La Siila Rota, 28 de enero de 2016.
FRED ALVAREZ | OPINIÓN | 2016-01-28 00:00:00
Aquel 30 de noviembre de 2015 elPapa Francisco sorprendió a los periodistas cuando de regreso a Roma desde la República Centroafricana, abordo del avión les dijo que su próximo viaje sería a México, y que lo haría fundamentalmente para visitar a la virgen de Guadalupe, precisó: “Los viajes a mi edad no hacen bien. Uno puede pasarlos pero van dejando su huella. Voy a México, primero a visitar a la Señora, a la madre de América, por eso voy al DF. Si no estuviera la Virgen de Guadalupe no iría porque el criterio del viaje es visitar tres o cuatro ciudades que nunca han sido visitadas por los papas”.
Y agregó: “Luego iré a Chiapas, al sur, en la frontera con Guatemala, luego a Morelia y casi seguro, volviendo para Roma, haré tal vez un día o menos, en Ciudad Juárez”.
Nunca dijo que iría a San Cristóbal de las Casas y mucho menos a visitar la tumba del obispo Samuel Ruiz García (1924-2011) cuyos restos descansan otras de la catedral de la diócesis... Pero seguro lo pensó, y si algunos de los periodistas le hubieran insistido el porque a Chiapas, él quizá hubiera respondido que deseaba ir a visitar tumba del obispo numero 35 de esta diócesis.
Seguro estoy que esa fue una decisión personal del Papa jesuita. El primer sorprendido fue el obispo del lugar. Monseñor Felipe Arizmendi, quien será anfitrión de la visita.
Le pregunta el teólogo y periodista José Manuel Vidal a don Felipe en una entrevista difundida a principios de mes en la web.
¿Qué sintió, cuando se enteró por vez primera que el Papa Francisco iba a México y a Chiapas?
-Fue una sorpresa- respondió. Nunca me imaginé que él quisiera venir a San Cristóbal. Cuando se anunció que vendría a México, mandamos a la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) nuestra petición de que nos visitara, pero no teníamos muchas esperanzas de que se aceptara nuestra propuesta. Cuando se definió que vendría a nuestra diócesis, lo vi como una caricia de Dios hacia los indígenas, como un signo de que el Papa es coherente con sus discursos: quiere estar en las periferias existenciales. Nos sentimos todos privilegiados”.
¡Y cómo no!
Quizá por eso don Felipe Arizmendi, le dijo al periódico Reforma: “Había personas de México que no estaban de acuerdo que viniera precisamente a San Cristóbal, porque aún tienen desconfianzas políticas y eclesiales hacia esta región".
No dijo el obispo quién o quiénes se opusieron a esa visita, quizá fue el gobierno o algunos obispos de la CEM. Lo que sí sabemos es que la decisión de ir a San Cristóbal fue del mismísimo Papa, y nadie le dijo que no.
No sabemos si ambos prelados en algún momento se conocieron, quizá en algún momento se encontraron en Buenos Aires, quizá fue en 1993 cuando don Samuel andaba por esos lugares y fue cuando intentaron quitarlo de la diócesis, o quizá fue que tenía un amigo –o muchos- en común, me refiero a don Adolfo Pérez Esquivel, principal promotor del premio Nobel de la Paz al obispo guanajuatense. No sabemos aún.
Lo seguro es que Bergoglio desde Buenos Aires le dio seguimiento al trabajo pastoral de Ruiz García.
Hacia el 15 de febrero
La tarde del 15 de febrero observaremos un acontecimiento histórico en la iglesia católica, un Papa jesuita presidirá un servicio religioso con las comunidades indígenas no sólo de Chiapas, Oaxaca y Yucatán, sino de varias partes de Centroamérica. Se espera la asistencia de 100 mil personas, la mayoría indígenas. Nos dicen que irán obispos de Guatemala y de El Salvador: Los textos litúrgicos se leerán y cantarán en lengua indígena, con algunos signos de inculturación litúrgica.
Francisco vestirá una ornamenta elaborada por los indígenas, sobre todo la mitra, la han hecho manos indígenas.
Debemos precisar que San Cristóbal de las Casas es un caso atípico en el mundo de la Iglesia católica; es una diócesis mayoritariamente indígena, el 75% de su población pertenece a pueblos originarios; son casi 500 mil, tzeltales; 400 mil, tzotziles; más de 150 mil, ch'oles; 55 mil, tojolabales; 25 mil zoques; más otros pequeños grupos originarios de Guatemala, que se establecieron en la frontera sur como los quekchíes, mames, kakchiqueles, quichés y un largo etcétera.
A muchos de ellos los veremos participar en las vallas para los recorridos del Papa por las calles de la ciudad de San Cristóbal.
Ese día -a las 13 horas- tendrá un almuerzo con indígenas y con el séquito papal.
¿Quiénes son ellos?
Ocho indígenas: Un sacerdote, una religiosa, un seminarista, una joven, un matrimonio catequista y un diácono permanente con su esposa. Sus nombres Sebastián López, sacerdote tzotzil; Aída Pérez, religiosa tzeltal; Teófilo Pérez, seminarista tzotzil; Victoria Ruiz, joven tzotzil; Carlos Aguilar, catequista tzeltal; Dominga Sántiz, catequista tzeltal; Miguel Montejo, diácono permanente ch'ol y su esposa, María Trujillo, de la etnia ch'ol.
Eso de hecho será una gran noticia, pero todavía, la nota será cuando asista a la tumba de Samuel Ruiz García. No sabemos cómo será. Seguramente hará una oración en silencio, pero con ello reivindica el trabajo pastoral de don Samuel. Una diócesis por cierto donde hoy muchos diáconos permanentes como en ninguna diócesis del mundo, la mayoría son indígenas.
A decir de don Felipe Arizmendi ninguno ha pedido su ordenación sacerdotal. Señala que son seleccionados “después de una larga y cuidadosa formación. Ningunos de ellos, y son más de 300, me ha pedido que lo ordene sacerdote. Cada día tenemos más sacerdotes indígenas, y todos ellos viven el celibato como cualquier otro sacerdote de cualquier parte del mundo. Tenemos 42 seminaristas indígenas, más otros 34 mestizos, y nadie me ha planteado que anhela ser sacerdote casado. Nunca le pediré al Papa ordenar sacerdotes casados, pues los sacerdotes célibes sirven muy bien al pueblo, entregados de cuerpo y alma al ministerio”.
Sobre eso asunto se ha escrito mucho. En lo personal emití una opinión hace 16 años y recibí una dura respuesta de don Samuel. Semanas después charlamos y ahí quedó la diferencia.
¿Cuál fue ese legado de don Samuel?
Rescatemos lo que dijo el mismísimo obispo actual de San Cristóbal de las Casas cuando murió el Tatic:
“Entre otros aspectos, la promoción integral de los indígenas, para que sean sujetos en la Iglesia y en la sociedad. La opción preferencial por los pobres y la liberación de los oprimidos, como signo del Reino de Dios. La libertad para denunciar las injusticias ante cualquier poder arbitrario. La defensa de los derechos humanos. La inserción pastoral en la realidad social y en la historia. La inculturación de la Iglesia, promoviendo lo exigido por el Concilio Vaticano II, que haya iglesias autóctonas, encarnadas en las diferentes culturas, indígenas y mestizas. La promoción de la dignidad de la mujer y de su corresponsabilidad en la Iglesia y en la sociedad. Una Iglesia abierta al mundo y servidora del pueblo...”.
“El ecumenismo no sólo con otras confesiones cristianas, sino con toda religión. Una pastoral de conjunto, con responsabilidades compartidas. La Teología India, como búsqueda de la presencia de Dios en las culturas originarias. El Diaconado Permanente, con un proceso específico entre los indígenas. La reconciliación en las comunidades. La unidad en la diversidad. La comunión afectiva y efectiva con el Sucesor de Pedro y con la Iglesia universal“.
Subrayó Monseñor Arizmendi que “varios de estos aspectos son de frontera (o sea están en los límites), y por tanto delicados, tanto para entenderlos conforme al Evangelio, como para aplicarlos en comunión eclesial (...) es egoísta, comodino y farisaico sólo juzgar y condenar desde lejos, a miles de kilómetros de distancia, sin estar insertos en una realidad muy diferente a otras. Y cuando no hay apertura para dialogar sobre estos puntos, sino sólo desconfianza y descalificación, nos desgastamos unos a otros y no discernimos los signos de los tiempos. La Teología India y el Diaconado Permanente entre los indígenas tienen sus complicaciones, pero son una búsqueda digna de ser valorada”.
Y sin duda hay muchas huellas de don Samuel en esa región...
Por eso, estos días volveremos a hablar de don Samuel, quien murió hace exactamente cinco años, no quince como lo publicó un colega.
La pregunta es obligada: ¿Quién fue don Samuel Ruiz?
Uno de los prelados más controvertidos en el mundo cristiano y quizá el último Teólogo de la Liberación; principal impulsor de la Teología India, y del diaconado permanente indígena: Uxorado (casado).
Fue nombrado Obispo de Chiapas, el 14 de noviembre de 1959, nada menos que por el hoy santo Ángelo Giuseppe Roncalli, llamado Juan XXIII –el Papa bueno- y consagrado el 25 de Enero de 1960; don Samuel a los 35 años era ya el más joven obispo de México y quizá del mundo.
Idolatrado por muchos y aborrecido por otros, dice don Felipe Arizmendi. Fue un prelado valeroso, cuya opción preferencial por los pobres le costó incluso atentados contra su integridad física.
Sobrellevó a catorce gobernadores, desde Samuel León Brindis hasta Pablo Salazar Mendiguchia; con él único que hizo buena relación fue con el Dr. Manuel Velasco Suárez –ex suegro de Manuel Camacho Solís, recientemente difunto y pariente del actual gobernador- , quizá por haber sido primo de su amigo el arzobispo y cardenal Adolfo Suárez Rivera (1927-2008). Por cierto don Adolfo fue vicario de dos Samuel, pero creció y llegó a ser arzobispo de Monterrey, NL, y miembro del colegio cardenalicio.
Tuve el privilegio de conocerlo, tratarlo y tener diferencias con él, que afortunadamente las resolvimos a través de un amigo.
Qué curioso que cuando don Samuel murió el Papa era Benedicto XVI, y que yo recuerde no mandó ni siquiera un telegrama por su deceso. Hoy otro Papa, le rendirá un tributo.
Comparto una parte de un texto que publiqué cuando murió: “Un soldado rebelde del papa”/Fred Álvarez, publicado en la revista Código Topo, suplemento del periódico Excélsior, 7 de febrero de 2011.
“A las 10 horas del lunes 24 de enero de 2011 murió don Samuel Ruiz García, obispo emérito de San Cristóbal de las Casas, uno de los prelados más controvertidos en el mundo cristiano y quizá el último teólogo de la liberación.
Idolatrado por muchos y aborrecido por otros: fue un prelado valeroso, cuya opción preferencia por los pobres le costó incluso atentados contra su integridad física. Sobrellevó a catorce gobernadores, desde Samuel León Brindis hasta Pablo Salazar Mendiguchia; con él único que hizo química fue con el Dr. Manuel Velasco Suárez, primo de su amigo Adolfo Suárez Rivera.
“Falleció en un hospital de la ciudad de México, donde estuvo internado las dos últimas semanas por deficiencias pulmonares y renales, problemas en las coronarias y en las carótidas y una prolongada diabetes.
“Sus restos fueron trasladados a la Catedral de San Cristóbal en donde fueron expuestos a la oración de los fieles y a la despedida de las comunidades eclesiales de base.
"Antes se le hizo homenaje de cuerpo presente en la capilla del Centro Universitario Cultural de Copilco, ahí estuvieron presentes varios de sus amigos como el periodista Miguel Ángel Granados Chapa, y sus hermanos dominicos Pablo Romo Cedano, Coordinador del Observatorio de la Conflictividad Social en México, Luis Arriaga, director del Centro Pro de Derechos Humanos, Miguel Concha, director del Centro Fray Francisco de Vitoria, así como su ex vicario y hoy prior de la Orden de Predicadores Menores Gonzalo Ituarte, además de obispo Raúl Vera.
“Fue sepultado precisamente y tal y como era su voluntad en la catedral San Cristóbal de las Casas, donde vivió la mitad de su vida.
“Monseñor Samuel Ruiz, el Tatic (padre en lengua tzotzil) o El Caminante o simplemente don Samuel, o Sami- como le llamaban sus padres, doña Lupita y Maclovio, fue un personaje controvertido –sin duda-, pero –eso sí- fuertemente comprometido con sus convicciones pastorales. ¡Nadie lo duda!
“Nació en Irapuato, Guanajuato el 3 de noviembre de 1924, vivió su infancia en esa ciudad, realizó sus estudios en el Seminario de León; fue ordenado presbítero el 2 de abril de 1949.
“La suerte lo llevó a estudiar un doctorado en Teología y Sagrada Escritura en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma.
“En 1954 regresó a León, Guanajuato y al poco tiempo fue designado rector del seminario. Cinco años, el 14 de noviembre de 1959 fue nombrado Obispo de Chiapas nada menos que por Ángelo Giuseppe Roncalli, llamado Juan XXIII –el Papa bueno- y consagrado el 25 de Enero de 1960. ¡A los 35 años era ya el más joven obispo de México y quizá del mundo!”.
Y es que Samuel Ruiz irradió una pastoral muy particular, que le hizo popular en todo el mundo católico, en especial entre los partidarios del Concilio Vaticano II, y fue quizás al haber asistido a las 4 reuniones convocadas por Roncalli entre 1962 y 1965, en Roma. Ese concilio le dejó una profunda huella que lo marcaría toda la vida, y que años después le generaría muchos problemas.
A su llegada a Chiapas, el joven obispo dio un tremendo giro, borrando casi por completo la obra de su predecesor, don Lucio Torreblanca y Tapia.
Su obra fue titánica. Su guía fue el documento de las misiones aprobado, en el Concilio Vaticano II que, ‘frente a la evangelización tradicional, que obliga al indígena a vivir su fe con esquemas y valores extraños, abrió las puertas a las iglesias autóctonas, aquellas cuya forma de ser y de reflexionar sus signos culturales, son el cauce donde la fe se encarna’.
Gracias a ellos logró insertar a la iglesia jerárquica en las culturas indias. Y pudo conseguirlo gracias el contacto directo con comunidades indígenas; la realidad lo transformó. Se empecinó en leer el Evangelio en la piel morena de tzotziles, tzeltales, ch’oles, toj’olabales, catchiqueles y lacandones.
A don Samuel casi siempre le tocó remar contracorriente, no solo frente a las instituciones del gobierno mexicano sino, sobre todo, ante sus hermanos de la CEM, y con los jerarcas de la Santa Sede.
Y es que la alta jerarquía –salvo excepciones- nunca vieron con buenos ojos sus ‘desviaciones doctrinales’, ni su pasión por La Teología de la Liberación, ni su apego por la pastoral indígena, ni muchos menos que mediara con el problema de refugiados guatemaltecos, ni aquella que hiciera entre la guerrilla del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) – a través de la Comisión Nacional de Intermediación (Conai) y el Gobierno mexicano de Carlos Salinas de Gortari y de Ernesto Zedillo Ponce de León.
Por cierto fueron evidentes las diferencias con el EZLN, después se reconoció. Hay que decir que sin la intervención de don Samuel y su equipo eclesial no hubo un derramamiento de sangre, de proporciones incalculables, no sólo en Chiapas, sin el país. Quizás esa fue su mayor contribución junto con la mediación con los refugiados guatemaltecos.
Girolamo Prigione, por ejemplo, primer delegado papal y después nuncio apostólico intentó destituirlo sin éxito. El caso fue muy interesante, tuve una larga entrevista con mi amigo Antonio Roqueñi Ornelas, entonces apoderado legal de la Arquidiócesis Primada de México.
Por cierto Monseñor Pietro Parolin estaba en México entonces como secretario o asistente del turinés. Y claro que don Samuel al instauró una pastoral fundamentada en el hombre y concretamente en el hombre indio. Se ganó la antipatía de los “ladinos” que conformaron un movimiento denominado: “Auténticos Coletos”, que se encargó de difamarle inclusive de desear su muerte.
Lo que si fue bien visto por el gobierno del presidente Felipe Calderón fue su intervención en la Comisión de Mediación (COMED) con el Ejército Popular Revolucionario; cuando el grupo armado demandó la presentación con vida de dos de sus militantes: Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez, detenidos y desaparecidos en Oaxaca el 25 de mayo del 2007.
Gracias a ello se dio una tregua con el grupo armado; por cierto, el EPR le envió un comunicado al obispo tres días antes de su muerte donde le reconocen su espíritu humanista y su reconocida trayectoria, y le remarcan que le están “sinceramente agradecidos y esperamos su pronta recuperación en beneficio de quienes le quieren, le admiran, le respetan y de usted mismo”.
Y el día de su deceso le dicen: “jamás olvidaremos sus nobles esfuerzos por exigir la presentación con vida de nuestros dos compañeros”. A raíz de su muerte el presidente Calderón y su esposa Margarita Zavala emitieron un comunicado donde le reconocen a don Samuel su esfuerzo “por construir un México más justo, igualitario, digno y sin discriminación, en el que las comunidades indígenas tengan voz y sus derechos y libertades sean respetados por todos (….) tuvo la virtud de ser congruente entre lo que pensaba, decía y hacía; fue una persona que se condujo siempre con integridad y rectitud moral”, subraya el texto.
La comisión Permanente del Congreso de la Unión, guardó un minuto de silencio en su memoria, senadores y diputados reconocieron “su disciplina, entrega y compromiso en su trabajo siempre en beneficio de la población indígena, gente de escasos recursos o en situación de desamparo”.
La CEM emitió un comunicado donde señalan que piden “por su eterno descanso con la esperanza de estar gozando de su presencia”.
Y muchos, muchos lamentaron su pérdida, algunos de ellos hace años pedían su cabeza.
¡Cómo es la vida!
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