Nueva
carta a Maduro/Otto J. Reich fue embajador de EE UU en Venezuela, subsecretario de Estado de ese país para el Hemisferio Occidental y asesor del Consejo Nacional de Seguridad en la Casa Blanca.
El
País | 27 de marzo de 2013:
Señor
Maduro: Por este medio respondo a sus más recientes acusaciones. No se
preocupe, no es molestia; usted siga inventando y yo seguiré contestando.
No,
Sr. Maduro, yo no tuve nada que ver con el cáncer que mató a Hugo Chávez, ni
tengo la más mínima intención de agredir al Sr. Henrique Capriles (ni ningún
otro ciudadano de su país), ni he contribuido dinero a la campaña de Capriles,
ni lo he recaudado, ni he saboteado o planeo sabotear algún objetivo en su
país. Esas alegaciones de su parte solo pueden tener dos explicaciones: o Ud.
no conoce la verdad, o no sabe distinguir entre mentira y verdad. Ud. dirá cual
es.
A
pesar de que en EE UU nadie de importancia lo toma en serio a Ud. o a su
llamado gobierno, quiero ejercer el derecho de defenderme. No solo porque en mi
país tengo esa libertad, pero pienso, tal vez inocentemente, que al contestarle
a Ud. abogo por muchos venezolanos que no pueden escudarse de las mentiras,
insultos y abusos de su gobierno, como puedo yo.
Esta
semana contesté sus alegaciones sobre un presunto envolvimiento mío o del
gobierno de EE UU en el cáncer que terminó la vida el expresidente Hugo Chávez.
No voy a repetirlo. Ahora, sobre Capriles.
No
es la primera vez que Ud, como presidente encargado o candidato del Partido
Socialista Unido de Venezuela (PSUV) me ha acusado de estar conspirando contra
la vida del candidato Henrique Capriles o de otros venezolanos. ¿Cómo se puede
probar algo que uno no está haciendo? Primero, declarando lo siguiente:
Por
este medio, una vez más, niego categóricamente sus absurdas acusaciones, y lo
reto a que presente las “pruebas” que asegura tener en mi contra. Si no
presenta pruebas fehacientes, Sr. Maduro, Ud. demuestra que sus acusaciones son
falsas y maliciosas. Sobra señalar que la presunta víctima de la conspiración,
Henrique Capriles, ha declarado públicamente que si algo le sucediera a él, lo
consideraría a usted el responsable, y a nadie más.
Está
muy claro que esta más reciente infamia en contra mía es parte de una cínica
estrategia cuyo propósito es de distraer a los venezolanos del desastre que su
partido socialista ha efectuado en sus 14 años de mal gobierno. Ya que Ud. no
puede ganar las elecciones ofreciéndole pan a los venezolanos, debido a que el
pan es uno de los muchos alimentos que faltan en las tiendas venezolanas, Ud.
les ofrece circo.
Esa
estrategia tiene cierto sentido, ya que Usted no puede defender un récord de
corrupción oficialista sin precedentes, donde más de un trillón de dólares han
desaparecido en 14 años; de alimentos importados que se pudren en los puertos
mientras que madres venezolanas pelean entre si en el interior del país para
poder comprar leche, pollo, arroz, frijoles, y otros alimentos básicos que
antes eran abundantes y ahora han desaparecido; de fortunas ilícitas acumuladas
por decenas de colegas suyos, de ministros, militares y empresarios favorecidos
que viven lujosamente a la vista de la miseria en que han dejado en su país
mientras que invierten sus respectivos cientos de millones en el exterior. Ud.
no puede defender una era de gobernación que ha hecho a Venezuela uno de los
diez países con mayor número de homicidios del mundo, el peor de América
Latina, y uno que entrega su tesoro y su soberanía a una nación extranjera, la
Cuba comunista, cuyo dictador General controla la seguridad estratégica e
interna de Venezuela y decide personalmente quien la maneja, desde el Alto
Mando Militar hasta los propios guardaespaldas suyos.
Usted
afirma ahora que la CIA y el Departamento de Defensa de EE UU se han unido a la
conspiración contra Capriles, y le solicita al presidente Obama “pararla.” La
portavoz del Departamento de Estado, hablando en nombre de todo el gobierno, dijo
lo siguiente: “Estados Unidos rechaza categóricamente las denuncias de que esté
implicado en cualquier plan para desestabilizar al gobierno venezolano o para
dañar a alguien en Venezuela”.
Sus
acusaciones están tan lejos de la realidad que tenemos que preguntarnos cuál es
su verdadero propósito, ¿qué es lo que oculta Ud. detrás de esta cortina de
humo? Aquí se teme que podría ser que su Gobierno es el que planea eliminar a
Capriles, como otros han sido eliminados al desafiar el monopolio “socialista”
de poder e información. Como por ejemplo el Fiscal Danilo Anderson, ultimado
mientras investigaba asesinatos políticos atribuidos a seguidores del entonces
presidente Chávez.
¿Por
qué nadie en Venezuela ha sido llevado ante la justicia por el asesinato de Anderson?
Sus
denuncias también podrían estar diseñadas a socavar aún más la integridad del
proceso electoral, el cual está tan polarizado y cargado en contra de la
oposición que Henrique Capriles ha ganado la admiración de los demócratas del
mundo por la valentía y patriotismo personificadas en su segunda candidatura a
la presidencia en menos de un año. La única simpatía por el candidato
oficialista viene de países como Irán, Cuba, Belarus, Rusia, Ecuador, Bolivia y
otros países que han recibido multimillonarias “donaciones” de Venezuela.
Sus
acusaciones son tan infundadas, Sr. Maduro, que el mundo le exige a las
autoridades venezolanas garantizar la integridad física de Henrique Capriles
porque conoce la capacidad de violencia de su gobierno. Por ejemplo, a una
semana de las elecciones presidenciales del 2012 una caravana de Capriles fue
atacada a balazos por activistas oficialistas, según testigos, donde murieron
tres opositores.
Ud.
dice que es el hombre indicado para guiar a Venezuela. Pero un hombre de verdad
no manda a agredir o balacear a estudiantes indefensos que protestan por la
igualdad de derechos políticos. Un hombre no enjaula o humilla a una jueza que
padece de cáncer por el simple acto de cumplir con su deber profesional. Un
hombre no permite que ciudadanos en huelga de hambre mueran por falta de
atención, como ocurre en Cuba.
¿Sr.
Maduro, con todos los recursos del estado venezolano a su disposición, no puede
Ud. encontrar una acusación más original? El fallecido presidente Chávez hizo
la misma falsa afirmación acerca de un complot para matar a Capriles en la
campaña del año pasado, al igual que aseguró tener pruebas de varios intentos
de asesinarlo a él mismo, pero nunca las hizo publicas. ¿Y ahora piensa que el
mundo exterior le va a creer a Ud.?
A
pesar de que su táctica no es original, yo acepto que Ud. no es tan torpe como
lo aparenta. Con las elecciones programadas para el 14 de abril, en menos de un
mes, cada día que los medios de comunicación se concentran en conspiraciones no
existentes es un día menos que los venezolanos no escuchan que existe una
alternativa viable de paz, honradez y prosperidad para Venezuela, y que no es
el actual arbitrario y corrupto régimen.
Cada
día que los venezolanos hablan de demonios extranjeros no hablan de la escasez
de agua y electricidad, de harina pan y aceite de cocina, de jabón y pañales,
de antibióticos e insulina, o de la destrucción de la infraestructura
petrolera. Es un día menos para preguntarse cómo Caracas se convirtió en la
tercera ciudad más violenta del mundo o sobre las 150,000 víctimas de homicidio
de los 14 años del Socialismo del siglo XXI.
Es
un día menos para que los venezolanos adivinen en qué su gobierno gastó mil
veces mil millones de dólares. El socialismo ha gastado más dinero en los últimos
14 años de lo que Venezuela recibió en sus primeros 175 años de independencia.
No es de extrañar, entonces, que China exige que Venezuela deposite todas sus
reservas de oro en bancos chinos como colateral por el más reciente préstamo
multibillonario, en dólares, solicitado por el gobierno suyo, uno que ellos
saben está al borde de la quiebra.
Es
transparente que con un pasado tan indefendible, Ud. necesita distraer al
pueblo, por lo que ha optado por mecanismos favorecidos por demagogos de
derecha y de izquierda: crear una gran mentira, una enorme distracción, y
culpar a extranjeros para manipular el fervor nacionalista de la población con
la esperanza de que se olviden de sus problemas, para comprar tiempo al igual
que las próximas elecciones.
Esa
estratagema no funcionó para los derechistas generales argentinos que
invadieron las Islas Malvinas en 1982, y es de esperar que no funcione tampoco
para los izquierdistas generales, ministros y funcionarios venezolanos.
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