La cámara oculta sale a la luz/
Los profesionales justifican su uso como instrumento para investigar asuntos de interés general y rechazan su utilización morbosa - Los jueces anteponen el derecho a la intimidad
ROSARIO G. GÓMEZ
Los profesionales justifican su uso como instrumento para investigar asuntos de interés general y rechazan su utilización morbosa - Los jueces anteponen el derecho a la intimidad
ROSARIO G. GÓMEZ
El País, 8/02/2009;
Las grabaciones camufladas no son sólo cosa de espías. Los medios de comunicación utilizan cada vez con más frecuencia la cámara oculta para acceder a informaciones, datos o documentos que, de otra forma, sería difícil obtener. Técnicas como ésta mantienen al rojo vivo el eterno debate sobre la colisión de dos derechos constitucionales: el de la libertad de información y el de la intimidad.
Las grabaciones camufladas no son sólo cosa de espías. Los medios de comunicación utilizan cada vez con más frecuencia la cámara oculta para acceder a informaciones, datos o documentos que, de otra forma, sería difícil obtener. Técnicas como ésta mantienen al rojo vivo el eterno debate sobre la colisión de dos derechos constitucionales: el de la libertad de información y el de la intimidad. La pugna entre ambos ha sido resuelta por el Tribunal Supremo. Ha ganado el primero. Pero el conflicto sigue abierto.
A menudo, la cámara oculta sirve para captar a los famosos en situaciones comprometidas, hurgar en su intimidad y exhibirla en programas del corazón. Otras, para poner trampas a políticos o empresarios. Es su cara más negra. Pero este instrumento también ha contribuido a destapar graves irregularidades, como las cometidas en la clínica barcelonesa Ginemedex, donde acudían a abortar mujeres fuera de plazos y supuestos legalmente establecidos. Es la cara positiva, tal y como explica la presidenta de la Federación de Asociaciones de la Prensa de España (FAPE), Magis Iglesias. "La cámara oculta es un instrumento muy bueno para los periodistas, pero debe utilizarse conforme a unos principios deontológicos y sólo cuando no existan otros métodos para la investigación". Es también necesario que el objeto esa investigación "cumpla una función social". Esto es: que se trate de asuntos de interés general y no de un mero espectáculo.
En España no es frecuente el uso de la cámara oculta por parte de los periódicos. Pero en otros países es una práctica habitual. Hace pocos días, The Sunday Times acusó a cuatro miembros laboristas de la Cámara de los Lores de aceptar sobornos para cambiar determinadas leyes. Todo empezó cuando reporteros del diario británico se hicieron pasar por lobbistas de un supuesto empresario de Hong Kong dispuesto a invertir en el Reino Unido. Algunos lores picaron y aceptaron trabajar para influir en la elaboración de leyes en una dirección concreta. Y admitieron hacerlo por una respetable suma: unos 128.000 euros al año.
Hay casos en los que la prensa no sigue la pista de una presunta ilegalidad, sino que sale de caza. El diario británico News of the World tendió en 2006 una trampa al entonces entrenador de la selección de Inglaterra, el sueco Sven Goran Eriksson, en la que un periodista se hizo pasar por un jeque árabe interesado en invertir en la Premier League. El técnico, ajeno a todo, se despachó a gusto contra algunos de sus jugadores y contó intimidades de Beckham o de Rooney. Con este material, el reportero se apresuró a escribir un jugoso artículo.
¿El asunto era de interés general o una intromisión en la intimidad del entrenador sueco? El presidente del Club Internacional de Prensa (CIP), Francisco Giménez-Alemán, considera que no todo vale para conseguir una información. "El periodista debe acreditarse, decir quién es y hacer las preguntas que correspondan. Y la persona con la que habla tiene derecho a hablar o no, a exhibir su imagen o no". Giménez-Alemán, que fue director de Abc y máximo ejecutivo de Telemadrid, se manifiesta contrario a que los profesionales oculten su identidad y utilicen cámaras ocultas. "Los periodistas tienen medios para investigar", asegura. Sólo admitiría la posibilidad de utilizar todos los métodos a su alcance cuando trate de averiguar delitos "que repugnan la conciencia de cualquier ciudadano" como la pederastia.
Hace cinco años, el rotativo británico The Daily Telegraph se infiltró en la clínica Ginemedex, a la que acudían para interrumpir su embarazo muchas mujeres británicas que habían superado las 24 semanas de gestación, una práctica ilegal en el Reino Unido. Dos reporteros de The Daily Telegraph -ella embarazada de 26 semanas y él con cámara oculta- acudieron a la clínica como pacientes impostores. La historia, que ocupó seis páginas del diario conservador, abrió un gran debate en media Europa.
La BBC, venerada televisión pública británica, echa a menudo mano de la cámara oculta en sus programas informativos. En 1999 se infiltró en el corazón de la agencia de modelos Elite y sacó a la luz sus trapos sucios: alegatos racistas y fanfarronadas sexuales de sus altos ejecutivos. Tras la emisión de este trabajo, que ofrecía el lado más sórdido del mundo de la moda, llovieron dimisiones y despidos en la prestigiosa agencia internacional.
En su largo historial, la BBC grabó en secreto a los intermediarios que proponían sobornos en la Premier League para la contratación de jugadores. Otro vídeo, obtenido también con el mismo sistema, propició la detención de un hombre que vendía niños en Bulgaria por 70.000 euros. A través de otro documental, reveló prácticas corruptas en el Comité Olímpico Internacional. Tras un reportaje sobre los hooligans, la cadena promovió la detención de dos cabecillas de los hinchas de fútbol más violentos.
Referente audiovisual por excelencia, la cadena marca normas estrictas sobre el uso de la cámara oculta. "Es una herramienta muy útil para la BBC porque da la oportunidad de conseguir testimonios o comportamientos que de otra manera nuestra audiencia no podría ver ni oír". La BBC plantea esta opción como el "último recurso", ya que una mala utilización o un uso excesivo de este recurso podría desacreditar su impacto o disminuirlo.
Las directrices editoriales de la BBC detallan claramente cuándo se puede recurrir a estos métodos. Y una de las primeras exigencias es que exista una evidencia clara de que se trata de una investigación de "un elevado interés público", que se haya verificado que hacer una aproximación directa no funcionaría y que la grabación sea necesaria para demostrar los hechos. La corporación no permite grabaciones de incógnito "para ver lo que se pesca", es decir, a la captura de un delito, si no hay indicios claros.
Es en estos casos -investigar asuntos sobre "trata de blancas, pederastia o que atentan contra la salud de los ciudadanos"- en los que la presidenta de la FAPE admite la cámara oculta. Pero con cautelas. "El periodista está sujeto a unas normas deontológicas. Es lo que le diferencia del ciudadano que va por ahí con una cámara. Es muy fácil llevar una cámara oculta en vez de hacer una investigación periodística. Yo, por ejemplo, podría ponerle un micrófono a Zapatero y enterarme de todo, pero al periodista se le exige rigor y respeto".
Iglesias rechaza rotundamente este recurso cuando se usa con el único objetivo de crear espectáculo, frivolizar y buscar audiencias. En televisión, de hecho, está tan extendido que bien podría considerarse un género en sí mismo. Telecinco, por ejemplo, nutre casi exclusivamente de vídeos obtenidos mediante este método su programa Diario de... La cadena aprueba la utilización de las cámaras emboscadas siempre y cuando se vaya a poner de manifiesto "una situación de ilegalidad, un delito, el desamparo para una persona o un grupo de personas o una negligencia profesional" y considere que "su difusión será positiva para el bien social". En el caso de la BBC, este tipo de grabaciones deben ser aprobadas por un editor y figurar en un registro. ¿Qué pasa cuando alguien se percata de que está siendo grabado? "Si nos piden que paremos, debemos hacerlo. Y destruir el material si lo solicitan", exige la corporación pública.
Después de salir a la luz, algunas de denuncias de Telecinco han pasado a manos de las autoridades. La cadena recuerda los reportajes sobre la manera de operar en Internet de varios pedófilos, el maltrato en una residencia de ancianos o el fraude en tratamientos de cirugía estética.
Sin embargo, muchos de estos reportajes grabados con cámara oculta han encallado en los tribunales. En 2002, por ejemplo, un juzgado de Primera Instancia de Coslada (Madrid) condenó a Antena 3 y a la productora de El Mundo a indemnizar a una funcionaria del juzgado por haber sido grabada a escondidas y sin su consentimiento. En el mismo sentido se pronunció un juzgado de Barcelona cuando llegó a sus manos El negocio del fútbol, emitido por Canal 9 y Telecinco. Este trabajo, realizado con los mismos métodos, mostraba las negociaciones de una entidad imaginaria para el fichaje de un jugador argentino por un club español. La sentencia estableció que la información se obtuvo mediante "el engaño y la simulación". Y abundaba en el viejo principio de que el fin no justifica los medios: el uso de la cámara oculta "vicia" la información obtenida, ya que las conversaciones grabadas de forma subrepticia no pueden estar amparadas por el derecho a la información.
La justicia española tiende a poner frenos al derecho a la información. Canal 9 difundió en 2000 un reportaje grabado con cámara oculta en la consulta privada de una naturópata que demandó a la cadena y a la productora por intromisión ilegítima en su intimidad. La grabación, en la que se vio involucrada nuevamente El Mundo TV, era un "reportaje neutral", fruto de un "periodismo de investigación" y "legítimo", ya que reunía los requisitos de veracidad, objetividad, interés general y propósito esencialmente informativo. La sentencia de la Audiencia Provincial de Valencia justificaba la cámara oculta porque, de lo contrario, "el grado de espontaneidad del interlocutor pudiera entenderse razonablemente mediatizado, con pérdida del evidente valor de la información que se trata de obtener".
Ya en el Supremo, la Sala de lo Civil adelantó el pasado diciembre por dónde iría el recurso presentado por Rosa María F. T., cuya imagen y voz fue captada en la consulta en la que ejercía como naturópata. La Sala considera que los periodistas que grabaron con cámara oculta realizaron una intromisión ilegítima en la esfera de su intimidad, que el vídeo fue contra sus derechos fundamentales (al honor, la intimidad y la propia imagen) y que no está justificada por el ejercicio del derecho a comunicar libremente información.
El director de Informativos de Sogecable, José María Izquierdo, se manifiesta completamente de acuerdo con esta doctrina. Mantiene que para obtener información pura y dura el periodista debe ir "a cara descubierta" y acceder a los datos con los métodos ortodoxos. Aunque en contadísimas excepciones y en situaciones muy controladas, podría aceptar su uso. Esas excepciones son: "Cuando peligre la vida de alguien o se sepa que se está cometiendo un delito y no haya otra manera de probarlo". Y siempre que "sea imposible obtener la información de otra forma, tenga una enorme relevancia social y los hechos que se investigan rocen el delito".
El catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Pompeu Fabra Marc Carrillo precisa que la instalación de cámaras ocultas en un reportaje informativo puede incidir no sólo sobre el derecho a la intimidad -"esto es, el derecho a preservar al margen del conocimiento de otros aquel ámbito de la vida privada de una persona que es inaccesible a los demás, salvo que medie su propio consentimiento"-, sino, sobre todo, su derecho al secreto de las comunicaciones -"la garantía formal de que la comunicación que una persona mantiene con otra no está siendo sometida a una interceptación"-. Y añade: "Naturalmente, ello es así, excepto que medie una previa autorización judicial para la interceptación de la comunicación".
Por eso, opina que la instalación de cámaras invisibles u otros instrumentos técnicos en un reportaje, de forma subrepticia y sin autorización del interesado -salvo que medie autorización judicial y sólo para la policía-, constituye "una lesión de los derechos fundamentales al secreto de las comunicaciones y, en su caso, también del derecho a la intimidad". Por ello, cualquier prueba obtenida así sería "jurídicamente inválida".
Durante su etapa como director general de Telemadrid, Giménez-Alemán sometió a votación en el Consejo de Administración de la cadena la utilización de cámaras ocultas en programas de la cadena. Era 2003, y de forma unánime la respuesta fue no. "En periodismo hemos llegado a tales extremos de emponzoñamiento gracias a la telebasura que tenemos que ser cada vez más exigentes si queremos recuperar una cierta ética", dice Giménez-Alemán. Predica con el ejemplo. Acabó con Tómbola en Telemadrid en un momento en el que el programa de cotilleos arrasaba.
Disfraces, engaños y vídeos falsos
El periodista alemán Günter Wallraff es el maestro del periodismo de camuflaje. Odiado y admirado, según quien mire, utilizaba métodos poco ortodoxos para denunciar las condiciones de explotación de los trabajadores turcos el Alemania, el maltrato a los ancianos acogidos en asilos, las torturas del régimen militar griego o el tráfico de armas. Para unos, Wallraff (nacido en 1942) era un farsante y un impostor sin escrúpulos. Para otros, un héroe de la información, que no dudaba en adoptar identidades ficticias, falsificar documentos o suplantar personalidades. Durante dos años se hizo pasar por Alí Levent y ejerció trabajos inclementes en Alemania, a los que sólo accedían los turcos. De esta experiencia nació Cabeza de turco, un libro que provocó un auténtico terremoto en su país.
Bien distinto es cuando los medios utilizan el engaño no con fines informativos sino como aliño humorístico. Lo hizo, por ejemplo, el Grupo Risa, que colabora en el programa de Federico Jiménez Losantos de la Cope, cuando uno de sus integrantes suplantó a Zapatero para telefonear al entonces presidente electo de Bolivia, Evo Morales. Aquella llamada tenía como objeto felicitarle por su victoria e invitarle a una visita oficial. La broma derivó en el incidente diplomático. Bolivia expresó su indignación y el Gobierno de Zapatero reclamó a la Cope que pidiera perdón. La cadena de los obispos no tuvo más remedio que admitir que había rebasado los límites. Algunas asociaciones de periodistas consideraron la suplantación de Zapatero como "una grave vulneración de las normas del periodismo".
También el engaño está detrás del reciente montaje urdido por el programa de La Sexta El intermedio para desacreditar a Intereconomía TV. Su presentador, El Gran Wyoming, grabó un vídeo falso en el que abroncaba y vejaba a una supuesta becaria, que fue emitido como verídico en el espacio Más se perdió en Cuba, de Intereconomía.
Mayor fue el escándalo que provocó el reportaje que fabricó hace un año Telemadrid sobre un supuesto coladero de inmigrantes ilegales en la T-4 de Barajas. Este vídeo no fue sino un montaje. Así lo consideró la Comisión de Quejas y Deontología de la FAPE, que definió el trabajo como "una gravísima violación de las más mínimas normas de la ética periodística".
Las grabaciones camufladas no son sólo cosa de espías. Los medios de comunicación utilizan cada vez con más frecuencia la cámara oculta para acceder a informaciones, datos o documentos que, de otra forma, sería difícil obtener. Técnicas como ésta mantienen al rojo vivo el eterno debate sobre la colisión de dos derechos constitucionales: el de la libertad de información y el de la intimidad. La pugna entre ambos ha sido resuelta por el Tribunal Supremo. Ha ganado el primero. Pero el conflicto sigue abierto.
A menudo, la cámara oculta sirve para captar a los famosos en situaciones comprometidas, hurgar en su intimidad y exhibirla en programas del corazón. Otras, para poner trampas a políticos o empresarios. Es su cara más negra. Pero este instrumento también ha contribuido a destapar graves irregularidades, como las cometidas en la clínica barcelonesa Ginemedex, donde acudían a abortar mujeres fuera de plazos y supuestos legalmente establecidos. Es la cara positiva, tal y como explica la presidenta de la Federación de Asociaciones de la Prensa de España (FAPE), Magis Iglesias. "La cámara oculta es un instrumento muy bueno para los periodistas, pero debe utilizarse conforme a unos principios deontológicos y sólo cuando no existan otros métodos para la investigación". Es también necesario que el objeto esa investigación "cumpla una función social". Esto es: que se trate de asuntos de interés general y no de un mero espectáculo.
En España no es frecuente el uso de la cámara oculta por parte de los periódicos. Pero en otros países es una práctica habitual. Hace pocos días, The Sunday Times acusó a cuatro miembros laboristas de la Cámara de los Lores de aceptar sobornos para cambiar determinadas leyes. Todo empezó cuando reporteros del diario británico se hicieron pasar por lobbistas de un supuesto empresario de Hong Kong dispuesto a invertir en el Reino Unido. Algunos lores picaron y aceptaron trabajar para influir en la elaboración de leyes en una dirección concreta. Y admitieron hacerlo por una respetable suma: unos 128.000 euros al año.
Hay casos en los que la prensa no sigue la pista de una presunta ilegalidad, sino que sale de caza. El diario británico News of the World tendió en 2006 una trampa al entonces entrenador de la selección de Inglaterra, el sueco Sven Goran Eriksson, en la que un periodista se hizo pasar por un jeque árabe interesado en invertir en la Premier League. El técnico, ajeno a todo, se despachó a gusto contra algunos de sus jugadores y contó intimidades de Beckham o de Rooney. Con este material, el reportero se apresuró a escribir un jugoso artículo.
¿El asunto era de interés general o una intromisión en la intimidad del entrenador sueco? El presidente del Club Internacional de Prensa (CIP), Francisco Giménez-Alemán, considera que no todo vale para conseguir una información. "El periodista debe acreditarse, decir quién es y hacer las preguntas que correspondan. Y la persona con la que habla tiene derecho a hablar o no, a exhibir su imagen o no". Giménez-Alemán, que fue director de Abc y máximo ejecutivo de Telemadrid, se manifiesta contrario a que los profesionales oculten su identidad y utilicen cámaras ocultas. "Los periodistas tienen medios para investigar", asegura. Sólo admitiría la posibilidad de utilizar todos los métodos a su alcance cuando trate de averiguar delitos "que repugnan la conciencia de cualquier ciudadano" como la pederastia.
Hace cinco años, el rotativo británico The Daily Telegraph se infiltró en la clínica Ginemedex, a la que acudían para interrumpir su embarazo muchas mujeres británicas que habían superado las 24 semanas de gestación, una práctica ilegal en el Reino Unido. Dos reporteros de The Daily Telegraph -ella embarazada de 26 semanas y él con cámara oculta- acudieron a la clínica como pacientes impostores. La historia, que ocupó seis páginas del diario conservador, abrió un gran debate en media Europa.
La BBC, venerada televisión pública británica, echa a menudo mano de la cámara oculta en sus programas informativos. En 1999 se infiltró en el corazón de la agencia de modelos Elite y sacó a la luz sus trapos sucios: alegatos racistas y fanfarronadas sexuales de sus altos ejecutivos. Tras la emisión de este trabajo, que ofrecía el lado más sórdido del mundo de la moda, llovieron dimisiones y despidos en la prestigiosa agencia internacional.
En su largo historial, la BBC grabó en secreto a los intermediarios que proponían sobornos en la Premier League para la contratación de jugadores. Otro vídeo, obtenido también con el mismo sistema, propició la detención de un hombre que vendía niños en Bulgaria por 70.000 euros. A través de otro documental, reveló prácticas corruptas en el Comité Olímpico Internacional. Tras un reportaje sobre los hooligans, la cadena promovió la detención de dos cabecillas de los hinchas de fútbol más violentos.
Referente audiovisual por excelencia, la cadena marca normas estrictas sobre el uso de la cámara oculta. "Es una herramienta muy útil para la BBC porque da la oportunidad de conseguir testimonios o comportamientos que de otra manera nuestra audiencia no podría ver ni oír". La BBC plantea esta opción como el "último recurso", ya que una mala utilización o un uso excesivo de este recurso podría desacreditar su impacto o disminuirlo.
Las directrices editoriales de la BBC detallan claramente cuándo se puede recurrir a estos métodos. Y una de las primeras exigencias es que exista una evidencia clara de que se trata de una investigación de "un elevado interés público", que se haya verificado que hacer una aproximación directa no funcionaría y que la grabación sea necesaria para demostrar los hechos. La corporación no permite grabaciones de incógnito "para ver lo que se pesca", es decir, a la captura de un delito, si no hay indicios claros.
Es en estos casos -investigar asuntos sobre "trata de blancas, pederastia o que atentan contra la salud de los ciudadanos"- en los que la presidenta de la FAPE admite la cámara oculta. Pero con cautelas. "El periodista está sujeto a unas normas deontológicas. Es lo que le diferencia del ciudadano que va por ahí con una cámara. Es muy fácil llevar una cámara oculta en vez de hacer una investigación periodística. Yo, por ejemplo, podría ponerle un micrófono a Zapatero y enterarme de todo, pero al periodista se le exige rigor y respeto".
Iglesias rechaza rotundamente este recurso cuando se usa con el único objetivo de crear espectáculo, frivolizar y buscar audiencias. En televisión, de hecho, está tan extendido que bien podría considerarse un género en sí mismo. Telecinco, por ejemplo, nutre casi exclusivamente de vídeos obtenidos mediante este método su programa Diario de... La cadena aprueba la utilización de las cámaras emboscadas siempre y cuando se vaya a poner de manifiesto "una situación de ilegalidad, un delito, el desamparo para una persona o un grupo de personas o una negligencia profesional" y considere que "su difusión será positiva para el bien social". En el caso de la BBC, este tipo de grabaciones deben ser aprobadas por un editor y figurar en un registro. ¿Qué pasa cuando alguien se percata de que está siendo grabado? "Si nos piden que paremos, debemos hacerlo. Y destruir el material si lo solicitan", exige la corporación pública.
Después de salir a la luz, algunas de denuncias de Telecinco han pasado a manos de las autoridades. La cadena recuerda los reportajes sobre la manera de operar en Internet de varios pedófilos, el maltrato en una residencia de ancianos o el fraude en tratamientos de cirugía estética.
Sin embargo, muchos de estos reportajes grabados con cámara oculta han encallado en los tribunales. En 2002, por ejemplo, un juzgado de Primera Instancia de Coslada (Madrid) condenó a Antena 3 y a la productora de El Mundo a indemnizar a una funcionaria del juzgado por haber sido grabada a escondidas y sin su consentimiento. En el mismo sentido se pronunció un juzgado de Barcelona cuando llegó a sus manos El negocio del fútbol, emitido por Canal 9 y Telecinco. Este trabajo, realizado con los mismos métodos, mostraba las negociaciones de una entidad imaginaria para el fichaje de un jugador argentino por un club español. La sentencia estableció que la información se obtuvo mediante "el engaño y la simulación". Y abundaba en el viejo principio de que el fin no justifica los medios: el uso de la cámara oculta "vicia" la información obtenida, ya que las conversaciones grabadas de forma subrepticia no pueden estar amparadas por el derecho a la información.
La justicia española tiende a poner frenos al derecho a la información. Canal 9 difundió en 2000 un reportaje grabado con cámara oculta en la consulta privada de una naturópata que demandó a la cadena y a la productora por intromisión ilegítima en su intimidad. La grabación, en la que se vio involucrada nuevamente El Mundo TV, era un "reportaje neutral", fruto de un "periodismo de investigación" y "legítimo", ya que reunía los requisitos de veracidad, objetividad, interés general y propósito esencialmente informativo. La sentencia de la Audiencia Provincial de Valencia justificaba la cámara oculta porque, de lo contrario, "el grado de espontaneidad del interlocutor pudiera entenderse razonablemente mediatizado, con pérdida del evidente valor de la información que se trata de obtener".
Ya en el Supremo, la Sala de lo Civil adelantó el pasado diciembre por dónde iría el recurso presentado por Rosa María F. T., cuya imagen y voz fue captada en la consulta en la que ejercía como naturópata. La Sala considera que los periodistas que grabaron con cámara oculta realizaron una intromisión ilegítima en la esfera de su intimidad, que el vídeo fue contra sus derechos fundamentales (al honor, la intimidad y la propia imagen) y que no está justificada por el ejercicio del derecho a comunicar libremente información.
El director de Informativos de Sogecable, José María Izquierdo, se manifiesta completamente de acuerdo con esta doctrina. Mantiene que para obtener información pura y dura el periodista debe ir "a cara descubierta" y acceder a los datos con los métodos ortodoxos. Aunque en contadísimas excepciones y en situaciones muy controladas, podría aceptar su uso. Esas excepciones son: "Cuando peligre la vida de alguien o se sepa que se está cometiendo un delito y no haya otra manera de probarlo". Y siempre que "sea imposible obtener la información de otra forma, tenga una enorme relevancia social y los hechos que se investigan rocen el delito".
El catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Pompeu Fabra Marc Carrillo precisa que la instalación de cámaras ocultas en un reportaje informativo puede incidir no sólo sobre el derecho a la intimidad -"esto es, el derecho a preservar al margen del conocimiento de otros aquel ámbito de la vida privada de una persona que es inaccesible a los demás, salvo que medie su propio consentimiento"-, sino, sobre todo, su derecho al secreto de las comunicaciones -"la garantía formal de que la comunicación que una persona mantiene con otra no está siendo sometida a una interceptación"-. Y añade: "Naturalmente, ello es así, excepto que medie una previa autorización judicial para la interceptación de la comunicación".
Por eso, opina que la instalación de cámaras invisibles u otros instrumentos técnicos en un reportaje, de forma subrepticia y sin autorización del interesado -salvo que medie autorización judicial y sólo para la policía-, constituye "una lesión de los derechos fundamentales al secreto de las comunicaciones y, en su caso, también del derecho a la intimidad". Por ello, cualquier prueba obtenida así sería "jurídicamente inválida".
Durante su etapa como director general de Telemadrid, Giménez-Alemán sometió a votación en el Consejo de Administración de la cadena la utilización de cámaras ocultas en programas de la cadena. Era 2003, y de forma unánime la respuesta fue no. "En periodismo hemos llegado a tales extremos de emponzoñamiento gracias a la telebasura que tenemos que ser cada vez más exigentes si queremos recuperar una cierta ética", dice Giménez-Alemán. Predica con el ejemplo. Acabó con Tómbola en Telemadrid en un momento en el que el programa de cotilleos arrasaba.
Disfraces, engaños y vídeos falsos
El periodista alemán Günter Wallraff es el maestro del periodismo de camuflaje. Odiado y admirado, según quien mire, utilizaba métodos poco ortodoxos para denunciar las condiciones de explotación de los trabajadores turcos el Alemania, el maltrato a los ancianos acogidos en asilos, las torturas del régimen militar griego o el tráfico de armas. Para unos, Wallraff (nacido en 1942) era un farsante y un impostor sin escrúpulos. Para otros, un héroe de la información, que no dudaba en adoptar identidades ficticias, falsificar documentos o suplantar personalidades. Durante dos años se hizo pasar por Alí Levent y ejerció trabajos inclementes en Alemania, a los que sólo accedían los turcos. De esta experiencia nació Cabeza de turco, un libro que provocó un auténtico terremoto en su país.
Bien distinto es cuando los medios utilizan el engaño no con fines informativos sino como aliño humorístico. Lo hizo, por ejemplo, el Grupo Risa, que colabora en el programa de Federico Jiménez Losantos de la Cope, cuando uno de sus integrantes suplantó a Zapatero para telefonear al entonces presidente electo de Bolivia, Evo Morales. Aquella llamada tenía como objeto felicitarle por su victoria e invitarle a una visita oficial. La broma derivó en el incidente diplomático. Bolivia expresó su indignación y el Gobierno de Zapatero reclamó a la Cope que pidiera perdón. La cadena de los obispos no tuvo más remedio que admitir que había rebasado los límites. Algunas asociaciones de periodistas consideraron la suplantación de Zapatero como "una grave vulneración de las normas del periodismo".
También el engaño está detrás del reciente montaje urdido por el programa de La Sexta El intermedio para desacreditar a Intereconomía TV. Su presentador, El Gran Wyoming, grabó un vídeo falso en el que abroncaba y vejaba a una supuesta becaria, que fue emitido como verídico en el espacio Más se perdió en Cuba, de Intereconomía.
Mayor fue el escándalo que provocó el reportaje que fabricó hace un año Telemadrid sobre un supuesto coladero de inmigrantes ilegales en la T-4 de Barajas. Este vídeo no fue sino un montaje. Así lo consideró la Comisión de Quejas y Deontología de la FAPE, que definió el trabajo como "una gravísima violación de las más mínimas normas de la ética periodística".
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