Casi
una traición/ Jorge
Ramos Ávalos
Reforma, 02
Ene. 2016
Creo
que los hijos de inmigrantes tienen una doble responsabilidad: primero, cuidar
a sus padres y, segundo, proteger a otros inmigrantes como si fueran sus
padres. Esta ha sido una noble tradición estadounidense por más de dos siglos.
Por eso no hay nada más triste y traicionero que querer cerrarles las puertas a
los inmigrantes que vienen detrás de nosotros. Pero eso es precisamente lo que
están haciendo algunos candidatos presidenciales en Estados Unidos.
Nunca
antes habíamos visto a tantos hijos de inmigrantes buscando la Casa Blanca. Eso
habla muy bien del país: en una sola generación se puede pasar de hijo de
inmigrante a presidente de Estados Unidos.
Estos
son los hijos de inmigrantes buscando la Presidencia de Estados Unidos: Donald
Trump, cuya madre nació en Escocia; Marco Rubio, de padre y madre nacidos en
Cuba; Ted Cruz, nacido en Canadá, de padre cubano; y el demócrata Bernie
Sanders, cuyo padre era de Polonia. (Bobby Jindal, cuyos padres nacieron en la
India, ya se retiró de la contienda).
Todos
ellos vivieron en carne propia lo que es crecer en una casa con distintos
acentos y con al menos un padre o una madre aprendiendo las reglas y costumbres
del país adoptivo. Pero lo que más me llama la atención es que, a pesar de
tener a tantos hijos de inmigrantes como candidatos presidenciales, esta
campaña por la Casa Blanca ha estado marcada por duros ataques contra los
inmigrantes. Y los atentados terroristas en París y San Bernardino solo han
reforzado los discursos xenofóbicos en Estados Unidos.
Casi
todos los candidatos le han llamado alguna vez "ilegales" a los
indocumentados, muchos apoyan la idea de extender un muro en la frontera con
México, Trump acusó a inmigrantes mexicanos de ser criminales y violadores, y
la mayoría de los candidatos republicanos -en contraste con los tres aspirantes
demócratas- se opone a la idea de un camino a la ciudadanía para los 11
millones de indocumentados.
Es
incomprensible, para muchos hispanos, la actitud contra los indocumentados que
han tomado los dos candidatos latinos, los senadores cubanoamericanos Marco
Rubio y Ted Cruz. Los dos rompieron una costumbre de décadas en que los
políticos hispanos a nivel nacional, independientemente de su origen, siempre
defendían a los inmigrantes más vulnerables. Vean, por dar unos ejemplos, cómo
han defendido a los indocumentados los demócratas puertorriqueños Luis
Gutiérrez y Nydia Velázquez, y los republicanos cubanoamericanos Ileana
Ros-Lehtinen y los hermanos Lincoln y Mario Díaz Balart.
"Nadie
de todos los que buscan la Casa Blanca sabe más de inmigración que yo",
dijo con razón Rubio en un reciente discurso en New Hampshire. Por eso
sorprende que en su último debate presidencial, Rubio y Cruz se pelearan para
ver quién se oponía más a la legalización de indocumentados. En pocas palabras,
no quieren darles a los nuevos inmigrantes las mismas oportunidades que
tuvieron sus padres.
No,
los votantes latinos no votarán por un candidato solo porque es latino. Al
contrario, les van a exigir más. Les van a exigir que cuiden de los nuevos
inmigrantes de la misma manera en que alguien cuidó de sus padres. Alguien, sin
duda, les tendió la mano a sus padres para conseguir un empleo y sus papeles
para trabajar. Alguien les enseñó a pronunciar correctamente el inglés. Alguien
los invitó a comer.
Yo
recuerdo con especial cariño cuando mi director de noticias, Pete Moraga, y su
familia me invitaron a su casa para mi primera cena de acción de gracias
(Thanksgiving) en Los Angeles. Prácticamente me adoptaron y me instruyeron con
paciencia en los rituales estadounidenses y en el lento cocimiento del pavo.
¿Cómo no agradecerle a los Moraga su ayuda cuando yo más la necesitaba? Los
inmigrantes nunca olvidamos a los que nos ayudan. Nunca.
Soy
un inmigrante, llegué a este país hace 33 años, Estados Unidos ha sido
extraordinariamente generoso conmigo y, por lo tanto, argumento y peleo porque
los inmigrantes que llegaron después de mí tengan las mismas oportunidades y
sean tratados con el mismo respeto que yo recibí. Por eso no entiendo cuando
inmigrantes o hijos de inmigrantes atacan a los que llegaron un poco más tarde.
No
hay mayor deslealtad con los suyos que cuando los hijos de inmigrantes son
malagradecidos y olvidan su origen. Es casi una traición.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario