Revista Proceso # 1862, 8 de julio de 2012, pags 33-34
En un escenario en que la prensa de Estados Unidos aún no acaba de aceptar a Enrique Peña Nieto e incluso critica su triunfo en los comicios presidenciales y el retorno del PRI a Los Pinos, sus asesores comienzan a posicionarlo en aquel país. Uno de ellos, Emilio Lozoya, adelanta a Proceso parte de lo que será la agenda peñista ante Washington. En ella no se perciben cambios sustanciales respecto de la agenda bilateral panista, excepto lo que llama “desnarcotizar” la relación.
WASHINGTON.- Es probable que en su relación con el gobierno de Estados Unidos el sucesor de Felipe Caderón en Los Pinos, Enrique Peña Nieto, se ocupe en fortalecer sus contactos con el Capitolio, así como en “desnarcotizar” la agenda bilateral y establecer compromisos económicos de beneficio común, considera Emilio Lozoya, asesor de temas internacionales del virtual ganador en los comicios del domingo 1.
“En los últimos seis años la agenda bilateral se concentró exclusivamente en los temas de seguridad e inmigración. Vemos que esto es insuficiente y lo vamos a cambiar para poder explotar las oportunidades que nos ofrece la relación con Estados Unidos”, dice al corresponsal vía telefónica.
E insiste: uno de los primeros cambios será desnarcotizar la agenda bilateral para plantear el problema de la inseguridad bajo un contexto distinto. “Creemos que el crimen organizado, y en lo particular lo relacionado al narcotráfico, ha dejado de ser desde hace mucho tiempo una realidad nacional o binacional; esta es una realidad prácticamente hemisférica”
Para sacarle mayor provecho a la relación con Estados Unidos, sostiene el entrevistado, es necesario entender el contexto político y a los poderes de ese país, algo que Calderón nunca hizo durante su gestión.
“Estados Unidos no es Washington. Es un mármol político muy complejo conectado con intereses muy distintos que a veces se refleja en armonía y otras no en un Congreso federal. México tiene que tener una política de acercamiento y de conocimiento mucho mayor al de los últimos años con respecto al Congreso de Estados Unidos”, subraya Lozoya.
El asesor, a quien algunos medios de comunicación mexicanos señalan como probable secretario de Relaciones Exteriores o futuro embajador en Washington, establece que aun cuando es crucial el tener una buena relación con el gobierno de Estados Unidos, es más práctico fortalecer los lazos de comunicación con el Capitolio.
Así lo ve Peña Nieto, explica Lozoya, quien considera que en el Capitolio no conocen a México como debieran. Según él, algunos legisladores estadunidenses temen el retorno del PRI a Los Pinos porque piensan que con él volverán las prácticas de corrupción y los arreglos con el crimen organizado.
Dice que antes de las elecciones le tocó hacer varias llamadas telefónicas al Capitolio para aclarar los temores que persisten en Washington por el regreso del PRI al gobierno: “Un referente del éxito de tener una buena relación con el Congreso de Estados Unidos es la negociación del Tratado de Libre Comercio. Durante años se hizo un gran esfuerzo por acercarse al Congreso”.
Hoy, enfatiza Lozoya, se tendrá que echar mano de una mejor diplomacia en Washington, que no sea sólo para lucimiento personal de quien la dirige. “Tenemos que evaluar la contratación de firmas de cabildeo y la labor de la embajada, porque ésta no se suscribe a una labor del embajador paseándose por los pasillos del Congreso, sino que puede haber un esfuerzo diplomático significativo”.
Ampliar la agenda
Sin mencionarlo, Emilio Lozoya alude al embajador calderonista Arturo Sarukhán, quien suele presumir su cercanía con el presidente Barack Obama; el mandatario a su vez lo tiene bien identificado y hasta bromea con él cuando asiste a algunos actos públicos.
Durante 1992 y 1993, el gobierno de Carlos Salinas de Gortari invirtió decenas de millones de dólares en la contratación de firmas de cabildeo para promover la relación comercial de México con Estados Unidos y Canadá.
Repudiada en su momento, la táctica salinista logró su objetivo y en noviembre de 1993 el Congreso estadunidense aprobó el Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN).
Según Lozoya, Peña Nieto entiende que la complejidad del Congreso estadunidense exige una mejor relación. Y lanza sus críticas al PAN, pues en 12 años ni siquiera logró convencer a Washington de la necesidad de impulsar una reforma migratoria integral.
Relata: “Si ese esfuerzo (de los noventa) para un tema tan espinoso como era el del comercio y la apertura comercial (se consiguió), yo creo que también se puede lograr para un tema tan espinoso como el tema migratorio”.
Para el virtual gobierno que encabezará Peña Nieto, la ampliación de la agenda bilateral con Estados Unidos será un mecanismo para “influir” en el Capitolio sobre temas que más le convienen a México y a los mexicanos, sostiene. Para ello, dice Lozoya, los priistas prometen explicar a los legisladores estadunidenses los cambios económicos que se aplicarán en México una vez que concluya el sexenio de Calderón.
“Al ampliar la agenda y transformarla en una de desarrollo económico –agrega– se crearán más empleos, lo cual generaría un mayor apoyo del Congreso estadunidense.”
En el contexto de los cambios económicos que discutirá con Estados Unidos desde Los Pinos, Peña Nieto incluirá, según su asesor, la reforma energética estructural. Lozoya adelanta incluso la posibilidad de abrir algunos sectores de Pemex al capital privado, algo inusual en la agenda bilateral.
“Estamos planteando esta reforma energética por el bien de los mexicanos. No nos interesa si el apellido del capital es estadunidense, brasileño, chino o noruego, siempre y cuando se comporten como agentes económicos responsables”, comenta.
Con la apertura del sector energético a la inversión extranjera, Peña Nieto buscará la modernización de Pemex, lo que incluye creación de empleos. “Si las empresas petroleras, de infraestructura y de gas de Estados Unidos invierten en México, van a generar empleos en ambos lados de la frontera”, resume el entrevistado.
Además, “con las nuevas tecnologías, los gases no convencionales cobrarán nuevas oportunidades para nuestro país”, pues Peña Nieto quiere desarrollar y explotar los mantos de gases no convencionales. La ausencia de una estrategia en este sentido, según Lozoya, le resulta cara al país, pues el gobierno debe importar el gas de Indonesia y Australia a un precio alto.
“Si tuviésemos un tubo conectado a Texas –expone–, lo importaríamos a un costo más barato, pero no lo estamos haciendo. Aquí es donde uno se pregunta: ¿Por qué no cooperamos un poquito más con Estados Unidos en esa materia?”
Los nuevos ejes
Sobre la desnarcotización, Lozoya insiste en que con Peña Nieto la lucha contra las bandas criminales deberá concentrarse en ampliar la cooperación con otros países, en particular con los de Centroamérica.
Una de las propuestas, dice, será plantear al gobierno de Estados Unidos la creación de un mecanismo hemisférico, sin rechazar o eliminar lo que ya existe, como la Iniciativa Mérida.
“Hay otros países que son parte del problema y deben ser parte de la solución, como los centroamericanos, así como Colombia y Perú; serán bienvenidos los que quieran participar en esto, incluido Brasil, que no sabemos si tiene interés en hacerlo”, afirma Lozoya.
Subraya que la estrategia antinarcóticos de Calderón apoyada por Estados Unidos –que generó la narcoviolencia actual y las más de 60 mil muertes durante su gestión– será remplazada por una más efectiva.
“Tenemos que fortalecer la cooperación en materia de inteligencia, pero no sólo con Estados Unidos, sino con los demás países de la región afectados por este flagelo. Hasta ahora esto no se ha hecho”, añade.
–¿Pero su propuesta es similar a la de Calderón, quien aceptó que las agencias de inteligencia incrementaran su personal en México? –se le pregunta al asesor.
-Es muy sencillo. Hay algo que no está funcionando como debiera; ahí están los muertos y la droga que sigue cruzando la frontera. Queremos poner sobre la mesa que si bien la Iniciativa Mérida representa una parte mínima de los gastos de México en materia de seguridad, no vamos a decir que no necesitamos ese apoyo. Eso jamás lo hemos planteado.
Una de las exigencias que hará Peña Nieto a Estados Unidos desde Los Pinos será pedir a sus servicios de inteligencia un mayor esfuerzo para contener el lavado de dinero procedente de la venta de las drogas, sobre todo porque “los montos ni se ven”. Esa exigencia es correcta, insiste.
Y aun cuando el sucesor de Calderón se propone instrumentar cambios y enfoques novedosos en su política de cooperación bilateral antidrogas, no excluye, según el asesor de Peña Nieto, el entrenamiento de policías mexicanos en Estados Unidos.
Por el contrario, dice, “nosotros queremos intensificar el entrenamiento de nuestros cuerpos policiales en Estados Unidos o en algunos otros países”.
–¿Por qué?
–Porque es obvio. Cuando hablas de aumentar las fuerzas policiales en los números que propone Peña Nieto, sin duda que otros países son referencia y tienen un avance superior al que tenemos en México en materia de entrenamiento en distintos ámbitos.
“Si otros países nos abren las puertas en esta materia, debemos aceptarlo”, añade.
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