El 2 de diciembre, las tres fuerzas políticas más importantes del país, firmaron un acuerdo que las compromete para llevar al cabo una agenda de reformas de gran calado que, de realizarse con éxito, darán nuevo rumbo al destino de la nación.
El pacto fue urdido en completo secreto durante dos meses por los representantes del nuevo gobierno y de las dirigencias de los partidos que la firmaron. Un primer intento de su firma fue abortado, el jueves de esta misma semana, por la fuerte oposición que enfrentaron las dirigencias del PRD y del PAN, al interior de sus propias organizaciones. Finalmente y de manera sorpresiva, por la mañana del domingo, se corrió la noticia de que sería firmado en el Alcázar de Chapultepec al filo de mediodía. En el escenario de la firma estuvieron presentes, el presidente Enrique Peña Nieto, quién firmó como testigo de honor, los dirigentes de los tres partidos firmantes, los gobernadores, los representantes del poder legislativo, diversos personajes políticos, así como los medios de comunicación.
Si bien el acuerdo está dividido en cinco
apartados que contienen ciento cinco compromisos particulares, en diversos
ámbitos de la economía, la política, la atención a problemas sociales y de la
administración pública, se informó que los tres primeros asuntos, que
probablemente serán sometidos a consideración del Congreso de la Unión en el
próximo periodo de sesiones el próximo año, tienen que ver con la reforma
educativa, la reforma al sector de telecomunicaciones y la reforma para la
responsabilidad fiscal de los estados y municipios.
El Pacto por México tiene un conjunto de
significados muy importantes en la redefinición de la correlación de fuerzas
políticas en el país. En primer lugar, el acuerdo de voluntades, refleja la
intención de cambiar el estado actual de la política interna, que impedía
cualquier avance reformista. Con las tres reformas escogidas de entrada, se
asume que el primer cambio que debe establecerse es la posición del estado
respecto a tres grandes poderes, que hasta ahora habían mantenido como rehén a la
política pública. Se trata de sacudirse la influencia del sindicato de
maestros, el más grande de América Latina, en la definición de la estrategia
gubernamental en materia educativa; arrinconar a los poderosos dueños de los
medios de comunicación que obstruyen la definición de una política de estado en
telecomunicaciones y con ello la competitividad del sector; y, de atenuar el
poder de los gobernadores en el manejo discrecional de las finanzas públicas. El alcance de una sola de las fuerzas políticas o incluso del propio titular del poder ejecutivo es insuficiente para enfrentar a estos gigantes del poder. La división de las fuerzas políticas nacionales favorecía la acción desmedida de los llamados poderes fácticos, quienes se aprovechaban de la situación y aún la promovían astutamente. De ahí que el primer mensaje significativo del Pacto sea que el estado mexicano quiere rescatar su autonomía del sometimiento a dichos poderes. Por lo anterior, el Pacto por México marca el inicio de una serie de confrontaciones entre estas fuerzas en pugna. Si el gobierno logra su objetivo o no, dependerá del tamaño de la reacción de los actores que perderán privilegios con las reformas y de la capacidad para mantener unidas, en lo esencial, a las fuerzas que ahora pactan, así como del apoyo social que logren obtener. La intención política que se alcanza a ver en el acuerdo, explica también el hecho de que los partidos Nueva Alianza y el Verde Ecologista de México no hayan estado incluidos en las sigilosas negociaciones que hicieron posible el Pacto. Habrían sido como un Caballo de Troya. El primero representa, como es sabido, los intereses del Sindicato de Trabajadores de la Educación y, el segundo se ha significado por estar al servicio de las empresas televisivas.
La firma del Pacto también fue la ocasión para que se diera, por fin, una clara redefinición de posiciones en la llamada izquierda mexicana. Los dirigentes del PRD decidieron dar un paso adelante para diferenciarse de la izquierda radical de adentro y de afuera del partido. Los dirigentes del PRD no sólo establecieron una frontera con la izquierda lopezobradorista y con las tribus ultraizquierdistas, también plantearon un desafío para aquellos grupos que, desde la izquierda, han mantenido una alianza con algunos magnates de las telecomunicaciones.
El discurso de Jesús Zambrano fue el más aplaudido, por la forma franca y transparente con la que planteó su posición frente al compromiso asumido y por señalar los desafíos que enfrenta la izquierda respecto a la corresponsabilidad de la gobernabilidad. El PRD se asumió como una oposición institucional y con vocación de gobierno. Se entiende, en consecuencia, que el Pacto por México significó un parte aguas en el destino de la izquierda en México. Está por verse si el giro dado por los perredistas se mantendrá en el futuro, ello dependerá de la manera en que se resuelvan sus pugnas internas. Es probable incluso que, a partir del pacto de Chapultepec, se den nuevas escisiones en el seno de esta organización.
En el interior del PAN también se dio un jaloneo entre las fuerzas obstruccionistas de los acuerdos con el nuevo gobierno y las que plantean que la mejor oposición es aquella que pacta los programas de gobierno acordes con la ideología panista. Entre los grupos que se oponían al pacto estaban personajes identificados con el ex presidente Calderón, destacadamente, algunos diputados y senadores. La firma del Pacto, seguirá siendo un elemento de discordia interna en ese partido que ahora es la tercera fuerza en el Congreso.
El Pacto por México y el discurso de Palacio Nacional del primero de diciembre, muestran a Enrique Peña Nieto como un Jefe de Estado con un claro liderazgo. Le permite ponerse por encima y desmarcarse de algunos intereses que asumían cierta tutoría sobre el joven político. Su grupo, que exhibe un enfoque reformista, será el que marque el paso al interior del PRI. En esta agrupación se verán, en los próximos días, los ajustes que reflejen este cambio de fuerzas.
Son muchos los retos que enfrenta el desenvolvimiento del Pacto por México y es frágil el equilibrio que lo sustenta. Las próximas elecciones locales; las luchas al interior de los partidos; la respuesta de los intereses afectados por la reforma, que tienen el potencial para convertirse fuerzas desestabilizadoras; la discusión de los contenidos puntuales de las reformas; en fin, el nuevo gobierno inició apostando fuerte, se requerirá algo más que suerte para ganar la apuesta.
México, D.F diciembre 02 de 2012
El Pacto:http://fredalvarez.blogspot.mx/2012/12/el-pacto-de-chapultepec-ya.html
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