El
dilema de Putin/Sergei Guriev, a visiting professor of economics at Sciences Po, is Professor of Economics and former Rector at the New Economic School in Moscow.
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Syndicate |12 de agosto de 2014
Muchos
críticos sostienen que las sanciones impuestas a Rusia por sus acciones en
Ucrania no son efectivas, por ser demasiado limitadas en escala y alcance. Es
más, se cree que las sanciones le permiten al presidente Vladimir Putin culpar
a Occidente por los problemas internos de Rusia. De hecho, algunos de los
seguidores de Putin dentro de Rusia reciben con beneplácito las sanciones por
considerarlas un medio para forzar la autarquía rusa -y, así, la independencia
estratégica de Occidente.
Estos
argumentos son erróneos. Si bien las sanciones no están respaldadas por China,
ya están teniendo un efecto poderoso, y la expectativa de que se ajusten aún
más es una gran preocupación para los inversores y el gobierno ruso. Una
autarquía plena, mientras tanto, implicaría una caída drástica de los niveles
de vida rusos -los cimientos del respaldo interno de Putin.
Las
últimas sanciones no tienen precedentes. La Unión Europea fue aún más allá que
Estados Unidos. La exposición a los mercados rusos varía marcadamente entre los
países de la UE -y entre la UE y Estados Unidos-. Pero, después del
derribamiento del vuelo 17 de Malaysia Airlines, Rusia ya no puede defender una
estrategia de divide y reinarás que apalanque esas diferencias.
Tanto
la UE como Estados Unidos han sancionado a las máximas autoridades de Rusia y a
los principales bancos y compañías del país. La lista de la UE incluye a todos
los principales bancos estatales (los más grandes del país). Más importante
aún, la UE agregó a Sberbank, un pilar del sistema financiero de Rusia, con
activos que totalizan casi el 30% del PBI ruso y aproximadamente la mitad de
todos los depósitos minoristas rusos.
En
la actualidad, las sanciones sólo limitan el acceso de Sberbank a los mercados
de capital europeos. En el futuro inmediato, Sberbank -y otros bancos
sancionados- podrán reemplazar fondos europeos con liquidez proporcionada por
el Banco Central de Rusia (BCR) o fuentes asiáticas. Pero el hecho de que
Sberbank esté en la lista ha creado una enorme ansiedad para todos los
inversores extranjeros en Rusia.
Tienen
razón de estar preocupados. El sistema financiero de Rusia es sumamente
vulnerable. La deuda externa total del sector bancario es de 214.000 millones
de dólares, de los cuales 107.000 millones tienen vencimiento de aquí a un año
(y 129.000 millones, en el lapso de dos años). La deuda externa de compañías no
financieras totaliza 432.000 millones de dólares, de los cuales 128.000
millones vencen en el lapso de un año (y 175.000 millones, en dos). Estos son
números importantes inclusive para Rusia, con sus reservas de moneda extranjera
de 480.000 millones de dólares.
De
la misma manera, si bien la prohibición que pesa sobre las exportaciones a Rusia
de tecnología para el sector del petróleo y del gas no tiene implicancias
inmediatas para la economía rusa, en el curso de los próximos años, Rusia
tendrá que utilizar tecnología occidental para desarrollar nuevos campos
petroleros. De lo contrario, su producción petrolera se estancará o inclusive
decaerá, afectando considerablemente al rublo y a los niveles de vida.
Los
mercados financieros y el gobierno de Rusia entienden la gravedad de los
riesgos a mediano plazo. Para evitar la depreciación del rublo y la presión
inflacionaria, el BCR aumentó su tasa de interés de referencia a 8% (comparado
con 5,5% antes de la crisis de Crimea). Pero tal vez esto no sea suficiente,
considerando que las “contra-sanciones” introducidas recientemente por Rusia
-un embargo de las importaciones de alimentos de la UE y de Estados Unidos-
contribuirá significativamente al aumento de precios.
Desde
enero, las acciones rusas han perdido 16% de su valor en el índice MSCI,
después de que ya se comercializaban con un descuento del 50% en 2013, mientras
que las acciones brasileñas y turcas crecieron un 13% y un 27% respectivamente.
Ahora que el MSCI está en condiciones de ofrecer a los inversores índices de
mercados emergentes que excluyen a Rusia, una venta masiva de acciones rusas
por parte de los fondos índices hará bajar aún más los precios. Por cierto, se
espera que la salida de capital neto crezca de 60.000 millones de dólares en
2013 a por lo menos 100.000 millones de dólares este año, aunque también
existen estimaciones que llegan a los 200.000 millones de dólares.
Una
consecuencia de todo esto es que el gobierno ya no puede hacer cuadrar las
cuentas y ha empezado a discutir recortes del gasto y nuevos impuestos, en
especial un impuesto a las ventas. En los últimos diez años prevaleció el
interrogante sobre si mantener el impuesto al valor agregado del 18% que existe
actualmente o remplazarlo por un impuesto a las ventas. Ahora el debate es si
no sería necesario introducir un impuesto a las ventas además del IVA o aumentar
la tasa del IVA.
Por
otra parte, el ministro de Finanzas, Anton Siluanov, ha dicho que el gobierno
debe usar los aportes de pensiones de este año para proyectos en Crimea,
mientras que algunas obras de construcción de autopistas se han pospuesto
indefinidamente. El gobierno ahora dice que expropiará también los aportes de
pensiones del año próximo (el viceministro de Desarrollo Económico, Sergei
Belyakov, fue despedido después de disculparse públicamente por la medida). En
una carta que se filtró a la prensa, el vice primer ministro, Arkady
Dvorkovich, explícitamente reconoció ante el primer ministro, Dmitri Medvedev,
la imposibilidad de cumplir las promesas de gasto de Putin, y propuso una
revisión radical de los planes fiscales actuales.
Aparentemente,
el miedo de que surjan problemas económicos aún más serios -por ejemplo, una
mayor fuga de capital cuando se aumenten los impuestos- ha descartado una
invasión abierta del este de Ucrania. Los líderes rusos parecen entender que, a
pesar del creciente respaldo a la “auto-suficiencia”, la autarquía nunca le dio
buenos resultados a Rusia. Inclusive en la era de Stalin -cuando la economía
era mucho más cerrada que en los tiempos zaristas-, la industrialización
requirió la importación de capital y conocimiento occidental.
Más
importante aún, la popularidad de Putin descansa en niveles de vida
históricamente altos. El consumo anual de los hogares hoy es el doble del nivel
alcanzado en los últimos días de la Unión Soviética. El crecimiento del consumo
ha sido impulsado en gran medida por la integración de Rusia a la economía
global -y no puede sostenerse sin ella.
La
última generación de líderes soviéticos entendió bien la importancia de
mantener los niveles de vida, razón por la cual utilizaron los ingresos de las
exportaciones de petróleo y gas para importar bienes de consumo. Cuando los
precios del petróleo colapsaron a mediados de los años 1980, el consumo de los
hogares se derrumbó; poco después, también lo hizo la Unión Soviética.
En
la actualidad, aunque los precios del petróleo se mantienen altos, el
presupuesto y el sistema financiero de Rusia enfrentan graves problemas en los
próximos 2-3 años. Si Occidente introduce sanciones a gran escala contra los
bancos rusos más grandes -como lo hizo Estados Unidos contra bancos
relativamente pequeños-, esos problemas pueden tornarse infranqueables.
¿Cómo
responderá el gobierno de Rusia? Putin no puede permitirse un retorno al status
quo previo a Crimea, algo que sería visto internamente como una importante
derrota política. Esto implica que las sanciones seguirán en pie. Pero, al ya
haber apelado a la represión política, a la censura y a la propaganda, las
herramientas de Putin para mantener el control mientras decaen los niveles de
vida de los rusos serán limitadas. La naturaleza de ese dilema hace imposible
predecir qué es lo que hará a continuación.
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