El fin del entendimiento/ Fawaz A.
Gerges, director del Centro de Oriente Medio en la London School of Economics.
Autor de Viaje a la yihad (Libros de Vanguardia) y del próximo libro Obama y
Oriente Medio
Publicado en LA VANGUARDIA, 19/03/12;
A medida que el presidente Obama se
acerca al final de su mandato en la Casa Blanca, cabe afirmar que su intención
inicial de reajustar las relaciones entre Estados Unidos e Irán no ha rendido
fruto. El paradigma de la política de “entendimiento” ha recibido un golpe de
gracia y ha sido sustituido por el paradigma del enfrentamiento. El ejemplo de
Irán muestra claramente que el diseño político de Obama se ha estrellado contra
la oposición institucional en casa y la suspicacia frente a las intenciones
estadounidenses en Teherán, en aumento desde la revolución iraní.
Además, los rivales de Irán en la región,
sobre todo Israel, han presionado a la Administración Obama para que fortalezca
su determinación. Aun antes de su toma de posesión, el nuevo presidente topó
con fuerte oposición tanto de republicanos contrarios a cualquier acercamiento
a los mulás como en el seno de su propio partido, demócratas que creían que la
política de entendimiento daría a Irán tiempo y espacio para desarrollar
armamento nuclear y amenazar a la seguridad de Israel. Cundía asimismo notable
escepticismo entre los cargos del Departamento de Defensa y de los servicios de
seguridad sobre la buena disposición de Irán a abandonar su programa nuclear,
así como el convencimiento de que los iraníes se valdrían de la política de
entendimiento como tapadera para impulsar sus aspiraciones nucleares. En lo
concerniente a Irán, Obama nadaba a contracorriente en su propio país.
La postura de Obama con respecto a Irán
en política exterior no sobrevivió a su primer año en la Casa Blanca. Lo cierto
es que se abre paso un esfuerzo concertado para limitar la influencia de Irán
en la región e impedir que desarrolle armamento nuclear. La Administración
Obama ha renunciado a alcanzar un acercamiento al régimen de autoridades
religiosas y ha vuelto a los recursos y políticas retóricas de su predecesor,
la guerra y presión económicas. Obama ha dejado claro que el objetivo no era
atajar a Irán, sino impedir que la República Islámica se hiciera con armamento
nuclear. Las relaciones entre Estados Unidos e Irán se encuentran a un nivel
tan bajo como al final de la presidencia de Bush, si no más. Los políticos y
funcionarios estadounidenses se refieren a Irán con franqueza. “La mayor
amenaza planteada a Estados Unidos, a nuestros intereses y a nuestros amigos
(…) se ha hecho patente y se trata de Irán”, dijo un cargo militar al dirigirse
a la audiencia de un foro en Washington. Admitió también que no creía que Irán
quisiera provocar un conflicto y añadió que no sabía si la República Islámica
había decidido construir un arma nuclear.
La ola de revueltas democráticas que ha
barrido la región desde la primavera del 2011 ha añadido más tensión a unas ya
ásperas relaciones. La respuesta de Obama a las revueltas árabes muestra el
alcance del cambio de su visión sobre Irán y la región en general. Los asesores
de la Casa Blanca se quedaron de brazos cruzados mientras Ahmadineyad eliminaba
el Movimiento Verde en el 2009, pero tras el estallido de las revueltas árabes
Obama ha adoptado un tono más agresivo frente a las violaciones de los derechos
humanos y el creciente autoritarismo de Irán. Respondiendo al aplastamiento de
las protestas en Irán tras el derrocamiento de Mubarak en enero del 2011, Obama
arremetió contra el régimen iraní: “Resulta irónico que el régimen iraní finja
celebrar lo ocurrido en Egipto… Sus líderes actuaron de forma diametralmente
opuesta a lo sucedido en este país, usando la fuerza contra los manifestantes”.
Desde el estallido de los despertares
árabes, el presidente Obama y su equipo de seguridad nacional se han devanado
los sesos tratando de vislumbrar la forma en que estos cambios revolucionarios
en Egipto y Túnez son susceptibles de afectar el rumbo de los países árabes en
el futuro a fin de sacar partido de ellos. Israel y Arabia Saudí, enemigos
jurados ambos de la República Islámica, han hecho sonar la alarma afirmando que
Irán será el principal beneficiario de las revueltas árabes.
El presidente Obama ha acusado a Irán de
ayudar a Siria en el aplastamiento de la revuelta que ha sacudido el régimen de
Basilar el Asad. En sus primeras declaraciones sobre la crisis siria en abril
del 2011, Obama apuntó a la conexión irano-siria: “En lugar de escuchar a su
propio pueblo, el presidente El Asad acusa a los extranjeros al tiempo que pide
ayuda a Irán en la represión de los ciudadanos sirios mediante las mismas
tácticas brutales utilizadas por sus aliados iraníes”. En su discurso en el
Departamento de Estado sobre las revueltas árabes, en el que trató de alinear a
Estados Unidos con las aspiraciones del pueblo, Obama describió a Irán como
modelo de países represores como Siria y el ansia de libertad de los iraníes
como ejemplo que seguir por parte del pueblo árabe: “Hasta ahora, Siria ha
dirigido sus miradas a su aliado Irán, tratando de asegurarse la ayuda de
Teherán en lo relativo a la táctica de sofocar a la oposición. Tal actitud es
ilustrativa de la hipocresía del régimen iraní, que defiende los derechos de
los manifestantes en el extranjero pero rerecordar que las primeras protestas
pacíficas en la región tuvieron lugar en las calles de Teherán, donde el
Gobierno trató brutalmente a mujeres y hombres por igual y encarceló a personas
inocentes. Todavía son audibles las consignas coreadas desde los tejados de
Teherán. La imagen de una joven agonizante en la calle sigue grabada en nuestra
memoria. Seguiremos insistiendo en que el pueblo iraní merece ejercitar sus
derechos que son universales y tiene derecho a un gobierno que no sofoque sus
aspiraciones”.
Cuando la crisis siria alcanzaba este año
su punto culminante, Obama consideró la posibilidad de un derrocamiento de El
Asad como una ocasión de oro para rodear y debilitar en mayor grado al régimen
iraní. Dijo que una transición hacia un gobierno sirio de carácter pacífico,
estable y representativo a partir del régimen proiraní de El Asad constituiría
“una gran pérdida para Irán”, una afirmación que muestra que el levantamiento
en Siria se ha visto envuelto en la nueva guerra fría entablada en Oriente
Medio.
Obama ya no intenta la contención de un
enemigo tan dilatado. El juego se llama ahora confrontación y estrangulamiento
económico. En su discurso en el Departamento de Estado en mayo del 2011, Obama
reiteró los principales motivos de agravio de Estados Unidos contra la
República Islámica -la intolerancia y política represora de Irán, así como su
programa nuclear contrario a la normativa internacional y su apoyo al
terrorismo- en una intervención que se apartaba marcadamente de sus
declaraciones como candidato presidencial y ya como presidente al inicio de su
mandato. Es de notar que no apoyó al Movimiento Verde del 2009, una coalición
de signo progresista en Irán, no fuera que pudiera ofender al régimen iraní,
con el que trataba de llegar a un entendimiento. Dos años después, Obama
confirió al Movimiento un significado que trascendía el ámbito de Irán para
desplegarlo como una espada pendiente sobre las cabezas de los dirigentes
iraníes. En realidad, las últimas declaraciones de Obama sobre Irán no difieren
gran cosa de las de Bush y cabe interpretarlas como un llamamiento a favor de
un cambio de régimen en Teherán, si bien hasta el momento ha resistido
requerimientos en casa y en el extranjero para emprender una acción militar
antes de agotar todas las opciones de carácter diplomático.»
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