¿Una norma para Jesús y otra para Mahoma?/Timothy Garton Ash, catedrático de
Estudios Europeos en la Universidad de Oxford, investigador titular en la
Hoover Institution de la Universidad de Stanford. Su último libro es Los hechos
son subversivos: ideas y personajes para una década sin nombre.
Traducción de
María Luisa Rodríguez Tapia
(EL PAÍS, 19/03/12):
Las cosas sencillas pueden ser muy
difíciles. La igualdad, por ejemplo. El Reino Unido tiene desde hace un par de
años una cosa llamada la Ley de Igualdad, para promover ese concepto tan bueno.
Ahora bien, cuando se empieza a mirar qué significa en la práctica, la cosa se
complica.
He estado pensando en ello por cierta
reacción que ha habido en los medios de comunicación a un diálogo que mantuve
hace poco con Mark Thompson, director general de la BBC, para el proyecto que
estamos llevando a cabo en Oxford sobre la libertad de expresión. Después de
hablar de la emisión en la BBC del musical Jerry Springer: The Opera, que
levantó airadas protestas de los cristianos evangélicos porque se trata de una
obra satírica que mostraba a Jesús como un bebé gigante y gruñón vestido con un
pañal, le sugerí que a la BBC no se le ocurriría jamás emitir una sátira
equiparable sobre el profeta Mahoma. Me contestó: “Creo que, en una palabra, la
respuesta es que es verdad”.
Sus palabras las recogieron varios
medios, en primer lugar The Daily Mail y
luego The Daily Telegraph, The Spectator y por lo menos una página web
cristiana, con titulares como “El director general de la BBC reconoce que al
cristianismo se le trata peor” (Telegraph) y “¿Deberían matar los cristianos a
Mark Thompson?” (Spectator). En Mail Online, un lector o lectora que se
identificó como D. Acres de Balls Cross, West Sussex, colgó este comentario:
“Este hombre es repugnante. Deberían colgarlo en una cruz. Eso le enseñaría a
no faltar al respeto a su país y su fe cristiana”. Qué cristiano y qué
patriota, este indignado o indignada de Balls Cross.
Le sugerí a Thompson que esta asimetría
entre la forma que tienen los medios audiovisuales (no solo la BBC, y no solo
en Reino Unido) de tratar al islam en comparación con otras religiones es
consecuencia de la amenaza violenta de los extremistas musulmanes. Respondió:
“Bueno, es evidente que es un factor importante… Protesto de la forma más
enérgica posible es distinto de Protesto de la forma más enérgica posible y
estoy cargando mi AK47 mientras escribo”. Se trata de un franco reconocimiento
de una de las mayores amenazas contra la libertad de expresión que existen hoy
en el mundo. La literatura clásica estadounidense sobre la libertad de
expresión habla del “veto del saboteador”. Hoy nos enfrentamos al “veto del
asesino”. Y es preciso resistir siempre contra esa intimidación violenta. Ceder
ante ella no sirve más que para animar a otros a utilizar la violencia. Si
creyeran que los ateos, cristianos, sijs o judíos somos capaces de cargar
nuestros AK47, quizá misteriosamente se nos tendría más respeto.
Sin embargo, en su respuesta, muy
meditada, Thompson mencionó otros dos motivos para que haya un tratamiento
asimétrico. En primer lugar, mientras que el cristianismo es la religión
establecida y “de anchas espaldas” de la mayoría de los británicos, el islam es
una la religión de unas minorías étnicas vulnerables “que quizá se sienten ya
aisladas en otros aspectos, víctimas de prejuicios, y que pueden considerar que
un ataque contra su religión es otra forma de racismo”.
Segundo, como cristiano practicante, Thompson
dijo que es preciso comprender el poder emocional de “lo que supone la
blasfemia para alguien que es realista en sus creencias religiosas”. Las
creencias religiosas no se pueden comparar sencillamente con proposiciones
racionales como 2 + 2 = 4. “Para un musulmán, y quizá también para un
cristiano, hay, como si dijéramos, cosas blasfemas o casi blasfemas que ellos
pueden sentir casi como una amenaza violenta”.
Quiero dejar claro que no me parece que
estos dos argumentos justifiquen la asimetría. Creo que la BBC debería tener la
libertad de emitir un programa tan satírico como Jerry Springer: The Opera
sobre el islam, que, por cierto, no sería verdaderamente una sátira sobre la
religión, porque Jerry Springer: The Opera era una sátira sobre el programa de
Jerry Springer y la cultura popular estadounidense, no sobre Jesucristo y el
cristianismo. Y estoy convencido de que el principal motivo por el que la BBC y
la mayoría de los demás medios se ponen más nerviosos cuando se trata del islam
es la amenaza de la violencia.
Pero merece la pena detenerse a estudiar
con seriedad esos dos argumentos, y ambos, en definitiva, están relacionados
con la igualdad. No es intrínsecamente malo ni antidemocrático sugerir que se
trate a los miembros de minorías desfavorecidas con una sensibilidad especial.
La igualdad no significa, por ejemplo, que los encargados de las admisiones en
Oxford, ante dos candidatos, el hijo de unos inmigrantes pobres que ha luchado
para sacar a duras penas el bachillerato en una escuela pública, y el hijo de
un millonario educado en Eton, tengan que decir: Sunder tiene peores notas y ha
hecho peor la entrevista, así que está claro que debemos admitir a David. Lo
que hay que preguntarse aquí es: ¿es cierto que los musulmanes siguen siendo
una minoría vulnerable y desfavorecida en el Reino Unido? (Para complicar aún
más las cosas, eso puede ser cierto en el conjunto del país, pero no en
determinadas ciudades.) Y, en ese caso, ¿esta es la manera de mostrar especial
sensibilidad?
Su argumento sobre la peculiar naturaleza
de las creencias religiosas también nos remite a la igualdad. Desde un punto de
vista empírico, es innegable que mucha gente siente con especial intensidad su
fe religiosa. Pero eso no basta para que la fe tenga prioridad sobre la razón.
Supongamos que yo siento la misma pasión sobre la realidad científica de la
evolución que los cristianos o los musulmanes sobre la creación. ¿Por qué una
política pública o un medio público de comunicación va a tener que proteger sus
sentimientos más que los míos? La Ley de Igualdad británica indica que no deben
hacerlo, con una definición deliciosamente enrevesada: “Fe se refiere a
cualquier creencia religiosa o filosófica, y una referencia a la fe incluye una
referencia a la falta de fe”.
Aunque es muy difícil, no debemos
abandonar jamás la búsqueda de libertad para todos en igualdad bajo la ley.
Todo el mundo tiene derecho a lo que el filósofo Ronald Dworkin llama “igual
respeto y preocupación”. Eso no significa tratar a todos de la misma forma en
cualquier circunstancia. Pero, cada vez que oigan a alguien (incluidos ustedes
y yo) defender un tratamiento distinto de alguna cosa, busquen una linterna y
examínenlo con más detalle. El mismo cristiano evangélico que se queja de
tratamiento injusto en la BBC se opondrá ruidosamente al matrimonio homosexual.
El mismo liberal europeo que asegura con pasión que los periódicos deben tener
libertad para publicar caricaturas de Mahoma defenderá unas leyes que penalizan
la negación del genocidio. Los dobles raseros son las señales de alarma de una
sociedad libre.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario