Detalles inéditos de los cónclaves del siglo XX
VATICANO,
20 Feb. 13
(ACI/EWTN Noticias).- El Viceprefecto de la Biblioteca
Apostólica Vaticana, Ambrogio Piazzoni, dio a conocer esta mañana una serie de
datos interesantes sobre los cónclaves del siglo XX, como el hecho de que en
1914 tuvo que revisarse los votos para verificar que el Papa Benedicto XV no
hubiera votado por sí mismo, algo que en las reglas de entonces no estaba
permitido.
Piazzoni
explicó al principio la historia del cónclave y cómo es que en el año 1179
Alejandro III dispuso que para una elección válida, el nuevo Pontífice debía
tener dos tercios de los votos; mientras que en 1276 se realizó la primera
elección a puertas cerradas, eligiéndose a Inocencio V. En el año 1621, el Papa
Gregorio XV introdujo la obligación del voto secreto y escrito.
El
primer cónclave del siglo XX, el de 1903 en el que se eligió a San Pío X, se
dispuso la obligación de conservar en un archivo la documentación, a
disposición solo del Santo Padre, sobre el cónclave y los distintos
escrutinios.
En
1914, con la elección de Benedicto XV, "fue la única vez en la que se
procedió a verificar los votos, porque el número de estos que elegía al Papa,
era exactamente dos tercios de los participantes y como se consideraba inválido
el voto de un cardenal por sí mismo, se debía verificar que Benedicto XVI no
hubiera votado por él mismo".
En
1922, el Papa Pío XI decidió extender de 10 a 15 días el periodo de espera para
los cardenales no presentes en Roma para darle la posibilidad, incluso a los
Purpurados más lejanos, de participar en el cónclave. En 1939, por primera vez
en muchos siglos, el cónclave contó con la participación de todos los
cardenales.
"Eran
62 y estaban todos presentes. En dos días y en tres votaciones fue elegido
Eugenio Pacelli, el Papa Pío XII", dijo Piazzoni.
Luego
de la guerra, en 1945, Pío XII promulga la constitución Vacantis Apostolicae
Sedis que presenta algunas novedades.
"A
los dos tercios de votos previstos para la elección válida, se agrega –por
prudencia, dice la constitución– un voto: entonces ahora son dos tercios más
uno. Esto significaba que no era necesario entonces control alguno sobre los
votos, porque si incluso uno hubiera votado por sí mismo, ese voto sería ese
uno de más. Otra cosa muy importante fue que –desde el inicio de la Sede
vacante todos los cardenales– comprendidos el Secretario de Estado, todos los
prefectos de las congregaciones, etc., cesaban en sus cargos, excepto tres: el
Camarlengo, el penitenciario y el Vicario de Roma".
En
1958 fue elegido Juan XXIII que, con el Motu proprio Summi Pontificis electio,
establece entre otras normas la posibilidad de conservar también apuntes y
notas de los cardenales. En la estufa se quemarían entonces solo los votos.
En
1970, aparece otro importante documento: Ingravescentem Aetatem, il Motu
proprio con el que el Papa Pablo VI establece que en el cónclave los cardenales
podían ser electores por debajo de los 80 años de edad. En 1978 fallece Pablo
VI y se dio el cónclave más numeroso hasta entonces, 111 cardenales con tres
ausentes.
El
Viceprefecto de la Biblioteca Apostólica Vaticana recuerda que "tras
cuatro votaciones fue elegido Albino Luciani, Juan Pablo I, que murió sólo a
los 33 días y obviamente no dio tiempo para hacer ninguna legislación referente
al cónclave. En el segundo cónclave de 1978 se dieron 8 votaciones y finalmente
fue elegido Karol Wojtyla" que escribirá en 1996 el documento Universi
Dominici Gregis, sobre el cónclave y la Sede vacante.
"Una
de las cosas interesantes y nuevas tiene es que se fija el lugar en el que se
tiene el cónclave: la Capilla Sixtina. Otra cosa interesante es que se
establece el lugar en el que los cardenales deben estar, la casa Santa Marta.
Desde el punto de vista de los procedimientos es que se suprimen dos modos de
elección: por inspiración o aclamación; y por compromiso".
Con
la elección, en abril de 2005 de Benedicto XVI, "se hace un cambio sobre
un punto específico, que era el número 75 de la constitución de Juan Pablo II,
con un Motu proprio que fue publicado en L’Osservatore Romano y que se llama De
aliquibus mutationibus in normis de electione Romani Pontificis, en el que se
deja, luego de los 34 famosos escrutinios, la posibilidad de que los cardenales
puedan decidir otro tipo de votación. Este otro tipo de votación puede ser el
hecho de que son votables solo los cardenales que han recibido el mayor número
de votos en la elección precedente, pero no será quien tenga más votos quien
sea elegido, sino quien tenga, en cualquier caso, los dos tercios de los
votos".
Si
bien las normas vigentes, explica Piazzoni, establecen que se debe esperar a
los cardenales ausentes por 15 días, si todos los cardenales estuvieran en Roma
antes de esto "es posible una apertura anticipada del cónclave".
Añadió
además que si algún cardenal se retrasa, es admitido al cónclave incluso luego
del inicio de los trabajos.
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