Enfoque de Reforma 25-Mar-2012
"Los gobiernos civiles no deben tener religión, porque siendo su deber proteger imparcialmente la libertad que los gobernados tienen de seguir y practicar la religión que gusten adoptar, no llenarían fielmente este deber si fueran sectarios de alguna". Benito Juárez, Apuntes para mis hijos
Ignacio Ramírez escribió que si la Iglesia católica volviera a tener el poder en México, no pararía hasta ver derogadas todas las leyes de Reforma. Al llegar el PAN al poder, la Iglesia católica aumentó su influencia política. Nunca la derecha había gobernado a México por 12 años consecutivos. En este marco, el cardenal Tarcisio Bertone declaró en el Teatro de la República en Querétaro, símbolo del triunfo de la República liberal, que había que acabar con el laicismo negativo que no propiciaba la religiosidad. En un 20 de noviembre, la institución católica beatificó a los cristeros en un acto público con la presencia del entonces secretario del Trabajo, Carlos Abascal. Ahora viene el papa Ratzinger la semana que se celebra el natalicio de Benito Juárez, símbolo de la laicidad del Estado mexicano.
En medio de la peor crisis que ha sufrido la Iglesia católica en la historia reciente, el actual papa Benedicto XVI encabeza un clericalismo militante, integrista, en el cual religión y política están unidas.
El que la Iglesia viole la laicidad del Estado mexicano es responsabilidad del actual gobierno. El propio presidente Felipe Calderón invitó al papa para que visitara México en pleno proceso electoral, en un acto de proselitismo político.
Tan mal andan algunos de nuestros políticos que se alían con el papa más cuestionado de la historia contemporánea; único al que se le ha pedido públicamente su renuncia por encubrir la pederastia en la institución que encabeza.
Frente a las constantes violaciones al Estado laico en la década panista, defensores de la laicidad del Estado propusieron reformar el artículo 40, para especificar que el Estado mexicano es laico, característica implícita en la Constitución de 1917, hecha explícita en el artículo 3o. constitucional.
La reforma al artículo 40 resulta insuficiente sin reformar otros artículos como el 24, para especificar que no sólo existe libertad para tener un culto u otro -como se estableció desde 1860- sino para no tener ninguno. La laicidad debe abarcar todas las acciones del Estado, como es el caso de la salud, respetar y garantizar los derechos reproductivos de la población femenina y a toda la ciudadanía su derecho a morir.
Pero la propuesta inicial en la Cámara de Diputados para hacer la reforma al artículo 24 no se hizo para ampliar la libertad de pensamiento, sino para obsequiarle a la Iglesia el "laicismo positivo" que demanda, el que propicia la religiosidad.
La "libertad religiosa" que quiere la Iglesia católica es aquella en la que haya educación religiosa en las escuelas públicas, contar con medios masivos de comunicación y subvención del Estado.
A pesar de las presiones, la mayoría de los diputados se opuso a los términos originales de la reforma propuesta y si bien no cambiaron la exposición de motivos, sí modificaron sustancialmente el texto de la reforma para añadir la libertad de convicciones éticas, que implica la libertad de pensamiento filosófico, e incluye a quienes profesan una religión y a quienes no profesan ninguna.
Hay un temor justificado de que se reforme la Constitución para acabar con el Estado laico, lo que ha generado una gran oposición a la reforma del artículo 24, por la forma en que fue presentada la propuesta y la rapidez con que querían aprobarla.
Sin embargo, tal como ha quedado el texto no implica una regresión, sino un avance para la libertad de pensamiento. Además en la parte final del primer párrafo de la reforma se especifica que los actos religiosos no pueden ser utilizados para propaganda política, como la visita papal en pleno proceso electoral.
Las violaciones a la laicidad del Estado afectan la convivencia pacífica entre los mexicanos, polarizan a la sociedad, radicalizando sus posiciones.
Es claro que sin la neutralidad del Estado no puede haber democracia, por ello hay que preservar al Estado laico de los embates del fanatismo religioso y de la corrupción política. Es por esto que deseamos que sea aprobada la reforma al artículo 24 constitucional en su última versión.
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