14 nov 2017

Yeidckol admira al verdugo de AMLO

#SÓLOPARAINICIADOS
Yeidckol admira al verdugo de AMLO/Juan Bustillos 
Impacto, 12 de Noviembre de 2017
Andrés Manuel López Obrador debe tomarlo con calma y no hacer un entripado que repercuta si no en su salud física, sí en la emocional; debe contar hasta 10 y respirar e inhalar profundamente antes de abrir la boca y que la rabia lo impulse a decir una tontería descalificando a la Secretaria General de Morena, la senadora Yeidckol Polevnsky, porque la sospecha de una supuesta traición del personaje más presentable de su partido, aliándose a la “mafia del poder”, puede pegarle, directamente, en el corazón.
Y es que los calurosos abrazos y el beso en la mejilla que ante un par de centenares de “Hermanos Pumas” se dieron su segunda al mando en Morena y su verdugo en el sexenio de Vicente Fox, el que lo despojó del fuero constitucional en la Cámara de Diputados y que le pudo impedir su segunda participación en la lucha por la Presidencia de la República en 2006, Rafael Macedo de la Concha, tiene más que ver con la falta de memoria de Yeidckol Polevnsky que con una posible traición, supongo.

Desde luego, Yeidckol no puede alegar, en su favor, ignorancia política, pues en 2005 ya era un personaje relevante de la izquierda; fue quien compitió por el PRD, contra Enrique Peña Nieto, en la lucha por la gubernatura del Estado de México; en 2006 fue electa senadora de la República.
Andrés Manuel debe entender que los abrazos, el beso en la mejilla y las amplias sonrisas que la Secretaria General de Morena prodigó a quien fue procurador general de la República en el sexenio de Vicente Fox fueron producto, más que de la traición consciente de la senadora, de la cortesía obligada aún entre contrarios o de la emoción que produce ingresar en la Hermandad Puma, que conduce ese maestro de las relaciones públicas que es Alejandro González.
La emoción que la desbordaba fue evidente en los minutos que el general Macedo de la Concha tardó en calzarle la chamarra azul y oro de la Hermandad Universitaria Puma.
Digamos que el comportamiento de Yeidckol el jueves pasado, en el club social de la Marina Armada de México, al ingresar a la Hermandad, no se puede comparar con la rebeldía de Ricardo Monreal, a quien, para calmarlo, Andrés Manuel  le ofrece la zanahoria de sucederlo al frente de Morena; tampoco con la descarada traición del senador moreno Zoé Robledo Aburto, que ofreció un penoso espectáculo simulando tender una trampa a José Antonio Meade cuando en realidad le colocó una alfombra para que  revelara que siendo secretario de Hacienda del panista Felipe Calderón votó, en 2012, por el priísta Peña Nieto.
EL DESAFUERO DE AMLO
Es cierto; no resulta fácil entender por qué razón Yeidckol, que es tan importante en la estructura de Morena, expresó, sin cortapisas, su orgullo por estar con un hombre al que “admira y respeta” (así dijo), a menos que ignore lo ocurrido en 2005, cuando el Poder Judicial de la Federación ordenó a la PGR iniciar el proceso de desafuero del entonces jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, a fin de que respondiera ante un juez por violar un amparo.
Desde donde se mire, resulta incomprensible que ella, precisamente ella, la número dos en la nomenklatura de Morena, respete, admire y se deje investir, como “Hermana Puma”, por el ex procurador general de la República de Vicente Fox, que encabezó la lucha jurídica para despojarlo del fuero constitucional en la Cámara de Diputados a su jefe político.
Sin fuero constitucional, y a punto de comparecer ante un juez que lo hubiese sujetado a proceso penal por violar, reiteradamente, el amparo a favor de los propietarios del predio “El Encino”, Andrés Manuel habría estado impedido de ser candidato del PRD a la Presidencia de la República.
Por eso, el jueves, cuando, sin ocultar su entusiasmo y emoción, Yeidckol avanzó, presurosa y emocionada, a los brazos del general Macedo de la Concha para estamparle un sonoro beso en la mejilla, y quienes los rodeaban la escucharon decirle de su orgullo por estar al lado de un hombre al que “admiro y respeto”, me pregunté si estaba presenciando un acto de traición o sólo un episodio de desmemoria.
PURA VANIDAD
Creo que López Obrador no debe pensar en una u otra explicación, sino en la vanidad que provoca a quien sea, por más curtido que esté en lides políticas, ingresar a la Hermandad Universitaria Puma y que un grupo conspicuo de personajes de la política, militares de alta graduación, académicos de fama mundial, políticos y periodistas de primer nivel, lo reciba, como par, con aplausos cariñosos.
La dirigente de Morena estaba obligada a recordar, de inmediato, las escenas históricas de aquel 5 de abril de 2005 que tuvieron de protagonistas, en la Cámara de Diputados, a López Obrador y, en representación de la PGR, al ex subprocurador Carlos Vega Memije y a Marisela Morales, por aquel entonces Titular de la Unidad Especializada en Investigación de Delitos Cometidos por Servidores Públicos, luego Subprocuradora de la SIEDO, después  procuradora general de la República y  hoy cónsul en Milán.
Cuando asestó un beso en la mejilla del general Macedo y le dijo cuánto lo admira y respeta, Polevnsky debió recordar que ya sin fuero constitucional que lo protegiera, su actual jefe estaba listo para ser presentado ante un juez a responder por la violación del amparo, pero ocurrió que, el 20 de abril, los entonces diputados panitas Gabriela Cuevas y Jorge Lara se presentaron a pagar la fianza de 2 mil pesos para evitar que López Obrador se convirtiera en “víctima”.
Andrés Manuel se enfureció y, muy a su estilo, calificó el pago de la fianza como “un acto cobarde”. Poco después, el juez hizo maromas para cancelar la fianza.
El 24 de abril, las huestes perredistas tomaron la Plaza de la Constitución; López Obrador calculó que un millón de personas estuvo ahí a apoyarlo. Ante ellos pronunció un discurso inolvidable:
“Los últimos acontecimientos están reafirmando lo que sostuvimos desde el principio, que el asunto con que se fueron no es de naturaleza jurídica, sino política, inhabilitarme políticamente para que mi nombre no aparezca en las boletas electorales de 2006; por esa razón, mucha gente que no milita en mi partido, el PRD, se manifiestan abiertamente contra un retroceso democrático y a nuestros adversarios les produce un miedo irracional que podamos llevar a la práctica un proyecto alternativo de nación… y finalizando: Los quiero desaforadamente”.
LA CORTE NALGUEÓ A FOX
Fox entró en pánico. Traicionó al general Macedo de la Concha, que se había concretado a cumplir el mandato del Poder Judicial de la Federación que le ordenó promover, ante el Congreso, el desafuero de López Obrador, so pena de ser destituido e ingresado en la cárcel si no actuaba conforme se lo ordenaba.
Una vez concluido el proceso de desafuero, Fox lo quitó de la PGR y lo envió a Roma a reabrir la agregaduría militar, pero, por aquello de las dudas, el Presidente envió, además, al Congreso un proyecto de ley proponiendo que no perdieran sus derechos políticos quienes estuvieran bajo proceso. La finalidad era que si López Obrador caía en las manos del juez pudiera ser candidato presidencial. La iniciativa aún duerme en los archivos del Poder Legislativo por absurda.

Y para que no quedara duda de los temores de Fox, el sucesor de Macedo de la Concha, el nuevo procurador, Daniel Cabeza de Vaca, se apresuró a retirar los cargos contra el ex jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal.

Poco después, en su informe como presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Mariano Azuela le dio de nalgadas a Fox por permitir que la estrategia del secretario de Gobernación de pagar la fianza de AMLO evitara la acción de la justicia.

Habló del incumplimiento de sentencias y de resoluciones, y recordó que “al Poder Judicial de la Federación no le puede pasar inadvertido que en el presente año, con motivo de una resolución con valor de cosa juzgada, de un Tribunal Colegiado de Circuito que determinó que se había dado una violación a la suspensión dándose vista al Ministerio Público, se produjeron situaciones que se apartaron de esos principios”.

Fox hizo como que no entendió que Azuela le reclamaba que la PGR no hubiese presentado a López Obrador ante un juez a responder por la violación del amparo.

Yeidckol estaba obligada a saber que mientras abrazaba, besaba al general Macedo y se dejaba colocar la chamarra azul y oro de la Hermandad Puma, aquel episodio sirvió a López Obrador para fortalecer su teoría favorita del “compló” en contra suya, a cargo de la “mafia del poder”.

Quizás para ingresar a Morena, o ascender en el escalafón de la nomenklatura, sea obligatorio conocer la historia del jefe o, por lo menos, leer el discurso que pronunció López Obrador ante los diputados sosteniendo la teoría del “compló”.

Es memorable; incluso, se comparó con Francisco I. Madero: “Es un timbre de orgullo que se me juzgue como en otros tiempos se condenó a quienes han actuado en defensa de los derechos sociales, civiles y políticos. Por ejemplo, cuando la dictadura porfirista presintió que sería derrotada en las urnas por Francisco I. Madero decidieron sacarlo de la carrera presidencial inventándole cargos y conduciéndolo finalmente a prisión”.

Y es que “ya desde abril de 1910, para impedir su asistencia a la Convención Antirreeleccionista, se le había acusado de invadir un predio ajeno para robarse una carga de guayule. Cuando este cargo fracasó, por ridículo e infundado, se le acusó, ¡siendo ya candidato a la Presidencia de la República!, de proteger de la policía al orador Roque Estrada, quien había pronunciado un supuesto discurso injurioso en contra de las autoridades”.

No era para tanto; simplemente, López Obrador violó, reiteradamente, un amparo del Poder Judicial de la Federación que protegía los propietarios de un predio conocido como “El Encino”.
‘COMPLÓ’ EN LO OSCURITO

Había ocurrido que en Los Pinos hubo una reunión de Fox, del presidente de la Corte, Mariano Azuela, el secretario de Gobernación, Santiago Creel, y el procurador Macedo de la Concha.

Esto permitió a Andrés Manuel hablar ante los diputados del “compló”: “Días antes de iniciar el procedimiento en mi contra, en abril del año pasado, el presidente de la Corte acudió a un encuentro con el ciudadano Presidente para tratar este asunto, olvidándose de que su deber no es encubrir las arbitrariedades del titular del Poder Ejecutivo, sino el de proteger a los ciudadanos del atropello y del abuso”.

En septiembre de 2004, el procurador Macedo de la Concha negó que hubiera “mano negra” contra AMLO y que aquella reunión en Los Pinos, “en lo oscurito”, pudiera calificarse de compló. Muy al contrario, dijo que, en todo caso, “si lo tomamos como lo quieren tomar es al revés”.

Y ocurrió lo que ocurrió. Finalmente, López Obrador pudo competir contra Felipe Calderón gracias a que el entonces líder nacional del PAN, Manuel Espino, convenció a Fox del peligro de ayudarlo a “victimizarse”; el Presidente paralizó la acción del Ministerio Público, envió a Macedo de la Concha al exilio en Roma y el PAN mantuvo la Presidencia por unos cuantos votos, pero suficientes.

Todo esto, seguramente, olvidó Yeidckol cuando, emocionada, dijo admirar y respetar a quien puso la cabeza de su jefe en la guillotina de los diputados.

Lo lamentable es que quizás Andrés Manuel López Obrador olvide que abrazó y besó a su verdugo, pero que además le expresó su admiración y respeto.

Es decir, quizás a partir de hoy nunca más le conteste el teléfono como a todos aquellos que lo disgustan por tener pensamiento propio.




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