19 nov 2013

En Michoacán...Gana terreno autodefensa


·      Gana terreno autodefensa
A seis meses de ingreso de federales a Michoacán, El Universal recorre la zona afectada por la violencia. El cártel de "Los Templarios" ha sido replegado, mientras grupos de autodefensa se han extendido a 19 municipios; el objetivo, dicen en entrevista, es "limpiar" el estado. En medio de intercambio de acusaciones, el gobierno local señaló ayer que busca contener el avance de estos grupos armados.

 Laura Castellanos / Enviada| El Universal, Martes 19 de noviembre de 2013
TIERRA CALIENTE, Mich.— La mañana del 15 de mayo de 2013, 20 vehículos con hombres armados irrumpieron en el aserradero Proveedora de Madera y Astillas, en Coalcomán, Michoacán. Amarraron al velador, rociaron con gasolina las instalaciones, la madera lista para el embarque, los transportes. Todo lo incendiaron.
Era un convoy del cártel de Los Caballeros Templarios, que provocó siniestros en su huida tras la irrupción de la autodefensa en su contra un día antes en el pueblo. Los criminales también quemaron a su paso un camión de pasajeros y un vehículo particular en la carretera.
El empresario Jesús Ramírez Ramos era obligado a pagarles una extorsión mensual de 80 mil pesos. Tras el incendio, no comió ni durmió durante varios días por la pérdida de su negocio y por el miedo.
Si bien el cártel fue expulsado del lugar, a seis meses de los hechos Ramírez no recupera la paz. Desolado, recorre su posesión: una estela de fierros retorcidos, motores calcinados, infraestructura derretida, vehículos achicharrados.

“Aquí perdí alrededor de 8 millones de pesos”, dice sobre el aserradero que fundó hace 17 años y que alimentaba a 60 familias. Calcula: “Para empezar desde abajo necesito 5 millones de pesos”. Pero está en quiebra y no tiene institución crediticia que se los preste.
 Cuatro días después del incendio, el 19 de mayo, a Tierra Caliente ingresaron 6 mil federales. EL UNIVERSAL incursionó en la zona agitada por la violencia de los Templarios y la reciente aparición de tres autodefensas que los combatían en municipios aledaños: una en Tepalcatepec y dos en Buenavista.
 Seis meses después, EL UNIVERSAL regresa. Ahora puede verse que la alianza entre las fuerzas federal y las autodefensas le han arrebatado territorio al cártel, replegándolo a la perifera de Tierra Caliente.
 En ese lapso, las guardias ciudadanas se extendieron a Aguililla, Chinicuila y a las afueras de Apatzingán. Recientemente, el 16 de noviembre, una nueva autodefensa tomó Tancítaro, colindante a Buenavista y Apatzingán.
 El doctor Manuel Mireles, líder del consejo que agrupa a varias autodefensas, cuenta que gente de Tancítaro le pidió apoyo para expulsar a Los Templarios, porque secuestraron y ejecutaron a dos hijas de un empresario aguacatero.
 El Consejo intervino pues su meta es “expandir la liberación de todos los pueblos, seguir limpiando Michoacán de cualquier cártel”.
 Mireles dice que hay autodefensas y policías comunitarias en 19 municipios del estado. La guerra por el territorio se expande.
 Hace seis meses estaban cerradas las escuelas de Coalcomán, ahora las maestras llevan a los niños del kínder al zócalo del pueblo para festejar Día de Muertos.
 Rafael García, edil de Coalcomán —del PRD— e integrante del consejo ciudadano de la autodefensa local, asegura: “Coalcomán, Buenavista, Tepalcatepec, Chinicuila y Aguililla son ahora los municipios más seguros, incluso más seguros que la propia Casa Blanca”.
 No obstante, en tales municipios crece la demanda por la reactivación económica y el libre tránsito, pues el cerco del cártel continúa. Tierra Caliente, la región exportadora de limón y de mango número uno del mundo, rica en ganado y madera, continúa en disputa.
 Sin derecho a tránsito
 La mañana de un domingo, las dos carreteras que conectan a Apatzingán con Tierra Caliente están bloqueadas. Ésta es la puerta de entrada y el principal centro de comercialización de los municipios con autodefensas, que conforman un corredor con más de 100 mil habitantes, y que representa 12% del territorio michoacano.
 En una de las dos carreteras hay troncos atravesados y mujeres y jóvenes armados con palos revisan cada vehículo. “Movimiento civil por la paz”, se lee en una lona.
 Las autodefensas aseguran que son retenes encubiertos de Los Templarios, montados y desmontados sin aviso a la entrada de Apatzingán, en los que han habido desapariciones forzadas, y desde los que se impide el ingreso de bienes como gasolina y la salida de productos.
 Un muchacho alerta a un joven en cuatrimoto, vestido impecable, con ropa y zapatos de marca, con iPhone de lujo, que llegó “prensa”. Él pide la identificación y la revisión del auto, indaga las razones de la cobertura y acepta dar una entrevista, pero sin que se registre su rostro.
 Su mirada es acerada. El trato, impositivo. Anticipándose a pregunta alguna, responsabiliza a las autodefensas de atropellos: “A los pobladores de aquí para allá los golpean, les quitan la credencial del IFE, los retienen dos o tres horas”.
 Niega que su movimiento pertenezca al cártel y acusa a las fuerzas federales de apoyar a las autodefensas en su conquista del territorio.
 “¿Por qué una policía comunitaria quiere avanzar y avanzar? ¿De qué se trata? Si realmente quieren a su pueblo van a cuidarlo, y no a avanzar y avanzar con la ayuda del gobierno”, dice con crispación.
 En el Valle de Apatzingán, sin embargo, se multiplican las denuncias contra dichos retenes. Un comerciante de Tepalcatepec dice en el anonimato: “Llevaba a mi hermana a consulta médica en Apatzingán y no nos dejaron pasar”.
 Productores de los municipios alzados temen también que sus embarques sean atacados al transitar por la ciudad y denuncian que las empacadoras de Apatzingán, que son las que comercializan sus frutos dentro y fuera del país, se niegan a recibir sus piscas.
 “Las empacadoras de Apatzingán están atemorizadas”, dice un productor de limón y aguacate en el anonimato. El cártel “las tiene sometidas, quiere el control absoluto”.
 La “toma” de Apatzingán
 El episodio más reciente de la guerra por el territorio en el Valle de Apatzingán aconteció el sábado 26 de octubre. A las ocho de la mañana, comerciantes, productores y jornaleros de limón y aguacate, acompañados por guardias de las seis autodefensas de la región, intentaron la toma armada de la ciudad, bastión de Los Templarios.
 El doctor Manuel Mireles, de Tepalcatepec, líder moral del Consejo General de Autodefensas y Comunitarios de Michoacán, creado dos días antes de la acción, dice que arribaron unas 3 mil personas armadas con palos, machetes, armas de caza y de grueso calibre.
 Cuenta que un coronel les dijo que podían ingresar a la ciudad, pero sin armas, que él les garantizaba cobertura. La camioneta de Mireles encabezó la entrada de la caravana, a las 13:00 horas, y con un megáfono llamó a la gente para que perdiera el miedo y se les sumara.
 Al doctor le informaron que había francotiradores en las azoteas y lo reportó a los federales. “Son de nosotros”, le respondieron.
 El productor de limón Estanislao Beltrán detalla que alrededor de las 15:00 horas la caravana llegó a la plaza central y se les atacó: “Nos tiraron desde arriba de la presidencia municipal, de la iglesia, nos tiraron de un hotel, nos tiraron la primera granada, ¡pram! Luego otra granada, ¡Pram! Y empezaron las ráfagas”. Más no hubo contraataque: “Allí le demostramos al gobierno quiénes son los agresores, los asesinos, los que roban, secuestran”.
 En respuesta, al día siguiente el cártel atacó instalaciones de la Comisión Federal de Electricidad en 12 municipios y rancherías de Tepalcatepec. El saldo: dos heridos de la caravana y un joven muerto en una ranchería. Según Mireles, 23 templarios murieron en Tepalcatepec.
 Colaboración federal
 En la modesta clínica de salud de Tepalcatepec, Mireles da seguimiento al embarazo de las mujeres de su pueblo. En mayo pasado, el doctor dijo a EL UNIVERSAL que de septiembre a diciembre de 2012 atendió a 40 niñas de 11 a 14 años violadas por templarios.
 Ahora asegura que no ha atendido un caso más, que en los últimos seis meses sólo han padecido la ejecución de un restaurantero, cuatro días después de la entrada de los federales. Pero ninguna desaparición forzada, ni extorsiones, ni robos. “Hoy no se pierde ni un jitomate en el mercado”, dice.
 Externa que la misma situación se presenta en el corredor que conforman los cinco municipios, por lo que redujeron sus puntos de vigilancia y retenes, aunque aún hay incursiones criminales en rancherías de Tepalcatepec y Coalcomán.
 El médico explica que si bien los federales pretendieron desarmarlos hace seis meses, los pueblos no lo permitieron. Entonces los militares patrullaban la zona sin intervenir en los enfrentamientos entre criminales y autodefensas.
 Más la situación cambió: “Últimamente, cuando [los federales] oyen que hay combates, van, atienden, defienden, y nosotros nos replegamos a nuestras trincheras”.
 Los hechos de Apatzingán los acercaron más a la Federación. Según Mireles, la noche de la toma el Consejo se reunió con la comandancia militar de la zona.
 Acordaron: el desarme de la policía municipal, la instalación de 13 puntos de vigilancia con guardias de la autodefensa desarmados, y que agentes federales inspeccionaran las casas de los criminales. “Y todo se está cumpliendo hasta la fecha”, expresa sin detallar.
 Dos días después, el 28 de octubre, se llamó a los representantes del Consejo a Apatzingán. “Tuvimos una visita grande”, dijo. “Del Procurador General de la República”. Mireles dice que el procurador Jesús Murillo Karam le dijo al general de zona: “Apoyo tu decisión de permitirles que se defiendan y bien armados, pero quiero que sepas que no deja de ser ilegal”. Y éste le respondió: “Lo sé, pero sabes que en legítima defensa todos los ciudadanos se pueden armar, y eso es lo que están haciendo”.
 Sin embargo, Mireles dice que en la guerra contra Los Templarios tienen otro enemigo: “el gobierno estatal, que está completamente ligado al crimen organizado.

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