- La torcida justicia de la PGR/PATRICIA DÁVILA
Revista
Proceso...9
de junio de 2013;
Durante
el sexenio de Calderón las herramientas judiciales se usaron con fines
políticos. Las pruebas hablan: a la PGR y a la SSP se les derrumbaron casos que
habían presumido como triunfos de sus administraciones. Apenas parece importar:
pese a las decenas de vidas arruinadas, a las flagrantes violaciones al debido
proceso y a la incompetencia decenas de veces corroborada, no hay sentenciados
por el montaje de Florence Cassez, el michoacanazo o las detenciones de Noé
Ramírez y Tomás Ángeles, entre otros. En el mejor de los mundos, afirman
académicos, quizás en 10 años sea juzgado algún funcionario de alto nivel por
violar el debido proceso.
El sistema de
justicia penal mostró su peor rostro en el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa.
Aún
no concluía su administración cuando los casos que tanto había presumido el
panista comenzaron a desplomarse por falta de solidez jurídica y por
violaciones al debido proceso.
En
cinco años de calderonismo, la Procuraduría General de la República (PGR) tuvo
que desistirse en más de medio centenar de denuncias por expedientes mal
integrados y otras anomalías, así como por el abuso de testigos protegidos,
fabricación de culpables, manipulación de casos por funcionarios de primer
nivel y abuso de la prisión preventiva.
La
autoridad también trompicó por violaciones al principio de tipicidad por parte
del Ministerio Público (acusaciones que no correspondían con el delito
realmente indagado), falta del conocimiento directo de los casos por parte de
los jueces, manipulación de los casos por parte de Genaro García Luna, entonces
titular de la Secretaría de Seguridad Pública, y de Marisela Morales Ibáñez, la
última procuradora de Calderón.
Acciones
emblemáticas del mandatario panista se derrumbaron una tras otra, bien durante
su sexenio, bien durante el actual. Como ejemplos están la Operación Limpieza;
el encarcelamiento de Noé Ramírez Mandujano, entonces titular de la
Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada
(SIEDO); la Operación Cancún; el michoacanazo; la desarticulación de la banda
de secuestradores Los Zodiacos (a la que supuestamente pertenecía la francesa
Florence Cassez), y los procesos contra militares de alto rango como el general
Tomás Ángeles Dauahare –detenido por sus presuntos vínculos con el cártel de
los hermanos Beltrán Leyva.
Casos
como el de Javier Herrera Valles, excoordinador de Seguridad Regional de la
Policía Federal; el de Griselda López Pérez, expareja de Joaquín Guzmán Loera
–líder del Cártel de Sinaloa–, y el del exalcalde tijuanense Jorge Hank Rhon
evidenciaron también las fallas sistémicas en la impartición de justicia
durante el gobierno calderonista.
El
18 de abril último, el titular de la PGR, Jesús Murillo Karam, anunció una
investigación contra el testigo protegido Jennifer y los funcionarios que
incurrieron en la “fabricación” de pruebas y “manipulación” de testimonios
utilizados en la Operación Limpieza y en el caso del general Ángeles Dauahare.
Por
esas razones llamó la atención el nombramiento de la exprocuradora Marisela
Morales Ibáñez como cónsul de México en Milán, Italia, en mayo pasado.
Para
Javier Ulises Oliva Posada, especialista en seguridad nacional y narcotráfico
de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el sexenio calderonista
estuvo marcado por un “uso de recursos judiciales con fines políticos”. Éste,
dice, “es un punto crítico que caracterizó a esta administración. Por eso les
fue imposible sostener muchos casos legalmente”.
Oliva
también critica el “uso desproporcionado” de los testigos protegidos: “En
México basta con la palabra incriminatoria de un narcotraficante para enjuiciar
a una persona –dice–. Hoy, en la PGR, una llamada o un escrito anónimo tiene
mayor credibilidad. Es tal la incapacidad de investigación de las policías que
las denuncias anónimas se convirtieron en un pilar fundamental para rescatar
secuestrados, detectar casas con acopio de armas, dinero y drogas”.
Las
fallas en la PGR se manifestaron desde 2008, precisamente cuando el titular de
la PGR, Eduardo Medina Mora, detectó que la dependencia estaba infiltrada por
las bandas criminales. Eran los tiempos de la Operación Limpieza, programa
encaminado a combatir a los grupos del crimen organizado que habían logrado
meterse a las instituciones gubernamentales.
A
raíz de ello fueron detenidos 25 altos funcionarios, de los cuales 13 fueron
acusados de manera formal. En 2012, ocho –los de mayor rango– ya habían
recuperado su libertad.
Uno
de los acusados era Noé Ramírez Mandujano, el titular de la SIEDO. Él fue
acusado de presuntos nexos con los Beltrán Leyva, entonces aliados del Cártel
de Sinaloa. Ramírez Mandujano también quedó absuelto de los cargos el año
pasado.
Ya
en 2013, el juez primero de Distrito Penal, Mauricio Fernández de la Mora,
pidió incluso al procurador Murillo Karam iniciar una investigación por
probables delitos cometidos por el Ministerio Público en el proceso de
recopilación de pruebas durante la Operación Limpieza.
Cadena
de fracasos
Tras
la detención de Ramírez Mandujano en agosto de 2008, su cargo fue ocupado por
Morales Ibáñez. Dos años y ocho meses después, en abril de 2011, ella fue
nombrada titular de la PGR. Fue durante su gestión cuando comenzaron a
acumularse los fracasos:
–En
2008, según la declaración del testigo protegido El Pitufo, la PGR acusó al
excoordinador de Seguridad Regional de la Policía Federal (PF), Javier Herrera
Valles, de presunta colusión con el Cártel de Sinaloa. Sin embargo, según el
acusado, todo derivó de un enfrentamiento con Genaro García Luna, titular de la
corporación.
García
Luna se molestó, dijo Herrera Valles, por una denuncia que hizo sobre los
presuntos nexos del funcionario con el narco, así como por la compra de
helicópteros sin licitación, el ascenso de policías sin carrera y la protección
a uniformados corruptos. El 7 de septiembre de 2012 un tribunal federal
absolvió a Herrera Valles por falta de pruebas.
–En
marzo de 2009, después de la ejecución del general de brigada Mauro Enrique
Tello Quiñones, el teniente de infantería Geotulio César Román Zúñiga y Juan
Ramírez Sánchez –sobrino del entonces alcalde Gregorio Sánchez, Greg–, la PGR
puso en marcha la Operación Cancún.
Elementos
de la SIEDO (rebautizada como SEIDO en septiembre de 2012) detuvieron a Boris
del Valle Alonso El Boris, asesor en materia de seguridad de Greg. Según la
procuraduría, El Pitufo lo acusó de tráfico de indocumentados y de estar
vinculado a Los Zetas en Yucatán. Posteriormente Greg fue arrestado, con una
acusación de delincuencia organizada.
El
Boris estuvo preso hasta el 11 de enero de 2011, cuando el Juzgado Segundo de
Distrito con sede en Tepic, Nayarit, lo absolvió de los cargos. Meses después,
en julio, Greg recuperó su libertad; la PGR tampoco sostuvo la acusación en su
contra.
–Morales
Ibáñez también tuvo un tropiezo en el caso de Juan Carlos Castro Galeana, Julio
César Mondragón Mendoza y Alfredo Rosas Elicea, detenidos por su presunta
implicación en el estallido de granadas durante los festejos del 15 de septiembre
de 2008 en Morelia, Michoacán (averiguación previa PGR/SIEDO/UEITA/110 /2008).
Los detenidos fueron torturados y acusados de terrorismo. El caso también se
cayó, pues dos de ellos fueron liberados en septiembre de 2011.
–En
mayo de 2009, en un operativo sin precedente, elementos del Ejército y la SIEDO
detuvieron en Michoacán a 27 servidores públicos de Michoacán, entre ellos 10
alcaldes, por presuntos vínculos con Los Zetas y La Familia Michoacana.
Tuvieron que ser liberados por falta de pruebas.
–En
mayo de 2010, en Culiacán, Griselda López Pérez, exesposa de El Chapo, fue
detenida por agentes de la SIEDO, la PF y soldados, acusada de lavado de
dinero. No llevaba ni 24 horas en la Subprocuraduría cuando fue liberada.
–El
caso que más repercusión mediática tuvo fue el de Florence Cassez, quien fue
detenida el 7 de diciembre de 2005 por su presunta asociación con la banda de
secuestradores Los Zodiacos. Por órdenes de García Luna, la Agencia Federal de
Investigación (AFI) realizó un montaje para simular que el arresto ocurría
horas después de que fuera efectivamente concretado, para que las cámaras de TV
Azteca y Televisa lo trasmitieran “en vivo”.
Desmontado
el montaje de García Luna, Cassez tuvo que ser liberada el 23 de enero pasado;
la Suprema Corte de Justicia de la Nación le otorgó el amparo por fallas en su
proceso, sin pronunciarse sobre su inocencia o culpabilidad.
El
24 de enero, un día después de la liberación de la ciudadana francesa, Murillo
Karam dijo en una reunión con senadores del PRI y del PVEM que los errores
cometidos en el caso Cassez podrían constituir un delito y que el resolutivo
emitido por la Corte lastimó a la sociedad.
“Lástima
–dijo–, porque no podemos llegar a una verdad legal sobre la inocencia o
culpabilidad (de Cassez) derivado de un mal manejo de una parte de la
investigación… Me toca ver si ese mal manejo es producto de una actitud que
pudiera constituir un delito.”
Han
pasado más de cuatro meses y la PGR aún no abre ninguna investigación. El 13 de
marzo pasado, el ómbudsman nacional, Raúl Plascencia, expuso en un informe que,
en el caso Cassez, 21 funcionarios afrentaron el debido proceso: 15 eran de la
AFI, dos del MP y cuatro más eran altos mandos de la PGR.
Todos,
según Plascencia, violaron la Constitución mexicana y convenios internacionales
sobre derechos humanos.
Igual
de contraproducente le resultó a la PGR la detención del general Tomás Ángeles
Dauahare. Tras la liberación del militar, el juez que llevó su caso pidió a la
dependencia investigar a los servidores públicos responsables.
Proceso
solicitó una entrevista a la procuraduría para conocer qué averiguaciones
previas se le abrieron al inculpado. Hasta el viernes 7 no hubo respuesta.
Las
fallas procesales
Para
el penalista Héctor Carreón Herrera –antiguo delegado de la PGR en Puebla y
Coahuila y subprocurador de Averiguaciones Previas en la Procuraduría General
de Justicia del Distrito Federal–, el sistema de justicia penal colapsó, entre
otros factores, por el abuso de la prisión preventiva, la violación del
principio de tipicidad por parte del MP, el hecho de que se traslade la
facultad para integrar las averiguaciones previas a los secretarios y la falta
de conocimiento directo de los casos por parte de los jueces.
“Se
imponían sanciones con base en la peligrosidad o temibilidad de una persona, en
lugar de que se hiciera efectivo el principio de culpabilidad. Esas situaciones
de desconocer los principios que sustentan un derecho procesal penal de corte
liberal llevó a esta crisis en el sexenio pasado”, comenta.
–Si
el MP llevara a cabo la investigación y sancionara a los servidores públicos
implicados, ¿qué delitos se les imputarían?
–No
conozco la investigación, si es que existe, pero si alguien abusa de sus
facultades, hay todo un catálogo de tipo penal al que pueden ajustarse las
conductas. Las leyes contemplan delitos contra la administración de justicia y
contra la procuración de justicia.
“Si
un juez sabe que no se acredita perfectamente el cuerpo del delito ni la
responsabilidad plena y dicta una sentencia contraria a lo que puede probar
está cometiendo un delito contra la administración de justicia.
“Si
hace un uso indebido de recursos como servidor público es peculado; si utiliza
instrumentos legales del Estado y no les da el fin que establecen los
reglamentos y la Ley Orgánica, extralimitándose en las funciones que señala la
norma, podría haber un abuso de autoridad.”
–Si
no se investiga a los servidores públicos responsables, ¿cuáles son las
implicaciones jurídicas, políticas y sociales?
–El
Estado debe proveer la seguridad jurídica y pública. Si no se investiga,
continuamos con la falta de credibilidad por parte de la sociedad. Si la autoridad
tiene conocimiento y no actúa, violenta el principio de legalidad. El artículo
21 constitucional señala que la investigación de los delitos corresponde al MP;
si hay elementos y el juez no consigna, incurre en una ilegalidad.
–¿Por
qué en lugar de investigar y sancionar a estos funcionarios el gobierno los
premia con un consulado en Milán, como en el caso de Marisela Morales?
–No
puedo afirmar que no están sujetos a investigación. Fuera de los casos de
flagrancia, el MP puede llevar a cabo la investigación sin detenido.
El
penalista Javier Carrasco Solís, director del Instituto de Justicia Procesal
Penal, explica la causa de que exista más de una centena de casos en los que la
PGR se vio obligada a desistirse: “Nos encontramos entre dos situaciones un
tanto desiguales: el Estado, con todo el poder, va contra una persona que se
encuentra sin recursos e indefensa. La ley reconoce la presunción de inocencia,
pero para demostrarla debe haber un control de la autoridad para evitar que
atropelle esos derechos. En ese sentido, la PGR no ha actuado conforme a ese
marco legal. Por eso se han caído sus casos.
“Si
hablamos de Cassez, de Hank Rhon o de los otros casos, la autoridad que
participó en la detención violó los procedimientos que la ley establece, por
eso el juez debió invalidar esas actuaciones y lo recabado en torno a ellas.”
Carrasco
Solís considera que todos los servidores públicos implicados en el caso Cassez
deben responder a la autoridad en un debido proceso porque, puntualiza,
actuaron fuera de la ley.
E
insiste: si la Corte resolvió que hubo actos ilegales, quienes participaron en
la aprehensión –el que dio la orden y sus superiores jerárquicos– son
responsables. Y si los jefes no dieron la orden literalmente también son
responsables por omisión, porque no estuvieron al pendiente de lo que sus
subordinados hacían.
“Aunque
en México aún no se habla de la figura de ‘error judicial’, la Convención
Interamericana sobre los Derechos Humanos dice que la persona puede ser
indemnizada por este concepto. Entonces, una víctima detenida y sentenciada en
forma indebida, con pruebas valoradas erróneamente, puede reclamar un error judicial.
“En
este caso, el Estado mexicano enfrentará grandes problemas, porque los
imputados están inconformes. Si esto sucede, ¿de dónde les van a pagar?, porque
son muchos…”
–De
no sancionar a los servidores públicos que fabricaron estos casos, ¿la PGR estaría
incurriendo en la misma irregularidad del pasado?
–Sí.
Si las víctimas demandan que se investigue y la PGR no lo hace.
–¿Y
si no han denunciado?
–Si
no existe la denuncia, la PGR tiene la obligación de abrir un proceso interno.
En la administración pública cada entidad tiene sus propios mecanismos para
investigar a sus funcionarios a través de las visitadurías o la contraloría,
que son órganos de autocontrol. Si existiera voluntad en la Procuraduría, ese
órgano de autocontrol ya estaría investigando, partiendo de que existen como 60
casos con irregularidades similares.
Lo
que viene
Javier
Carrasco Solís explica que el funcionario sujeto a investigación puede resultar
responsable administrativa o penalmente de algún acto, por lo que debería abrírsele
un proceso. En el primero de los casos sería inhabilitado para ejercer la
función pública por cierto tiempo.
“En
los casos de García Luna y Morales Ibáñez, por ejemplo, una instancia
jurisdiccional afirmó ya que hubo acciones fuera de la ley. Por lo tanto deben
ser sancionados. De lo contrario, jamás vamos a funcionar de acuerdo al marco
legal.”
–Aun
con todo lo que dejó atrás, Marisela Morales fue nombrada cónsul en Milán –se
le insiste.
–Será
una repercusión muy fuerte. En casos en los cuales hubo irregularidades y a la
autoridad responsable de las violaciones se le asigna un nuevo cargo, la
ciudadanía se pregunta: ¿Qué pasó aquí? Eso sí que impacta socialmente.
Acerca
de qué debe hacerse para terminar con la manipulación por parte de funcionarios
en muchas de las averiguaciones, el entrevistado afirma: “El MP debe ser
independiente. No permitir que le den una línea política para dejar de hacer o
hacer cierta cosa. Debe ceñirse a investigar de acuerdo con la ley”.
–¿Actualmente
es independiente?
–No
en todos los casos. Por mil razones no hay una investigación adecuada. Falta de
pericia, de tiempo; a ello se suma la presión política, económica, la de grupos
que manejan intereses muy fuertes y la de la prensa.
“Con
el nuevo sistema de justicia penal acusatorio, quizás en 10 años podamos ver
que un funcionario de alto nivel acusado de violar el debido proceso sea
sancionado.”
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