13 sept 2013

NERUDA-NANDAYAPA


Una de las personas que tendrían que estar en esta sala es la periodista chilena Frida Modak, ella fue funcionaria de prensa del gobierno de Salvador Allende y muy amiga del poeta Neruda. Logró escapar del infierno que era La Moneda en los momentos de la traición, pero su esposo cayó abatido al lado de Allende. La maestra Modak llegó a México donde fundó el semanario El Día Latinoamericano, de análisis político con respecto a lo que sucedía en América y en el mundo. Fue una publicación de gran impacto en el continente, editada por el periódico El Día. En la editorial Plaza y Janés coordinó el libro: Salvador Allende en el umbral del siglo XXI en el que participamos: Eduardo Galeano, Sergio Bagú, Gonzalo Martínez Corbalá, Gastón García Cantú, John Saxe Fernández, Graciela Fernández Meijide, Clodomiro Almeyda y el que esto escribe, entre otros. Por su amistad con Neruda y su fidelidad a Allende dedico a ella esta lectura. Con respeto y emoción les pido a los presentes que le enviemos un fuerte aplauso que llegue hasta donde quiera que se encuentre en esta enorme ciudad de México. 

Saludos a la periodista Frida Modak.

NERUDA-NANDAYAPA
              Roberto López Moreno
Aquí te dejo con la luz de enero
el corazón de Cuba liberada
y Siqueiros, no olvides que te espero,
en mi patria volcánica y nevada.
He visto tu pintura encarcelada,
que es como encarcelar la llamarada.
Y me duele al partir el desafuero,
tu pintura es la patria bien amada.
México está contigo, prisionero.


   Éramos muy jóvenes todavía. El gobierno de México, uno de tantos gobiernos dictatoriales e irresponsables, como los que hemos tenido, mantenía al gran pintor David Alfaro Siqueiros recluido en la penitenciaría, en el terrible Palacio Negro de Lecumberri, hasta donde había ido a visitarlo, en su paso por México, el pintor Pablo Neruda, su amigo.
   Neruda, compañero de luchas de Siqueiros, sufrió el dolor de ver al prodigioso artista detrás de las rejas de una de las prisiones más tenebrosas que fue en nuestro país. Ahí lo vio, converso con él, y a su salida escribió estos versos que obvio, ninguno de los periódicos mercantilistas de aquella época quiso publicar, porque era un voto más que se sumaba al resto de los expresados por la ciudadanía consciente exigiendo la libertad de su artista. El poema se publicó como portada en la comprometida revista Política que dirigía el ingeniero Manuel Marcué Pardiñas.
   “Y Siqueiros, no olvides que te espero, en mi patria volcánica y nevada” decían aquellos versos, y aquellos jóvenes de los que hablaba en un principio , tuvimos más clara la visión de una Latinoamérica lastimada por sus gobiernos, pero unida sólidamente, imantada por su cultura a través de la llama de sus almas mayores, sus artistas.
   Y supimos con los versos de Neruda que era inmensa nuestra patria, que era una sola, grande, poderosa, “volcánica y nevada”, fuego y altura, barro y hondanadas laváticas, patria grande, esta vez expresada a través de dos personajes, uno de México y otro de Chile.
   Supimos así que Chile y México eran una misma llama. “y Siqueiros, no olvides que te espero en mi patria volcánica y nevada”.  Y Cuba, mencionada también en el poema, y Argentina y Venezuela y Nicaragua y Bolivia y Brasil y Ecuador, y Uruguay y Chiapas, en donde iba a nacer todavía un poeta llamado Nandayapa (agua que corre, según la lengua chiapaneca), un joven y acusioso literato que después de hacer su doctorado en Chile iba a regresar a su tierra en brasas, para traernos de nuevo a Neruda, el que muriera para no morir tras el golpe del militar traidor al que no vamos a mencionar aquí.
   Ha crecido Nandayapa, Mario Nandayapa en sus pasiones y en sus estudios apasionados, apasionantes, apasionadores, desde investigador vehemente de nuestras cosas, desde la verdad latiendo de la letra que fue ocupando espacio cuando su parto entre la iguana y el colibrí que nos dieron vida. Y si él, Nandayapa, se doctoró en Chile es natural y plausible que nos trajera por su parte su novedad de Neruda. ¿Qué quiero decir con esto? Que gracias a sus empeños nos trae a otro Neruda acompañado del Neruda de siempre. Y de esa manera Neruda se nos multiplica como en su tiempo se nos multiplicó Siqueiros en nuestro pecho y en nuestra imaginación creciendo.
   Nandayapa el chileno –advirtiendo que no hay nada más chiapaneco que su chiapanequez-  aprovechó su estancia en el Sur, hurgó en documentos, en archivos hemerográficos, en colecciones iconográficas, en memorias fotográficas y escritas y trabajando sobre un mismo personaje terminó fusionando de nuevo, más, sería el término correcto, la historia de dos pueblos que es la misma pero siempre con diversos ángulos.
   Mario Nandayapa para trabajar en todo esto se acogió a la ecdótica y con ella vivió él mismo, tres años de acontecimientos acaecidos en México y en Chile y nos entregó así ese importante lapso vivencial del personaje dándonos de paso lo acaecido en lo político y en lo social, en lo humano, en esos tres años de vida de las dos naciones.
  Este libro que ahora nos presenta Nandayapa, bellamente editado por el Instituto Politécnico Nacional, la Universidad de Chile, la Universidad Autónoma de Chiapas y la Fundación Pablo Neruda, es entonces, hijo legítimo y orgulloso de la ecdótica; todos sabemos que esto último se refiere a organizar textos para su publicación buscando la mayor fidelidad en los mismos y por lo tanto en los hechos de los que esa documentación habla.
   Ecdótico Nandayapa trató de introducirse hasta donde le fue posible en la mentalidad del personaje abordado. Para la ecdótica, por ejemplo, los errores de transcripción son imperdonables, todo esto quiere decir que para asumir al personaje admirado, investigado, publicado o más bien, por publicar en aquellos momentos, para seguirlo como Dios manda (a lo mejor no hay dioses pero sí mandatos) Mario Nandayapa tuvo que echar mano de la filología, de la que es rama la ecdótica, de la codicología, de la paleografía, de la apografía y quizá hasta de apoyos grafológicos y trabajar cumplidamente sus 24 por 24 horas o sea, de sol a sol, o de luna a luna  (que a lo mejor así fue), hasta muy cerca de convertirse el poeta de sus versos luminosos en el arqueólogo de sus textos estudiados.
   Aquí veo a Nandayapa, heroico, navegando entre lo escrito, lo impreso y lo oral, aprovechando su estancia en Chile y su llama chiapaneca en las comburencias de su imaginación. Al final, mejor que fuera así, angustias para él, riquezas para todos. Y al final también, un bello y entrañable libro: La serenata épica de Neruda a México.
   En éste, uno de sus tomos más recientes, nos da muchas cosas Nandayapa. Nos da un poema de Neruda, Serenata de México, traducido por el propio Mario a lengua chiapaneca, nos da por ejemplo, textos que muchos no conocíamos, de escritores chiapanecos, queridísimos nuestros refiriéndose a Neruda, como Enoch Cancino Casahonda o José Falconi Castellanos.
   Los textos en prosa de Neruda que Mario incluye, son para mi emoción personal lo más impactante del legado. Un escrito de Neruda nos devela con emoción a la familia Revueltas, la más grande familia de genios artísticos que ha dado nuestro país, también marginados, hechos de menos, cuando no directamente encarcelados, como pasó con José Revueltas, quien desde su adolescencia supo lo que eran las Islas Marías, el exclusorio destinado a los criminales más torvos (bueno, así se las gastan nuestros gobiernos).
  “Me escriben que José Revueltas, el novelista, está preso en su patria, México  –escribe Neruda-.
  “La noticia es áspera para quien lo conozca y a mí me provoca recuerdos y tristezas…” continúa.
    Pero no sigo, estos son textos para que los descubra cada uno de ustedes, para que los lean, para que los vivan. Serán un soplo de fuego sobre cada uno de sus corazones, de eso estoy seguro y entonces volveremos a estar seguros de que América, nuestra patria, es inmortal.
   Y las fotografías. Que la pupila lo vuelva a rescatar al lado de Siqueiros, de Diego Rivera, de Juan Rulfo, de Angélica Arenal, de su esposa, Matilde Urrutia, del presidente Lázaro Cárdenas, nos reconstruye y nos eleva. Este Nandayapa nuestro es ya uno de nuestros orgullos, él desde sus años tan tempranos para este tipo de lides es parte ya de nuestro patrimonio cultural. Así lo siento y así lo digo.
   Por esa visión que del autor del libro tengo (a mí me tocó presentarlo hace muchos años en Tuxtla Gutiérrez, cerrando él con su texto una antología de narradores chiapanecos que había elaborado nuestro inolvidable César Pineda del Valle; entonces lo mencioné como el más joven de la antología, era casi un niño y así lo hice notar esa vez), decía que por esa visión que del autor del libro tengo, es que siento que ahora, y después de la aparición de La serenata épica de Neruda a México, es a él, a Mario Nandayapa, a quien corresponde decirle a Pablo Neruda, ahora, en el aniversario de su no muerte: “Y Pablo Neruda, no olvides que te esperamos en nuestra patria volcánica y nevada”.       
                     

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