- La nueva sociedad del futuro es la que define lo que es la nueva política. Son ciudadanos más informados, más formados y más exigentes. La forma de acercarse a ellos ya no puede ser la tradicional, ni en las formas ni en los mensajes. Muchos expertos en comunicación se han dado cuenta, aunque algunos han optado por la banalización, haciendo más énfasis en las formas que en el fondo.
¿Qué
es la nueva política?/| Ignacio Urquizu
El
País, 17 de diciembre de 2015..
A
días de las elecciones, mucho del debate político está girando en torno a lo
nuevo frente a lo viejo. Así, se presenta a la nueva política como un cúmulo de
virtudes representada por las nuevas formaciones, mientras que lo viejo es
atribuido a los partidos más tradicionales, responsabilizándolos de todos los
problemas del país. Como estrategia de comunicación, no es una mala táctica. Lo
que sucede es que si descendemos al análisis más riguroso, muchos de estos
argumentos no se sostienen. Básicamente, ni todo lo nuevo es tan nuevo, ni el
pasado está tan mal.
Pero,
¿significa esto que no hay nueva política? Como muchos debates que se producen
en nuestro país, tenemos una cierta tendencia a acercarnos a ellos con la
brocha gorda. No se profundiza y por ello se llega en ocasiones a conclusiones
equivocadas.
Una
nueva política sí que es necesaria. Pero no tiene nada que ver con el adanismo,
la juventud o la comunicación a base de frases breves y contundentes. Esta
nueva política es el resultado de los cambios sociales y tecnológicos que se
han producido en nuestro país, generando dos sociedades distintas que conviven,
aunque una de ellas representa a los últimos 40 años, mientras que la otra es
el futuro. La socióloga Belén Barreiro las ha bautizado como los analógicos
frente a los digitales.
Esta
división tiene un cierto componente generacional y la brecha habría que
situarla en los 55 años. Varios son los rasgos que les separan. En primer
lugar, los más mayores han sido socializados en la época de la dictadura.
Producto de ello, su visión de la democracia es minimalista y la asocian más a
la generación de bienestar económico que a cuestiones políticas. En cambio, los
menores de 55 años han pasado toda su vida adulta en una democracia, algo que
les ha hecho tener una percepción distinta de nuestro sistema político,
esperando cosas diferentes.
En
segundo lugar, su formación educativa también es distinta: mientras que el 1%
de los menores de 55 años no ha terminado la educación básica y el 32% declara
tener estudios universitarios, en la generación más mayor estas cifras son del
12% y del 16%, respectivamente.
En
tercer lugar, a este último rasgo hay que unirle el cambio tecnológico. Mayores
y menores de 55 años tienen un consumo de las nuevas tecnologías claramente
diferenciado. Por ejemplo, en la encuesta de marzo del CIS, solo un 15% de los
mayores de 55 años declaró haber utilizado redes sociales virtuales (Twitter,
Facebook…) en los últimos seis meses, mientras que en los menores de esa edad
la respuesta afirmativa fue del 65%. Las nuevas tecnologías han logrado
expandir la información (y la desinformación) a más velocidad y permiten
evaluar rápidamente cualquier afirmación. Esta diferencia generacional está muy
relacionada con la educación: acceder a la información y procesarla depende
mucho del grado de formación. Por ello, existen estas diferencias entre ambos
grupos de edad.
Estos
cambios sociales y tecnológicos están teniendo consecuencias políticas. El
último Clima Social de Metroscopia muestra como mayores y menores de 55 años
votan de forma distinta. Los primeros son claramente bipartidistas y la
intención directa de voto de PP y PSOE es del 22,2% y del 16%, respectivamente.
Estas cifras están lejos de los apoyos de Ciudadanos y Podemos, quienes están
por debajo del 10%. En cambio, los menores de 55 años muestran un perfil más
multipartidista. En este grupo de edad las intenciones de voto de Ciudadanos,
PSOE y Podemos son superiores al 13%, mientras que el PP está por debajo del
10.
La
nueva sociedad del futuro es la que define lo que es la nueva política. Son
ciudadanos más informados, más formados y más exigentes. La forma de acercarse
a ellos ya no puede ser la tradicional, ni en las formas ni en los mensajes.
Muchos expertos en comunicación se han dado cuenta, aunque algunos han optado
por la banalización, haciendo más énfasis en las formas que en el fondo.
Pero
si la nueva sociedad es más exigente, seguramente los contenidos y los
proyectos políticos también deberán serlo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario