Turquía:
la situación de los cristianos de ayer y hoy
El
Papa se encontrará con una Iglesia pequeña que ha sufrido una larga persecución
Zenit Madrid,
29 de noviembre de 2014 (Zenit.org) Redacción |
Por
su interés, difundimos este artículo del escritor francés Sébastien de
Courtois, publicado en la página web de Ayuda a la Iglesia Necesitada y firmado
en Estambul.
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La
población turca es mayoritariamente musulmana, con casi un 65% de suníes y con
una importante minoría aleví (una rama del Islam chií) de entre un 25 y un 35%
de la población total. Los alevíes turcos se sitúan al margen del mundo
musulmán: no frecuentan las mezquitas, sino los cem evi (traducción: casas de
oración), no respetan el ayuno del Ramadán ni practican las cinco oraciones
diarias. Aunque oficialmente sean considerados por la Administración turca como
musulmanes, es evidente, a la luz de estos hechos, que se sitúan fuera del
Islam tal como se le entiende comúnmente. Por ello, hay que prestar atención a
la hora de hablar de las religiones en Turquía para no olvidarlos, pues,
frecuentemente, los alevíes mismos se consideran como un grupo minoritario
similar al de los judíos o los cristianos. Políticamente, no comulgan con el
Gobierno islámico-conservador del Partido de Justicia y Desarrollo (AKP, Adalet
ve Kalkinma Partisi) –en el poder desde 2002–, sino que profesan ideas
republicanas, progresistas y laicas.
Habiendo
sido víctimas de discriminación, los alevíes turcos reivindican un
reconocimiento oficial de su especificidad por la Diyanet (Dirección General de
Asuntos Religiosos de Turquía). Desde 2009 no es obligatorio indicar en la
tarjeta de identidad la afiliación religiosa.
En
Turquía, los cristianos no son más que unas 100.000 personas, lo cual no es
mucho en una población total que ya supera los 75 millones de habitantes. Entre
ellos están los armenios (unos 80.000); los siríacos (20.000-25.000); los
greco-ortodoxos (menos de 2.000), llamados rum en turco, a saber, “romanos”; y
algunos centenares de familias católicas de rito latino instaladas en las
grandes ciudades (Esmirna y, sobre todo, Estambul). Estambul, que no es la
capital de Turquía, es un auténtico mosaico del Cristianismo, pues allí están
presentes todas las Iglesias orientales y occidentales, además de grandes
corrientes como los caldeos del sureste (originarios de Hakkâri), los
siro-ortodoxos de Tur Abdin, los búlgaros, los rusos (con sus iglesias
construidas bajo los tejados de Karaköy), los polacos, los ucranianos, las
Iglesias Protestantes y la Anglicana, y una serie de instituciones católicas
que operan en el sistema educativo y social como, por ejemplo, la escuela de
Don Bosco dirigida por las Salesianas o el hospicio de Bomonti, gestionado por
las Hermanitas de los Pobres, presentes en Turquía desde 1892.
Debido
a la explosión del número de refugiados provenientes del mundo entero, pero,
principalmente, del África Negra, Siria e Iraq, las iglesias de Estambul
vuelven a llenarse.
Por
lo general y de forma continuada, las Iglesias se han encontrado, en el mejor
de los casos, en una situación de minoría, y, en el peor, en una situación de
gueto. La presencia cristiana no se limita a sucedáneos comunitarios, incluso
aunque sean simbólicamente atractivos. Pienso en la figura del Patriarca
ecuménico, Bartolomeo, que encarna el legado del antiguo Imperio Bizantino y que
gobierna desde el barrio de Fener, ubicado en el Cuerno de Oro, los destinos
del mundo ortodoxo. La comunidad rum se reduce a algunos centenares de
personas, pero la importancia de la sede patriarcal es un símbolo que traspasa
las fronteras. El pasado bizantino de Estambul y Anatolia no debe subestimarse:
miles de iglesias y monasterios se esparcen por el paisaje, aunque muchos estén
en ruinas y abandonados. La península histórica de Estambul no sería la misma
sin la masiva silueta de Santa Sofía –Aya-Sofía–, que se remonta a la primera
mitad del siglo VI, construida bajo el reinado del emperador Justiniano.
Este
monumento recuerda al visitante, por su talla y su gracia, que la sociedad
turca también se ha construido sobre un pasado cristiano, y que es preciso no
olvidar esta continuidad invisible de la gran Historia con el presente.
Igualmente, en el sureste del país, en la región de Mardin, se encuentran los
últimos monasterios activos en Turquía: son cinco y pertenecen a la Iglesia
Siro-Ortodoxa (en total, una veintena de religiosos). Algunos monasterios
producen pistachos, uvas y aceite de oliva. Esta región se llama Tur Abdin
(“montaña de los siervos de Dios”) y es un antiguo lugar de presencia y
espiritualidad siríacas. Los cristianos de la región utilizan una lengua de
origen arameo llamada turoyo. En torno a estos monasterios hay unos veinte
poblados cristianos, lo cual nos vuelve a mostrar la especificidad de esta
región . Desde 1915 y la destrucción de la Primera Guerra Mundial, –y salvo
escasas excepciones– la población armenia del este anatolio fue desplazada y
masacrada por los Jóvenes Turcos de la época. El hecho de que Turquía siempre
se haya negado a reconocer el genocidio de los armenios genera un malestar que
constituye uno de los principales hándicaps para Turquía en el plano
internacional. La normalización de las relaciones entre Grecia y Turquía,
iniciada por la ayuda recíproca que cada uno de estos países prestó a su vecino
a raíz del terremoto de 1999, se ha visto reforzada gracias a los esfuerzos
conjuntos realizados en aras de solucionar el problema chipriota.
Pero
todavía no es suficiente, pues los cristianos turcos dependen demasiado de las
relaciones internacionales entre países (Armenia y Grecia, principalmente), al
tiempo que son plenos ciudadanos turcos. Además, a menudo, su presencia en el
territorio de la república turca es más antigua que la de la población
considerada como “turca”. Esta paradoja todavía existe. Así, los cristianos
turcos a menudo son considerados como “extranjeros”, lo cual es lamentable.
Pese a la libertad de culto, siempre tienen que justificar su lugar en la sociedad.
En los últimos años se han registrado asesinatos muy inquietantes de religiosos
católicos y protestantes, sin hablar de la muerte de Hrant Dink, el periodista
turco de origen armenio. Una parte considerable de la población turca, incitada
por el nacionalismo, acusa a los cristianos de querer desestabilizar la nación
turca y de ser agentes extranjeros, lo cual es signo de una paranoia aguda.
Finalmente,
muchas de las grandes ciudades mencionadas en los Evangelios, con el pasaje de
los apóstoles Pedro y Pablo, se encuentran actualmente en Turquía: Antioquía,
Éfeso, Cesarea o Sardes y la región de los Gálatas, que es el Ankara de
nuestros días. Los judíos –principalmente sefardíes– constituyen con sus 25.000
fieles la tercera comunidad religiosa del país. Todas las minorías esperan con
alegría la visita del Papa a finales de este mes de noviembre.
La
masacre de los armenios y siríacos turcos
Las
comunidades armenias y siríacas presentes en las provincias orientales del
Imperio Otomano fueron, entre 1895 y 1915, víctimas de una serie de masacres.
La suerte de las comunidades siríacas estuvo ligada con la más general de los
armenios. Las siguientes provincias orientales, fuertemente cristianizadas, se
vieron afectadas: Cilicia, Anatolia oriental, las provincias de Erzurum, de
Van, de Bitlis y de Hakkâri, así como la provincia de Diyarbakir. Estambul
tampoco se quedó atrás: también ahí los armenios fueron perseguidos, sobre
todo, los personajes importantes.
Las
Iglesias siríacas
El
mundo siríaco es el menos conocido, y constituye un ecumenismo oriental por sí
solo. Este legado se remonta a Antioquía, la ciudad donde los cristianos fueron
llamados por este nombre por primera vez. Esta familia se compone de cinco
Iglesias distintas que comparten la lengua siríaca: La Iglesia Siro-Ortodoxa,
la Iglesia Siro-Católica, la Iglesia de Oriente, la Iglesia Caldea y la Iglesia
Maronita de Líbano.
Aunque
la población cristiana en Turquía apenas roza el 0’3%, Ayuda a la Iglesia
Necesitada (AIN) ha financiado 100 proyectos en Turquía en los últimos veinte
años.
Una
cantidad significativa de la ayuda de AIN ha ido destinada a los refugiados
iraquíes y sirios en la parte oriental del país. Desde 2010, AIN ha donado un
total de 130.000€ a los refugiados iraquíes, principalmente a través de la
Iglesia Caldea y los Padres Salesianos en Estambul. Los salesianos atienden a
las familias y ponen un especial interés en asegurar que los niños sigan
recibiendo una educación escolar. Desde que comenzó la crisis en Siria, AIN
también ha ayudado a los refugiados sirios en el este de Turquía. De 2013 a
2014 AIN ha donado un total de 47.000€ destinados a cubrir sus necesidades.
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Sébastien
de Courtois escribe para Ayuda a la Iglesia Necesitada, fundación de
la
Santa Sede que ayuda pastoralmente a la Iglesia necesitada o que sufre
persecución
en cualquier parte del mundo.
(29
de noviembre de 2014) © Innovative Media Inc.’’’’
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