21 jun 2016

Las columnas ante los hechos de Nochixstlán..

 Las columnas políticas, hoy 21 de junio de  2016
 Templo Mayor/ Reforma
QUÉ CURIOSO: Andrés Manuel López Obrador calla en los momentos cruciales y habla cuando no quiere que se diga nada.
AUNQUE son sus socios -aves del mismo plumaje que vuelan juntas-, el líder de Morena ni pío ha dicho de las manifestaciones, bloqueos, saqueos y, en general, de las violentas protestas de los maestros de la CNTE.
Y, SIN EMBARGO, ayer salió -ahora sí- a exigirle a la Presidencia de la República que instale de inmediato una mesa de diálogo con el magisterio disidente.
NOMÁS que al ser él quien lo pide, en automático le dio el beso del diablo a ese diálogo, haciéndolo imposible para el gobierno federal. ¿Será que ésa, precisamente, era la idea? Es pregunta.
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¿Será?/24 Horas
La semana pasada, Andrés Manuel López Obrador ofreció todo su apoyo a los integrantes de la CNTE que fueron acusados de lavado de dinero. Y muy probablemente ya se está frotando las manos con los acontecimientos de Oaxaca. Le pusieron en bandeja de plata seis muertos y le llenaron el tanque de combustible para su campaña rumbo a 2018. Sólo falta ver qué rumbo toman las cosas, porque de eso dependerá si prosperan o no los planes del dueño de Morena. ¿Será?
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EL CÍRCULO DE LA VIOLENCIA | Editorial El Universal
Cuando las expresiones de inconformidad de un movimiento alcanzan un cierto grado de violencia, los gobiernos llegan a una encrucijada: enfrentan el desafío con fuerza y se arriesgan a que el resultado sea más gasolina al fuego, o permiten actuar a los protestantes, con el riesgo de dejar en indefensión a ciudadanos ajenos al conflicto. Por desgracia, el enfrentamiento del pasado domingo en Oaxaca, entre la CNTE y el gobierno federal, parece ejemplo de lo primero.
Hasta antes del fin de semana pasado, el conflicto con la disidencia magisterial había sido sorteado sin graves daños colaterales, salvo por el fallecimiento de un profesor el 25 de febrero del año pasado, el cual —despues se demostraría— fue un accidente.
Lo malo es que cada vez que un manifestante muere, el mismo fenómeno ocurre: el encono inunda a los inconformes y, en consecuencia, se sienten autorizados para actuar con mayor fuerza que antes. En ese momento los gobiernos pueden caer a su vez en un círculo vicioso de mano dura. Lo vimos en 2006, cuando las protestas contra el entonces gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz, derivaron en una guerra campal de meses.
En el caos de protestas en las que todo se permite —lanzamiento de piedras, robo de camiones, uso de vehículos como arietes, bloqueo de carreteras— fácilmente se pueden confundir los motivos de un fallecimiento. ¿Significa lo anterior que debería desestimarse en automático la versión de los manifestantes de que las muertes fueron acciones deliberadas del gobierno? De ninguna manera. Si el detalle de las investigaciones, incluyendo las que realicen organizaciones civiles e instituciones autónomas, arroja un exceso de fuerza o brutalidad policiaca, el castigo debe ser inmediato.
Desafortunadamente es esa mezcla explosiva de movimientos sociales radicalizados, sin freno oportuno, con el uso racional de la fuerza pública, la que a la postre genera más violencia.
El 12 de diciembre de 2011 dos normalistas murieron tras un enfrentamiento con policías en la Autopista del Sol, cuando se manifestaban para, entre otras cosas, exigir empleo automático, sin evaluación previa, en escuelas del estado. Un trabajador de una gasolinera incendiada durante la protesta, quien intentó apagar el fuego, moriría días después en el hospital. Fue el clásico ejemplo de una causa patrimonialista, defendida con violencia injustificada, que a la postre generó la muerte de dos de sus compañeros, aunque en ese entonces fue clara la responsabilidad de los agentes en el exceso.
Es difícil pedir calma en un contexto como el actual, pero no hay otra alternativa. El peor escenario es volver a caer en el círculo de violencia de hace 10 años.
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FRENTES POLÍTICOS/ Excelsior
I.Pretexto perfecto. Ya lo buscaban. Los acontecimientos en Nochixtlán serán capitalizados por la CNTE, ocho muertos, ninguno era profesor, pero no importa, ya tienen de dónde agarrarse: de victimarios a víctimas. Y las autoridades se confunden y no dan información precisa, justo ahí es donde los mentores aprovechan. Ellos dicen que los policías dispararon, la policía señala que no iba armada, pero que tuvieron que replegarse para ir por refuerzos y regresar armados, porque los de la CNTE disparaban. El asunto es que ya hubo muertos y la jugada cambió. Mientras las autoridades sigan laxas y con conferencias imprecisas, la CNTE se empodera. Los vacíos de información los llenan los falsos mártires.
II.Sin lugar para la CNTE. Por fin alguien se atreve y pone un alto. Ya van varios días en que la Coordinadora no ha logrado realizar con éxito sus marchas y plantones en la capital del país. El Gobierno de la CDMX y su policía han encapsulado de manera oportuna y casi quirúrgica a los profesores. El trabajo ha sido tan limpio que el saldo ha sido blanco y no de ocho muertos como en Oaxaca. Sin embargo, el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, ayer les hizo un llamado a los integrantes de la CNTE para que ya no lleguen más miembros de la disidencia magisterial a la Ciudad de México. No hay espacios para ellos y primero es proteger a la ciudadanía y darle viabilidad al día a día de la capital.
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Columna Alhajero/Martha Anaya/ 24 Horas
Una declaración perversa
Indignado es poco. Flavio Sosa montó en cólera cuando escuchó a Gabino Cué dirigir la mira hacia las organizaciones que apoyan al magisterio –a la Sección 22 de la CNTE en particular– en su lucha contra la reforma educativa.
Sí, insinuando abiertamente la posibilidad de que ellos –“grupos radicales”– fueran los responsables de la violencia y las muertes ocurridas el domingo en Nochixtlán.
El gobernador oaxaqueño ya había dicho algo por Twitter la noche de los eventos: “Grupos radicales y org. soc. adherentes al magisterio escalaron sus protestas afectando la paz pública, orden social y dinámica económica”.
Pero ayer, en conferencia de prensa y luego en el noticiero con Denise Maerker en Radio Fórmula, Cué fue más específico. Prácticamente deslindó a los maestros de los sucesos y apuntó el dedo flamígero a varias organizaciones:
El Movimiento de Unificación y Lucha Triqui (MULT), el Frente Amplio de Lucha Popular (FALP), COMUNA, el Comité de Defensa de los Derechos del Pueblo (Codep) y el Frente Popular Revolucionario (FPR).
 Sosa, ex dirigente de la Asamblea Popular de Pueblos de Oaxaca (APPO) en 2006, quien pasó año y medio en un penal de alta seguridad acusado de sedición, robo, secuestro, pero declarado finalmente inocente– y creador de COMUNA, refutó:
 “¡Es una declaración política perversa! Gabino sabe muy bien que en esa zona (Nochixtlán) la comunidad completa está apoyando al magisterio. Hace unos días los presidentes municipales sacaron un pronunciamiento respaldando a los maestros y llamando al diálogo”.
 Según el activista, como el gobierno “ve que el movimiento no baja y ya no puede seguir metiendo maestros a la cárcel –llevan como 50–, entonces van contra las organizaciones”. Deslizan: APPO…, Flavio Sosa,… Ohhh.
 “¿Pedir diálogo es radical? ¡Es tenebroso, perverso, cuando hay muertos!”.
 Afortunadamente, dice Flavio Sosa, hay muchísimas fotografías y videos de lo que ocurrió; ahí se ve a los federales disparando…. “¡Benditas redes sociales!”.
 Sentarse con “delincuentes”.- -¿Qué tan diferente es este movimiento del de la APPO?, le pregunto.
 -Es muy diferente, porque la movilización de 2006 se dio fundamentalmente en la ciudad (de Oaxaca, capital) y los Valles Centrales. Hoy en cambio, en todas las regiones hay respaldo a los maestros.
 Otra gran diferencia –indica Sosa– es que ahora hay mucho menos participación de organizaciones. En 2006 participaron alrededor de 300 y hoy apenas son una docena. La movilización de ahora es más bien de la gente. Lo hacen de manera libre. No es un movimiento de organizaciones.
 El problema que tiene ahora el gobierno es cómo sentarse a dialogar con los maestros, cuando han gastado millones de pesos en una campaña infame calificándolos de “delincuentes”.
 Pero en el gobierno saben, remata Flavio Sosa, que su llamada reforma educativa “fracasó en Oaxaca”, aunque no se atrevan a reconocerlo públicamente; saben que los maestros tienen “un respaldo popular increíble” y que “las comunidades completas” están apoyando al magisterio.
 Gemas: cartel pegado en la Primaria Artículo 123 de la ciudad de Oaxaca: “La situación en la ciudad es grave, por tal motivo se suspenden las labores por seguridad de todos”.
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 EL ASALTO A LA RAZÓN/ Carlos  Marín
¿Represión?
 Sobre los hechos en Nochixtlán, Oaxaca, el vocero de la 22 del SNTE, Eligio Hernández, dijo ayer con Azucena Uresti (MILENIO Tv) que sus camaradas iban desarmados y los muertos (se sabe de ocho) “fueron de nuestro lado”.
 Falso: ninguno de los fallecidos era profesor, pero al parecer militaban en las organizaciones extremistas (mal llamadas “radicales”) que respaldan la pretendida contrarreforma educativa.
 Eligio además puso en duda que haya policías heridos de bala: “Eso dice el gobierno…”.
 Pero, como hay al menos tres policías heridos por arma de fuego, hay que suponer, entonces, que los estatales y federales atinaron a matar a solo siete civiles, se balearon entre sí, y se dieron gusto disparando contra helicópteros de la PF.
 La gravedad de lo sucedido ha llevado a reducir el problema a la pregunta: ¿quién disparó primero?
 Ante la probada virulencia de los “servidores públicos” de la CNTE y sus apoyadores de la “sociedad civil” que vienen pudriendo la vida de la población que los padece, sobre todo los niños, la “represión” en su contra es, obviamente, una vacilada.
 cmarin@milenio.com
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Columna
ARSENAL/Francisco Garfias
Excelsior
No los vieron ni los oyeron… hay ocho muertos
 Lo trajeron de Chile. Era embajador. Su presencia en la SEP parecía destinada a reforzar la estrategia política frente al serio conflicto con el magisterio rebelde.  Lo avala una larga trayectoria. Fue particular de Jesús Reyes Heroles en esa secretaría. Vocero de la Presidencia con Carlos Salinas de Gortari. Gobernador de Aguascalientes y funcionario del Tecnológico de Monterrey.
 Aurelio Nuño lo nombró subsecretario de Planeación y Evaluación  y Coordinación
 El endurecimiento de las autoridades educativas frente a las demandas de la CNTE es coincidente con su llegada al edificio de la calle Argentina.
 Pareciera que hoy se aplica puntualmente la conocida frase que popularizó su exjefe Salinas en referencia a opositores de la izquierda: “Ni los veo ni los oigo…”.
 ¿Dónde está Otto Granados?
 Me niego a pensar que un funcionario con su inteligencia y conocimientos esté detrás de la idea de meter al bote a los líderes de la Sección 22 de Oaxaca, Rubén Núñez y Francisco Villalobos lo que abrió cauces a las balas en Nochixtlán.
 O que haya sugerido cerrazón frente a la demanda de diálogo de la CNTE, si los sindicalistas no se ponían de rodillas y claudicaban en sus demandas.
 En este espacio hemos repetido como estribillo que la ausencia de diálogo es el camino más corto hacia la violencia.
 Una y otra vez advertimos que Nuño está parado en un barril de pólvora que en cualquier momento podía estallar.
 Ya hay ocho muertos y más de 100 heridos.
 ¿Cuántos más?
 En los corrillos políticos se comenta que el conflicto magisterial lo volverá a jalar, otra vez, Luis Miranda, subsecretario de Gobernación.
 “Se va a meter de nuevo Bucareli”, nos auguran.
 Eso implicaría, de concretarse, que habrá negociación del gobierno federal con los mentores.
 Los voceros oficiales tendrían, entonces, que tragarse el discurso oficial de que son, simplemente, facinerosos, o admitir que el gobierno federal se sienta a negociar con delincuentes.
 Sería un duro golpe para Nuño que los maestros negociaran en Bucareli. El secretario trae agenda para el 2018.
 Vendrán tiempos difíciles en el gobierno.  No hay duda.
 La sucesión ya se avizora. “Se abrirá un frente interno”, vaticinan.
 Los ocho muertos de Nochixtlán ya fueron identificados. No hay un sólo policía federal entre los difuntos, ni tampoco un niño, como se llegó a difundir.
 Lo primerito que escuchamos es que los federales fueron emboscados por los manifestantes.  Muy extraño. Todos los muertos civiles.
 “Ahora resulta que los que emboscaron fueron muertos por los emboscados”, ironizó el maestro Bernardo Bátiz, exprocurador de Justicia del DF.
 La versión oficial cambió.  Primero dijeron que los policías no iban armados. Luego que sí.
 El gobernador de Oaxaca, Gabino Cué, explicó que los policías que llegaron a romper el bloqueo iban desarmados. Sólo con el equipo para hacer la tarea.
 Pero cuando se empiezan a escuchar detonaciones de armas de fuego se llamó a un segundo grupo, estos sí armados.
 Y sin embargo, Jorge Arturo Pérez, reportero gráfico de Cuartoscuro, le dijo a Joaquín que grabó y retrató a policías federales cuando disparaban, entre las 10:15 y las 10:30 horas. Nunca vio gente armada entre los civiles.
 El Comisionado de la PF, Enrique Galindo, trae otra película. Dice que se enviaron policías armados al lugar, luego de que se prendieron las alertas máximas: uniformados heridos de bala.  Tres de la federal, cuatro estatales. Ubicó ese momento entre las 10 de la mañana y las 10:15.
 A esa hora “todavía no había armas de fuego”, aseguró.
 ¿Quién  disparó primero? Preguntó El Teacher.
 “Eso todavía no lo sabemos, se tiene que definir en la investigación…. Trato de ser prudente, cuidadoso con mis comentarios”, repuso el comisionado. La Comisión Nacional de Seguridad ya investiga lo que ocurrió.
 Por lo pronto, ya hay reacciones de preocupación entre las organizaciones de la sociedad civil. Mexicanos Primero nos hizo llegar un comunicado en el que llama a la cordura a las dos partes.  “Ni la protesta ni el resguardo, pueden caer en la agresión incontrolada…”.
 La organización que encabeza Claudio X. González no es, precisamente, favorable a la CNTE, pero hizo una reflexión que parece dirigida a aquellos que desde los medios se dedican a descalificar, denostar, acusar, denigrar a los maestros rebeldes.
 No los bajan de delincuentes.
 “A toda la comunidad de Oaxaca y de todo México, especialmente, a los interesados en el tema educativo, exhortamos a no caer en juicios temerarios con información parcial, y menos en imputaciones sin evidencia”, dice el texto.
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¡UNA EMBOSCADA DE 2 MIL PERSONAS!/ Ciro Gómez Leyva
El Universal
Sólo porque quien lo contaba es el comisionado de la Policía Federal, Enrique Galindo. Sólo por eso, pues el relato, la crónica de la derrota, sonaba increíble, inverosímil incluso.
 Galindo me dijo ayer que a las diez y media de la mañana del domingo, más o menos un par de horas después de que las policías Federal y de Oaxaca resolvieran a través del diálogo el bloqueo carretero en el estratégico punto de Nochixtlán, apareció una gran cantidad de personas que abrieron fuego contra los policías. Según cuenta, a las once y media arribaron al lugar elementos de la Federal con armas de cargo para repeler el ataque, “nos dispararon, vivimos una emboscada, una situación totalmente diferente”.
 —¿Cuántas personas emboscaron a las policías?
 —En un momento llegaron a ser unas 2 mil, aproximadamente. Fue una sorpresa, el escenario cambió radicalmente.
 —¿Una emboscada de 2 mil personas?
 —Una emboscada muy estratégica, nos envuelven, se organiza mucha gente.
 No recuerdo caso similar en la lucha contra las guerrillas, en la guerra contra el crimen, en el Guerrero post-Ayotzinapa. Un ataque de esa magnitud y exactitud. Enrique Galindo no alcanzaba a informar ayer quiénes los habían atacado.
 La resistencia de los maestros de la CNTE recibe, por lo visto, apoyo armado. Y podría seguirlo recibiendo. Desastroso panorama para el gobierno del presidente Peña Nieto. El discurso de “no negociaremos la reforma educativa” se hizo polvo en Nochixtlán. ¿Si no se abre una ventanilla alterna, qué sigue luego de una emboscada armada de 2 mil gentes?
 El derrotado el domingo en las carreteras de Oaxaca no fue tanto el secretario de Educación, Aurelio Nuño, sino el de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong. A él le correspondía desinflar el conflicto. No lo hizo. A su policía le correspondía someter a quienes se apoderaron de los caminos. Tampoco pudo.
 El gobierno se despertó el lunes con seis muertos (la CNTE afirma que son ocho), la Policía Federal vencida y las carreteras bloqueadas, como antes del operativo del domingo. Desolador panorama. O refuerza a la Federal (quizá con el Ejército) y lanza una nueva carga, o se sienta a dialogar con quienes no deseaba. Creo que no le quedará de otra. Lo hará, probablemente, vía un grupo de mediación.
 Cuando se pierde en el campo de batalla, hay que negociar.
 MENOS DE 140. No es Juan Armando Hinojosa el sujeto que deberá pagar al fisco 104.7 millones de pesos derivados de los Panamá Papers: Aristóteles Núñez.
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El Universal Oaxaca, el efecto gelatina/ Raymundo Riva Palacio
El Financiero
Oaxaca se le incendió en las manos al gobierno federal. El discurso represivo del secretario de Educación, Aurelio Nuño, creó las condiciones. Nuño, que tenía dos años de edad cuando nació la coordinadora magisterial como una alternativa política al sindicato de maestros, sumó dos más dos, tomó el tolete y se fue a perseguir maestros. Quien no pasara su examen docente, sería removido. Quien no diera clases, sería sancionado. Quien fuera reincidente, sería despedido. Con la ley en la mano ejerció una justicia selectiva. ¿Por qué sólo se cumple la ley con los maestros disidentes ahora, cuando durante tanto tiempo los toleraron? ¿Por qué cerrar las puertas de salida? Lo que se sabía que vendría, pasó. Acumuló la presión y golpeó con la captura de los líderes de la Sección 22 de Oaxaca. El manotazo generó el efecto gelatina: el golpe al centro no neutraliza, dispersa.
 Nuño pensaba, confiaban sus cercanos, que mantener una mano dura contra la disidencia magisterial era el camino. La pérdida de apoyo a sus movilizaciones callejeras era su indicador. Los repliegues que habían hecho, reforzaba su idea de que estaban sometidos. Ni Nuño o su equipo quisieron aceptar que el menor problema de la radicalización en la cuenca del descontento en el sur del país eran los maestros. La lucha contra la reforma educativa, tampoco escucharon las opiniones, no era laboral ni administrativa, como planteó la reforma, sino ideológica. Los grupos más radicales no se encontraban en la Sección 22, sino afuera de ella, con sus ramificaciones, por supuesto, con el magisterio disidente.
 La violencia en Oaxaca este domingo es la derrota política de Nuño, que arrastró al gobierno del presidente Enrique Peña Nieto con él. Las autoridades federales que han dado la cara se contradicen y muestran los límites de sus capacidades. El comisionado de la Policía Federal, Enrique Galindo, es la voz del desconcierto. Frente a las versiones que policías federales utilizaron armas de fuego contra los maestros y los grupos que los respaldaban en el bloqueo en Nochixtlán, la Comisión Nacional de Seguridad afirmó en un comunicado el domingo a las tres de la tarde que era falso: ni armas ni toletes; los federales iban desarmados. Pero en una entrevista en radio el lunes, Galindo dijo que antes de las 11 de la mañana llegaron federales armados para responder agresiones.
 Las líneas de tiempo no se le dan a este gobierno de Peña Nieto. Según Galindo, hacia las 10 y media de la mañana del domingo el escenario de desalojo cambió en forma “radical”. A partir de esa hora, dijo, un grupo de personas se reagrupó y comenzó a realizar acciones para emboscarlos. Dispararon contra los federales y les lanzaron bombas molotov y cohetones. Un número no precisado de policías perdió dedos y sus pies fueron quemados. Varios de esos disparos, según las autoridades, mataron a algunos de los civiles.
 La explicación de Galindo es un monumento a la ineficacia. Si hubo grupos que los emboscaron, se debe a que los mandos operativos federales fueron tomados por sorpresa. Si fueron tomados por sorpresa, es que no realizó la Policía Federal un trabajo de inteligencia que les permitiera –para eso tienen drones– saber el emplazamiento de los grupos a los que iba a desalojar, el de los otros grupos que llaman “provocadores” para determinar cómo se estaban reagrupando, en dónde lo estaban haciendo y qué tipo de armas tenían. Si esta es la forma como opera la Policía Federal, lo sorprendente es que no hayan tenido más bajas. Galindo no dice todo lo que sabe. Por ejemplo, emplear a policías federales armados y vestidos de civil para ayudar en la refriega contra los maestros o esos grupos. Es decir, el uso de halcones para que puedan mezclarse y confundir entre la población civil. Esta era una práctica desterrada desde los 70 y reavivada el 1 de diciembre de 2012, cuando, para enfrentar la protesta en San Lázaro al tomar posesión Peña Nieto como presidente, sus nuevos responsables de seguridad utilizaron grupos de choque para reprimir civiles, como quedó registrado en diversos videos difundidos a través de YouTube.
 Oaxaca es el nuevo naufragio del gobierno peñista. Más aún, lo que está sucediendo en el estado se conecta con la cuenca del descontento. La Comisión Nacional de los Derechos Humanos lo esbozó al enviar visitadores a Oaxaca y observadores a Chiapas, Guerrero, Michoacán y Tabasco. ¿Qué está diciendo entre líneas? Lo dijo, en negativo positivo, el gobernador del estado, Gabino Cué: no hubo guerrilla involucrada en los actos del domingo. Pero un reporte de Seguridad Pública que difundió El Universal, menciona varias organizaciones que si bien no están orgánicamente vinculadas con el Ejército Popular Revolucionario, tiene vasos comunicantes con la guerrilla.
 ¿Se encuentra detrás de todo la guerrilla? Para efectos de argumentación se podría decir que sí, pero que no lo es todo. Oaxaca puede ser, sin embargo, un galvanizador de organizaciones sociales, políticas y clandestinas, como lo fue en 2006. La convicción en el ala dura del gobierno de Peña Nieto, de que las acciones coercitivas someterían a los maestros, arrojaron combustible a un conflicto social que lleva más de una generación sin solucionarse. Sus émulos diazordacistas no son culpables de la violencia, pero sí son responsables. La política es de miras altas y objetivos largos, no de visiones cortoplacistas a partir de la soberbia.
 Twitter: @rivapa
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Oaxaca, ¿queremos ley o no?/ Pablo Hiriart
El Fianciero,
Oaxaca, ¿queremos ley o no?
Está mal que el gobierno haya titubeado para decir que los agentes de la Policía Federal iban armados en Oaxaca. ¿Cuál era el problema de reconocerlo desde el inicio de la controversia?
 Resulta decepcionante que en los partidos y en los medios de comunicación haya tantas voces que se pongan del lado de las turbas violentas en ese castigado estado del sur.
 No se trata de defender al gobierno, sino de exigirle que cumpla con su obligación: defender la legalidad.
 Más de una semana llevan tomadas las carreteras en el istmo de Tehuantepec por parte de grupos vandálicos. ¿Qué es eso? ¿Dónde se permite tamaño atropello?
 Y el gobierno cree que van a llover empresas a invertir en las Zonas Económicas Especiales, nada más porque se dan incentivos fiscales. ¿Y la ley? Esa no se cumple, porque en Oaxaca no hay Estado de derecho.
 Entre Salina Cruz, Juchitán y la capital oaxaqueña, el domingo hubo más de 40 vehículos incendiados.
 Los policías que acudieron a desalojar carreteras a Nochixtlán fueron atacados, les quemaron los pies y manos, perdieron dedos.
 En Juchitán fue asesinado de dos tiros en la cabeza el periodista Elidio Ramos Zárate, mientras tomaba fotos de la barbarie que perpetraban encapuchados que incendiaban vehículos y saqueaban una tienda Oxxo.
 Y los agresores, más sus encendidos defensores en los medios y en los partidos, pretenden que a los violentos no les pase nada.
 Entre los muertos no hay uno solo que sea maestro. Se trata de grupos proclives a la lucha clandestina que, con el pretexto de la reforma educativa, crean violencia para desestabilizar.
 Decepcionante resulta que el sector de la prensa que ha protestado
–me incluyo entre ellos– por el asesinato de periodistas en otros estados, como Veracruz, no alce su voz contra este crimen perpetrado contra un reportero en Juchitán por unos rufianes embozados.
 Callan porque los asesinos son de su bando ideológico.
 Muy decepcionante resulta que en el PAN, el PRD y el propio gobierno, surjan voces que exigen 'mesa de diálogo' para los maestros de la CNTE a fin de 'detener el conflicto'.
 La única forma de detener el conflicto es echar abajo la reforma educativa.
 ¿Eso queremos? Es lo único que piden los miembros de la CNTE: abrogar la reforma.
 Si eso quieren el gobierno y los partidos, adelante, dobléguense ante la minoría violenta y que sigan haciendo su voluntad los que no tienen argumentos, sino bombas molotov.
 Y que los pobres, debido a la ignorancia a que los condena un pésimo sistema educativo, continúen siendo carne de cañón de los grupos políticos, de los subsidios y del clientelismo partidista.
 Twitter: @PabloHiriart
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La emboscada desestabilizadora/ Jorge Fernández Menendez.
Excelsior
Lo sucedido en Nochixtlán, Oaxaca, en los enfrentamientos que dejaron seis muertos y más de cien heridos, no puede sorprender a nadie: es consecuencia directa de una escalada de provocaciones que se han sucedido en los dos últimos meses por parte de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) a la que se han sumado sus aliados naturales, que tienen muchas siglas que los respaldan, pero que básicamente son organismos de base del Ejército Zapatista de Liberación Nacional y de los muchos derivados del Ejército Popular Revolucionario, sumados a grupos muy radicales relacionados o amparados en el Movimiento Regeneración Nacional.
 Lo ocurrido en Nochixtlán no se puede separar de los hechos en Chiapas, de los bloqueos persistentes en la propia Oaxaca, más de diez simultáneos incluyendo la refinería de Salina Cruz, los saqueos a tiendas departamentales y supermercados, e incluso a agencias de automóviles en Juchitán (seis carros se robaron los vándalos en una agencia Nissan), al asesinato, allí mismo, del fotógrafo Elpidio Ramos, amenazado por los saqueadores por haber tomado fotos de esos hechos.
 La Coordinadora ha dejado su movimiento en manos de grupos más radicales y por ende en los más violentos. En Nochixtlán hubo seis muertos con disparos que no fueron realizados por policías, sino por grupos civiles encapuchados y la mayoría de esas víctimas no son maestros, sino activistas de estos grupos. Del centenar de heridos, 55 son policías, muchos de ellos con disparos de bala.
 El testimonio publicado por el propio padre Alejandro Solalinde, insólitamente utilizado como un argumento de defensa de esos agresores, lo reconoce explícitamente: “Dimos pelea por más de tres horas. Se platicó con ellos (con los policías) y dijeron que ellos venían a desalojar. Entonces empezó la lucha, los padres de familia, taxistas, alumnos y pueblo en general armados con piedras, palos y machetes dieron pelea por tres frentes, ellos no podían, se destrozó un autobús y ellos destruyeron las motos de los compañeros y persiguieron a la gente, entonces, los pobladores dispararon armas de distintos calibres y dejaron de perseguirlos las patrullas”.
 No se trató de enfrentamientos espontáneos, sino de emboscadas preparadas por estos grupos contra las fuerzas de seguridad. Los agresores deben ser identificados y castigados como tales. Pero nadie se debería equivocar, en todo esto el tema hace ya mucho que dejó de ser la Reforma Educativa. Hace mes y medio, el viernes anterior a las elecciones, decíamos aquí que estábamos frente a un movimiento desestabilizador con muchas semejanzas al impulsado en 1993 y 1994 y que por ende “las autoridades deben adoptar medidas de fondo tomando en cuenta que lo que estamos viendo no es un conflicto magisterial: es un movimiento político que está siguiendo, paso a paso, el camino que aprendieron en 1993-94 con la mira puesta en el 2018. La Reforma Educativa es la coartada desestabilizadora de la actualidad como lo fue entonces la firma del Tratado de Libre Comercio”.
 Ése es el verdadero desafío. Decíamos también que “por supuesto que se debe aislar a los violentos, pero se requiere una intervención federal y de los partidos, de todos, que vaya más allá de exigir (algo imprescindible) el respeto al Estado de derecho… se debe convocar a un diálogo amplio, con muchos de los actores involucrados, para tratar de sacar adelante una agenda común, que impida que (Chiapas y Oaxaca) vuelvan a ser lanzados, como algunos quieren, a la senda del odio y la destrucción”.
 La búsqueda de espacios por medio de la política trasciende la Reforma Educativa porque la misma ya no es más que un leit motiv desestabilizador, una coartada. Apostar en estos momentos a ventajas políticas coyunturales es apostar a la desestabilización. El gobierno federal debe avanzar en un proceso en el cual la aplicación de la reforma y de la ley (no sólo en el ámbito magisterial y educativo sino, sobre todo, ante los hechos de violencia), vaya de la mano con la operación política para concentrar a quienes son los verdaderos damnificados de la violencia, la inseguridad y la propia desestabilización. Hoy, más allá de reforzar a los elementos de seguridad en los estados pareciera estar paralizado por los resultados electorales.
 Es verdad que tiene muchos frentes abiertos: los radicales que están apostando a una violencia apenas embozada; una iglesia impertinente y grosera, incluso en sus fingidas disculpas; un sector del empresariado que ha tomado el tres de tres casi como un karma; una crisis abierta en el Partido Revolucionario Institucional; un gabinete en el cual muchos de sus integrantes están en su zona de confort y otros en devaneos sucesorios y una disminución dramática de las expectativas que lleva a relativizar avances, cuando existen, en cualquier terreno.
 Pero, precisamente, por todo eso se requieren respuestas mucho más claras y también más contundentes e incluso hasta dramáticas. Debe haber una sacudida porque el intento desestabilizador ya es una realidad. La otra opción es el deterioro.

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