Doce horas de insultos, golpismo y chantajes: La ominosa toma de San Lázaro/
JESUSA CERVANTES
Revista Proceso # 2199, 22 de diciembre de 2018.
El viernes 21 ardió la tribuna de San Lázaro durante la sesión en la que debió aprobarse el Presupuesto de Egresos de la Federación 2019. Mientras que los priistas –apoyados por los panistas– increparon a los morenistas, en las inmediaciones del recinto parlamentario 26 organizaciones campesinas priistas cercaron la zona y mantuvieron como rehenes a los diputados y trabajadores durante 12 horas. Al final lograron su cometido: sabotear la discusión sobre la Guardia Nacional y arrebatar más fondos para el campo.
El primer paquete económico del gobierno de Andrés Manuel López Obrador –que debe aprobarse a más tardar el lunes 24– incendió San Lázaro. El viernes 21 poco más de 17 mil campesinos cerraron todos los accesos al palacio legislativo y durante 12 horas tomaron como “rehenes” a los diputados y trabajadores en demanda de mayores recursos.
Y aun cuando el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) generó conatos de violencia entre campesinos y los integrantes de la LXIV Legislatura, el fuego político se prendió desde el martes 18, cuando entre manotazos, gritos, jaloneos y arrebatos verbales los legisladores llegaron al límite al discutir la Ley de Ingresos.
En ambos momentos, el PRI fue el protagonista: en cuanto a la Ley de Ingresos, demandó desde tribuna eliminar el impuesto a los combustibles, que incide directamente en el aumento al precio de las gasolinas, y en “la toma” de San Lázaro del viernes 21 movilizó a sus huestes campesinas.
La liberación de las 15 entradas a la Cámara de Diputados por los manifestantes coincidió con el desistimiento de aprobar, la tarde del sábado 22, la creación de la controvertida Guardia Nacional. Sin embargo, las bancadas del PRI y del PAN aseguraron que nada tuvo que ver “bajar” la Guardia Nacional con el bloqueo campesino.
Dijeron que jamás podrá sostenerse que los priistas condicionaron entregar a Morena los votos necesarios para realizar los cambios constitucionales y dar paso a la Guardia Nacional a cambio de mayores recursos para el campo. Según ellos, no hubo trueque.
“Caminan en carriles distintos”, sostuvo el diputado Ismael Hernández Deras, dirigente nacional de la Confederación Nacional Campesina. En la discusión del año pasado, fue él quien presionó y demandó apoyos adicionales por 9 mil millones de pesos para el campo.
El panista Elías Lixa también rechazó que haya habido presiones e intercambios.
Con la cámara sitiada, cerca de las seis de la tarde del viernes 21 la Junta de Coordinación Política (Jucopo) se reunió para discutir sobre la Guardia Nacional. “No es bueno aprobar la (creación de la) guardia en medio de la discusión del presupuesto”, dijo uno de los diputados, quien pidió no mencionar su nombre.
Al final, después de 12 horas, los campesinos de filiación priista abrieron las puertas de San Lázaro y dejaron salir a los trabajadores legislativos, tranquilizaron a los integrantes de la LXIV Legislatura y se fueron “con la promesa de ajustar cifras para el campo”, comentó Jorge de la Vega, integrante del Frente Auténtico del Campo, que llevó a 16 mil afiliados al cerco de la Cámara de Diputados.
Ramírez Cuéllar y los caballos
El 10 de diciembre de 2005 Alfonso Ramírez Cuéllar –quien hoy es presidente de la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública– logró entrar a la Cámara de Diputados montado en un caballo y acompañado de algunos burros. Su motivación entonces fue la demanda de más recursos para el campo. En esa época se discutía el PEF para 2006.
Ramírez Cuéllar fue detenido por elementos de vigilancia de San Lázaro a unos pasos del recinto parlamentario; 13 años después, ya como diputado federal morenista, tuvo que enfrentar a las 26 organizaciones que sitiaron la Cámara de Diputados.
Primero se le recortaron al campo cerca de 20 mil millones de pesos; ahora, Ramírez Cuéllar tuvo que negociar con los representantes de las organizaciones campesinas y prometerles una redistribución del gasto.
Desde las cinco de la mañana, las organizaciones procedentes de Hidalgo, Puebla y el Edomex se instalaron en las calles aledañas al recinto de San Lázaro: las de Zapata, Sidar, Rovirosa, Congreso de la Unión y Eduardo Molina.
Dejaron ingresar a diputados, trabajadores y reporteros, pero a las 10 de la mañana los integrantes de la Unión General de Obreros Campesinos y Acciones Populares, el Congreso Agrario Permanente, la Central Campesina Independiente, el Consejo Nacional Agropecuario, la Unión de Productores Pecuarios, la Vanguardia Juvenil Agrarista, la Unión Agrícola de Sinaloa, las Uniones Agrícolas de Sonora, la Unión Nacional Integradora de Organizaciones Solidarias y Economía Social, el Frente Revolucionario de Trabajadores Campesinos, así como mujeres campesinas, clausuraron las 15 entradas.
En el recinto, el presidente de la Mesa Directiva, Porfirio Muñoz Ledo, arrancó la sesión. En el inter hubo un conato de enfrentamiento entre el diputado priista Ismael Hernández Deras e integrantes de resguardo de San Lázaro, quienes trataron de impedir que se facilitara el ingreso de algunos campesinos. A pesar del forcejo, Hernández Deras lo logró y las puertas centrales del edificio “A”, donde se encuentra el salón de sesiones, se sellaron.
Muñoz Ledo dijo entonces desde la tribuna:
“Hemos tenido desde hace años agresiones de grupos que pretenden entrar al recinto. Esto no lo han logrado, tenemos videos… lo que podemos ver es que un grupo de diputados están haciendo presión sobre los guardianes que están en la puerta para que pasen al interior del recinto de esta cámara estos antorchistas. Ya identificamos a dos, tres de ellos. El primero es nuestro buen amigo: Ismael Hernández Deras, y hay otros.”
Este último llegó al recinto, pidió la palabra y encendió la tribuna; lo acompañaban sus compañeros de partido, quienes lo flanquearon: “¡El campo es primero, el campo es primero, el campo es primero!”.
Los ánimos se encendieron. Morenistas y priistas se gritaban entre las curules. Hernández Deras seguía en tribuna: “Este Congreso no puede ser de puertas cerradas. Hoy los patos le tiran a las escopetas. Antes andaban a caballo abriendo las puertas de esta Cámara de Diputados…, y hoy lo estamos haciendo de manera respetuosa.
“O vamos por el campo o todas y cada una de las promesas que ustedes adquirieron durante la campaña y ahora no les estamos dando respuesta a los campesinos de… Es una traición al campo.”
El PAN lo secundó. Subió a tribuna el diputado Jorge Luis Preciado y se lanzó contra Morena: “No deben de espantarse por estas manifestaciones que hay allá afuera. Ustedes las provocaron. Le quitaron el presupuesto al campo y la gente viene aquí a reclamar. Le quitaron el presupuesto a los municipios y los alcaldes vienen aquí a reclamar. Le quitaron el presupuesto a los gobiernos estatales y vienen los gobernadores a reclamar.
“No se asusten. Esto apenas empieza. Estaban acostumbrados a gritar y a que nadie les dijera nada. Hoy se tienen que aguantar; son la mayoría irresponsable…”
Afuera, integrantes de 26 organizaciones que demandan que les reintegren por lo menos 20 mil millones de pesos se desgañitaban gritando consignas.
Cerca de la una de la tarde salieron los líderes que habían sido recibidos por una comisión encabezada por los presidentes de las comisiones de Presupuesto y Agricultura. No aceptaron el encuentro, querían a la Jucopo.
Tuvieron que pasar 12 horas de la toma de San Lázaro. A las seis de la tarde la Jucopo se reunió, abordó el tema de la Guardia Nacional y decidió retirarlo de la agenda del sábado 2. La animadversión subía de tono.
Luego, cerca de las ocho de la noche se sentaron los líderes campesinos con Ramírez Cuéllar y el presidente de la Jucopo, el morenista Mario Delgado. Los legisladores les ofrecieron hacer “ajustes”, aunque nunca se pusieron cifras sobre la mesa.
Entonces se abrieron las puertas de San Lázaro. Los primeros en salir fueron los trabajadores; atrás de ellos iban los diputados del PAN. Se notaban cansados, muchos no habían comido.
Mientras los líderes campesinos hablaban “en privado” con Ramírez Cuéllar y Delgado, se distribuyó un comunicado de última hora: la cancelación de la discusión y la aprobación de la Guardia Nacional, que se pasó para un periodo extraordinario a partir del 16 de enero. En el intermedio, según el comunicado, se escuchará a investigadores y se pedirá la visita de los titulares de las secretarias de la Defensa Nacional y de Marina.
Del manotazo a la agresión verbal
Fue una semana intensa para los legisladores.
El martes 18, el gasolinazo incendió también la tribuna de San Lázaro. Arrancaba la discusión de la primera Ley de Ingresos de Andrés Manuel López Obrador y el PRI, a través de su diputado Pablo Angulo Treviño, propuso eliminar el impuesto a las gasolinas, lo que avivó la discusión.
La propuesta enfrentó a morenistas y panistas, y generó conatos de enfrentamiento con los priistas. Por la tarde, la panista Cecilia Patrón Laviada dijo que su partido apoyaba al PRI; sus 70 compañeros blanquiazules se le sumaron: “¡Que baje la gasolina, que baje la gasolina, que baje la gasolina!”, gritaban.
Morena les respondió con su nueva bandera: “¡No más moches, no más moches!”, eliminando con ello gran parte del llamado Ramo 23, mediante el cual se asignaban programas especiales –entre los cuales, por cierto, también entran los del campo– y a la sombra del cual los legisladores que los gestionaban solían quedarse con “una comisión”; los llamados “moches”.
A Mario Delgado se le recordó su campaña contra el gasolinazo. Y eso exacerbó los ánimos. Gerardo Fernández Noroña explotó: les recordó al PAN y al PRI cómo desmantelaron Pemex y dejaron sólo el esqueleto. Panistas y morenistas se desgañitaban profiriendo insultos. Delgado aprovechó para reclamar al priista Carlos Pavón:
“Cálmate, cabrón, ¿eh?”; “Vete a la chingada”, respondió el aludido. Delgado aventó unas ligas a la cara de su interlocutor. El coordinador del PRI, René Juárez, presenció todo. Los priistas abandonaron el salón de plenos.
La presidenta en turno, Dolores Padierna, decretó un receso. Se levantó de su curul y se dirigió a un costado. Panistas y morenistas tomaron la “presidencia”, a punto de los golpes.
Se escucharon gritos contra Padierna. Sus correligionarias de Morena la arroparon al grito de “¡Dolores, Dolores! ¡No estás sola, no estás sola!”
Los jaloneos seguían en la presidencia, en la tribuna y en la parte baja del salón de plenos. Las diputadas de Morena Irma Juan Carlos e Inés Parra Juárez se zarandeaban con la panista Ana Paola López Birlain.
Nadie se movía de su lugar. Pasada la media hora, los legisladores que exhibían los carteles de “No a los moches” y “Que baje la gasolina” comenzaron a guardarlos.
La toma de San Lázaro del viernes 21 terminó. Los priistas exigieron poco más de 20 mil millones de pesos para el campo, la mitad de lo que le rebanaron al ramo de “los moches”, que pasó de 156 mil 463 millones de pesos a 112 mil 996 millones.
Pese al desbarajuste, la bolsa para calmar los encendidos ánimos de las organizaciones campesinas, las universidades y los presidentes municipales ya está desde el miércoles 19. Ese día, el pleno aprobó a propuesta de Morena de hacer un ajuste a la Ley de Ingresos por 23 mil 768 millones de pesos “y otras bolsitas más que tenemos por ahí”, dijo un miembro de la Comisión de Presupuesto. Un presupuesto que resulta incierto por las “sobreestimaciones” en los ingresos –como el ajuste de los 23 mil 768 millones de pesos– que el perredista Antonio Ortega tachó de “cuentas mágicas”.
Ego sum qui sum; analista político, un soñador enamorado de la vida y aficionado a la poesía.
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