Revista Proceso 2 de de enero de 2016..
En vísperas de Navidad se crea la Secretaría de Cultura Federal y días después se rebautiza al presidente de Conaculta como secretario. Todo ello sin que hasta la fecha se conozca el proyecto pormenorizado de la reorganización del sector ni de los objetivos a largo plazo. Sabemos, eso sí, que en el presupuesto de 2016 hay merma para la cultura: es de 5 mil 343 millones de pesos, 30% menos de lo aprobado para 2015.
Tovar y de Teresa dijo para justificar la existencia de la nueva entidad:
“Tenemos una infraestructura enorme, cerca de 22 000 bibliotecas; 1 200 museos; más de 1 000 teatros y una herencia extraordinaria de 200 000 vestigios arqueológicos, 135 000 monumentos históricos.”
Y agregó, para darnos una pista de por dónde irá la nueva secretaría: “es importante que a este esfuerzo del gobierno federal se sume la iniciativa privada”.
Canal 22 estaba adscrito a Conaculta, por lo cual suponemos se mantendrá bajo la égida de la nueva dependencia federal. ¿O debemos pensar que se quedará dentro de la SEP, o peor aún, pasará como todos los medios públicos a depender de la Secretaría de Gobernación? No se ha dicho una sola palabra de la emisora, de su estado actual, ni de su futuro. No la menciona Tovar como parte del patrimonio.
La televisora es un instrumento fundamental para difundir arte, costumbres y tradiciones; resulta a la vez el medio contemporáneo creador de piezas que se integran a la sociedad, a su forma de pensar. De la radio y la televisión salen manifestaciones artísticas con lenguaje propio, material informativo o documental que abona al desarrollo, a la vivificación de esa cultura. Sin emisoras públicas se cae la diversidad, lo comercial se enseñorea de conciencias. El valor primordial es el consumo de objetos o servicios.
La situación actual del 22 es precaria: sale de un problema de censura con un presupuesto limitado que seguramente será más bajo en 2016. Si bien se rescató a los trabajadores despedidos, la programación es prácticamente la misma desde hace tres años, ahora con el agravante de que vemos –como en TVUNAM– múltiples repeticiones de series grabadas hace cinco, siete y diez años. Algunas se justifican porque no han perdido vigencia, otras están desfasadas. Con un poco de trabajo de edición, un presentador que dé el contexto y actualice, el canal no se vería tan desmañado. Como lo prueba la historia de televisoras públicas del país, la creatividad es un activo que se impone a la falta de dinero.
Lo más fácil es mantener el mismo esquema y acudir al archivo para los huecos.
Cierto es que los compromisos se pactan a principios de año y deben mantenerse durante esos doce meses, sin embargo ya sería tiempo para que en Canal 22 se sintieran aires de renovación, que su director anunciara algunos cambios, que dijera si tiene ánimo para mantener al canal en la cúspide alcanzada o pretende nadar con la corriente.
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La promoción: un reto para 2016/BLANCA GONZÁLEZ ROSAS
Con una recién nombrada Secretaría de Cultura que carece no sólo de un reglamento de operación sino, también, de un Plan estratégico general y una Política cultural de Estado, se inicia la administración gubernamental de la cultura para 2016.
Si bien la actualización, reestructura y ordenamiento del subsector cultura era indispensable, la creación de una Secretaría sin contenido corre el riesgo de repetir el desorden operativo que caracterizó a su antecesor, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta). Creado en diciembre de 1988 como un órgano desconcentrado de la Secretaría de Educación Pública, el Consejo tenía la atribución de ejercer la promoción y difusión de la cultura y las artes.
Desde el pasado 15 de diciembre, el Consejo se convirtió en la nueva Secretaría y, entre las responsabilidades más apremiantes de su titular, Rafael Tovar, se encuentra tanto la definición del sentido social del arte en el México actual, como el diseño de nuevas y eficaces estrategias de promoción nacional e internacional para la diversidad de artistas contemporáneos de nuestro país.
Concentrado en el otorgamiento de estímulos económicos que, lejos de promover a los artistas, sólo han generado la sobreproducción de obras, cooptación de voluntades, burocracia creativa y carencia de diálogos artísticos entre los creadores y el público, el Consejo, a través del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA), implementó desde 1993 un programa que merece la evaluación de Tovar: el Sistema Nacional de Creadores de Arte.
Convertido en un estímulo más similar a la subvención, la complicidad tribal o un seguro de desempleo, el Sistema, al igual que todo el Fonca, debe reestructurarse. Sobre todo, por los apremiantes datos que publicó la Auditoría Superior de la Federación en su Informe de la cuenta pública 2013.
En el documento, correspondiente a la Auditoría Financiera y de Cumplimiento del Mandato del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, se informa que el Fonca es un mecanismo presupuestario no previsto en la normativa constitucional de la Administración Pública Federal ni del ejercicio del gasto público. Consiste en un contrato de Mandato, con personalidad jurídica y patrimonio independiente al del Gobierno Federal, cuya gestión financiera, por llevarse a cabo a través de este mecanismo, se encuentra al margen del gasto público federal y la rendición de cuentas de la Administración Pública. Entre las Recomendaciones del Informe, la Auditoría señala que se promueva la extinción del contrato de mandato Si a este Informe se suma la planeación de la nueva Secretaría, 2016 es un año clave para diseñar estrategias eficaces de promoción que posicionen a nivel nacional e internacional la diversidad y pluralidad del arte contemporáneo mexicano. Generar programas que construyan valor artístico, fomenten la apreciación en el público local, dinamicen el mercado nacional y apoyen a los artistas para que se introduzcan en la escena global, serían algunas actividades destinadas a mostrar a México y al mundo que nuestro arte no se reduce a sólo unos cuantos artistas de unas cuantas galerías.
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