La muerte del cardenal Pell crea un nuevo tsunami en el Vaticano
Se reveló que el influyente purpurado conservador fue el autor de un “Memorando” en vista del próximo cónclave que definió el pontificado de Francisco como “una catástrofe”; en un artículo, fustigó el sínodo sobre sinodalidad en curso
LA NACION, 12 de enero de 2023
Elisabetta Piqué, CORRESPONSAL EN ITALIA
ROMA.— La muerte, el martes pasado, del cardenal australiano George Pell, de 81 años, provocó un nuevo tsunami en el Vaticano. El fallecimiento de quien había sido el primer “zar” del superministerio de Economía creado en 2014 por el papa Francisco para comenzar a ordenar y a hacer limpieza en las siempre oscuras finanzas del Vaticano, no sólo fue un baldazo de agua helada porque nadie se lo esperaba. Pell, también famoso por haberse convertido en el más alto prelado juzgado, condenado y luego absuelto por abusar a dos monaguillos en la década del 90 en su patria, estaba bien. Se lo había visto incluso en el funeral solemne de Benedicto XVI, papa emérito, el jueves pasado. Pero tuvo un paro cardíaco el martes por la noche, después de una exitosa operación para la sustitución de una prótesis de cadera, en el hospital Salvator Mundi de esta capital.
Algunos analistas enseguida notaron que con la muerte de Pell, prelado conservador que también integró el consejo de cardenales consultores de todos los continentes del Papa, desaparecía una punta de lanza de la oposición al papa argentino. Es decir, se trataba de un nuevo golpe al ala conservadora, después de la muerte del papa emérito, desde siempre considerado una punto de referencia.
Dos textos de Pell antes de morir confirmaron justamente eso, que era el “jefe” de esa oposición al pontificado reformista de Francisco, y volvieron a crear una tempestad en el Vaticano. El primero es un artículo para el semanario británico conservador The Spectator que se publicó ayer, en el que habló pestes sobre el sínodo sobre sinodalidad (caminar juntos) en curso en la Iglesia católica de todo el mundo, la gran apuesta de Francisco para esta fase de pontificado, que definió “una pesadilla tóxica”.
Pero además, el vaticanista italiano Sandro Magister reveló que fue Pell el autor de un “Memorando” en vista del próximo cónclave hasta ahora anónimo, firmado con el pseudónimo “Demos” (pueblo en griego) que había publicado en su blog, Settimo Cielo, el 15 de marzo pasado. Ese documento, traducido en varios idiomas, circuló entonces entre purpurados de todo el mundo.
En este “Memorando”, el cardenal australiano definió el pontificado de Francisco “un desastre en muchos o más aspectos, una catástrofe”. Pell —que tendrá este sábado un funeral solemne en la Basílica de San Pedro que será celebrado por el decano del colegio cardenalicio, Giovanni Battista Re y en el que también participará Francisco, en la parte de la bendición final—, lamenta “la confusión” creada por el Papa.
“El sínodo alemán habla de homosexualidad, de mujeres sacerdotes, de Comunión para los divorciados que se han vuelto a casar. Pero el papado calla”, denunció. “La centralidad de Cristo en la enseñanza se debilita. Cristo es desplazado del centro. A veces Roma parece hasta confundida sobre la importancia de un monoteísmo riguroso, al aludir a un cierto concepto más amplio de divinidad; no precisamente panteísmo, sino como una variante del panteísmo hindú”, agregó, al destacar que “la Pachamama es idolatría, aunque quizás no se la entendía inicialmente como tal”. Durante el sínodo sobre la Amazonía, en octubre de 2019, sectores ultraconservadores habían puesto el grito en el cielo cuando en unas ceremonias aparecieron unas estatuillas de la Pachamama, que después incluso fueron arrojadas al río Tíber.
Pell —que siempre fue respaldado por el Papa en su lucha contra la justicia de su país, que lo llevó a juicio en 2017 acusándolo de abusar a menores, delito del que siempre se proclamó inocente—, en el “Memorando” también denuncia que “la herencia cristocéntrica de San Juan Pablo II en materia de fe y moral es objeto de ataques sistemáticos”.
Y no es todo. “La falta de respeto a la ley en el Vaticano corre el riesgo de convertirse en un escándalo internacional. Estos problemas se han hecho realidad en el juicio que se está celebrando en el Vaticano contra diez acusados de negligencia financiera, pero el problema es más antiguo y más amplio”, también denuncia, aludiendo al juicio por corrupción que se está celebrando por una inversión fallida en Londres, que puso en el banquillo al cardenal italiano, Angelo Becciu, excolaborador de Francisco.
Y el cardenal australiano, que era apodado the ranger o the rugbier por su físico imponente y modos bruscos, incluso sale en defensa de Becciu. “El cardenal Becciu no fue tratado con justicia porque fue destituido de su cargo y despojado de su dignidad cardenalicia sin ninguna prueba. No recibió un juicio justo. Todo el mundo tiene derecho a un juicio justo”, escribe.
Aunque Pell admite que al principio el Papa “apoyó firmemente las reformas” en las finanzas, también critica la situación económica actual del Vaticano, que define “grave”.
Subraya, en otro punto, que “la influencia política del papa Francisco y del Vaticano es insignificante”.
“Intelectualmente, los escritos papales muestran una declinación respecto a los niveles de San Juan Pablo II y del papa Benedicto. Las decisiones y las políticas son a menudo ‘políticamente correctas’, pero ha habido graves fallas en la defensa de los derechos humanos en Venezuela, Hong Kong, China continental y ahora en la invasión rusa”, afirma. Reclama que debería regularizarse la situación de los tradicionalistas tridentinos (católicos), que solían celebrar libremente la misa en el antiguo rito en latín y subraya que “el Santo Padre tiene escaso apoyo entre los seminaristas y los sacerdotes jóvenes y hay una insatisfacción generalizada en la curia vaticana”.
El próximo papa
Tras un resumen general de la situación, Pell, que hubiera tenido el rol de “gran elector” en el próximo cónclave, es decir, no hubiera podido votar siendo mayor de 80, pero sí hubiera estado entre los mayores que influencian a los demás y hacen campaña –como demuestra su “Memorando”—, advierte de la “nueva dimensión de imprevisibilidad” que se dará en la votación, porque “muchos cardenales son desconocidos entre sí”.
E indica las cualidades que deberá tener el sucesor de Jorge Bergoglio. “El nuevo papa debe comprender que el secreto de la vitalidad cristiana y católica proviene de la fidelidad a las enseñanzas de Cristo y a las prácticas católicas. No proviene de la adaptación al mundo ni del dinero”, afirma. “Las primeras tareas del nuevo papa serán el restablecimiento de la normalidad, el restablecimiento de la claridad doctrinal en la fe y en la moral, el restablecimiento del debido respeto al Derecho y la garantía de que el primer criterio para el nombramiento de los obispos sea la aceptación de la tradición apostólica”, agrega.
Como hace en su artículo póstumo en The Spectator, en el que considera el documento preparatorio al actual sínodo “el más incoherente” jamás salido de Roma, Pell fustiga este tipo de reuniones de obispos de todos el mundo, expresión de colegialidad. “Si se da autoridad doctrinal a los sínodos nacionales o continentales, tendremos un nuevo peligro para la unidad de la Iglesia mundial, puesto que, por ejemplo, la Iglesia alemana ya tiene posiciones doctrinales que no son compartidas por otras Iglesias y no son compatibles con la tradición apostólica”, advierte.
“Si no hay una corrección romana de tales herejías, la Iglesia quedaría reducida a una vaga federación de Iglesias locales, con visiones diferentes, probablemente más cercana a un modelo anglicano o protestante que a uno ortodoxo”, alerta. “Una de las primeras prioridades para el próximo papa debe ser eliminar y prevenir un desarrollo tan peligroso, exigiendo la unidad en lo esencial y no permitiendo diferencias doctrinales inaceptables. La moralidad de la actividad homosexual será uno de estos puntos críticos”, subraya.
En el “Memorando”, Pell también indica que el sucesor de Bergoglio deberá intervenir la orden de los jesuitas debido a “su descenso numérico catastrófico”; deberá “afrontar el desastroso descenso del número de católicos y la expansión de los protestantes en Sudamérica” y " trabajar mucho en las reformas financieras del Vaticano, pero éste no debería ser el criterio más importante a la hora de elegir al próximo Papa”.
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The Catholic Church must free itself from this ‘toxic nightmare’
https://www.spectator.co.uk/article/the-catholic-church-must-free-itself-from-this-toxic-nightmare/
11 January 2023, 12:43pm
Shortly before he died on Tuesday, Cardinal George Pell wrote the following article for The Spectator in which he denounced the Vatican’s plans for its forthcoming ‘Synod on Synodality’ as a ‘toxic nightmare’. The booklet produced by the Synod, to be held in two sessions this year and next year, is ‘one of the most incoherent documents ever sent out from Rome’, says Pell. Not only is it ‘couched in neo-Marxist jargon’, but it is ‘hostile to the apostolic tradition’ and ignores such fundamental Christian tenets as belief in divine judgment, heaven and hell.
The Australian-born cardinal, who endured the terrible ordeal of imprisonment in his home country on fake charges of sex abuse before being acquitted, was nothing if not courageous. He did not know that he was about to die when he wrote this piece; he was prepared to face the fury of Pope Francis and the organisers when it was published. As it is, his sudden death may add extra force to his words when the synod meets this October.
The Catholic Synod of Bishops is now busy constructing what they think of as ‘God’s dream’ of synodality. Unfortunately this divine dream has developed into a toxic nightmare despite the bishops’ professed good intentions.
They have produced a 45-page booklet which presents its account of the discussions of the first stage of ‘listening and discernment’, held in many parts of the world, and it is one of the most incoherent documents ever sent out from Rome.
While we thank God that Catholic numbers around the globe, especially in Africa and Asia are increasing, the picture is radically different in Latin America with losses to the Protestants as well as the secularists.
With no sense of irony, the document is entitled ‘Enlarge the Space of Your Tent’, and the aim of doing so is to accommodate, not the newly baptised —those who have answered the call to repent and believe — but anyone who might be interested enough to listen. Participants are urged to be welcoming and radically inclusive: ‘No one is excluded’.
What is one to make of this potpourri, this outpouring of New Age good will?
The document does not urge even the Catholic participants to make disciples of all nations (Matthew 28:16-20), much less to preach the Saviour in season and out of season (2 Timothy 4:2).
The first task for everyone and especially the teachers, is to listen in the Spirit. According to this recent update of the good news, ‘synodality’ as a way of being for the Church is not to be defined, but just to be lived. It revolves around five creative tensions, starting from radical inclusion and moving towards mission in a participatory style, practicing ‘co-responsibility with other believers and people of good will’. Difficulties are acknowledged, such as war, genocide and the gap between clergy and laity, but all can be sustained, say the Bishops, by a lively spirituality.
The image of the Church as an expanding tent with the Lord at its centre comes from Isaiah, and the point of it is to emphasise that this expanding tent is a place where people are heard and not judged, not excluded.
So we read that the people of God need new strategies; not quarrels and clashes but dialogue, where the distinction between believers and unbelievers is rejected. The people of God must actually listen, it insists, to the cry of the poor and of the earth.
Because of differences of opinion on abortion, contraception, the ordination of women to the priesthood and homosexual activity, some felt that no definitive positions on these issues can be established or proposed. This is also true of polygamy, and divorce and remarriage.
However the document is clear on the special problem of the inferior position of women and the dangers of clericalism, although the positive contribution of many priests is acknowledged.
What is one to make of this potpourri, this outpouring of New Age good will? It is not a summary of Catholic faith or New Testament teaching. It is incomplete, hostile in significant ways to the apostolic tradition and nowhere acknowledges the New Testament as the Word of God, normative for all teaching on faith and morals. The Old Testament is ignored, patriarchy rejected and the Mosaic Law, including the Ten Commandments, is not acknowledged.
Two points can be made initially. The two final synods in Rome in 2023 and ’24 will need to clarify their teaching on moral matters, as the Relator (chief writer and manager) Cardinal Jean-Claude Hollerich has publicly rejected the basic teachings of the Church on sexuality, on the grounds that they contradict modern science. In normal times this would have meant that his continuing as Relator was inappropriate, indeed impossible.
The synods have to choose whether they are servants and defenders of the apostolic tradition on faith and morals, or whether their discernment compels them to assert their sovereignty over Catholic teaching. They must decide whether basic teachings on things like priesthood and morality can be parked in a pluralist limbo where some choose to redefine sins downwards and most agree to differ respectfully.
‘Enlarge the Tent’ is alive to the failings of bishops
Outside the synod, discipline is loosening – especially in Northern Europe, where a few bishops have not been rebuked, even after asserting a bishop’s right to dissent; a de facto pluralism already exists more widely in some parishes and religious orders on things like blessing homosexual activity.
Diocesan bishops are the successors of the apostles, the chief teacher in each diocese and the focus of local unity for their people and of universal unity around the Pope, the successor of Peter. Since the time of St Irenaeus of Lyon, the bishop is also the guarantor of continuing fidelity to Christ’s teaching, the apostolic tradition. They are governors and sometimes judges, as well as teachers and sacramental celebrants, and are not just wall flowers or rubber stamps.
‘Enlarge the Tent’ is alive to the failings of bishops, who sometimes do not listen, have autocratic tendencies and can be clericalist and individualist. There are signs of hope, of effective leadership and cooperation, but the document opines that pyramid models of authority should be destroyed and the only genuine authority comes from love and service. Baptismal dignity is to be emphasised, not ministerial ordination and governance styles should be less hierarchical and more circular and participative.
The main actors in all Catholic synods (and councils) and in all Orthodox synods have been the bishops. In a gentle, cooperative way this should be asserted and put into practice at the continental synods so that pastoral initiatives remain within the limits of sound doctrine. Bishops are not there simply to validate due process and offer a ‘nihil obstat’ to what they have observed.
None of the synod’s participants, lay, religious, priest or bishop are well served by the synod ruling that voting is not allowed and propositions cannot be proposed. To pass on only the organising committee’s views to the Holy Father for him to do as he decides is an abuse of synodality, a sidelining of the bishops, which is unjustified by scripture or tradition. It is not due process and is liable to manipulation.
By an enormous margin, regularly worshipping Catholics everywhere do not endorse the present synod findings. Neither is there much enthusiasm at senior Church levels. Continued meetings of this sort deepen divisions and a knowing few can exploit the muddle and good will. The ex-Anglicans among us are right to identify the deepening confusion, the attack on traditional morals and the insertion into the dialogue of neo-Marxist jargon about exclusion, alienation, identity, marginalisation, the voiceless, LGBTQ as well as the displacement of Christian notions of forgiveness, sin, sacrifice, healing, redemption. Why the silence on the afterlife of reward or punishment, on the four last things; death and judgement, heaven and hell?
So far the synodal way has neglected, indeed downgraded the Transcendent, covered up the centrality of Christ with appeals to the Holy Spirit and encouraged resentment, especially among participants.
Working documents are not part of the magisterium. They are one basis for discussion; to be judged by the whole people of God and especially by the bishops with and under the Pope. This working document needs radical changes. The bishops must realise that there is work to be done, in God’s name, sooner rather than later.
Read Damian Thompson's article on Pell's final public statement here.
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