El tenso “cara a cara” entre el entonces patriarca de Venecia y el obispo estadounidense que guiaba el IOR, para nada inédito, ha aparecido en muchos libros y periódicos en las últimas décadas
Vatican Insider, 3/11/2017;
ANDREA TORNIELLI
En los últimos días se ha vuelto a hablar mucho sobre Albino Luciani, debido al decreto papal que acerca su beatificación, pero también por la publicación del primer libro verdaderamente documentado sobre la muerte del Pontífice véneto, escrito por Stefania Falasca, con documentos y testimonios inéditos que aclaran definitivamente las circunstancias de su deceso. El argumento “Luciani” también aparece en el nuevo libro “Pecado original”, de Gianluigi Nuzzi, que le dedica un capítulo en el que se habla del «encuentro nunca narrado» entre el entonces patriarca de Venecia Albino Luciani y el arzobispo Paul Casimir Marcinkus, que en esa época dirigía el IOR.
En el libro se da a entender que se trata de una noticia inédita, pero, al contrario de lo que afirman las palabras que aparecen en título del capítulo, «nunca narrado» (tal vez una decisión editorial sin la aprobación del autor, en un libro que no contiene novedades particulares, a no ser por la historia de presuntas relaciones homosexuales entre dos seminaristas menores de edad en el instituto del que provienen los monaguillos del Vaticano), el encuentro fue muy «narrado» desde hace por lo menos 30 años por varios periodistas e historiadores, aunque no se haya encontrado todavía ningún documento decisivo, mismo que no es ofrecido tampoco por el autor de “Pecado original”.
Ese desencuentro sobre las bancas
El origen del “choque” entre Luciani (y más en general entre todos los obispos de Triveneto) y Marcinkus habría sido una decisión de 1972, cuando el IOR vendió, recibiendo por ellas 45 millones de dólares, el 37% de las acciones de la Banca Católica del Véneto al Banco Ambrosiano que, con esta operación (realizada mediante la Central Financiera) adquirió la mayoría relativa de la banca.
La Banca Católica del Véneto tenía un vínculo histórico con la Iglesia, una gran atención a las exigencias del clero y estaba al servicio de una clientela medio-pequeña. La venta por parte del Instituto para las Obras de Religión guiado por Marcinkus, que habría modificado las condiciones de las tasas favorables para las parroquias y las diócesis, se dio sin que el episcopado véneto y su presidente, el patriarca Luciani, estuvieran al corriente. Se ocupó de la operación el entonces director general del Ambrosiano, Roberto Calvi, que tres años más tarde se habría convertido en el presidente de la banca. Pero el principal motivo de las tensiones se verificó a principios de 1973, cuando Luciani trató de salvar el Banco San Marcos, pequeño instituto de crédito que nació a finales del siglo XIX en Venecia gracias a la iniciativa de la Obra de los Congresos para procurar «cauto y provechoso empleo a los capitales», además de contribuir en el crecimiento de las «Obras católicas». Después de haberse visto inmiscuido en la quiebra financiera del «escándalo Marzollo», de 1971, el Banco San Marcos chocó con el Ambrosiano.
Los que han hablado sobre el encuentro entre Luciani y Marcinkus
El gran vaticanista Benny Lai, en su libro “Los secretos del Vaticano desde Pío XII hasta el Papa Wojtyla” (1984, p. 159) anota una revelación del cardenal Egidio Vagnozzi: «Me han dicho que [a Luciani] no le gusta Marcinkus, quien vendió la Banca Católica de Venecia de la que dependían los obispos de la región. Y cuando vino a Roma para protestar, Marcinkus lo trató con desinterés». David Yallop, el autor del “best-seller” complotista sobre el asesinato de Albino Luciani (“En el nombre de Dios”, 1985) no se refierió al encuentro entre ambos, pero sí a las tensiones sobre las bancas vénetas y atribuyó a Paul Marcinkus las palabras que ahora retoma Nuzzi como contenido de la conversación: «No se puede dirigir la Iglesia con el Ave María». Carlo Bellavite Pellegrini, experto en finanzas y profesor en la Universidad Católica, se refiere en uno de sus libros (“Historia del Banco Ambrosiano: fundación, auge y declive: 1896-1982”, publicado en 2002) al posible encuentro directo entre el cardenal de Venecia y Marcinkus: «Cuando era patriarca de Venecia, Luciani protestó por la cesión de la Banca Católica de Venecia por el IOR al Ambrosiano, y Marcinkus reaccionó con desdén y rabia a estas intromisiones».
Sobre toda la historia y el encuentro también se habló mucho en la revista mensual “30Giorni” durante julio de 1992 (“El banquero y el cardenal”), cuando se publicaron algunos testimonios, entre los que destaca el del padre Francesco Farusi, que fue director de los programas del noticiero de la Radio Vaticana. El caso fue narrado también en diferentes artículos sobre Marcinkus en los años noventa y también hace seis años, en ocasión de su muerte.
La versión de “Chink” según Cornwell
El arzobispo Marcinkus, apodado “Chink”, discutió en dos ocasiones sobre el caso con el escritor inglés John Cornwell, autor de la contra-investigación sobre la muerte de Juan Pablo I que desmiente la tesis de Yallop (“Un ladrón en la noche”, 1990) pero contribuye a consolidar la conocida imagen de un Papa Luciani “aplastado” por el peso del Pontificado y casi subyugado por una Curia romana a medio camino entre una «aldea de lavanderas» y un territorio de tramas oscuras. Cornwell, que tuvo todas las puertas del Vaticano abiertas y logró entrevistar a todos los protagonistas que tuvieron que ver con el Papa Luciani en los 33 días de su Pontificado, habló con Marcinkus sobre las tensiones en relación con las bancas vénetas.
El arzobispo estadounidense dijo que nunca había tratado mal o con desprecio al cardenal patriarca de Venecia y, por el contrario, de sus palabras se puede deducir que el único encuentro que tuvo con Luciani fue después de la elección de Juan Pablo I. Cuando Cornwell le preguntó sobre los negocios financieros que tenía con Luciani antes de su elección, Marcinkus respondió: «Había una banca en Venecia, llamada Banco San Marcos, que tenía mucha dificultad. En esa época poseíamos una participación de mayoría en la Banca Católica. Y esas personas me dijeron: “No tenemos pensado comprarla”. Y después: “Por lo que he comprendido está en muy mala situación y no es de ninguna utilidad meterse en cosas semejantes”. Dije que no sabía la importancia que tenía para los obispos de la zona, pero que, como fuera, habría sido una pésima compra. Pero nunca se lo dije a Luciani… Y nunca he corrido a nadie de esta oficina. Aunque me hubiera gustado. Y sobre todo a ningún cardenal». Hay que notar que estas palabras del estadounidense, entonces “dominus” del IOR, solo se refieren a la crisis del Banco San Marcos, y no a la venta de la Banca Católica al Amrosiano. Y el arzobispo no dijo que se hubiera encontrado personalmente con el patriarca («nunca se lo dije a Luciani»), además de negar haberlo tratado mal echándolo de su oficina.
Los encuentros documentados
Lo que si está documentado por escrito es un encuentro entre Albino Luciani y Giulio Andreotti, y el motivo fueron precisamente los problemas de las bancas vénetas. «Con el patriarca Luciani me encontré solo una vez. Vino a Palazzo Chigi para manifestar su preocupación por la lucha sutil que se estaba llevando a cabo contra las bancas católicas», escribió Andreotti en el editorial del nùmero de octubre de 2007 de “30Giorni”. Marco Roncalli, en su documentada biografìa “Juan Pablo I. Albino Luciani” (2012), indicó que había encontrado la confirmación de ese encuentro en el apunte sobre las audiencias que se encuentra en el archivo del ex-presidente del Consejo de Italia: «se llevó a cabo el 22 de febrero de 1973, y es fácil sostener que hablaron sobre el salvamento del Banco San Marcos». Roncalli escribió en la biografía de Luciani: «Todo lo demás es un catálogo de hipótesis vinculadas con un viaje a Roma de Luciani para expresar su disgusto. Hay quienes sostienen que el patriarca habló “apertis verbis” con el presidente del IOR, quien, después de haberlo escuchado, lo sacó con malas maneras (hecho desmentido por este último). Hay quienes han revelado que Luciani expresó directamente su disgusto a Pablo VI, quien llamó inmediatamente a su estudio a Marcinkus para que tranquilizara al patriarca de Venecia (versión ofrecida por el secretario del Papa Montini, don Pasquale Macchi, a algunos amigos)… Y así sucesivamente. Todas estas son reconstrucciones, pero sin ningún documento que lo demuestre».
El nuevo testimonio de Malnati
El que recuerda con precisión lo que sucedió es Ettore Malnati, actual vicario para la cultura de la diócesis de Trieste, que fue secretario particular del obispo Antonio Santin, quien, en los años setenta, era vicepresidente de la Conferencia Episcopal del Triveneto, por lo que se reunía una vez al mes con el patriarca Luciani. Ahora, por primera vez, narra lo sucedido a Vatican Insider: «El obispo Santin me confió el disgusto de Luciani, que había ido al IOR para perorar la causa de la compra del Banco San Marcos, la banca en donde las parroquias de la región tenían sus ahorros. El patriarca de Venecia dijo a Santin, contándole su encuentro: “Fui tratado como un conserje por Marcinkus”». Malnati recuerda que también habló sobre el caso con el entonces secretario de Luciani, Mario Senigaglia: «Estábamos muy unidos entre nosotros, secretarios de dos obispos. Recuerdo que con Seningaglia comentamos la actitud que tuvo Marcinkus hacia Luciani. Don Mario dijo: “Pero, mira, cómo se permiten tratar al patriarca de Venecia”».
Luciani, precursor de la banca ética
Roncalli escribió en su biografía de Juan Pablo I: «Hay que subrayar la figura de un Luciani que de buen grado evita las cuestiones financieras, y parece más bien un precursor del concepto de banca ética, con mayor razón frente a noticias de tramas de malos negocios a principios de los años setenta. Un Luciani que en noviembre de 1973 tiene ocasión para reunirse con el vicepresidente de la Banca Católica Roberto Calvi, a quien incluso escribió cartas de recomendación para la promoción de algunos empleados venecianos comprometidos en las asociaciones católicas». Se refiere a una carta (catalogada entre la correspondencia que acabó en las actas de la postulación de la causa de beatificación) del 2 de enero de 1974 dirigida al “Ilustrísimo Comendador Roberto Calvi, presidente de la Banca Católica del Véneto, Vicenza», en la que se recuerda un encuentro veneciano de finales de noviembre de 1973, con él y otros miembros de la Presidencia de la Banca Católica del Véneto. Luciani, con la carta, defendía la causa de un empleado de la banca, C.V., que esperaba desde hacía mucho tiempo una promoción.
«¿El homicidio moral?»
El capítulo de Nunzi dedicado a Luciani se titula «El homicidio moral». El autor publicó algunos viejos documentos de contabilidad del IOR que formaban parte de la famosa caja de documentos robados por monseñor Lucio Ángel Vallejo Balda (secretario de la Comisión COSEA y secretario de la Prefectura para Asuntos Económicos de la Santa Sede, además de principal imputado en el proceso “Vatileaks 2”), quien cedió los documentos después de no haber sido promovido a “número 2” de la Secretaría para le Economía vaticana. Son documentos que demostrarían la transferencia de sumas de dinero de la “banca vaticana” a paraísos fiscales, además de la existencia de cuentas al nombre de Pablo VI y de su secretario particular, Pasquale Macchi. Escribe Nuzzi: «Cada práctica del IOR era sobrecogedora. Mediante protecciones excelentes, se satisfacían todas las exigencias de obispos y cardenales en el Instituto. Y también de actores, directores, políticos y empresarios… Los tentáculos de este sistema oculto envolvían cada palacio sacro. Es probable que Luciani mismo haya sido aplastado por él. Conocer esta verdad trágica e impronunciable habría empeorado a tal punto su estado de salud como para llevarlo imprevistamente a la muerte». Sin ofrecer ninguna prueba de que estas noticias lo hubieran «aplastado», Nunzzi plantea la hipótesis del «homicidio moral». Y acaba presentando a Luciani como un Papa que sufría un enorme estrés y, a final de cuentas, poco adecuado para llevar el peso de la responsabilidad pontificia.
«Estaba sereno, seguro»
Pocos días antes que la publicación del libro “Pecado original”, salió de la imprenta otro libro: “El Papa Luciani. Crónica de una muerte”. La vicepostuladora de la causa de beatificación, Stefania Falasca, además de producir una imponente mole de documentos realmente inéditos e importantes (desde la información clínica de Luciani hasta los apuntes reservados enviados por el médico del Papa a la Secretaría de Estado), publica también algunos nuevos testimonios de quienes estuvieron cerca de Juan Pablo I durante los 33 días de su Pontificado. Entre ellos, está el de sor Margherita Marin, la única de las monjas que vivían en el aposento papal qu esigue con vida: «Yo siempre lo vi tranquilo, sereno. Lleno de confianza, seguro». Decidió cambiar a su secretario particular, llamando a Roma a don Senigaglia. Gracias a su testimonio y a los nuevos documentos citados en el libro sabemos que el Papa Luciani decidió mantener como su médico personal al doctor que seguía a Vittorio Veneto. Decidió nombrar a un sacerdote salesiano como patriarca de Venecia. Estaba delineando su Pontificado. Era humilde, pero no estaba aplastado. Manso, pero no se rendía. Sabía gobernar y, cuando tomaba una decisión, no había vuelta atrás.
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