En la ceremonia de toma de protesta legisladores panistas esperaban a Maduro con una manta de rechazo a su presencia en el País.
Cuando en su mensaje desde Tribuna, López Obrador agradeció su presencia a los jefes de Estado y representantes de varios países y mencionó a Maduro, los panistas gritaron "¡Dictador!" y colocaron una manta de protesta.
Los legisladores inconformes llegaron hasta abajo de la Tribuna, mientras la senadora morenista Lucía Trasviña intentaba tapar con su chal blanco la manta.
Temprano por la mañana, un grupo de ciudadanos también se manifestó afuera de la Cámara de Diputados en señal de protesta contra la visita de Maduro.
En tanto, los Presidentes de Honduras y República Dominicana llegaron tarde a la ceremonia de toma de posesión.
El Mandatario de Honduras, Juan Orlando Hernández, y el de República Dominicana, Danilo Medina, fueron recibidos por César Yáñez en el Sexto Grupo Aéreo.
Ambos arribaron a la Ciudad de México alrededor de las 11:00 horas y fueron llevados directo a de San Lázaro, donde López Obrador rindió protesta a las 11:20 horas. (Reforma.
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El ingeniero Cárdenas Solórzano sostuvo que habrá que esperar seis años para poder afirmar que este 1 de diciembre es el inicio de la llamada Cuarta Transformación. “Yo esperaba un momento en que pudiera darse un cambio en favor de México y los mexicanos. Yo espero que sean seis años de trabajo por la gente, que haya muchos cambios en favor de los mexicanos, pero habrá que esperar seis años”, señaló a la prensa en San Lázaro....
Acudió a la Cámara de Diputados como invitado a la toma de protesta del AMLO:.
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Las columnas políticas hoy, sábabo 1 de diciembre de 2018...
Templo Mayor/ Reforma,
LLEGÓ el día de Andrés Manuel López Obrador y, aunque muchos esperan anuncios espectaculares para marcar el inicio de la "Cuarta Transformación", hay quienes consideran que no habrá más de los ya hechos en meses anteriores.
LAS "CONSULTAS", la cancelación del NAIM, la desaparición del Estado Mayor, la creación de la Guardia Nacional, la venta del avión presidencial, el fin de las pensiones a los ex presidentes y la integración de un consejo asesor de "empresarios" con concesionarios de televisoras se dieron en el laaargo periodo de transición.
ASÍ ES QUE, a menos de que salga un as bajo la manga, la sorpresa de la arenga inaugural podría ser que ¡no haya sorpresas! Quienes han seguido de cerca el discurso del nuevo Presidente consideran que lo que trataría es mandar un mensaje de confianza a los mercados. Ya se verá.
NO ES por aguarle la fiesta a nadie, pero como que la toma de posesión del nuevo Presidente no generó el entusiasmo que se esperaba en otros países y la lista de invitados acabó teniendo un peso más bien ligero.
LAS PRINCIPALES figuras serán el vicepresidente Mike Pence y la primera hija de Estados Unidos, Ivanka Trump; el rey Felipe VI de España, y los presidentes de corte izquierdista como Nicolás Maduro y Evo Morales, dentro de un grupo que quedó con sólo 13 jefes de Estado, tras la cancelación de Daniel Ortega.
SE SABÍA que la ceremonia competiría con la reunión del G-20 en Argentina pero, aun así, llama la atención, por ejemplo, que Francia enviara a su ministro de Educación, Alemania al de Relaciones Exteriores y Reino Unido a su ministra de Salud.
YA SE verá si, más allá de lo protocolario, hay interés real de esos países en acercarse al nuevo gobierno. Pero eso se sabrá hasta que comiencen a agendar visitas de Estado o a invitar al Presidente a hacerlas.
TERMINÓ el ríspido periodo de transición en Veracruz en donde el gobernador entrante, Cuitláhuac García, y el saliente, Miguel Ángel Yunes, no se reunieron ni una vez.
CUENTAN por allá que al morenista ya le urgía terminar la transición y rendir protesta para poder emitir una declaratoria de crisis en materia de derechos humanos en la entidad, algo que su antecesor nunca estuvo dispuesto a hacer.
Y SE ANTICIPA que el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien realizará mañana su primera gira de trabajo del sexenio en Veracruz, respaldará esa medida de García, además de que anunciará varios proyectos federales que aterrizarán en esa entidad. A ver qué tal se escucha ese son.
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El mundo según AMLO/Jorge Ramos Ávalos
Reforma, 01 Dic. 2018
El nuevo presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), cree que Donald Trump es un "racista". Así me lo dijo en una entrevista en el 2017. Eso quiere decir que la luna de miel entre AMLO-Trump puede durar muy poco.
-¿Trump es racista? -le pregunté.
-Sí, sí. Él lo ha expresado -me dijo López Obrador-. Azuza el racismo. Sí. Está en contra de los extranjeros. Pero tampoco es que lo sienta así. Es una estrategia política. O sea, eso lo aclaro. Nos ha hecho mucho daño. A él le funcionó su estrategia, su xenofobia, su racismo. Así ganó. Y no lo supieron enfrentar.
-Es fuerte que usted le llame racista a Trump. -Sí, pero...
-Si usted llega a la Presidencia, eso va a generar enormes problemas.
-No, no tiene por qué. O sea, vamos a hablar con mucha claridad.
-Usted está llamando racista al presidente de Estados Unidos.
-Porque nos trata así. Y que no se olvide que México es un país independiente.
La pregunta es si López Obrador será el mismo político combativo que le llamó "racista" a Trump en mayo del año pasado -y que escribió un libro al respecto llamado Oye, Trump- o si va a tratar de llevarse bien con el Presidente estadounidense. Trump felicitó a AMLO en un tuit, tras su triunfo en las elecciones de julio, y ambos han evitado pelearse públicamente por el asunto de la construcción del muro fronterizo. Es una relación extraña: la nueva izquierda latinoamericana con la ultraderecha estadounidense.
El 64 por ciento de los mexicanos que vive en Estados Unidos y que votaron por correo en las pasadas elecciones en México lo hicieron por López Obrador. Y ellos esperan que los defienda frente a Trump y no los deje solos, como hizo Enrique Peña Nieto.
Pero lo interesante es que Trump y AMLO tienen una coincidencia sobre el tema migratorio. López Obrador quiere crear buenos trabajos en México para que los mexicanos no tengan que ir al norte mientras que Trump quiere evitar que entren nuevos inmigrantes. Ahí se vislumbra una posibilidad de trabajar juntos en lo que AMLO llama "cooperación para el desarrollo". Sin embargo, la llegada de las caravanas de centroamericanos a la frontera México-EU es la primera crisis que enfrentan conjuntamente los dos mandatarios.
La dura visión de AMLO sobre Trump no se extiende a Venezuela y Cuba. "¿Usted cree que Nicolás Maduro es un dictador?", le pregunté en la misma entrevista. "No lo voy a juzgar", me dijo.
-Hay violaciones a los derechos humanos, desmanteló la Asamblea. Hay decenas de muertos y de prisioneros políticos (en Venezuela).
-No quiero meterme en ese asunto -insistió AMLO.
-¿Por qué?
-Porque tenemos principios de política exterior: no intervención y autodeterminación de los pueblos.
Luego pasé al tema de Cuba. "¿Ya le podemos llamar a Raúl Castro dictador?", le pregunté. "Yo no le llamaría así", me respondió.
-Señor López Obrador, Cuba es una dictadura desde 1959. Él fue puesto por dedazo por Fidel en el 2008. Usted se quejó de los dedazos en México. ¿Por qué no quejarse del dedazo en Cuba?
-Mira, esas fobias, yo creo que tú estás en tu papel de periodista. Tienes el derecho a preguntarme todas estas cosas. Yo también tengo el derecho a no engancharme con esos asuntos.
Me parece totalmente inverosímil que un político latinoamericano de la talla de López Obrador no se atreva a decir en el 2018 que Cuba y Venezuela son dictaduras. Pero más que un compromiso tácito con sus ideologías podría ser, sencillamente, una cuestión práctica. "Que no se metan con nosotros", me dijo más tarde, a manera de resumen.
Todo parece indicar que una de las prioridades de López Obrador no será el defender los derechos humanos en el continente americano. La invitación a Nicolás Maduro a su toma de posesión -saboteando los esfuerzos internacionales para aislar diplomáticamente a la dictadura venezolana- demuestra el énfasis de AMLO: será México y no como líder hemisférico.
Hay un nuevo rumbo en México. Terminan 89 años dominados por dos partidos (PRI y PAN). Los mexicanos votaron por un cambio y aquí lo tienen. Hay muchas cosas que todavía no sabemos sobre López Obrador. Pero el poder, al final, siempre desnuda.
Posdata. Aquí pueden ver la entrevista con AMLO: https://bit.ly/2KpbrOI.
@jorgeramosnews
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Nueva era/Jorge Volpi
Reforma,
Este frenesí revela un impulso: dejar de hacer las cosas como se hacían antes
Andrés Manuel López Obrador recibe un país devastado. Un país destruido por la guerra contra el narco y la corrupción. Un país ensangrentado y lleno de rabia. Un país con un sistema de justicia hecho añicos. Un país donde el Estado de Derecho es una entelequia. Un país donde sigue habiendo millones sumidos en una pobreza obscena. Un país cuya desigualdad debería avergonzarnos. Un país que, a lo largo de los últimos 12 años, ha dejado de ser un país para convertirse en un campo de tiro. Un país destruido, desgajado, que sobrevive con respiración artificial.Ésta es la principal razón de su apabullante triunfo en las elecciones de julio: el hartazgo, el duelo y la ira. Tres razones, solo tres, de este estado de ánimo nacional: en 2006, sin consultárselo a nadie -decir esto hoy es importante-, Felipe Calderón lanzó los primeros operativos conjuntos que dieron lugar a la guerra contra el narco. Su resultado: 250 mil muertos. En 2014, 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa fueron desaparecidos por bandas criminales con la complicidad del Ejército y nuestros demás cuerpos de seguridad. Por último, la investigación titulada La estafa maestra reveló que la administración de Enrique Peña Nieto concibió un esquema de corrupción sistemática para sustraer recursos públicos por más de 7 mil millones de pesos.
En todos estos casos, el mismo resultado: la guerra contra el narco sigue cobrándose vidas sin que sepamos las razones y sin que la mayor parte de los culpables hayan sido detenidos o enjuiciados; la investigación de Ayotzinapa reveló un sistema de justicia que tortura y siembra pruebas, incapaz de desentrañar la verdad; y, de todos los involucrados en la Estafa Maestra, incluyendo a secretarios de Estado, ni uno ha sido procesado por la PGR. Tres ejemplos para concebir al México de hoy: el reino de la impunidad.
A lo largo de estas largas y absurdas semanas de interregno, López Obrador y su equipo han realizado un sinfín de anuncios: muchos de ellos apresurados, otros banales, otros imperfectos, otros imposibles. Muchos, también, que animan a la esperanza. Este frenesí revela, sin embargo, un impulso: el de cambiar las cosas. El de dejar de hacer las cosas como se hacían antes. El impulso que AMLO recibió en las urnas: el de hacer de éste, otro país.
Conviene darle oportunidad de poner en práctica sus proyectos, de verificar sus ideas en la práctica: darle el beneficio de la duda al drástico cambio que ha iniciado y que la mayor parte de la sociedad le ha exigido. Ello no significa dejar de evaluar cada una de sus medidas: significa reconocer la magnitud de los problemas, la forma como -en efecto- una camarilla se adueñó del país y la necesidad de desarticular una serie de prácticas ligadas con el abuso del poder. Significa darse cuenta de las oprobiosas condiciones de vida de millones y aceptar que López Obrador los ha colocado en el centro de su agenda. Significa apoyar la transformación necesaria y ponerle límites, eso sí, a cualquier iniciativa que la traicione.
De entre el alud de iniciativas, solo una me parece contraria al espíritu de la renovación: la Guardia Nacional, al menos como ha sido presentada hasta ahora. A diferencia de las demás ideas -con las que podemos simpatizar o no-, ésta no busca el anhelado cambio de régimen, sino que exacerba lo hecho por Calderón y Peña. Las críticas que ha recibido parecen haber causado efecto. En vez de imponerla, AMLO ha decidido someterla a consulta. No me cabe duda de que, como fue anunciada, debe ser rechazada a menos que quede bajo un mando civil.
Empieza, hoy, una nueva era. Los ciudadanos que exigimos el cambio debemos estar muy atentos a que el nuevo gobierno en verdad lo ejecute en beneficio de todos. Y esto solo se logrará si le exigimos a nuestro nuevo Presidente no solo el cumplimiento de sus promesas, sino un sistema de justicia en verdad independiente y confiable: la única forma de que dos de sus grandes iniciativas, la pacificación y el combate a la corrupción, puedan ser efectivas. Seamos más críticos y vigilantes que nunca, pero permitamos también que el cambio que anhelamos comience a ocurrir.
@jvolpi
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La tercera es...
SOBREAVISO / René Delgado
Reforma,
A lo largo del siglo, el electorado ha buscado una opción de poder capaz de aminorar la desigualdad y consolidar la democracia, bajo el amparo de una mayor justicia en una atmósfera de paz y seguridad. Darle perspectiva al país.
En las dos primeras oportunidades el resultado fue insatisfactorio -por no decir, fallido-, hoy arranca el tercer intento. Fallar esta vez sería en extremo delicado. El régimen de partidos se encuentra en crisis, el modelo económico cuestionado, la violencia criminal desatada, el principal socio extranjero desequilibrado, los mercados inquietos, el malestar social a punto de estallido y la polarización reanimada.
La decisión de ensayar otro derrotero se tomó en julio, ahora es menester formular votos porque el conjunto de los actores políticos y económicos entiendan la importancia de esta tercera alternancia, sin incurrir en revanchas y provocaciones, tropiezos y zancadillas, desbocamientos o frenos.
Perder esta oportunidad supondría abrirle la puerta a un problema nacional de una dimensión desconocida.
Con el inicio del gobierno de Morena, encabezado por Andrés Manuel López Obrador, concluye el recorrido del espectro de las tres principales fuerzas políticas. En el horizonte, por lo pronto, no aparece otra opción política.
Las dos anteriores alternancias en el poder presidencial resultaron frustrantes. Vicente Fox despilfarró el bono democrático y sembró la polarización que, armado y jubiloso, acendró Felipe Calderón. Contando con insuperables condiciones políticas, económicas y sociales, aquella alternancia no se irguió en alternativa. Fox no la enalteció, la rebajó a una cuestión de turno que, por su incapacidad, posibilitó el retorno del partido tricolor al Poder Ejecutivo.
Enrique Peña Nieto hizo de la oportunidad de oro de su partido, un plomo. De error en error, oscureció la leyenda negra del priismo. Del "roban, pero saben gobernar" la llevó al "no gobiernan, pero saben robar". No entendió, paradoja, el momento mexicano. Confundió acuerdo nacional con arreglo cupular; posturas con posiciones políticas; gobierno con administración; bienestar social con salud de indicadores macroeconómicos; poder con tener; lealtad con complicidad. No descifró el hartazgo ante la impunidad y la pusilanimidad, la corrupción y la inseguridad; la desigualdad y la pobreza. Saboteó así las reformas emprendidas.
Si Andrés Manuel López Obrador no desprende lección de los errores cometidos en aquellas alternancias y descuida el paso y ritmo en el campo minado por donde camina, la suya -aunque de signo distinto- terminará pareciéndose a las otras. Y, desde luego, una política de campanazo no garantiza construir un proyecto alternativo, como tampoco recuperar tradiciones conduce a la modernidad, ni polarizar favorece la reconciliación.
De tal dimensión es el ansia social por darle perspectiva al país que, esta vez, el electorado descartó equilibrar las fuerzas e incentivar el acuerdo entre los partidos. Desechó el gobierno dividido y entregó a un solo partido la mayoría en el Legislativo y, desde luego, el Poder Ejecutivo.
Esa circunstancia le da una ventaja con toque de arsénico a López Obrador. Lo despoja de pretextos para justificar en la resistencia la imposibilidad de concretar su proyecto, pero lo autoriza a hacer cuanto desea. Querer no es poder, poder no es imponer a como dé lugar, menos si pretende realizar cambios sin ruptura. Resistencia que no apoya, derrumba.
En esas condiciones, encontrar el equilibrio no es sencillo. Los desplantes de soberbia de algunos de sus aliados, colaboradores o allegados están a la vista, como también la tentación de avasallar al adversario o forzar ajustes. Frente a ello, están quienes aceptando el resultado electoral repudian la consecuencia política; quienes, desde el dogma neoliberal, critican el fanatismo; quienes, sin haber iniciado, ya pronostican el fracaso del sexenio; y quienes con candor le piden operar los cambios sin movimiento o lo instan a hacer lo de siempre, pero bien.
Vaya desafío para el jefe del Ejecutivo que reconoce el valor del tiempo y la velocidad en la acción política, pero debe correr con pies de plomo y guardar el equilibrio.
Paradójicamente -aunque, desde luego, con enfoques, modos y estilos distintos-, los protagonistas de las tres alternancias diagnosticaron y diagnostican la inseguridad, la corrupción, la impunidad y la desigualdad como los nudos a desatar. A su entender, Fox y Peña Nieto se declararon los abanderados del combate a esos cuatro males que tanto han dañado al país, como ahora lo hace López Obrador.
Fox propuso la reforma del Estado como instrumento para romper paradigmas, inercias y atavismos. Peña Nieto prometió transformar y mover a México, considerando que era tiempo de romper mitos y paradigmas, y todo aquello, decía, que ha limitado al país. Ahora, López Obrador, presume encabezar la cuarta transformación nacional, ofreciendo erradicar corrupción e impunidad, a su parecer, raíz de la desigualdad y la violencia.
El clamor nacional por reponer el horizonte y darle perspectiva al país quedó como el eco de un anhelo perdido en las dos primeras alternancias, hoy recobra fuerza, pero rebota entre la esperanza y la inquietud.
Si el diagnóstico es el mismo, la clave es el tratamiento y la medicina.
Arranca, hoy, la tercera alternancia. Mal resuelto, el desafío colocará al país no en el horizonte, sino en el límite. Andrés Manuel López Obrador tiene el poder. Depende de él, pero también del conjunto de los actores políticos y económicos.
· APUNTES
No por reciprocidad sino por elemental justicia, Luis Videgaray merece ser condecorado por los servicios prestados al gobierno... de los Estados Unidos.
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