2 abr 2017

“Ya nadie puede callar a las víctimas”...Sicilia


Revista Proceso # 2109, 2 de abril de 2017..
“Ya nadie puede callar a las víctimas”/JOSÉ GIL OLMOS
Preocupado por el avance que ha mostrado en seis años la impunidad del crimen organizado y la complicidad que éste ha mantenido con autoridades de todos los niveles, Javier Sicilia lamenta que el gobierno federal consiguiera dividir el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad. Sin embargo, celebra que ahora muchas víctimas de la violencia y sus familias están “empoderadas” como defensoras de derechos humanos, y considera que nadie va a detenerlas. De hecho, dice, sólo los movimientos ciudadanos pacíficos pueden lograr un cambio de fondo en el país.

A seis años de la fundación del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (MPJD) que aglutinó a miles de familiares de desaparecidos y víctimas de la guerra contra el narcotráfico, Javier Sicilia expresa con preocupación el avance del narcoestado en todo el país, el desinterés de autoridades y partidos políticos en atender la tragedia nacional y, sobre todo, la intención de darle mayor fuerza a los militares con la Ley de Seguridad Interior, lo que, asegura, crearía “un estado de excepción”.
En una pausa que se da en los trabajos de exhumación de los cuerpos en las fosas de Tetelcingo y Jojutla, Morelos, el poeta advierte que lo más evidente en estos últimos años ha sido el crecimiento brutal del crimen, así como del número de desapariciones, extorsiones y de las redes de trata de personas.

“Estamos peor que antes. El gobierno de Enrique Peña Nieto tiene ya 96 mil asesinatos en lo que va de su sexenio… más los 100 mil que dejó Felipe Calderón. En cuanto a las desapariciones, esta administración empezó señalando que había 26 mil y ahora esa cifra la dejaron inmóvil mientras que los familiares de las víctimas seguimos descubriendo fosas y más fosas, sin que las autoridades hagan una contabilidad mínima”, subraya el escritor.
A pesar de la creciente gravedad de esta situación y de los peligros que enfrentan las víctimas y sus familiares, Sicilia afirma que ya nadie las va a detener ni a callar, porque seguirán abriendo las fosas que sea necesario sin el apoyo de las autoridades, que siguen indolentes.
“Vamos a seguir siendo la voz de los desaparecidos, de los asesinados, las voces que señalan a un gobierno absolutamente corrupto y criminal”, sostiene.
El 28 de febrero de 2011 Sicilia perdió a su hijo Juan Francisco. Su cuerpo fue encontrado junto con otros seis en un auto en Temixco, Morelos. A partir de entonces se convirtió en una de las voces más representativas de miles de víctimas de la violencia atizada por la guerra contra el narcotráfico. Durante los primeros tres años, el MPJD realizó tres caravanas para visibilizar a las víctimas, dos de ellas en territorio nacional y la otra en los Estados Unidos.
Los integrantes del movimiento obligaron al presidente Felipe Calderón a participar en un diálogo público transmitido por los medios. En los preámbulos de la elección presidencial de 2012, también forzaron a los candidatos a escuchar sus demandas de justicia.
“El movimiento visibilizó lo que el gobierno y el crimen organizado habían negado: les dio voz a las víctimas y las convirtió en sujetos sociales a quienes les habían borrado sus derechos civiles y constitucionales. El movimiento se los devolvió y ahora es muy difícil que puedan callar a una víctima”, sostiene Sicilia, quien encabeza los trabajos de exhumación en las fosas clandestinas en Morelos, a pesar de la resistencia del gobernador Graco Ramírez.
En 2012 los integrantes del MPJD entregaron al gobierno de Calderón y a todos los candidatos a la Presidencia, incluyendo a Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador, un pliego con varios puntos fundamentales para enfrentar la violencia y la descomposición en el país: justicia para las víctimas, seguridad ciudadana, combatir la corrupción y la impunidad, combatir la raíz económica y las ganancias del crimen, atender a la juventud, recuperación del tejido social, democracia participativa y democratización en los medios de comunicación.
Sicilia advierte que no cumplieron, sólo simularon: “No hicieron caso. Llegaron al poder, nos dieron esa Ley de Víctimas que no ha funcionado y no hicieron nada sobre las líneas de justicia y reparación de daños; no hicieron nada en seguridad ciudadana y el resultado han sido las masacres que hemos visto y la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa. Lo único que han hecho es encubrir al Ejército, cubriendo el crimen, echándole tierra y desapareciendo a más jóvenes”.
Señala que la propia ciudadanía, especialmente las propias víctimas ya empoderadas como defensores de derechos humanos, ha empezado a realizar una labor que es responsabilidad del gobierno: buscar las fosas clandestinas e identificar en ellas a los desaparecidos.
“Aquí en Morelos descubrimos dos fosas, la de Jojutla y la de Tetelcingo, a pesar de la oposición del gobierno de Graco Ramírez. Tuvimos que presionar y en la fosa de Tetelcingo descubrimos por lo menos a seis personas que eran buscadas. Estamos hablando de desaparición forzada porque esos cuerpos los tenía la fiscalía de Morelos. Este 28 de marzo, cuando se decreta por ley el Día de la Víctima, se estaban desenterrando los cuerpos en Tetelcingo y después en Jojutla”, puntualiza Sicilia.
Estado de excepción
y totalitarismo
En la entrevista, Sicilia afirma que hace seis años ya se tenían casos de corrupción entre funcionarios pero ahora es evidente que se agravó la situación y tenemos un narcoestado: “Un Estado de narcos que, además, quiere imponernos la represión con la Ley de Seguridad Interior. En 2006 Calderón creó un estado de excepción sacando a las calles al Ejército, pero ahora siguen intentando con más fuerza legalizar ese estado de excepción con esa ley de seguridad”.
En contra del discurso oficial de que el Ejército es fundamental en las labores de seguridad pública, el escritor y activista asevera que hay una relación directa entre el aumento de la criminalidad y la presencia de los militares en las calles, así como mayores índices de colusión y de corrupción de las instituciones. Como ejemplo de ello cita el caso de Ayotzinapa, en el cual están involucradas toda la clase política y la estructura de la partidocracia.
Sin embargo, el escritor advierte que ahora, con este intento de aprobar la Ley de Seguridad Interior, estamos frente a la amenaza de un totalitarismo de nuevo cuño:
“Antiguamente los totalitarismos eran ideológicos; este es un nuevo totalitarismo basado en el crimen organizado, en la depredación de la ciudadanía y de sus territorios. A eso estamos llegando. Por eso debemos impedir que esa Ley de Seguridad Interior pase, no podemos aceptarlo, hay que exigir que el Ejército regrese a sus cuarteles, no legalizarlo en la calle para que aumenten las desapariciones forzadas. Nos quieren acabar de amordazar y generar un estado de terror absoluto e imposible de solucionar.”
–Se nota que el crimen organizado ha ido avanzando en el país, tiene controladas zonas, territorios completos en donde la única autoridad son ellos.
–Así es. Si los grupos criminales operan como lo están haciendo es porque las autoridades los dejan; y esos que están arriba están enquistados en las partidocracias y en las estructuras del Estado. Así funcionan.
“A conquistar las urnas”
El poeta recuerda que en 2011, durante una de las paradas de la Caravana del Sur en Coatzacoalcos, Veracruz, donde sufrió una emboscada, dijo que el MPJD sería el último no violento y posteriormente surgieron las autodefensas armadas de Michoacán.
Seis años después y ante la imposibilidad de crear un frente unido de todas las organizaciones de víctimas, prevé la posibilidad de que aumente la violencia pero desde la ciudadanía:
“Creo que si no caminamos juntos en esta reserva moral que hay entre el MPJD, el zapatismo y el proyecto Por México Hoy del ingeniero Cárdenas, la violencia en la ciudadanía va a crecer ante la imposibilidad de encontrar otra ruta de acción pacífica. Esto va a ser un infierno que todavía no nos imaginamos.”
Por eso propone la cohesión de todos los movimientos pacíficos para conquistar las urnas electorales y llegar a un nuevo pacto social, con nuevas reglas y rompiendo toda complicidad entre autoridades y crimen organizado, porque ésta genera más impunidad.
–¿Por qué no se logró esta unidad de todas las organizaciones de víctimas?
–El Estado ha sido muy hábil no sólo para infundir miedo, sino para dispersar o fragmentar los grandes movimientos políticos y sociales. En el caso del MPJD lo fracturó, dividió a las víctimas, comenzó a negociar con cada una de ellas y las contrapuso hasta el grado de fragmentarlas en muchos grupos.
–¿El Estado mexicano usa el miedo para gobernar?
–Creo que sí. El estado de inseguridad en el que nos han metido, la incapacidad de controlar la seguridad, las escenas que vemos de muertos, de tiroteos donde mueren civiles en enfrentamientos con el crimen organizado, generan un estado de terror. Por eso quieren imponer la Ley de Seguridad Interior, para continuar el estado de terror en el que nos han metido desde 2006, pero de una manera legalizada.
El poeta y colaborador de Proceso señala que el movimiento de padres de los estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos no entendió lo que ya había logrado el MPJD porque sólo se concretaron a la defensa de 43 normalistas en lugar de empujar una agenda más amplia que incluyera a miles de familias de muertos y desaparecidos.
“Además, se metieron a negociar en lo oscurito con el gobierno cuando deberían haberlo sacado a la luz pública para que éste explicara no sólo el caso de los 43 estudiantes de Atyotzinapa, sino el de todos los demás desaparecidos. Esta fragmentación fortalece a la partidocracia y al Estado porque es más fácil negociar con unos cuantos y contrapuntear a los demás.
“El síndrome de la víctima es muy fuerte. La mayor parte de las familias no están politizadas y lo único que piden es justicia. Entonces, por buscar sólo justicia, perdemos la dimensión del problema y el gobierno lo aprovecha para facturar el movimiento.”
–¿En el caso de Andrés Manuel López Obrador, después de la confrontación que tuvo en Nueva York con el papá de uno de los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, crees que aún es tiempo para que rectifique su discurso respecto de las víctimas?
–No se trata del discurso, sino de la forma en que está operando, que es igual a la de toda la partidocracia. Está actuando con pragmatismo al dejar entrar en su partido a todo tipo de criminal o convirtiendo a gente a la izquierda cuando no lo es. Actúa como si fuera un santo o una especie de mesías que sólo diciendo que si él es honesto –eso es evidente, es honesto–, todos los demás se vuelven honestos al entrar a su partido.
Sicilia duda que el líder de Morena sea de izquierda, lo considera “un viejo priista nacionalista” que procede con el pragmatismo que han usado todos los partidos. Recuerda el encuentro que integrantes del MPJD tuvieron en 2012 en el Castillo de Chapultepec con López Obrador:
“No le interesamos, nunca le hemos interesado. El desprecio con que nos trató en el Castillo de Chapultepec, cuando fue el dialogo con los candidatos, fue el mismo que tuvo con el papá de uno de los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa. La misma falta de empatía. Con esa gente no queremos nada porque se basa en los mismos vicios que tienen las otras partidocracias. Necesitamos algo nuevo, no el voto útil como el que se dio con Vicente Fox y que no sirvió de nada, el tema es estructural.”
Ante el desinterés de muchos de los actores políticos que quieren ganar la Presidencia en las elecciones de 2018, Sicilia destaca que sólo en el caso de Emilio Álvarez Icaza, que busca la candidatura de manera independiente a través de la organización Ahora o Nunca, existe la preo­cupación por los derechos humanos y lo tiene como principal tema en su agenda ciudadana.
Confía en que con el movimiento de Álvarez Icaza, junto el proyecto de Cuauh­témoc Cárdenas y el movimiento zapatista en Chiapas, se pueda construir una “reserva moral” de la que parta una corriente de cambio en el país, alejada de las plataformas de los partidos políticos.
En las elecciones de 2015 Sicilia propuso el voto blanco, que significaba la anulación del voto. Sin embargo, para 2018 cambió de posición para apoyar a Álvarez Icaza, al ingeniero Cárdenas y al zapatismo, que junto con el Congreso Nacional Indígena impulsa una candidata independiente.
“No queremos la violencia, no creemos en las revoluciones violentas. Queremos tomar lo que nos corresponde, que son las urnas. Éstas no son propiedad de la partidocracia, las urnas son de la nación, de la gente, de la vida política ciudadana, y no de los partidos que se han montado en las estructuras democráticas para destruirnos junto con los criminales. Tenemos que ir y conquistar lo que nos pertenece: las urnas y los procesos democráticos.”
–¿Hacia dónde va el país desde el punto de vista de las víctimas?
–Yo espero que haya una unidad nacional que nos lleve a encontrar la paz y la justicia, que las víctimas se den cuenta de esta dimensión y que volvamos a unirnos en una lucha política que transforme de raíz el problema y, así, podamos abrir todas las fosas, entregar los cuerpos identificados y hacer una verdadera sociedad ciudadana y una verdadera política democrática.
“Esa es mi esperanza con las víctimas, que nos lleve a esa justicia que la hemos tenido que arrancar con las uñas de la tierra al abrir las fosas, algo que el gobierno debería hacer”, manifiesta el poeta.

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