Columna Cuenta atrás /Antonio Navalón
El Universal , 12 de julio de 2010
Solamente una vez en su vida confió Calderón en alguien; ese alguien se llamó Juan Camilo Mouriño. Ni antes ni después Calderón confió en nadie. Su sombra cada vez se hace más pequeña recordando lo que le pronosticó Carlos Castillo Peraza y hoy, a la hora de la verdad, se encamina al final de su sexenio más solo que nunca, con más fieles pequeños que nunca y sin haber sido capaz de admitir, ni siquiera por su bien, una discrepancia.
Con la salida de Gómez Mont de Gobernación y de Patricia Flores del gabinete, Calderón hace su presidencia mucho más pequeña, su gobierno mucho más insignificante y desde luego, aleja toda posibilidad de cumplir su sueño: designar a su sucesor.
El 4 de julio el pueblo habló. Dijo: “no me sigan viendo la cara”. Las lecciones del 4 de julio son múltiples. La más importante está matando la vida política mexicana: todos hablan del 2012. Fracasados en gobernar 2010 nos proponen terminar el desastre con otro mayor en el 2012. Todos se preparan para ser presidente, pero nadie aclara de qué, ni cómo, cuándo o dónde.
El domingo nos enseñó que ya no se vale atacar al sistema —¿estás oyendo, Andrés Manuel?—, ni mandarlo al diablo para luego ver con cuántos miembros del sistema contamos para pasar la charola y mantener la revolución contra el sistema mismo…
Luego, lo único que ganó el PAN el 4 de julio —poniéndose de acuerdo con sus enemigos, y recuperando la línea más furibunda contra el PRI— es aspirar a colocar a algún panista en el poder. Aunque es legítimo, conviene no olvidar lo que eso quiere decir.
Felipe Calderón puede sentirse tentado a adjudicarse ese éxito, que no es suyo sino de su hijo —más que pródigo, rechazado— César Nava. Que no se engañe, lo importante no es lo que pasó con los partidos, sino con los votantes. Hoy el país es otro, puede ser otro, debe ser otro.
Lo que nos enseñó el 4 de julio es que llegó la hora de trabajar por cada uno, por cada sitio, por cada ciudad. Nos enseñó que por fortuna nada está escrito y que quienes de verdad sirvan al pueblo pueden terminar dirigiéndolo.
El 4 de julio puede ser una gran oportunidad u otro fracaso, eso dependerá de a qué vayan a dedicarse Gabino Cué, Rafael Moreno Valle, Malova y los demás, para que, independientemente de quién gane en 2012, todos nos podamos sentar en nuestras casas sin que nos maten, roben o secuestren cualquier día y a cualquier hora.
Así que olvídense del 2012. Empiecen a trabajar hoy mismo, este día, este mes, este 2010 y, así, seguramente a partir del 2011 habrá cambios, y entonces sí el 2012 significará algo bueno. Por ahora, con Felipe Calderón en un lado y López Obrador en el otro la cosecha de 2006 salió francamente mala.
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