Discurso del discurso del papa en la Presidencia de Asuntos Religiosos, turcos
Su primera tarde en Turquía, el papa fue al "Diyanet", el departamento para los Asuntos Religiosos, la autoridad religiosa islámica sunita más alta en este país. Allí lo ha recibido el presidente, el profesor Mehmet Gormez, con quien ha mantenido un encuentro privado. Al finalizar, Francisco ha dado su segundo discurso público del viaje.
El presidente Gormez, no es un religioso sino una autoridad a nivel de ministro que es designado por el Estado. Turquía es una estado laico, aunque su publiación es en un 98 por ciento musulmana. Fue Atatürk, fundador de la Turquía moderna, quien abolió el Califato y sustituyó el ministerio de la Sharia por un organismo estatal central, que es la Diyanet.
Su primera tarde en Turquía, el papa fue al "Diyanet", el departamento para los Asuntos Religiosos, la autoridad religiosa islámica sunita más alta en este país. Allí lo ha recibido el presidente, el profesor Mehmet Gormez, con quien ha mantenido un encuentro privado. Al finalizar, Francisco ha dado su segundo discurso público del viaje.
El presidente Gormez, no es un religioso sino una autoridad a nivel de ministro que es designado por el Estado. Turquía es una estado laico, aunque su publiación es en un 98 por ciento musulmana. Fue Atatürk, fundador de la Turquía moderna, quien abolió el Califato y sustituyó el ministerio de la Sharia por un organismo estatal central, que es la Diyanet.
28 de noviembre de 2014
Señor
Presidente,
Autoridades
religiosas y civiles,
Es
para mí un motivo de alegría encontrarles hoy, durante mi visita a su país.
Agradezco al señor Presidente de este importante Organismo por la cordial
invitación, que me ofrece la ocasión estar con los dirigentes políticos y
religiosos, musulmanes y cristianos.
Es
tradición que los Papas, cuando viajan a otros países como parte de su misión,
se encuentren también con las autoridades y las comunidades de otras
religiones. Sin esta apertura al encuentro y al diálogo, una visita papal no
respondería plenamente a su finalidad, como yo la entiendo, en la línea de mis
venerados predecesores. En esta perspectiva, me complace recordar de manera
especial el encuentro que tuvo el Papa Benedicto XVI en este mismo lugar, en
noviembre de 2006.
Como
dirigentes religiosos, tenemos la obligación de denunciar todas las violaciones
de la dignidad y de los derechos humanos. La vida humana, don de Dios Creador,
tiene un carácter sagrado. Por tanto, la violencia que busca una justificación
religiosa merece la más enérgica condena, porque el Todopoderoso es Dios de la
vida y de la paz. El mundo espera de todos aquellos que dicen adorarlo, que
sean hombres y mujeres de paz, capaces de vivir como hermanos y hermanas, no
obstante la diversidad étnica, religiosa, cultural o ideológica.
A
la denuncia debe seguir el trabajo común para encontrar soluciones adecuadas.
Esto requiere la colaboración de todas las partes: gobiernos, dirigentes
políticos y religiosos, representantes de la sociedad civil y todos los hombres
y mujeres de buena voluntad. En particular, los responsables de las comunidades
religiosas pueden ofrecer la valiosa contribución de los valores que hay en sus
respectivas tradiciones. Nosotros, los musulmanes y los cristianos, somos
depositarios de inestimables riquezas espirituales, entre las cuales
reconocemos elementos de coincidencia, aunque vividos según las propias
tradiciones: la adoración de Dios misericordioso, la referencia al patriarca
Abraham, la oración, la limosna, el ayuno... elementos que, vividos de modo
sincero, pueden transformar la vida y dar una base segura a la dignidad y la
fraternidad de los hombres. Reconocer y desarrollar esto que nos acomuna
espiritualmente mediante el diálogo interreligioso – nos ayuda también a
promover y defender en la sociedad los valores morales, la paz y la libertad.
El común reconocimiento de la sacralidad de la persona humana sustenta la
compasión, la solidaridad y la ayuda efectiva a los que más sufren. A este propósito,
quisiera expresar mi aprecio por todo lo que el pueblo turco, los musulmanes y
los cristianos, están haciendo en favor de los cientos de miles de personas que
huyen de sus países a causa de los conflictos. Hay dos millones. Y esto es un
ejemplo concreto de cómo trabajar juntos para servir a los demás, un ejemplo
que se ha de alentar y apoyar.
He
sabido con satisfacción de las buenas relaciones y de la colaboración entre la
Diyanet y el Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso. Espero que
continúen y se consoliden, por el bien de todos, porque toda iniciativa de
diálogo auténtico es signo de esperanza para un mundo tan necesitado de paz,
seguridad y prosperidad. Y también, después del diálogo con el señor
presidente, deseo que este diálogo interreligioso se haga creativo, de nuevas
formas.
Señor
Presidente, expreso nuevamente gratitud a usted y a sus colaboradores por este
encuentro, que llena de gozo mi corazón. Agradezco también a todos ustedes su
presencia y las oraciones que tendrán la bondad que ofrecer por mi servicio.
Por mi parte, les aseguro que yo rogaré igualmente por ustedes. Que el Señor
nos bendiga.
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