América
Latina 2013: balance político/Daniel Zovatto es director regional de IDEA Internacional para América Latina y el Caribe.
El
País | 24 de diciembre de 2014;
Plagado
de importantes acontecimientos, 2013 fue un año intenso en América Latina. La
muerte de Hugo Chávez y la llegada de su sucesor, Nicolás Maduro, en elecciones
ajustadas y cuestionadas. La reelección de Rafael Correa en Ecuador y el
regreso al poder en Chile de Michelle Bachelet. La situación política se
regularizó mediante elecciones en Paraguay; sin embargo, la de Honduras
(denuncia de fraude mediante) se volvió a complicar. Daniel Ortega, con su
reforma a favor de la reelección indefinida, se va pareciendo cada vez más a
Somoza. Los Castro siguen gobernando Cuba y ejercieron la presidencia de la
CELAC. Las reformas estructurales en México y el proceso de paz en Colombia
siguen vivos aunque preñados de grandes desafíos. El secretario de Estado
estadounidense, John Kerry, declaró en la OEA el fin de la Doctrina Monroe. Y,
por primera vez en la historia, un latinoamericano está al frente del Vaticano,
el Papa Francisco, a quien la revista Time, en reconocimiento a su liderazgo,
lo designó el personaje del año.
Este
año se cumplió el 35º aniversario del inicio de la Tercera Ola democrática en
la región y comenzó un nuevo ciclo electoral, dentro del cual, y hasta 2016, 17
de los 18 países de la región (salvo México) celebrarán comicios
presidenciales.
Los
cinco procesos electorales presidenciales de este año que termina se
desarrollaron en un contexto de desaceleración económica. Según la CEPAL, el
crecimiento de América Latina en 2013 resultará de sólo 2,6%. A ello hay que
sumar un progresivo malestar social que se expresa en un incremento de las
demandas ciudadanas (sobre todo de las emergentes y muy heterogéneas clases
medias) en varios países de la región que, si bien no rechazan “el sistema
democrático”, sí muestran su insatisfacción hacia el funcionamiento de este
sistema, a la vez que demandan mejor representación, más transparencia y
rendición de cuentas, y, sobre todo, servicios públicos de mejor calidad en
materia de educación, salud, transporte y seguridad ciudadana.
En
Ecuador, se reeligió por segunda vez a Rafael Correa (electo en 2006 y reelecto
en 2009) con una gran ventaja sobre una oposición fragmentada y débil.
En
Venezuela, debido al deceso de Chávez, tuvo lugar una campaña corta y marcada
por la ausencia física pero no “espiritual” de su carismático liderazgo. El
chavismo fue liderado por Nicolás Maduro, quien venía ejerciendo como
presidente interino desde que Chávez se marchó a Cuba en diciembre de 2012. La
oposición repitió candidato, Henrique Capriles, quien ya había sido derrotado
por Chávez en las presidenciales de octubre de 2012. El progresivo deterioro
económico, la falta de carisma de Maduro y el buen papel desempeñado por la
oposición condujeron a que el chavismo se impusiera por una diferencia muy
estrecha. La oposición se negó a reconocer los resultados alegando graves
irregularidades, pero las autoridades electorales (bajo control chavista)
desecharon dichos cuestionamientos.
Paraguay
normalizó su situación, interna y externa, con unas elecciones en las que
Horacio Cartes logró triunfar cómodamente, marcando el retorno de los colorados
a la presidencia, de la cual fueron desalojados en las elecciones de 2008, tras
61 años ininterrumpidos en el poder.
Las
elecciones hondureñas estuvieron marcadas por la polarización, las denuncias de
fraude y el triunfo del candidato oficialista Juan Orlando Hernández, del
Partido Nacional. Otra de sus características fue el colapso del histórico
sistema bipartidista (en el ámbito nacional pero no en el municipal). El
segundo lugar lo ocupó el partido LIBRE, una fuerza emergente nacida tras el
golpe de Estado de 2009, liderada por el expresidente Manuel Zelaya, y que
llevaba como candidata a la presidencia a su esposa, Xiomara Castro. LIBRE no
aceptó los resultados proporcionados por el TSE y denunció fraude. Como
consecuencia, el país enfrenta un serio desafío de gobernabilidad debido a la
persistencia de una alta polarización política (zelayismo versus antizelayismo)
y del fraccionamiento parlamentario que obstaculiza la posibilidad de llegar a
acuerdos.
Chile
cerró el año electoral con la segunda vuelta de las presidenciales que sellaron
el regreso de la izquierda al poder tras cuatro años de gobierno de la derecha.
Michelle Bachelet, líder de una coalición de centroizquierda (Nueva Mayoría),
se impuso a Evelyn Matthei, cabeza electoral de la coalición de centroderecha.
La campaña careció de emoción, pues desde el principio se daba por descontado
el triunfo de Bachelet quien, tanto en primera como en segunda vuelta, superó a
Matthei por una amplia ventaja. Ambas jornadas se caracterizaron por un elevado
abstencionismo.
Otros
dos procesos de gran trascendencia para la región tuvieron lugar en Argentina y
Venezuela. Las elecciones legislativas de medio periodo fueron desfavorables
para el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y pusieron punto final a su
proyecto re-reeleccionista. En Venezuela, las elecciones municipales
(convertidas por la oposición en un plebiscito simbólico sobre la gestión del
presidente Maduro) volvieron a dar como ganador al oficialismo (quien
nuevamente tuvo a su favor un marcado “ventajismo”), esta vez con mayor ventaja
que en las presidenciales de abril pasado.
Los
procesos electorales de 2013 confirman algunas de las principales tendencias de
la región. Primero, la combinación de continuismo (triunfo de Correa en
Ecuador, del chavismo en Venezuela y del oficialismo en Honduras) con
alternancia (en Paraguay y en Chile). Segundo, la heterogeneidad política
también ha estado presente: victoria del “socialismo del siglo XXI” en Ecuador
y Venezuela, de la izquierda moderada en Chile y del centro derecha en Paraguay
y Honduras. Y tercero, la tendencia al centro político (mayor moderación y
pragmatismo), salvo contadas excepciones.
El
año 2013 ha dejado varios procesos abiertos que seguirán marcando la realidad
política latinoamericana en 2014. En México, Enrique Peña Nieto, apoyándose en
el Pacto por México, logró que se aprobaran las principales reformas
estructurales que se propuso (educativa, telecomunicaciones, transparencia,
fiscal, política y energética), pero dicho Pacto se ha visto desgastado con la
salida del PRD. El reto pasa ahora por lograr una efectiva y exitosa
implementación de dichas reformas.
En
Colombia, el desafío radica en seguir avanzando con el proceso de negociación
de paz con las FARC en medio de una campaña electoral que durará los primeros
cinco meses de 2014. No obstante importantes avances, las negociaciones han
marchado muy lentas (Santos había puesto como fecha límite para un acuerdo el
mes de noviembre de 2013). Será un año difícil, plagado de tensiones y
presiones, en especial de las que provienen del uribismo.
El
rally electoral iniciado este año continuará en 2014 con siete elecciones
presidenciales de gran importancia. En la mayoría de los casos, los
oficialismos parten como favoritos (Dilma Rousseff en Brasil, Juan Manuel
Santos en Colombia, Evo Morales en Bolivia y Tabaré Vázquez en Uruguay). En los
tres países restantes (Costa Rica, El Salvador y Panamá) las opciones están más
abiertas, pero en todos ellos existen buenas posibilidades para un triunfo
oficialista. La reelección está más viva que nunca: en tres países (Colombia,
Bolivia y Brasil), los presidentes buscaran su reelección y en otros dos
(Uruguay y El Salvador), dos ex presidentes intentarán volver (Tabaré Vázquez y
Antonio Saca). En la totalidad de estos procesos la marcha de la economía, el
nivel de conflictividad social y coyunturas específicas nacionales desempeñarán
un papel determinante. Y con seguridad, en todos estos países la gobernabilidad
será más compleja.
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