Por qué no pierdes peso cuando te pones a dieta/Sandra Aamodt, neurocientífica, es la autora de “Why Diets Make Us Fat: The Unintended Consequences of Our Obsession With Weight Loss”, próximo a publicarse.
The
New York Times, 21 de mayo de 2016.
Seis
años después de haber perdido un promedio de 58 kilos en el programa de
televisión “The Biggest Loser”, los participantes quemaban cerca de 500
calorías menos al día que otras personas de su edad y talla, según un nuevo
estudio. Esto ayuda a explicar por qué habían recuperado un 70 por ciento del
peso perdido desde que terminó el programa.
La
industria de las dietas reaccionó a la defensiva; argumentó que los
participantes habían perdido peso demasiado rápido o no habían ingerido los
alimentos correctos. Sin embargo, este estudio es solo el ejemplo más reciente
de varias investigaciones que muestran que, a la larga, hacer dietas casi nunca
es efectivo y no mejora la salud de manera confiable. Hay una mejor forma de
comer.
En
determinado momento, el ponerme a dieta repetidamente me afectó, tal describe
esta investigación. Cuando estaba en la universidad y bajo mucha presión,
comencé con mis comilonas. Me acababa un gran bote de helado o una caja de
galletas saladas con mantequilla, por lo general a las 3 de la mañana. La
urgencia de seguir comiendo era intensa, incluso después de sentirme mal. Por
fortuna, una vez que el estrés se acabó, pude parar.
Gran
parte del conocimiento que tenemos sobre la regulación del peso proviene de
estudios con roedores, cuyos hábitos alimenticios se parecen a los nuestros.
Los ratones y las ratas disfrutan de la misma variedad de comida que nosotros.
Bajo estrés, los roedores comen alimentos más dulces y con más grasa. Igual que
nosotros, los roedores silvestres y los de laboratorio se han hecho más gordos
en las últimas décadas.
En
el laboratorio, los roedores aprenden a atracarse de comida cuando alternan la
privación de comida y la comida sabrosa: una situación muy conocida para quienes
hacen dietas. Las ratas desarrollan una conducta de comilonas después de varias
semanas de cinco días de restricción alimentaria seguidos de dos días de acceso
libre a galletas Oreo. Cuatro días después, algo que las estrese levemente las
lleva a comer casi dos veces la cantidad de galletas que los animales a los que
también se sometió al mismo estrés pero sin dieta restringida. La privación
repetida de comida altera la dopamina y otros neurotransmisores en el cerebro
que dirigen el modo en que los animales responden a las recompensas, lo que
incrementa su motivación a buscar comida e ingerirla. Esto puede explicar por
qué los animales comen en exceso, en especial porque estas alteraciones
cerebrales pueden mantenerse mucho tiempo después de que la dieta haya
terminado.
En
las personas, hacer dieta también reduce la influencia del sistema cerebral
regulador del peso al enseñarnos a depender de reglas en lugar de confiar en el
hambre para controlar la ingesta. La gente que come así se hace más vulnerable
a pistas externas que les digan cuánto comer. En el entorno actual, muchas de
estas pistas fueron inventadas por los mercadólogos para hacernos comer más,
como la publicidad, los tamaños gigantes y los bufets en los que puedes comer
todo lo que quieras. Los estudios muestran que es más probable que quienes
hacen dietas largas coman por razones emocionales o simplemente porque hay
comida disponible.
Incluso
quienes comprenden lo difícil que es mantener la pérdida de peso a largo plazo
con frecuencia recurren a las dietas porque les preocupan los problemas de
salud asociados a la obesidad, como las enfermedades del corazón y la diabetes.
Pero la perspectiva de nuestra cultura de la obesidad como el único aspecto
mortal es errónea. No ejercitarse, fumar, padecer hipertensión, tener ingresos
bajos y la soledad son mayores señales de una muerte prematura que la obesidad.
El ejercicio es especialmente importante, pues reduce la grasa abdominal y
mejora la salud, incluso si no se pierde peso. Esto sugiere que las personas
con sobrepeso deben enfocarse más en hacer ejercicio que en restringir su
consumo de calorías.
Con
frecuencia las dietas mejoran los niveles de colesterol, azúcar en sangre y
otros marcadores de salud a corto plazo, pero estos beneficios pueden ser el
resultado de cambios en la conducta, como hacer ejercicio y comer más verduras.
La gente con obesidad que se ejercita, come suficientes verduras y no fuma no
tiene más posibilidades de morir joven que aquellos con un peso normal y con
los mismos hábitos. Un meta análisis realizado en 2013 encontró que las
mejorías en la salud de quienes hacían dieta no tenían relación con la cantidad
de peso perdido.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario