ESCENARIOS
"En uno de sus mejores momentos" /Genaro Lozano
Publicado en Reforma, 1 Nov. 11
Somos un país ensimismado. El proceso electoral del 2012 nos ha hecho cerrar la atención a lo que ocurre más allá de nuestras fronteras. La atención de los medios y de la clase política está concentrada en los precandidatos presidenciales y sus propuestas. Sin embargo, mientras nos miramos al ombligo, hay focos que se prenden fuera de México y que no parecen importar.
Como contexto, desde hace ya un par de años, los periódicos The Washington Post y The New York Times han publicado una serie de reportajes sobre el nivel de cooperación entre los gobiernos de México y de EU en torno al combate al narcotráfico en México, sobre los resultados de la estrategia del gobierno mexicano y sobre los procesos abiertos por la justicia estadounidense contra los capos de la droga mexicana, como el abierto en contra de Vicentillo Zambada.
La más reciente información publicada por el Post, firmada por los reporteros Nick Miroff y William Booth el pasado 23 de octubre, cuestiona severamente la información dada por el gobierno mexicano en torno a la efectividad de la destrucción de plantíos de mariguana.
Contrariamente a lo que nos dicen las autoridades mexicanas sobre los alcances de la estrategia de combate al narco, los reporteros del Post afirman que "el gobierno mexicano está permitiendo que la producción de mariguana y de opio alcance niveles récord". Y esta afirmación no tuvo eco ni entre los funcionarios del Ejecutivo, ni entre los legisladores mexicanos.
Por su lado, la reportera Ginger Thompson ha publicado una serie de reportajes en el Times en los que ha dado un seguimiento al involucramiento del gobierno estadounidense en la lucha contra el narcotráfico en México. En su más reciente entrega, del pasado 24 de octubre, Thompson afirma que el gobierno de Obama mantiene informantes en territorio mexicano, agentes que han infiltrado los cárteles de la droga y que incluyen a "funcionarios electos" (léase legisladores, alcaldes o gobernadores).
Pese a ello, ha ocurrido una desatención a esta información. Si bien es cierto que la Canciller Patricia Espinosa ha acudido en varias ocasiones al Senado a comparecencia para tratar los temas de la relación bilateral, e incluso iba a comparecer en la Cámara de Diputado la semana pasada pero el acto fue cancelado de último momento, lo cierto es que la rendición de cuentas en torno a la agenda de seguridad ha sido a cuentagotas. Por su lado, los precandidatos han mantenido un absoluto desinterés con respecto al estado de la relación bilateral, mientras que los senadores le han bajado de tono a sus declaraciones.
De hecho, en el sitio de la Comisión de Relaciones Exteriores para América del Norte del Senado, cuya presidenta es la senadora Adriana González del PAN, no hay una sola reacción a los hechos más recientes. El último comunicado de esa comisión es del 25 de mayo del 2011 y en la sección de "Relación México-EU", el último comunicado es del 2008.
Los tiempos electorales, la "emergencia nacional" por el narcotráfico, la Cumbre Iberoamericana, la reunión del G-20 y hasta los Panamericanos parecen haber concentrado la labor de la diplomacia mexicana, de los actores políticos que se encargan de darle seguimiento a la política exterior y hasta de quienes desean ser los próximos candidatos a la presidencia de la República.
Es cierto, el concepto de soberanía ha cambiado de una manera drástica en los últimos años. Todavía en la década de los 90, cualquier indicación de una "intromisión del gobierno estadounidense" en asuntos de seguridad o de política mexicana aprestaba a los Senadores a sacar su mejor colección de frases nacionalistas para "defender la soberanía de México."
Dejando la retórica de lado, este sexenio se ha caracterizado por el sigilo en torno a los temas de seguridad. Desde que empezó la guerra contra el narco, los mexicanos nos hemos enterado mucho más de los pormenores de la cooperación bilateral por la información que viene de EU que por fuentes mexicanas y las reacciones del Legislativo se han dado más como consecuencia de esos reportes de la prensa extranjera que por la información dada a conocer en México por nuestras autoridades.
Apenas la semana pasada, en una cumbre de negocios en Querétaro, Arturo Sarukhán, el embajador de México en EU, recurrió a una muletilla del protocolo diplomático para decir que la relación bilateral "pasa por uno de sus mejores momentos". Revisar si esto es cierto ocupa que el Senado llame a comparecer al embajador, a la misma Canciller y a los funcionarios mexicanos involucrados en este tema. Las comparecencias siguen siendo al final el único mecanismo de rendición de cuentas por parte del Ejecutivo, sin ellas solo hay comunicados unidireccionales. Adicionalmente, los precandidatos deberían ya ofrecernos su visión sobre los alcances y límites de la cooperación con EU, si es que el tema de la soberanía sigue siendo importante.
Twitter: @genarolozano
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