, ya avanzada la noche; en medio de un aguacero, con su sombrero, su gabardina y su portafolio, sólo consiguió que los niños y las mujeres que estaban ahí presentes, huyeran despavoridos.
Sin embargo, la semilla rendiría frutos pronto y precisamente en esa tierra.
Al ver aquí a tantos fundadores, más de medio siglo militante orgullosamente en Acción Nacional, a doña Marta, de La Piedad; al Tocayo y a don Ángel, de Sahuayo, en fin, recuerdo precisamente que en esa tierra también se produjeron los primeros.
En el ‘46 se ganaba la alcaldía de Quiroga, la primera en todo el país; y también en el ‘46, la primera diputación federal en Tacámbaro, con Miguel Ramírez Munguía; y en ‘47, poco después, en Zamora, la primera diputación local con Alfonso Hernández Sánchez.
Esta historia, amigas y amigos, demuestra el poder de las ideas y de la voluntad humana, y demuestra también la fuerza de cambio que lleva implícita Acción Nacional, una fuerza que nació para cambiar a México.
A lo largo de estas décadas Acción Nacional ha venido incrementando su presencia en todos los rincones de la patria. Pero más allá del recuento de alcaldías o gubernaturas, Presidencias de la República, lo que hay que recordar ahora es que en estas siete décadas han sido los valores y los propósitos los que han dado el ánimo, la vida y la fuerza a millones de mexicanas y mexicanos para edificar una organización política que esté al servicio de la nación.
Y han sido esos mismos principios los que hoy nos deben seguir dando la fuerza necesaria, indispensable diría yo, para convocar a los ciudadanos para seguir construyendo, para seguir continuando, como dijera aquel campesino en la convención, a don Manuel, la brega de eternidad y la construcción de la patria ordenada y generosa, y la vida mejor y más digna para todos que busca esta organización.
Yo de mi parte quiero decirles, amigas y amigos, que con mucho orgullo y desde el primer día de esta administración hemos luchado por llevar adelante sus ideales y por plasmar en políticas públicas y en programas los principios y valores de Acción Nacional. Emprendimos una transformación de México sobre la base misma del desarrollo humano sustentable, el principio inspirador de nuestra última proyección de principios, entendida como el proceso permanente de ampliación de capacidades y de libertades que permita a cada persona tener una vida digna sin comprometer el patrimonio de las generaciones futuras.
Y con base en esos valores, en los de solidaridad, en los de subsidiaridad, de bien común y dignidad humana, hemos realizado un esfuerzo a favor del hombre, un esfuerzo para igualar las oportunidades y abrirlas a quien no las tiene, un esfuerzo para poner a la persona en el centro de la acción política y de nuestro pensamiento, un esfuerzo para construir la vía de que cada mexicana y cada mexicano pueda salir adelante por su propio esfuerzo y se convierta no en objeto sólo de política pública, sino en sujeto vivo de su propio bienestar.
Y lo hemos hecho con programas nuestros que parten del hombre y que buscan ampliar su libertad y ampliar su dignidad y capacidad, con Programas como Oportunidades y como Seguro Popular y como Instancias Infantiles y como Seguro Médico para una Nueva Generación, que son programas que están impregnados de humanismo y están impregnados de la fuerza de las ideas y los principios de esta gran organización.
Y porque creemos en ellos somos un gobierno humanista, un gobierno que cree en el humanismo político y apuesta entonces por las personas, por el respeto a sus derechos, por la ampliación de sus capacidades. Un gobierno humanista comprometido con el desarrollo humano sustentable y precisamente por ello trabaja como nunca a favor del medio ambiente.
Por eso es el único gobierno en un país de desarrollo que no sólo tiene una estrategia contra el cambio climático, sino que se ha atrevido a comprometer en términos netos reducciones de emisiones de carbono a la atmósfera.
Por eso tiene un programa ambicioso de pago de servicios ambientales, el Pro-árbol, que pone al hombre en el centro para rescatar su dignidad de la pobreza y al mismo tiempo preservar para las generaciones que vienen el medio ambiente.
Somos un gobierno humanista que busca el México en el cual cada persona ejerza plenamente su libertad para conducir su destino. Somos un gobierno humanista comprometido con lo que creemos, con la persona, con su dignidad y, en consecuencia, con su seguridad.
Y por eso, para no hablar ya de lo ya muy comentado, una defensa íntegra, vertical, determinada, de la libertad, de la seguridad ciudadana y del Estado de Derecho que ha sido siempre y debe ser bandera indeclinable de Acción Nacional.
En cada decisión, en cada desafío de los muchos que se han presentado en la tarea de gobierno siempre ha estado presente el dilema humano de poder entender y decidir los bienes que están en juego, de aplicar precisamente en la práctica, en la encarnada realidad de los problemas de México la tarea de discernir qué es lo que más conviene a la patria, de distinguir cuáles son los intereses legítimos de los ilegítimos.
Y de los intereses legítimos entender que aún siendo valiosos en sí mismos hay un interés nacional que debe ser ponderado y ejercicio siempre con prevalencia de cualquier otro, que debe estar encaminada la acción al bien común y que la acción debe ser eficaz, no mero testimonio, sino verdaderamente tarea concreta que se materializa en bienes que generan condiciones de superación humana.
Está presente en nosotros todos los días la vieja distinción que hacía Christlieb y que alguna vez le escuchara Alonso Lujambio, de cómo distinguir a los políticos en México y quizá en el mundo. Y finalmente Christlieb los categoriza en dos: Los políticos que pueden dormir y los políticos que no pueden dormir. Y los políticos que pueden dormir también se pueden dividir en dos: Los que no tienen principios y entonces duermen a pierna suelta, y los políticos que tienen principios, pero nunca se toman la molestia de aplicarnos en la realidad concreta ic etnun, en donde está existiendo el ser humano; que nunca se toman la molestia de esos principios, compararlos y contrastarlos con decisiones difíciles, con decisiones de bien contra bien, de bien contra mal y de mal contra otro mal.
Las decisiones que prendan e impregnan la vida pública de preocupaciones cotidianas, de críticas y de incomprensión.
Esos políticos con principios, pero no que bajan de su pedestal del dogma, también pueden dormir bien a pierna suelta.
Pero tener principios y aplicarlos a la realidad cotidiana de los problemas, de las exigencias, de las ambiciones, de los intereses, de las envidias y de las incomprensiones, esa es tarea de políticos que tienen principios y construyen bien común.
Esa es precisamente la clase de políticos que hicieron posible que Acción Nacional durara 70 años, por lo pronto, de lucha cívica en México. La primacía del interés nacional, la actividad política como deber de construir bien común, la condición de instrumento aplicado a generar bienes públicos ilumina nuestra conducta y nuestro quehacer hacia el futuro.
En estos años de gobiernos panistas, amigas y amigos, se han podido realizar -y a pesar de las dificultades- obras y proyectos muy importantes.
Pero he dicho y reitero que a la luz del México que anhelamos, ello será desde luego insuficiente.
Y para poder construir más pronto y más cerca, más rápido el México nuestro, el que soñamos, para no tomarnos las décadas que ha tomado la historia de Acción Nacional en construir nuestros sueños, para poder vislumbrar ese México ordenado, justo y generoso, es fundamental que cambiemos y que cambiemos a fondo -como dije hace unos días- la realidad de nuestro país.
Cambiar a fondo significa no solo realizar los pequeños pasos en la medida en que las comprensibles resistencias sean capaces de soportar, sino verdaderamente asumir las reformas y las transformaciones que México necesita. Y este cambio, este cambio pacífico pero a paso de revolución, como alguna vez lo enunciara Efraín González Morfin, es un cambio que requiere el impulso vigoroso que le dio prevalencia, subsistencia y victoria a Acción Nacional. Y no es otro, amigas y amigos, que el impulso ciudadano.
Bien decía Christlieb también que en Acción Nacional siempre hemos pensado que para remediar la injusticia en materia política, económica y social se requieren cambios profundos, transformaciones fundamentales de las que el pueblo debe ser no solo el beneficiario sino el autor de los cambios.
Y con ese espíritu, con el que propongo los cambios sustanciales, más allá de la lógica de lo posible y que realmente busquen dar soluciones responsables y viables a los problemas de México, cambios que abran la puerta a un futuro mejor para todos, es donde ahora convoco también a cambios profundos en el propio Partido Acción Nacional.
Es precisamente, en estos momentos de enorme desafío, que nuestra primera responsabilidad como miembros de Acción Nacional es darle viabilidad al Estado Mexicano y a la nación misma.
Es, por ejemplo, indispensable que el Estado se allegue de fuentes estables y permanentes de recursos que permitan precisamente financiar los programas sin los cuales no hay transformación de la vida nacional; programas que permitan rescatar de la miseria a los millones y millones de mexicanos que aún viven en ella, a los que mueren aún sin médico y sin medicinas.
Lo que se necesita precisamente para hacer de esta nación una nación próspera, desarrollada, a la altura de la dignidad que los mexicanos merecen. Y proponemos cambios de fondo, dirigidos a remover las trabas y los obstáculos que nos impiden todavía convertirnos en el país que estamos llamados a ser. Hemos planteado a los mexicanos una agenda ambiciosa y estoy seguro, amigas y amigos, que a pesar de ello lo podemos lograr, pero para ello también estoy más que convencido de que un requisito indispensable para transformar a México es también transformar a Acción Nacional.
Porque son fuertes los intereses y las inercias que hay que vencer, necesitamos construir una gran alianza ciudadana que sea capaz de enfrentar y de derrotar a esos obstáculos que han impedido que México cambie como debe de cambiar. Y quizá el único verdadero beneficiario de una transformación a fondo sea precisamente el ciudadano mismo. Lo que ocurre es que ese beneficiario está precisamente en muchos lugares de la nación como lo encontraran nuestros fundadores, amorfo, desorganizado, desamparado, ese ciudadano no tiene por ahora ni la fuerza ni la capacidad de gestión ni de interlocución ni de representación que tienen muchos de los intereses que precisamente se benefician con que las cosas no cambien.
Y lo que necesitamos es el poder construir un instrumento político que sea capaz de encauzar opiniones, expresiones y participación ciudadana. Y ese instrumento, tal y como lo soñaron y diseñaron nuestros fundadores, ese instrumento de los ciudadanos para construir vida pública puede, debe ser precisamente el Partido Acción Nacional, instrumento de ciudadanos, más allá de los límites de nuestra propia militancia.
Y la única forma de lograrlo, amigas y amigos, es abriendo las puertas de Acción Nacional a los ciudadanos, porque allá afuera hay miles y miles de gente que quiere mucho a México, que quiere entregar lo mejor de sí a México y que requiere precisamente el instrumento que permita construir la casa grande que es la patria.
Porque la inmensa mayoría de los mexicanos quiere eso, un país donde los recursos públicos se ejerzan con escrupulosa honestidad y transparencia, quiere que las autoridades de los estados, de los municipios y la Federación cumplamos cabalmente el deber elemental de proteger a la familia, a sus hijos de la delincuencia.
Un México cuya economía sea verdaderamente libre y por libre sea capaz de generar los empleos que sólo se generan cuando las empresas compiten para ofrecer a sus consumidores los mejores bienes y los mejores servicios.
Un México próspero que genere oportunidades de educación para los jóvenes y mujeres que no la tienen. Un México donde el gobierno no sea sinónimo de corrupción y de trámites engorrosos, sino instrumento también de construcción aquí y ahora del bien público expresado en bienes y servicios públicos.
Para lograr ese México, amigas y amigos, el PAN debiera convertirse en el instrumento, y la paradoja es que el PAN debiera convertirse en el PAN mismo, es decir, instrumento y organización cercana y perteneciente a los ciudadanos; un partido verdaderamente abierto a jóvenes, a mujeres, a líderes, a académicos, a mujeres y hombres talentosos que quieren transformar a la nación, y preguntémonos si les hemos permitido hacerlo. Hace una década, cuando tuve la enorme oportunidad de estar al frente del partido, hace poco más, en 1996, escuchaba yo con atención la honesta preocupación de muchos militantes del partido y dirigentes y fundadores, que les preocupaba precisamente que no tuviese yo la edad suficiente para conducir al partido.
Y puede que tenían razón, pero a los 33 años decía yo en una réplica “el problema no es que un dirigente del partido pueda tener 33 años en un país que tiene una edad promedio en aquel entonces de 21 años de edad, el problema es que el dirigente del partido tenga 33 años sea mayor que la mayoría de los mexicanos y aún así la edad promedio del partido sea 38 años de edad”.
“Necesitamos -decía yo en aquel entonces- que el PAN sea instrumento ciudadano”. Y ese fue precisamente el espíritu del ’39: Hacer la organización que México no tenía, donde pudiera haber ciudadanía militante y participante. Han pasado los años. La edad promedio de México ahora ha superado ya los 28 años de edad, pero un síntoma, uno entre muchos, amigas y amigos, de lo que ha ocurrido con nuestra organización es que la edad promedio del Partido ahora llega casi a los 50 años de edad.
En aquel entonces hicimos la Primera Semana Nacional de Afiliación y buscamos la ruta que permitiera renovar en cada plaza y en cada estado, con nuevos líderes, con nuevos jóvenes, con nuevos rostros, precisamente la lucha cívica. La clave del PAN, amigas y amigos, no es que cumpla 70 años, sino que ha cumplido cada uno de estos 70 años sabiéndonos renovar y abrir y reconocerse como lo que es y debe ser: Instrumento de los ciudadanos, más que instrumento de nosotros mismos.
Éste es, a mi juicio, uno de los principales pendientes que tenemos en la vida de Acción Nacional.
El Partido tiene que desplegar toda su capacidad para integrar a las mejores y a los mejores ciudadanos de México, y formar cuadros que combinen capacidad y visión para conducir a México a la modernidad.
Y he aquí otro reto de Acción Nacional: Acción Nacional tiene que presentarse a la ciudadanía como se presentó en ’39. No el recuento del pasado, sino verdaderamente la opción del futuro.
Muchas veces he escuchado la queja de que el Partido pierde identidad y que incluso representa para muchos lo mismo que otras opciones políticas.
Pero asombrosamente también oigo de las mismas voces, que lo que le reclaman al PAN y a sus gobiernos es no comportarse con las mismas prácticas que como oposición criticamos y combatimos. Eso no puede ser Acción Nacional. Al tiempo que propongo un cambio de estructuras en el país, como lo anhelamos en la historia nuestra, también considero un cambio indispensable en el Partido para hacer nuevamente o con más fuerza, si ustedes quieren, la fuerza aglutinadora de los ciudadanos.
Como decía González Luna: Nosotros no podemos ni queremos reclutar clientes, ni formar rebaños, sino convencer hombres libres y responsables para una reforma colectiva que parte de la reforma personal. Yo les digo que tienen que ser cientos, cientos de miles las mexicanas y los mexicanos responsables y libres que desde Acción Nacional pueden y deben hacer esa reforma colectiva.
Es absolutamente imprescindible que el PAN logre transformarse a sí mismo. El gran elemento transformador de Acción Nacional es precisamente el ciudadano y por ello la imperiosa necesidad de que el Partido abra su estructura de manera decidida, radical y profunda a ellos y en particular a los jóvenes de México.
¿Cuál fue la clave de 1939?
Hay que ver esas mesas desvencijadas del presidium de la Asamblea Fundacional en el Frontón México; hay que ver los rostros de Juan Landerreche Obregón, Secretario de la Convención, que no rondaba ni siquiera los 30 años. Hay que ver los rostros de Enrique Loaeza, hay que ver los rostros de aquellos jóvenes - universitarios, por cierto, en su gran mayoría- que se lanzaron a esta aventura increíble de fundar un partido democrático y pacífico, en medio del más profundo autoritarismo mexicano.
Hoy México reclama también un partido que sea capaz de ser expresión de la modernidad y del futuro que anhelamos. Por eso digo que el PAN, si quiere otros 70 años, como seguramente los tendrá; si quiere seguir siendo el partido de transformación de México, tiene que ser el Partido del futuro y por ello debe apropiarse de la propuesta del México moderno.
Si Acción Nacional propuso democracia era porque presentó a México modernidad política; si Acción Nacional ante un Estado omnipresente, el logro antropófago, el logro filantrópico presentó la alternativa del ciudadano y de la iniciativa de las personas como la más viva fuente de mejoramiento social y económico, era precisamente porque vislumbraba modernidad económica para el país.
Hoy Acción Nacional, si ha de ser fiel a sí mismo, tiene que apropiarse de la bandera del futuro y ser el Partido del futuro para nuestro querido México, y sólo siendo Partido del futuro será también el Partido de los jóvenes y tendrá mucha más historia enfrente y por delante que la gran historia que ya se ha escrito.
Amigas y amigos:
Ya no quiero prolongar más ésta de suyo prolongada velada, simplemente quiero recordarles que ésta es hora crítica y de definición para México. Y en esta hora de la nación el llamado es igual que hace 70 años, a transformar al país, a hacer una ambiciosa agenda de políticas y reformas necesarias para abrirle paso a la nueva era.
Como hace 70 años, ir con esa agenda y ese mensaje de esperanza casa por casa, plaza por plaza, ciudad por ciudad, a llevar el mensaje a cada familia para que México se levante, venza la adversidad y conquiste su futuro, y para construir una gran alianza ciudadana que sea capaz de ser el motor de la transformación de México.
Más que nunca tenemos que acudir a la ciudadanía a apelar a la conciencia con el valor y la verdad en la mano y ser capaces de inspirar confianza y transformación a partir del testimonio propio, ser capaces de guiar a otros a partir de la congruencia personal, porque si algo movió a México, si algo movió las almas, como decía don Manuel, fue precisamente la enorme capacidad de congruencia, de valor, de valentía, de arrojo que inspiraron aquellas mujeres y hombres en una hora oscura de la vida de la nación.
El momento actual y los tiempos por venir reclaman del PAN lo mejor del PAN, es decir, actitudes distintas, actitudes personales de congruencia, estrategias partidistas y de gobierno que no pierdan nunca de vista las lecciones que en estas décadas insertaron a Acción Nacional como un actor clave en el México moderno.
Que se diga -tal vez muchos años después- de nosotros que al cumplirse la primera década del siglo XXI y el Bicentario de la patria, los panistas supimos hacer no sólo lo posible, sino lo necesario para darle un futuro distinto y mejor a la nación.
Que se diga de nosotros, como decía Gómez Morín, que nos hemos esforzado por reencender en todos los mexicanos el concepto verdadero de la política y del deber político, de la política como base y como corona de toda actividad humana y social.
Hoy tenemos frente a nosotros de sumar una hazaña más a las páginas de gloria que se han escrito en siete décadas, pero no debemos olvidar que contra toda esperanza se alzó una voz de esperanza, no debemos olvidar que la nación fue proscrita, prohibida y censurada antes de ver La Luz, la revista.
No podemos olvidar que mucho se auguró que nunca vería el PAN un alcalde suyo, un gobernador suyo, un presidente de la República suyo. A este respecto, amigas y amigos, y termino, a este respecto también quiero decirles que la historia, La Providencia, la vida, lo que ustedes quieran, nos pone siempre en el sitio en que debemos estar, y que a nosotros corresponde precisamente ejecutar en la sinfonía de la historia las notas que hagan posible que esta secuencia de sonidos sea verdaderamente sinfonía y uno una masa informe de ruido.
Nos ha tocado vivir tiempos difíciles, tiempos de adversidad, tiempos de prueba, que muchos recuerdan, amigas y amigos, toda proporción guardada, los tiempos difíciles y de prueba a los que con arrojo se lanzaron los fundadores de Acción Nacional.
Puedo decirles ahora que precisamente servir a México en la política; en la política que se busca hacer con rectitud de intención y de principio, servir a México en horas de adversidad, de prueba y de desafío es el más alto honor que pueda distinguir a un México.
Es un honor servir a México en horas de dificultad.
Amigas y amigos:
Que sea este 70 Aniversario de Acción Nacional enmarcado en el Bicentario de la Independencia de México y en el Centenario de la Revolución, que sea -hago votos- el principio de una nueva era para Acción Nacional. Y si así es el principio de una nueva era, en donde esta organización recorra las huellas de sus propios pasos, estoy seguro será también el principio de una nueva era para nuestro querido México.
Enhorabuena y muchas felicidades a todos ustedes.
Gracias, muchísimas gracias, amigos.
Señor licenciado César Nava, Presidente de Acción Nacional;
Señor licenciado José González Morfín, Secretario General;
Muy querido don Luis Álvarez y Blanquita;
Muy querido Juan Manuel Gómez Morín;
Estimada Alba Leonila;
Distinguidos miembros del Comité Ejecutivo Nacional;
Muy queridos compañeros coordinadores parlamentarios, Josefina Vázquez Mota y Gustavo Madero;
Gobernadores, estimado Gobernador Adame;
Muy queridas y muy queridos compañeros y amigos de Acción Nacional:
Hoy es un día muy especial para todos nosotros, hace siete décadas el PAN inició la transformación del país, de un México autocrático y violento hacia un México democrático y pacífico.Y lo hizo por la vía más difícil, la vía increíble, hacerlo por medios pacíficos en un medio violento y hacerlo por medios democráticos en un medio profundamente autoritario.
Y el PAN transformó la política a partir del pensamiento y de las ideas, a partir de la acción de quienes se entregaron generosamente a la tarea del humanismo político.
Lo que México necesitaba en aquel 1939, incluso antes, cuando Gómez Morín le había sugerido en el 26 a Vasconcelos, más que un movimiento efímero, una organización civilizada y permanente, era eso precisamente.
En 39 surge una organización bien orientada, con un genuino espíritu democrático que pudiera hacer política, no con el fin de triunfar en el corto plazo, sino de perdurar verdaderamente a contrapelo de los obstáculos.
Hombres íntegros como los que nos precedieron, como don Manuel Gómez Morín, como Efraín González Luna, como Miguel Estrada Iturbide o Rafael Preciado Hernández, o Juan Landerreche, o Molina Font, o Herrera y Lazo, o Luis Calderón Vega y muchos, muchos otros, decidieron crear esta agrupación política que hiciera valer principios y valores principalmente de dignidad de la persona humana y del bien común en nuestro país.
Y el propio fundador Gómez Morín nos relata que del 14 al 17 de septiembre de 1939, concluyendo precisamente un día como hoy, se reunieron las voluntades y se juntaron las manos de muchos hombres limpios, hondamente preocupados por el porvenir de México, por la ordenación justa y fecunda de la sociedad mexicana para formar una agrupación ciudadana vigorosa, clara y libre.
Y decía González Luna que esos cuatro días egregios tenían que ser -así fueron, estoy seguro- el pivote de una transformación futura de la vida pública de México, así lo fueron.
A pocos metros de aquí, en el Frontón México nacía Acción Nacional. Estos mujeres y hombres buscaban enaltecer el sentido de la política para llevarla a su acepción original, tal y como la aprendimos en Acción Nacional, en los cursos en los que nos formaron los generosos de la capacitación. Recordamos desde luego los cursos de Beto Ling y de muchos, muchos otros.
Entender la política no como el abuso del poder y la disputa por él, sino como la gestión del bien común en el sentido más amplio y que obliga a cualquier hombre.
Y si se ha de vincular al poder, que se vincule en ese mismo sentido, que política sea la actividad humana encaminada al acceso, al ejercicio y a la vigilancia del poder, para realizar el bien común, a cuyo propósito siempre la política debe estar subordinada.
El objetivo, pues, de Acción Nacional se definió por el bien común mismo y hacia ese objetivo se encaminó su prodigiosa faena de querer transformar al país, de crear conciencia ciudadana y de ser el valladar para los políticos del abuso, que atropellaban los derechos de los mexicanos al pretender el poder por el poder mismo y el abuso de él, que generó tantas fortunas en el país, islotes de riqueza en los océanos de miseria nacional.
Al final la idea de construir una organización política desde la ciudadanía y desde las ideas, no desde el poder y de la fuerza, abrazados a principios comunes, más que a caudillos y ceñidos a un propósito verdaderamente patriótico, se logró y quedó plasmada en al Declaración de Principios de Doctrina que perdura hasta nuestros días.
Ya el Presidente César Nava citaba esa bellísima expresión de Carlos Castillo, cuando defendía que Gómez Morín, ante la acusación despectiva que se hacía al PAN, como los tradicionalistas e incluso dentro del PAN. Carlos defendía a Gómez Morín y decía así: “Gómez Morín fundó una tradición”. Y agregó: “Los fundadores de tradiciones no miran hacia atrás; por el contrario, a partir de un enraizamiento sin ambages en su pasado son capaces de elaborar y de dejar como herencia una mirada acertada hacia adelante”.
Los fundadores de tradiciones, amigas y amigos, miran al futuro. Y Acción Nacional perdura 70 años precisamente porque ha sido capaz de tener la vista en el futuro de México.
La vocación de servicio y de compromiso transformador, comenzaron el ’39 y vieron su fruto muchos años después.
Yo recuerdo, de las muchas anécdotas que relataba mi padre, era que algún día acompañó a Gómez Morín, precisamente a una Convención en Morelia, cuando se lanzaban los primeros 21 candidatos a diputados federales por Acción Nacional en 1943. Y Gómez Morín le pidió a mi padre que hablara en la Convención, era un Domingo de Ramos y habló entonces del júbilo y las palmas que acompañaban a esta celebración y premonitorio decía: “son júbilos y palmas que preceden a un enorme sacrificio”. Así, efectivamente, empezaría aquella campaña en Morelos.Pero horas después, de regreso a la Ciudad de México, por la vieja carretera de Mil Cumbres, pararían a comer en Zitácuaro y ahí Gómez Morín le decía a mi padre: -“Oiga, Luis, me gustó mucho su discurso ese de las palmas y los sacrificios”; -“Pues muchas gracias, maistro…”, como le decía él y le contestó a mi padre: -“Aquí le voy a dejar un dinero para que consiga un hospedaje y le voy a pedir que se quede de candidato, aquí en Zitácuaro, a fundar el Partido Acción Nacional” y así fue.
Narraba que al no encontrar hospedaje ni quien lo recibiera, caminó hasta el poblado y entró, ya avanzada la noche; en medio de un aguacero, con su sombrero, su gabardina y su portafolio, sólo consiguió que los niños y las mujeres que estaban ahí presentes, huyeran despavoridos.
Sin embargo, la semilla rendiría frutos pronto y precisamente en esa tierra.
Al ver aquí a tantos fundadores, más de medio siglo militante orgullosamente en Acción Nacional, a doña Marta, de La Piedad; al Tocayo y a don Ángel, de Sahuayo, en fin, recuerdo precisamente que en esa tierra también se produjeron los primeros.
En el ‘46 se ganaba la alcaldía de Quiroga, la primera en todo el país; y también en el ‘46, la primera diputación federal en Tacámbaro, con Miguel Ramírez Munguía; y en ‘47, poco después, en Zamora, la primera diputación local con Alfonso Hernández Sánchez.
Esta historia, amigas y amigos, demuestra el poder de las ideas y de la voluntad humana, y demuestra también la fuerza de cambio que lleva implícita Acción Nacional, una fuerza que nació para cambiar a México.
A lo largo de estas décadas Acción Nacional ha venido incrementando su presencia en todos los rincones de la patria. Pero más allá del recuento de alcaldías o gubernaturas, Presidencias de la República, lo que hay que recordar ahora es que en estas siete décadas han sido los valores y los propósitos los que han dado el ánimo, la vida y la fuerza a millones de mexicanas y mexicanos para edificar una organización política que esté al servicio de la nación.
Y han sido esos mismos principios los que hoy nos deben seguir dando la fuerza necesaria, indispensable diría yo, para convocar a los ciudadanos para seguir construyendo, para seguir continuando, como dijera aquel campesino en la convención, a don Manuel, la brega de eternidad y la construcción de la patria ordenada y generosa, y la vida mejor y más digna para todos que busca esta organización.
Yo de mi parte quiero decirles, amigas y amigos, que con mucho orgullo y desde el primer día de esta administración hemos luchado por llevar adelante sus ideales y por plasmar en políticas públicas y en programas los principios y valores de Acción Nacional. Emprendimos una transformación de México sobre la base misma del desarrollo humano sustentable, el principio inspirador de nuestra última proyección de principios, entendida como el proceso permanente de ampliación de capacidades y de libertades que permita a cada persona tener una vida digna sin comprometer el patrimonio de las generaciones futuras.
Y con base en esos valores, en los de solidaridad, en los de subsidiaridad, de bien común y dignidad humana, hemos realizado un esfuerzo a favor del hombre, un esfuerzo para igualar las oportunidades y abrirlas a quien no las tiene, un esfuerzo para poner a la persona en el centro de la acción política y de nuestro pensamiento, un esfuerzo para construir la vía de que cada mexicana y cada mexicano pueda salir adelante por su propio esfuerzo y se convierta no en objeto sólo de política pública, sino en sujeto vivo de su propio bienestar.
Y lo hemos hecho con programas nuestros que parten del hombre y que buscan ampliar su libertad y ampliar su dignidad y capacidad, con Programas como Oportunidades y como Seguro Popular y como Instancias Infantiles y como Seguro Médico para una Nueva Generación, que son programas que están impregnados de humanismo y están impregnados de la fuerza de las ideas y los principios de esta gran organización.
Y porque creemos en ellos somos un gobierno humanista, un gobierno que cree en el humanismo político y apuesta entonces por las personas, por el respeto a sus derechos, por la ampliación de sus capacidades. Un gobierno humanista comprometido con el desarrollo humano sustentable y precisamente por ello trabaja como nunca a favor del medio ambiente.
Por eso es el único gobierno en un país de desarrollo que no sólo tiene una estrategia contra el cambio climático, sino que se ha atrevido a comprometer en términos netos reducciones de emisiones de carbono a la atmósfera.
Por eso tiene un programa ambicioso de pago de servicios ambientales, el Pro-árbol, que pone al hombre en el centro para rescatar su dignidad de la pobreza y al mismo tiempo preservar para las generaciones que vienen el medio ambiente.
Somos un gobierno humanista que busca el México en el cual cada persona ejerza plenamente su libertad para conducir su destino. Somos un gobierno humanista comprometido con lo que creemos, con la persona, con su dignidad y, en consecuencia, con su seguridad.
Y por eso, para no hablar ya de lo ya muy comentado, una defensa íntegra, vertical, determinada, de la libertad, de la seguridad ciudadana y del Estado de Derecho que ha sido siempre y debe ser bandera indeclinable de Acción Nacional.
En cada decisión, en cada desafío de los muchos que se han presentado en la tarea de gobierno siempre ha estado presente el dilema humano de poder entender y decidir los bienes que están en juego, de aplicar precisamente en la práctica, en la encarnada realidad de los problemas de México la tarea de discernir qué es lo que más conviene a la patria, de distinguir cuáles son los intereses legítimos de los ilegítimos.
Y de los intereses legítimos entender que aún siendo valiosos en sí mismos hay un interés nacional que debe ser ponderado y ejercicio siempre con prevalencia de cualquier otro, que debe estar encaminada la acción al bien común y que la acción debe ser eficaz, no mero testimonio, sino verdaderamente tarea concreta que se materializa en bienes que generan condiciones de superación humana.
Está presente en nosotros todos los días la vieja distinción que hacía Christlieb y que alguna vez le escuchara Alonso Lujambio, de cómo distinguir a los políticos en México y quizá en el mundo. Y finalmente Christlieb los categoriza en dos: Los políticos que pueden dormir y los políticos que no pueden dormir. Y los políticos que pueden dormir también se pueden dividir en dos: Los que no tienen principios y entonces duermen a pierna suelta, y los políticos que tienen principios, pero nunca se toman la molestia de aplicarnos en la realidad concreta ic etnun, en donde está existiendo el ser humano; que nunca se toman la molestia de esos principios, compararlos y contrastarlos con decisiones difíciles, con decisiones de bien contra bien, de bien contra mal y de mal contra otro mal.
Las decisiones que prendan e impregnan la vida pública de preocupaciones cotidianas, de críticas y de incomprensión.
Esos políticos con principios, pero no que bajan de su pedestal del dogma, también pueden dormir bien a pierna suelta.
Pero tener principios y aplicarlos a la realidad cotidiana de los problemas, de las exigencias, de las ambiciones, de los intereses, de las envidias y de las incomprensiones, esa es tarea de políticos que tienen principios y construyen bien común.
Esa es precisamente la clase de políticos que hicieron posible que Acción Nacional durara 70 años, por lo pronto, de lucha cívica en México. La primacía del interés nacional, la actividad política como deber de construir bien común, la condición de instrumento aplicado a generar bienes públicos ilumina nuestra conducta y nuestro quehacer hacia el futuro.
En estos años de gobiernos panistas, amigas y amigos, se han podido realizar -y a pesar de las dificultades- obras y proyectos muy importantes.
Pero he dicho y reitero que a la luz del México que anhelamos, ello será desde luego insuficiente.
Y para poder construir más pronto y más cerca, más rápido el México nuestro, el que soñamos, para no tomarnos las décadas que ha tomado la historia de Acción Nacional en construir nuestros sueños, para poder vislumbrar ese México ordenado, justo y generoso, es fundamental que cambiemos y que cambiemos a fondo -como dije hace unos días- la realidad de nuestro país.
Cambiar a fondo significa no solo realizar los pequeños pasos en la medida en que las comprensibles resistencias sean capaces de soportar, sino verdaderamente asumir las reformas y las transformaciones que México necesita. Y este cambio, este cambio pacífico pero a paso de revolución, como alguna vez lo enunciara Efraín González Morfin, es un cambio que requiere el impulso vigoroso que le dio prevalencia, subsistencia y victoria a Acción Nacional. Y no es otro, amigas y amigos, que el impulso ciudadano.
Bien decía Christlieb también que en Acción Nacional siempre hemos pensado que para remediar la injusticia en materia política, económica y social se requieren cambios profundos, transformaciones fundamentales de las que el pueblo debe ser no solo el beneficiario sino el autor de los cambios.
Y con ese espíritu, con el que propongo los cambios sustanciales, más allá de la lógica de lo posible y que realmente busquen dar soluciones responsables y viables a los problemas de México, cambios que abran la puerta a un futuro mejor para todos, es donde ahora convoco también a cambios profundos en el propio Partido Acción Nacional.
Es precisamente, en estos momentos de enorme desafío, que nuestra primera responsabilidad como miembros de Acción Nacional es darle viabilidad al Estado Mexicano y a la nación misma.
Es, por ejemplo, indispensable que el Estado se allegue de fuentes estables y permanentes de recursos que permitan precisamente financiar los programas sin los cuales no hay transformación de la vida nacional; programas que permitan rescatar de la miseria a los millones y millones de mexicanos que aún viven en ella, a los que mueren aún sin médico y sin medicinas.
Lo que se necesita precisamente para hacer de esta nación una nación próspera, desarrollada, a la altura de la dignidad que los mexicanos merecen. Y proponemos cambios de fondo, dirigidos a remover las trabas y los obstáculos que nos impiden todavía convertirnos en el país que estamos llamados a ser. Hemos planteado a los mexicanos una agenda ambiciosa y estoy seguro, amigas y amigos, que a pesar de ello lo podemos lograr, pero para ello también estoy más que convencido de que un requisito indispensable para transformar a México es también transformar a Acción Nacional.
Porque son fuertes los intereses y las inercias que hay que vencer, necesitamos construir una gran alianza ciudadana que sea capaz de enfrentar y de derrotar a esos obstáculos que han impedido que México cambie como debe de cambiar. Y quizá el único verdadero beneficiario de una transformación a fondo sea precisamente el ciudadano mismo. Lo que ocurre es que ese beneficiario está precisamente en muchos lugares de la nación como lo encontraran nuestros fundadores, amorfo, desorganizado, desamparado, ese ciudadano no tiene por ahora ni la fuerza ni la capacidad de gestión ni de interlocución ni de representación que tienen muchos de los intereses que precisamente se benefician con que las cosas no cambien.
Y lo que necesitamos es el poder construir un instrumento político que sea capaz de encauzar opiniones, expresiones y participación ciudadana. Y ese instrumento, tal y como lo soñaron y diseñaron nuestros fundadores, ese instrumento de los ciudadanos para construir vida pública puede, debe ser precisamente el Partido Acción Nacional, instrumento de ciudadanos, más allá de los límites de nuestra propia militancia.
Y la única forma de lograrlo, amigas y amigos, es abriendo las puertas de Acción Nacional a los ciudadanos, porque allá afuera hay miles y miles de gente que quiere mucho a México, que quiere entregar lo mejor de sí a México y que requiere precisamente el instrumento que permita construir la casa grande que es la patria.
Porque la inmensa mayoría de los mexicanos quiere eso, un país donde los recursos públicos se ejerzan con escrupulosa honestidad y transparencia, quiere que las autoridades de los estados, de los municipios y la Federación cumplamos cabalmente el deber elemental de proteger a la familia, a sus hijos de la delincuencia.
Un México cuya economía sea verdaderamente libre y por libre sea capaz de generar los empleos que sólo se generan cuando las empresas compiten para ofrecer a sus consumidores los mejores bienes y los mejores servicios.
Un México próspero que genere oportunidades de educación para los jóvenes y mujeres que no la tienen. Un México donde el gobierno no sea sinónimo de corrupción y de trámites engorrosos, sino instrumento también de construcción aquí y ahora del bien público expresado en bienes y servicios públicos.
Para lograr ese México, amigas y amigos, el PAN debiera convertirse en el instrumento, y la paradoja es que el PAN debiera convertirse en el PAN mismo, es decir, instrumento y organización cercana y perteneciente a los ciudadanos; un partido verdaderamente abierto a jóvenes, a mujeres, a líderes, a académicos, a mujeres y hombres talentosos que quieren transformar a la nación, y preguntémonos si les hemos permitido hacerlo. Hace una década, cuando tuve la enorme oportunidad de estar al frente del partido, hace poco más, en 1996, escuchaba yo con atención la honesta preocupación de muchos militantes del partido y dirigentes y fundadores, que les preocupaba precisamente que no tuviese yo la edad suficiente para conducir al partido.
Y puede que tenían razón, pero a los 33 años decía yo en una réplica “el problema no es que un dirigente del partido pueda tener 33 años en un país que tiene una edad promedio en aquel entonces de 21 años de edad, el problema es que el dirigente del partido tenga 33 años sea mayor que la mayoría de los mexicanos y aún así la edad promedio del partido sea 38 años de edad”.
“Necesitamos -decía yo en aquel entonces- que el PAN sea instrumento ciudadano”. Y ese fue precisamente el espíritu del ’39: Hacer la organización que México no tenía, donde pudiera haber ciudadanía militante y participante. Han pasado los años. La edad promedio de México ahora ha superado ya los 28 años de edad, pero un síntoma, uno entre muchos, amigas y amigos, de lo que ha ocurrido con nuestra organización es que la edad promedio del Partido ahora llega casi a los 50 años de edad.
En aquel entonces hicimos la Primera Semana Nacional de Afiliación y buscamos la ruta que permitiera renovar en cada plaza y en cada estado, con nuevos líderes, con nuevos jóvenes, con nuevos rostros, precisamente la lucha cívica. La clave del PAN, amigas y amigos, no es que cumpla 70 años, sino que ha cumplido cada uno de estos 70 años sabiéndonos renovar y abrir y reconocerse como lo que es y debe ser: Instrumento de los ciudadanos, más que instrumento de nosotros mismos.
Éste es, a mi juicio, uno de los principales pendientes que tenemos en la vida de Acción Nacional.
El Partido tiene que desplegar toda su capacidad para integrar a las mejores y a los mejores ciudadanos de México, y formar cuadros que combinen capacidad y visión para conducir a México a la modernidad.
Y he aquí otro reto de Acción Nacional: Acción Nacional tiene que presentarse a la ciudadanía como se presentó en ’39. No el recuento del pasado, sino verdaderamente la opción del futuro.
Muchas veces he escuchado la queja de que el Partido pierde identidad y que incluso representa para muchos lo mismo que otras opciones políticas.
Pero asombrosamente también oigo de las mismas voces, que lo que le reclaman al PAN y a sus gobiernos es no comportarse con las mismas prácticas que como oposición criticamos y combatimos. Eso no puede ser Acción Nacional. Al tiempo que propongo un cambio de estructuras en el país, como lo anhelamos en la historia nuestra, también considero un cambio indispensable en el Partido para hacer nuevamente o con más fuerza, si ustedes quieren, la fuerza aglutinadora de los ciudadanos.
Como decía González Luna: Nosotros no podemos ni queremos reclutar clientes, ni formar rebaños, sino convencer hombres libres y responsables para una reforma colectiva que parte de la reforma personal. Yo les digo que tienen que ser cientos, cientos de miles las mexicanas y los mexicanos responsables y libres que desde Acción Nacional pueden y deben hacer esa reforma colectiva.
Es absolutamente imprescindible que el PAN logre transformarse a sí mismo. El gran elemento transformador de Acción Nacional es precisamente el ciudadano y por ello la imperiosa necesidad de que el Partido abra su estructura de manera decidida, radical y profunda a ellos y en particular a los jóvenes de México.
¿Cuál fue la clave de 1939?
Hay que ver esas mesas desvencijadas del presidium de la Asamblea Fundacional en el Frontón México; hay que ver los rostros de Juan Landerreche Obregón, Secretario de la Convención, que no rondaba ni siquiera los 30 años. Hay que ver los rostros de Enrique Loaeza, hay que ver los rostros de aquellos jóvenes - universitarios, por cierto, en su gran mayoría- que se lanzaron a esta aventura increíble de fundar un partido democrático y pacífico, en medio del más profundo autoritarismo mexicano.
Hoy México reclama también un partido que sea capaz de ser expresión de la modernidad y del futuro que anhelamos. Por eso digo que el PAN, si quiere otros 70 años, como seguramente los tendrá; si quiere seguir siendo el partido de transformación de México, tiene que ser el Partido del futuro y por ello debe apropiarse de la propuesta del México moderno.
Si Acción Nacional propuso democracia era porque presentó a México modernidad política; si Acción Nacional ante un Estado omnipresente, el logro antropófago, el logro filantrópico presentó la alternativa del ciudadano y de la iniciativa de las personas como la más viva fuente de mejoramiento social y económico, era precisamente porque vislumbraba modernidad económica para el país.
Hoy Acción Nacional, si ha de ser fiel a sí mismo, tiene que apropiarse de la bandera del futuro y ser el Partido del futuro para nuestro querido México, y sólo siendo Partido del futuro será también el Partido de los jóvenes y tendrá mucha más historia enfrente y por delante que la gran historia que ya se ha escrito.
Amigas y amigos:
Ya no quiero prolongar más ésta de suyo prolongada velada, simplemente quiero recordarles que ésta es hora crítica y de definición para México. Y en esta hora de la nación el llamado es igual que hace 70 años, a transformar al país, a hacer una ambiciosa agenda de políticas y reformas necesarias para abrirle paso a la nueva era.
Como hace 70 años, ir con esa agenda y ese mensaje de esperanza casa por casa, plaza por plaza, ciudad por ciudad, a llevar el mensaje a cada familia para que México se levante, venza la adversidad y conquiste su futuro, y para construir una gran alianza ciudadana que sea capaz de ser el motor de la transformación de México.
Más que nunca tenemos que acudir a la ciudadanía a apelar a la conciencia con el valor y la verdad en la mano y ser capaces de inspirar confianza y transformación a partir del testimonio propio, ser capaces de guiar a otros a partir de la congruencia personal, porque si algo movió a México, si algo movió las almas, como decía don Manuel, fue precisamente la enorme capacidad de congruencia, de valor, de valentía, de arrojo que inspiraron aquellas mujeres y hombres en una hora oscura de la vida de la nación.
El momento actual y los tiempos por venir reclaman del PAN lo mejor del PAN, es decir, actitudes distintas, actitudes personales de congruencia, estrategias partidistas y de gobierno que no pierdan nunca de vista las lecciones que en estas décadas insertaron a Acción Nacional como un actor clave en el México moderno.
Que se diga -tal vez muchos años después- de nosotros que al cumplirse la primera década del siglo XXI y el Bicentario de la patria, los panistas supimos hacer no sólo lo posible, sino lo necesario para darle un futuro distinto y mejor a la nación.
Que se diga de nosotros, como decía Gómez Morín, que nos hemos esforzado por reencender en todos los mexicanos el concepto verdadero de la política y del deber político, de la política como base y como corona de toda actividad humana y social.
Hoy tenemos frente a nosotros de sumar una hazaña más a las páginas de gloria que se han escrito en siete décadas, pero no debemos olvidar que contra toda esperanza se alzó una voz de esperanza, no debemos olvidar que la nación fue proscrita, prohibida y censurada antes de ver La Luz, la revista.
No podemos olvidar que mucho se auguró que nunca vería el PAN un alcalde suyo, un gobernador suyo, un presidente de la República suyo. A este respecto, amigas y amigos, y termino, a este respecto también quiero decirles que la historia, La Providencia, la vida, lo que ustedes quieran, nos pone siempre en el sitio en que debemos estar, y que a nosotros corresponde precisamente ejecutar en la sinfonía de la historia las notas que hagan posible que esta secuencia de sonidos sea verdaderamente sinfonía y uno una masa informe de ruido.
Nos ha tocado vivir tiempos difíciles, tiempos de adversidad, tiempos de prueba, que muchos recuerdan, amigas y amigos, toda proporción guardada, los tiempos difíciles y de prueba a los que con arrojo se lanzaron los fundadores de Acción Nacional.
Puedo decirles ahora que precisamente servir a México en la política; en la política que se busca hacer con rectitud de intención y de principio, servir a México en horas de adversidad, de prueba y de desafío es el más alto honor que pueda distinguir a un México.
Es un honor servir a México en horas de dificultad.
Amigas y amigos:
Que sea este 70 Aniversario de Acción Nacional enmarcado en el Bicentario de la Independencia de México y en el Centenario de la Revolución, que sea -hago votos- el principio de una nueva era para Acción Nacional. Y si así es el principio de una nueva era, en donde esta organización recorra las huellas de sus propios pasos, estoy seguro será también el principio de una nueva era para nuestro querido México.
Enhorabuena y muchas felicidades a todos ustedes.
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