2 ene 2024

El futuro comienza en lunes/Juan Villoro; 30 años después en tierra del EZLN

 El futuro comienza en lunes/Juan Villoro

Reforma, Ocosingo, Chiapas, México (02 enero 2024);

El movimiento zapatista se ha convertido, desde hace 30 años, en el remedio para  transformar las condiciones de vida de una región del tamaño de Bélgica.


Jóvenes zapatistas protagonizaron en la explanada obras de teatro en las que criticaron a los partidos y al Gobierno y sus programas.

El 1 de enero de 1994, Andrés había tenido la mala suerte de ser mordido por un perro rabioso y se sometía a un tratamiento de 14 inyecciones. Al salir en busca de medicamento, se encontró con otra forma de la rabia. Los zapatistas habían tomado San Cristóbal de Las Casas.

Desde entonces, Andrés no ha dejado de recorrer el estado de Chiapas. El joven que a los 20 años caminaba por calles sin luz eléctrica en busca de una farmacia, ha encontrado remedios para la desesperanza en el movimiento que transformó las condiciones de vida en una región del tamaño aproximado de Bélgica y que ha influido en las luchas sociales de numerosos países. 

Antes que Seattle y Porto Alegre, la lucha de los pueblos mayas inauguró la protesta mundial contra los desastres de la globalización.

Viajé en compañía de Andrés al Caracol Dolores Hidalgo. En el trayecto, hablamos de la inseguridad que mantiene al país en la zozobra. El tramo de San Cristóbal a Ocosingo, supuestamente patrullado por la Guardia Nacional, se consideraba peligroso. En cambio, el trayecto de Toniná a Dolores Hidalgo ocurriría en un país dentro del país donde se daba la bienvenida a los visitantes con la ironía que ya tipifica al EZLN: una manta decía "Despierten dormilones", y otra "¿A qué viniste? ¿Le entras o no le entras?".

El paisaje, cubierto de una vegetación en la que los pinos alternaban con las palmas, parecía citar a Goethe: los cerros nos rodeaban de modo imponente pero "en cada cima imperaba la calma". Andrés improvisó un aforismo para explicar la tranquilidad circundante: "La gente cuida a la gente". No nos podía pasar nada si éramos muchos y, sobre todo, si éramos bienvenidos. El 29 de diciembre, 899 participantes se habían registrado en la Universidad de la Tierra en San Cristóbal para asistir al doble aniversario zapatista: cuarenta años de lucha y treinta del levantamiento. La cantidad de participantes se incrementó con las comunidades indígenas que llegaban por distintas rutas y con los que se inscribieron en el Caracol mismo. En uno de los primeros comunicados sobre el festejo se advirtió de la violencia que campea en Chiapas. Sin embargo, los peregrinos concurrieron en masa a visitar a los profesionales de la esperanza.

Lo primero que se comentaba en las casetas de madera donde humeaban las ollas del café y de los tamales era el enigma de la llegada. Los comunistas de Nayarit habían hecho 25 horas de carretera, esfuerzo descomunal que, sin embargo, se relativizaba al oír las historias de quienes venían de Grecia, Italia y Alemania, por no hablar de Irán.

¿Qué clase de personas asistían a la gesta? La mayoría eran reincidentes, de modo que estábamos ante el típico personal de apoyo zapatista, donde hasta lo típico es heterodoxo. Hice el trayecto de San Cristóbal a Toniná en caravana con el grupo gallego Payasos en Rebeldía. Su objetivo vital es lograr que la gente piense por medio de la risa en lugares donde el entorno se empecina en conspirar contra el humor. Hace poco estuvieron en Gaza, ahora volvían a Chiapas. El conductor de su camioneta era un físico catalán. Este reparto es tan común en los Caracoles como la presencia de comunidades que se encuentran por primera vez. En la Enfermería de Dolores Hidalgo oí un diálogo entre un hombre y una mujer que avanzaba con respetuosa lentitud, como si cada pregunta desembocara en otra pregunta. Al cabo de un rato supe que él hablaba en tzeltal, variante maya de la zona, pero ella en tzotzil porque venía de los Altos de Chiapas. Les pregunté si se habían entendido. "Lo suficiente", dijo él con una sonrisa.

Estábamos en un territorio de signos y representaciones donde entenderíamos "lo suficiente", sin que la mayor parte de las cosas perdieran su misterio.

Durante varias horas se escenificaron obras de teatro en una inmensa explanada de pasto del tamaño de tres o cuatro canchas de futbol, rodeada de pequeñas tribunas de madera con techo de palma.

El zapatismo se ha afincado en espacios agrarios que producen frijol, cacao, café, maíz, miel y el cilantro que mejora los guisos de las ciudades chiapanecas. Su idea del progreso revierte la historia de la explotación agrícola. Hablé al respecto con Carlos González, abogado del Concejo Nacional Indígena. La legislación zapatista ha hecho un peculiar viraje: la no propiedad de la tierra. En vez de colectivizar el territorio, la propia naturaleza se convierte en terrateniente. La prioridad es preservarla; en caso necesario, y solicitando el debido perdón, se puede convertir en material de trabajo.

González acaba de recuperar 2 mil 585 hectáreas que habían sido arrebatadas al pueblo huichol. "El argumento de los ganaderos es que esas tierras no les pertenecen a los indígenas porque no las trabajan", comenta. Pero la prioridad de las comunidades no es explotar al máximo la naturaleza sino cuidarla. No se trata, pues, de tierras "ociosas", sino conservadas.

Con el mismo criterio, los zapatistas han salvado plantas ya desaparecidas en otras partes del estado a causa de la fumigación y los fertilizantes.

De manera lógica, las obras de teatro creadas por los Caracoles abordaron el tema de la tenencia de la tierra. En una de ellas, una chica exclamó: "¡Hay que cambiar el mundo!", y recibió una respuesta de distanciamiento brechtiano: "Esto es teatro". Entonces la chica informó que también el teatro cambia la realidad.

Los festejos desembocaron en un desfile de milicianas y milicianos a ritmo de cumbia. Ninguno portaba otra arma que las macanas que percutían al compás de la música.

Maestros de la expectativa, los zapatistas lograron que el acto fuera recibido con una atención acrecentada por la espera. Después de 20 comunicados, largas travesías para llegar, una noche en tienda de campaña y un día entero de obras de teatro, se esperaba una suerte de milagro.

El alcohol está prohibido en las zonas zapatistas, pero los bailes, las risas y los abrazos compartidos habían producido una feliz embriaguez. En ese clima de comunión llegó el discurso del subcomandante Moisés.

Durante 20 minutos habló en tzeltal, improvisando pasajes que luego reprodujo en español. Habló de la vocación de paz del zapatismo, pero también de su disposición a defenderse.

Durante toda la jornada, Moisés había permanecido en el estrado principal, un templete de madera sin más adorno que las fotos de los muertos zapatistas. Desde ahí vio todas las obras de teatro.

Lo más sorprendente de su discurso fue la importancia que dio a la forma en que los jóvenes representan la realidad. Valoró el significado del teatro, pero pidió llevar ese mismo mensaje al mundo de los hechos. Y agregó algo que no parecía estar destinado a las comunidades sino a los visitantes: "Hay que organizarse". Durante 30 años, los devotos de la causa han ido a Chiapas en busca de nueva luz. El gran desafío, es el de ser zapatista fuera de territorio zapatista. Algunos ya lo logran. Un colectivo griego llegó con el calendario que cada año venden con gran éxito, en apoyo al EZLN. Su representación de los días es un hecho político.

Estábamos en una parte del mundo que desde hace mucho se rige por los ciclos. Un venturoso azar había hecho que el aniversario cayera en domingo. El calendario apoyaba la causa: el futuro comenzaba en lunes.

De manera escueta, Moisés resumió el sentido de una épica de tres décadas. Luego vinieron los cohetes que no pueden faltar en toda fiesta mexicana.

Me reuní con Andrés al centro del campo. Hace 30 años, él escuchó otra clase de detonaciones. Ahora la pólvora era la munición del festejo.

Poco a poco, el humo se disipó y pudimos ver la luna llena, atravesada por una nube, que, como todo en esa noche, parecía tan frágil y resistente como los sueños.

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Zapatistas recuerdan 30 años de lucha: El Universal

En su discurso, para rendir homanaje al EZLN, el subcomandante Moisés dijo: “Ya no creemos en esos que están gobernando”


Ocosingo.— El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) conmemoró 30 años de su alzamiento armado con varios eventos que se llevaron a cabo durante tres días, en el poblado Dolores Hidalgo, ubicado en el segundo valle de Ocosingo, lugar hasta donde llegaron miembros del Congreso Nacional Indígena (CNI), actores, mujeres que buscan a sus familiares desaparecidos y visitantes nacionales y extranjeros.

El subcomandante Moisés, el hombre que estuvo a cargo de la toma de Las Margaritas hace 30 años —después de que fue asesinado el subcomandante Pedro, en la presidencia municipal de ese lugar—, leyó un pronunciamiento en el cual declaró que este 1 de enero de 2024 no están para recordar la caída de compañeros hace 40 o 30 años, sino para que los actuales “tengamos presente el deber”, así como esos compañeros que cumplieron como base de apoyo.

Durante varios días, hombres, mujeres y niños de comunidades de las regiones Selva, Altos, Norte y Fronteriza se concentraron en la antigua finca cerca al río Jataté, donde se producía ganado, queso, maíz y café, que fue invadida a raíz del levantamiento armado de 1994, para participar en los festejos del 30 aniversario con bailables, cantos, obras de teatro y desfiles.

Desde el 29 de diciembre, grupos que procedían de varios estados de México y países de Europa arribaron a Dolores Hidalgo, sede del Caracol VIII, para participar en las conmemoraciones del movimiento armado.

En los primeros minutos de este lunes, el subcomandante Moisés, un hombre de origen tzeltal, quien ha permanecido leal a la organización, habló a los asistentes del evento para decir que “los zapatistas no hemos cumplido. No podemos decir, que ya hemos hecho mucho. Hasta que lleguemos también como a esos compañeros que estamos hablando de hace 30 años, de hace 40 años”.

En su mensaje que Moisés improviso, dijo que los zapatistas “ya no creemos en esos que están gobernando” el mundo, porque son capitalistas, por lo que retó a los asistentes al evento a que se organicen “en cada geografía y cada quien con su calendario”, para enfrentarlo.

Agregó que el capitalismo “no se puede humanizar. Nadie, desde el más pequeño, quiere dejar de engañar, explotar, ni se diga los grandototes. Lo que se necesita es pensar cómo cambiar esto, y nadie nos va a decir como, somos nosotros los pueblos, los hombres. Nosotros vamos a seguir ese camino y nos vamos a defender”.

Moisés dijo que los zapatistas “estamos solos como hace 30 años”, pero de esa forma “hemos descubierto ese nuevo camino que vamos a seguir en común”.

Y como en 1994, los zapatistas “aquí estamos y aquí vivimos”, trabajando en un autogobierno donde “el pueblo manda y el gobierno obedece y los medios de producción es en común”.

El hombre de confianza de el subcomandante Marcos explicó que “el pueblo tiene que gobernarse por sí mismo. No necesitamos de esos que están ahí (en el poder). Ellos creen que saben todo. Por eso el pueblo tiene que saber gobernarse. Compañeros zapatistas, eso es lo que demostramos hace 30 años”.

Agregó que en estos años de lucha, los zapatistas “vamos a seguir en este camino y nos vamos a defender”, solo que ahora “no necesitamos matar a los soldados y a los malos gobiernos, pero si vienen (a nuestras comunidades) nos vamos a defender”.

Hace dos meses, los zapatistas anunciaron la desaparición de los Municipios Autónomos Rebeldes y los Caracoles, donde resolvían problemas comunitarios, se impulsaban proyectos y programas de educación y salud.

Además, denunciaron que varias alcaldías de Chiapas estaban en poder de alcaldes ligados a organizaciones criminales y se registraban bloqueos, asaltos, secuestros, cobro de piso, reclutamiento forzado de jóvenes y enfrentamientos armados.

Treinta años después del levantamiento armado, el EZLN está en inmerso en una crisis generada por la deserción de varios cuadros, como el comandante Tacho, originario de la comunidad Guadalupe Tepeyac, del municipio de Las Margaritas, así como milicianos que participaron en la toma de cabeceras municipales en 1994, pero que hoy se encuentran en Estados Unidos trabajando en la construcción, restaurantes, zonas agrícolas y ganaderas.

Por la mañana de ayer, los asistentes al evento empezaron a retornar a sus lugares de origen, después de tres días de haber permanecido en Dolores Hidalgo.

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VIDEO: Madres buscadoras localizan en Hermosillo a hombre con reporte de desaparecido desde hace 20 años

Con apoyo del gobierno de Sonora y de la Comisión Estatal de Búsqueda, Mario fue trasladado a Baja California donde pasó las fiestas de Año Nuevo con sus seres queridos

Mario fue localizado gracias a integrantes del grupo que toman fotografías de personas en situación de calle y hacen búsquedas en vida.

Mario Becerril López, tenía 27 años, cuando desapareció. El 13 de agosto del 2023 se puso un reporte por su desaparición ante el Departamento de Policía de Ontario, California.

Ceci Patricia Flores Armenta, líder del colectivo Madres Buscadoras de Sonora, comentó que Mario fue localizado gracias a integrantes del grupo que toman fotografías de personas en situación de calle y hacen búsquedas en vida.

Fue el pasado jueves 28 de diciembre cuando fue encontrado en las inmediaciones de una franquicia internacional, donde tenía años viviendo. Fue protegido por las integrantes del colectivo en tanto se localizaba a sus familiares.

Ceci Patricia dijo que le expresó su deseo de ir al mar y se lo llevó a Bahía de Kino para que tuviera unos días de paz antes de reencontrarse con su familia.

Con apoyo del gobierno de Sonora y de la Comisión Estatal de Búsqueda fue trasladado a Baja California.

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Brecht en las cañadas/Luis Hernández Navarro

La Jornada, 

En la pared de madera de una precaria escuelita con techos de lámina, cerca de la comunidad El Naranjal, a tres horas de Oventic, en los Altos de Chiapas, hay una pintada en letras negras que anuncia: Nuestros muros / No son para / Oprimir ni encerrar / Son para colorear / La vida y la libertad / EZLN.

El mensaje es uno de al menos 300 murales y pintadas que, de la mano de las escuelas rebeldes autónomas zapatistas, arropan las frías y áridas paredes de cemento, adobe, madera y lámina de las aulas y edificaciones rebeldes. El concierto de brochas y pinturas empuñadas por niños y adultos de las comunidades sobre los muros desnudos, junto con artistas solidarios, han facilitado el marcaje de su territorio con colores de vida, esperanza, alegría y amor. Olvidados por quienes se creen los dueños del mundo, esos poblados encuentran en el arte la reafirmación de sus propias raíces y horizontes.

El artista mexiquense Gustavo Chávez Pavón, promotor del muralismo comunitario, militante o didáctico, discípulo y camarada de José Hernández Delgadillo, fue durante algunos años parte de la aventura de pintar junto con los habitantes de las comunidades más remotas de las montañas chiapanecas, y en algunas de la selva, entre cuatro y cinco murales en cada una.

Cuenta Gustavo que “en una tarde de andanzas brincadoras y adivinanzas que buscan un abrazo arrinconado fue que comenzó esta aventura de pintor, pues tengo la terrible pasión de andar los caminos misteriosos como si fuera condena gitana”.

Colorista vivo, creador de obras itinerantes en forma de mantas, Chávez Pavón llegó inicialmente a Chiapas como parte de la primera caravana nacional e internacional de artistas. Era ya evidente que un gran movimiento cultural comenzaba a gestarse desde y alrededor del zapatismo.

Antes, como artista plástico, Gustavo acompañó la lucha de la Coalición Obrero Campesino Estudiantil del Istmo (Cocei) y de la Unión de Comuneros Emiliano Zapata, dirigida por Efrén Capiz. De alguna manera, fue responsable (a pesar de no pretender serlo) de convertir el local de la organización en una especie de galería.

Ya en Chiapas, Chávez se concentró en Oventic. Recuerda: “Allí me corresponde coordinarme. De allí me desplazan los compañeros a diferentes comunidades y escuelitas. La misión es pintar de uno a cuatro o cinco murales, dependiendo lo que necesite la comunidad. Era un trabajal enorme. Era trabajo colectivo, de todos. Adonde yo llegaba, los compañeros ya estaban organizados. Ya habían habido asambleas y designado comisiones. Se sabía quién era el responsable de la comida y dónde se iba a dormir. Ya estaban listos los niños con que íbamos a participar.

“Podíamos trabajar de 6 de la mañana hasta las 11 de la noche. Participaba toda la comunidad. Me recibían. Me tocaba dar un taller básico. Enseñar a usar los pinceles. Cómo tomarlos. Llevaba cuadernos, lápices, pinturas. Les platicaba cómo crear imágenes. Discutíamos qué imágenes crear, lo que se podía poner en ese muro. Pero, para decir lo que queremos decir, a veces no cabía en uno y nos íbamos a otro. Era muy agotador, pero como el ambiente era de fiesta, no se sentía el cansancio. A veces había que alumbrarse con antorchas o fogones.

“Era fuerte la alegría, las ganas de crear, el goce. La producción era de todos. Todo se hacía en colectivo. Usábamos colores que dan esperanza y refuerzan la pertenencia colectiva. Cuando platicábamos con los adultos qué imágenes debían ir en el muro, los niños nos ganaban y se ponían a pintar. Son unos tremendos artistas. Los niños nos inspiraban. Muchos niños se volvieron pintores. Pintan cuadros.”

Según Gustavo, se formó un gran colectivo, al que se le fue dando rostro. Las comunidades quedaron contentas. Él salió de la primaria autónoma de Oventic rumbo a Palestina, convencido de que hay que exportar dignidad. Le “encomendaron que les dijera que su lucha es la nuestra”. Ya sin él, el muralismo siguió floreciendo con artistas de las comunidades. Convencido de que “hay que hacer murales para liberarnos de los muros”, en las paredes de la vergüenza baleadas del nuevo apartheid pintó “¡Viva el EZLN!”

La celebración de los 30 años del levantamiento zapatista, en la comunidad de Dolores Hidalgo, muestra que el zapatismo marca su territorio no sólo mediante maíces multicolores que brotan de las paredes de sus aulas, sino del teatro, la danza, la música y la fotografía. Sueñan en colectivo, como trabajan en colectivo y luchan en colectivo. En palabras del subcomandante Moisés, en los festejos “la propiedad debe ser del pueblo y común, y el pueblo tiene que gobernarse a sí mismo”. 

Acompañados de Bertold Brecht, desmintieron las afirmaciones de quienes se sienten en la obligación de decirles qué hacer y cómo hacerlo. Con una masiva puesta en escena, dejaron agarrados de la brocha a aquellos que anuncian (como muchos otros han hecho a lo largo de las últimas tres décadas) la deserción de sus bases, profetizan su inminente cerco y aniquilamiento, ignoran la centralidad de su propuesta de luchar por la vida y explican sus éxitos en la construcción de la autonomía como resultado exclusivo de la solidaridad y no del desarrollo de sus propias fuerzas.

Desacralizando la producción individual, al igual que esos niños muralistas que con los años se convirtieron en pintores, los zapatistas incursionaron en estas décadas en esferas artísticas, formando nuevas generaciones de actores, danzantes, músicos, poetas y fotógrafos. Con las armas de la estética han mostrado –como lo demostraron este fin de año– que, desde una perspectiva anticapitalista, cambian el mundo y controlan su territorio a partir de su identidad, esperanza y cohesión. La dignidad, se sabe, es subversiva.

Twitter: @lhan55

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EZLN: sus primeros 30 años/Magdalena Gómez

La Jornada, 02 de enero de 2024 00:02

En torno al aniversario del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) la semana reciente se publicaron en algunos medios, no es el caso del diario La Jornada, diversas entrevistas y versiones un tanto apocalípticas sobre la trayectoria y el estado actual de este movimiento enfatizando crisis y declives y, sobre todo, reclamando que no ha seguido la ruta que desde afuera algunos definían.

No sorprende esta suerte de campaña que por fortuna no encuentra eco en numerosos sectores de 20 países junto al Congreso Nacional Indígena (CNI) y numerosas organizaciones de vastas regiones del país, que, como han hecho desde 1994 se hicieron presentes en el caracol de Dolores Hidalgo (creado hace tres años con tierras recuperadas) para la celebración del referido aniversario.

Por otra parte, cabe destacar que durante los tres meses previos el EZLN emitió una serie de comunicados en que destacó la problemática de la lucha anticapitalista a escala mundial, nacional y en la entidad chiapaneca que lo llevó a plantear que la lucha es por la vida. Los zapatistas destacaron situaciones internas que han venido discutiendo en sus espacios autonómicos y que los han llevado a definir cambios en su estructura de gobierno actual.

Sin embargo, fue en su último comunicado, el número 20, donde perfilaron la propuesta que en la intervención del subcomandante insurgente Moisés el pasado 31 de diciembre, explicó y abundó ante los miles de asistentes, milicianos, bases de apoyo, adherentes e invitados primero en lengua tseltal y después en castilla o español.

Por su trascendencia me concentraré en ella, pues ya se consolidó el anuncio del último comunicado, con la compartición, de uno más de los ciclos estratégicos que el zapatismo decide esta vez en el aniversario 30 de su aparición pública.

Se trata del proyecto crítico a la noción, digamos, occidental o positivista de la propiedad de la tierra. Su eje gira en torno a lo común, la tierra de nadie. La propiedad debe ser del pueblo y común , indicó el subcomandante Moisés; el pueblo tiene que gobernarse a sí mismo y reafirmando la vocación pacifista que han respetado desde el 12 de enero de 1994; afirmó: “No necesitamos matar a los soldados y a los malos gobiernos, pero si vienen nos vamos a defender”.

El acurrdo prefigurado en el comunicado referido consiste en establecer extensiones de la tierra recuperada como del común para que sean trabajadas de manera colectiva, incluso con pobladores no zapatistas. Y enfatizó: “Una parte importante es que, para que se pueda lograr esto, tiene que haber un acuerdo entre los pobladores sin importar si son partidistas o zapatistas.

O sea que tienen que hablar entre ellos, no con los malos gobiernos. Eso de buscar el permiso de los malos gobiernos sólo ha traído divisiones y hasta muertes entre mismos campesinos”. Las tierras no tendrán propietarios y no serán “ni privadas, ni ejidales, ni comunales, ni federales, ni estatales, ni empresariales, ni nada. Una no propiedad de la tierra.

Como quien dice: ‘tierra sin papeles’. Entonces, en esas tierras que se van a definir, si preguntan de quién es ese terreno o quién es el propietario, pues se va a responder: ‘de nadie’, es decir, ‘del común’”. Aclaró que esto se hará “respetando las tierras que son de propiedad personal-familiar, y las que son para trabajo de los colectivos, se crea, en terrenos recuperados en estos años de guerra, esta no propiedad.

Y se propone que se trabaje en común por turnos, sin importar qué partido eres, o qué religión, o qué color, o qué tamaño, o que género eres. “Las reglas son sencillas: tiene que ser acuerdo entre los pobladores de una región. No cultivar drogas, no vender la tierra, no permitir la entrada de ninguna empresa o industria. Quedan excluidos los paramilitares. El producto del trabajo de esas tierras es de quienes la laboren en el tiempo acordado.

No hay impuestos, ni pago de diezmos. Cada instalación que se construya queda para el siguiente grupo. Se llevan sólo el producto de su trabajo. Pero de todo esto ya iremos hablando más después”.

El impacto de esta decisión es mayúsculo, en primer lugar porque justamente en torno a las tierras recuperadas los conflictos han estado presentes y en los últimos tiempos se han agudizado, pues, por ejemplo, el Programa gubernamental Sembrando Vida ha llevado a que organizaciones antizapatistas pretendan usurpar tierras para acceder a dicho programa, recurriendo obviamente a la violencia y a las complicidades oficiales.

Por otra parte, en abono de esta propuesta está la labor conciliadora, que el zapatismo ha practicado a lo largo de los años. Hay conciencia sobre la complejidad de la decisión, por ello, señaló el sub Moisés: “Estamos solos, igual que hace 30 años, hasta ahorita hemos descubierto este nuevo camino que vamos a seguir, aquí hace falta que el Congreso Nacional Indígena y el pueblo de México nos digan que están de acuerdo”. La consigna final fue “viva lo común”.


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