De la alternancia al lodazal
Hoy las elecciones se ensucian con lodo y sangre.
Ernesto Núñez
Reforma, Ciudad de México (4 julio 2010).- Del 2 de julio del 2000, al 4 de julio del 2010. De la fiesta de la democracia, al lodazal. Del cambio, al regreso del PRI. De la alternancia, a las campañas sin propuestas ni alternativas. De la caída del PRI, a la contienda entre priistas y ex priistas. Del poder de los ciudadanos expresado en las urnas, al poder del narco influyendo en las elecciones locales.
A 10 años de una fecha histórica por la derrota de un régimen que gobernó México durante 71 años, el estado de la democracia mexicana puede evaluarse en función de los síntomas que manifiesta en las elecciones locales que tendrán lugar este domingo:
Las campañas se han caracterizado por la guerra sucia, el espionaje, la guerra de encuestas, la denostación entre candidatos y dirigentes de partidos, y la ausencia de propuestas.
Ante el avance registrado por el PRI entre 2007 y 2009, PAN y PRD se aliaron para competir juntos en seis estados (Durango, Hidalgo, Oaxaca, Puebla, Sinaloa y Tlaxcala –esta última coalición se anunció hace apenas siete días–). En la mayoría de esos estados, o al menos en los que tienen posibilidades de triunfo, postulan a ex militantes del PRI, ofrecidos a la ciudadanía como la mejor alternativa para acabar con los cacicazgos locales.
El tricolor echa mano del poder de sus gobernadores, que en los últimos tres años han logrado acaparar casi todos los espacios de poder a nivel local: controlan los congresos locales, los institutos electorales, los órganos de fiscalización, los medios de comunicación locales, además de los cuantiosos presupuestos transferidos por la Federación que les permiten operar a favor de sus candidatos.
En esta campaña, el candidato del PRD a la gubernatura de Quintana Roo, Gregorio Sánchez, fue a la cárcel por supuestos vínculos con el narco; al aspirante priista a gobernador de Sinaloa, Jesús Vizcarra, se le señaló como compadre del narcotraficante El Mayo Zambada; al candidato del PAN a la alcaldía de Valle Hermoso Tamaulipas, Mario Guajardo, lo asesinaron el 13 de mayo, y al candidato del PRI a la gubernatura de dicho estado, Rodolfo Torre Cantú, lo emboscaron y acribillaron seis días antes de las votaciones.
Al gobernador de Veracruz, Fidel Herrera, se le exhibió dando órdenes a funcionarios de su administración para operar en favor del candidato del PRI a la gubernatura, Javier Duarte. Los audios de las conversaciones telefónicas en las que Herrera se jactaba de estar "en la cima del pinche poder", fueron presentados a los medios por el dirigente nacional del PAN, César Nava, quien no explicó el origen de las mismas.
A Ulises Ruiz, gobernador de Oaxaca, también le fue intervenido su teléfono y el resultado fue una grabación que se difundió de manera anónima, en la que se muestra abiertamente como el jefe de la campaña del priista Eviel Pérez Magaña.
El PAN sugirió al electorado de Veracruz y Oaxaca castigar el comportamiento de sus gobernadores, y pidió a las autoridades investigar de oficio su conducta. Al no obtener respuesta, presionó para que renunciara la titular de la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales, Arely Gómez. Cuatro días antes de los comicios en los que se renovarán mil 502 cargos de elección popular, la fiscalía que deberá atender las denuncias de esta jornada electoral quedó descabezada .
El PRI acusó al PAN de utilizar al Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) para espiar a sus gobernadores.
En Hidalgo, la candidata Xóchitl Gálvez denunció amenazas, acoso, agresiones, "hackeo" de sus redes sociales y la puesta en marcha de un operativo de compra del voto. Todo, a cargo del gobernador priista Miguel Osorio Chong.
En Puebla, el candidato aliancista Rafael Moreno Valle se quejó del apoyo del gobernador Mario Marín a su delfín, Javier López Zavala, quien acusó a su contrincante de contar con el apoyo del gobierno federal y, de paso, criticó sus preferencias sexuales.
En el colmo del absurdo, en Aguascalientes el PAN denunció que el gobernador Luis Armando Reynoso Femat, del PAN, apoya al candidato del PRI, Carlos Lozano.
En el último mes de campaña, panistas y perredistas multiplicaron sus denuncias por el uso electoral de los recursos de las arcas estatales para favorecer al PRI. La dirigencia nacional priista y sus gobernadores acusaron al PAN y al presidente Felipe Calderón de manipular el programa Oportunidades y usar a los delegados de dependencias federales como operadores políticos del blanquiazul.
Las autoridades electorales fueron denostadas, al exhibirse los vínculos entre los consejeros electorales y los gobernadores.
Para financiar estos procesos, se destinaron 3 mil 712 millones de pesos (distribuidos entre el gasto de los institutos electorales locales y el financiamiento que se otorga a los partidos). El IFE distribuyó 32 mil 251 spots de 20 segundos entre todos los partidos en los 14 estados.
Aún así, partidos y candidatos se acusaron de rebasar los topes de campaña.
En esta atmósfera transcurre la pelea por la reconfiguración del mapa político del país, de cara a las elecciones presidenciales del 2012.
Según lo dicho por los propios partidos y candidatos en los seis meses que duraron las precampañas y campañas, los casi 30 millones de electores convocados hoy a las urnas deberán elegir al menos malo entre una pléyade de candidatos denostados por sus contrincantes.
Se agotó la vía electoral
Para el investigador de El Colegio de México Sergio Aguayo todo esto que se vive es la consecuencia lógica de una crisis sistémica, un proceso de degradación que transcurrió en paralelo a la transición.
"Cometimos un error al concentrarnos tanto en la democracia electoral", concluye el académico, "le dimos prioridad suponiendo que después de que hubiera alternancia vendría la democratización de la economía, de la sociedad, en fin. Era el primer paso, creíamos".
Es una historia muy compleja –relata Aguayo– pero se puede resumir en una gran equivocación: otorgarle a los partidos políticos el protagonismo del proceso democrático.
Según Aguayo, tras cada crisis y movilización social vino una reforma electoral como respuesta. Ocurrió con la reforma política de 1977, que respondió al movimiento del 68 y la guerrilla de los años setenta, y se repitió con la reforma de 1996 tras el levantamiento zapatista de 1994 y la movilización de Alianza Cívica en favor de procesos electorales ciudadanos y confiables.
"A partir de 1997 viene una distribución sin precedentes del poder en cuatro niveles: el poder político, económico, el coercitivo o de las armas y el poder informativo. Y toda esta redistribución afecta cómo se realizan las elecciones.
"A partir de entonces, en las elecciones no se disputa quién va a ocupar cargos; es algo más que eso: las urnas son uno de los espacios donde estos grupos de poder se disputan las cuotas de cargos, presupuestos, negocios. Y eso me lleva a una conclusión terrible: por el momento la vía electoral está agotada, no está funcionando, al menos no para lo que sirve en una democracia, porque en las elecciones lo que observamos en este momento es una disputa feroz por los cargos, en la cual no existe autoridad capaz de frenar la intervención del gobierno, la guerra sucia, el ingreso ilegal de recursos... los institutos electorales están acorralados y sometidos, son irrelevantes", explica.
En el proceso electoral del 2000, Aguayo alcanza a identificar tres factores que considera esenciales para el desarrollo de la democracia electoral en los años siguientes: 1) el régimen fue tomado por sorpresa, 2) el presidente Ernesto Zedillo tenía un compromiso real con la democracia y 3) el PAN y Vicente Fox desplegaron la primera campaña negativa en la historia de México, en ese caso en contra del PRI.
En el 2006, la guerra sucia se intensificó y, a diferencia de lo que ocurrió en el 2000, en el proceso que llevó a Felipe Calderón a la Presidencia los árbitros electorales fallaron.
"Hoy vemos lo mismo, magnificado: una degradación sistémica en la que ya no existe ni siquiera ánimo de simular procesos democráticos, hay un cinismo exacerbado", concluye Aguayo.
El dato:
Sergio Aguayo prepara dos libros que se publicarán en septiembre:
La transición: historia documental 1910-2010. FCE y Colmex.
La cruda: guía para resistir la democracia fallida. Taurus.
Conózcalo:
Nombre: Sergio Aguayo Quezada.
Formación académica: licenciado en Relaciones Internacionales por El Colegio de México. Maestría y doctorado en la Universidad Johns Hopkins.
Actividad actual: profesor e investigador de El Colegio de México. Columnista en Reforma .
Trayectoria fuera de la academia: presidió la Academia Mexicana de Derechos Humanos, fue parte de la Coordinación Nacional de Alianza Cívica y actualmente preside Fundar, centro pionero en investigación aplicada.
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