Revista Proceso # 1862, 8 de julio de 2012
A la dispendiosa propaganda del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y los operativos de compra del voto, antes y durante la elección del domingo 1, se sumó un elemento que hizo un “daño brutal” al proceso: El uso propagandístico de las encuestas, que sistemáticamente colocaron a Enrique Peña Nieto como imbatible.
Rafael Giménez, coordinador de Estrategia de la campaña de la panista
Josefina Vázquez Mota –que se desplomó al tercer lugar–, dice que se trata de
un grupo de encuestadores que favorecen al PRI y al Partido Verde Ecologista de
México (PVEM) porque trabajan para ellos.
Se trata de Ulises Beltrán, que publica en Excélsior; Roy Campos, de Consulta Mitofsky, que difunde en Televisa y Radio Fórmula; Francisco Abundis, de Parametría, que acoge la cadena de El Sol de México, y Buendía y Loredo, de El Universal.
No es un fenómeno nuevo, aclara Giménez, sino que se ha manifestado al
menos desde 2010. “El error sistemático de los encuestadores tiene años. Es a
favor del mismo partido, es lo grave del caso”.
–¿Se les puede catalogar de encuestadores priistas?
–Yo creo que sí, definitivamente. Han presentado un sesgo sistemático a
favor del PRI durante varios años. No era el caso de GEA-ISA, por cierto, pero
en este caso resultó muy malo su ejercicio. Yo tenía una buena opinión de
GEA-ISA como encuestador. Hoy no la puedo tener.
Y es que estas cinco casas ubicaron a Peña Nieto permanentemente arriba:
Buendía y Loredo, de El Universal, le dieron 17.1 puntos de ventaja; Ulises
Beltrán y Excélsior le otorgaron 16; Parametría y El Sol de México, 15.2; Roy
Campos, de Televisa, 15.1, y GEA-ISA, en Milenio, 18 puntos.
Hubo una sexta encuestadora, Harris-Indermerc, que publica en El
Financiero, que asignó 20.1 de ventaja a Peña, quien al final obtuvo 6.5% sobre
su más cercano contendiente, Andrés Manuel López Obrador, candidato de la
izquierda.
“Está probado que un grupo de encuestadores sistemáticamente
favorecieron a Peña Nieto. Es un error que ya no es aleatorio ni muestral
propio de las encuestas.”
–¿Es un propósito propagandístico?
–Ellos se ofenden si les dices eso, pero la verdad es que al final
funcionaba como tal.
Pone el ejemplo de GEA-ISA-Milenio: “¿Cómo se explica que salía de 40 a
70 veces al día en Milenio-TV la repetición de su encuesta? ¡Era más que un
spot para la audiencia de ese canal!
Pero esa misma encuesta, o la de los otros medios, se difundía también
por otros medios. “Estos encuestadores son stars porque iban a radio, a
televisión, a periódicos a narrar sus encuestas y a fijar la idea de la
inevitabilidad del triunfo de Peña. Esa fue la función de esas encuestas”.
La propia Vázquez Mota hizo un duro reproche a esas empresas: “En esta
elección algunas encuestas en algunos medios dieron resultados que sólo pueden
interpretarse como instrumentos de propaganda, y no basta con un ‘me equivoqué,
ustedes perdonen’”.
La referencia fue a la disculpa que pidió el conductor Ciro Gómez Leyva,
que transmitió durante 100 días una encuesta que sistemáticamente colocó a Peña
con ventajas de dos dígitos y la última le dio 18 puntos.
“Daño terrible”
Dice Giménez, él mismo encuestólogo de Arcop, su empresa, y antes de
Reforma: “El daño a la elección es profundo. No fue un día, fueron meses,
fueron 100 días de la encuesta de Milenio, pero todos los medios fueron así,
porque eran semanales o quincenales”.
Pero además este tipo de encuestas que “dañaron terriblemente la
elección” cuestan en el mercado entre 5 y 20 millones de pesos, y ni los
encuestadores nos dicen quién las paga, pero se pude colegir, dice, que es el
PRI o el PVEM.
“En el caso de Excélsior, Ulises Beltrán se hacía pasar como encuestador
neutro cuando en realidad era el que como consultor llevaba la campaña del
Partido Verde. ¡Todo mundo sabe que Ulises lleva 10 años llevando las campañas
del Partido Verde! Pasaba como si hiciera encuestas neutras y todavía se enoja
si le dices lo contrario.”
Añade: “Hay que ver si Roy Campos, de Consulta Mitofsky, no tiene 80% o
más de sus contratos con el PRI, si no hizo encuestas distritales para
seleccionar candidatos del PRI, si no hizo cada una de esas encuestas para el
PRI. Puede ser que tú autofinancies tus encuestas, pero las autofinancias con
lo que te deja el cliente mayor, que es un partido político”.
Por eso este grupo no registraba la caída del candidato priista, afirma
Giménez: “Cuando se estaba cayendo Peña aparecían siempre encuestas que lo
rescataban. Por ejemplo, el segundo debate, en el que Josefina tiene un buen
desempeño, el lunes, martes, miércoles aparecen encuestas que se habían
levantado antes, lo cual mata el efecto del debate”.
Más aún, para ellos ningún acontecimiento modificaba nada: “Lo escuché
varias veces en Radio Fórmula: No tienen ningún efecto las campañas, no tiene
ningún efecto el movimiento #YoSoy132, tampoco el debate. ¡Nada tenía efecto,
nada importaba! Lo único que importaba era que Peña iba ganando!”.
Agrega: “Así fue el lenguaje y cuando hubo una encuesta autónoma, la de
Reforma, que acercó mucho a López Obrador a Peña, dijeron que esa encuesta era
una porquería, que era una mentira. Eran esos mismos encuestadores como si
hubieran sido ofendidos en lo personal”.
Y es que en contraste también hay otro grupo de encuestadores que fueron
más rigurosos y siempre mostraron que la elección era más cerrada, como
Reforma; Covarrubias y Asociados; Demotecnia, de María de las Heras; Berumen e
Ipsos-Bimsa.
El mismo Giménez llevaba su propio tracking que no coincidía con los del
grupo de Ulises Beltrán: “Yo tuve a Peña durante dos meses debajo de 40%, hasta
en 36, que ya era un candidato muy vulnerable y mucha gente hubiera actuado
distinto de haber sido esa la versión que predominara”.
–Es decir, los encuestadores jugaron un papel no sólo propagandístico a
favor de Peña, sino para inhibir el voto.
–Así es. Ese es el efecto más grande de esto. Eso tiene incidencia en
varios niveles: En la élite, los políticos, los empresarios –¡hasta Fox!–,
toman decisiones con base en eso, porque supuestamente ya se decidió la
elección.
Por eso, dice, la gráfica en todas las encuestas que no se movió nunca
fue la respuesta a la pregunta de quién cree que iba a ganar. “El 60% decía que
iba a ganar Peña y es por efecto directo o indirecto de las encuestas. Fue a
votar un montón de gente bajo la idea de que era inevitable el triunfo de Peña.
Ese es el efecto más grave de las encuestas, que hubo más de 200 publicadas,
como nunca antes en México”.
Por eso, acusa, este manejo faccioso perjudicó el proceso electoral: “Es
un daño tan brutal que no basta con una disculpa. Debe haber ajustes del
mercado, que ha demostrado su incapacidad de autorregulación reiteradamente,
porque se han agravado los errores conforme pasan los años”.
Agrega: “El incentivo es muy malo: no le atinaste, estuviste lejísimos
del resultado, pero ganó el candidato que estuviste favoreciendo. Entonces es
probable que no te vaya tan mal como agencia, dado que van a tener muchas
posiciones las personas que se favorecieron con estas encuestas”.
Giménez plantea que con el IFE se realice una revisión de las casas
encuestadoras no sólo cuando acabe la elección sino cuando empiece la nueva.
“No se les puede prohibir que hagan encuestas, eso es muy extremo. Pero
sí podemos decir: esta agencia siempre pone 19 puntos arriba al PRI, como el
caso de Harris-Indermerc o Mitofsky, que durante 2012 publicó que iba a ganar
Tabasco el PRI, que iba a ganar el PRI Yucatán por 30 puntos, que iba a ganar
Morelos por 7.”
Y eso fue falso: “Resulta que ganó el PRD en Morelos por 7 puntos, la
elección de Yucatán fue de 8.5, no de más de 30 puntos, y en Tabasco la ganó
relativamente fácil la izquierda”.
Giménez no confía en la autocrítica de los encuestadores: “Han dado
explicaciones muy pobres, los escuché con Leo Zuckerman –que es más defensor de
las encuestas que cualquier otro columnista–, y no explican por qué había otras
encuestas que sí tenían a Peña en su dimensión”.
–Roy Campos dice que hay dos explicaciones sobre las críticas: Una
técnica y una ideológica.
–Ideológica es no presentar datos, pero estamos presentando los datos en
los que se equivocaron sistemáticamente, y la técnica es: ¿Hicieron mal las
muestras? Lo más probable es que no. ¿Hicieron mal los cuestionarios?
Posiblemente. Y la pregunta del siglo: ¿Quién paga, quiénes son los clientes
principales de los encuestadores?
La respuesta es obvia, dice: “El PRI y el Verde, pero eso no está
abierto, es un juego cerrado donde se quedan callados, no lo dicen. Yo nunca he
escuchado a Ulises Beltrán que diga: Estoy encuestando para Excélsior pero mi
cliente número uno es el Partido Verde”.
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