Revista Proceso ·# 2099, 22 de enero de 2017
Con el abandono del TLC, el perdedor sería Estados Unidos/
J. JESÚS ESQUIVEL
Uno de los muchos estribillos retóricos de Donald Trump durante su campaña presidencial fue la amenaza de sacar a su país del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. A decir del economista Luis de la Calle, que formó parte del grupo mexicano de negociadores del acuerdo, el retiro estadunidense del TLCAN no depende del presidente, sino del Congreso, y sería enormemente complicado; y en caso de que el empresario devenido mandatario consiga su propósito, el país más afectado acabaría siendo… Estados Unidos.
Washington.- El Capitolio, no Donald Trump, tendrá la última palabra sobre una eventual renegociación del TLCAN; además, la abrogación de este acuerdo causaría una crisis política y económica en Estados Unidos, aseguran quienes participaron en la elaboración del compromiso comercial que arrancó en 1994.
Quienes conocen al detalle los vericuetos jurídicos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) sostienen que para Trump sería contraproducente cumplir su amenaza de renegociar o anular el acuerdo, porque serían empresas y productores estadunidenses los que pagarían mayores impuestos fronterizos (aranceles), no los de México.
Uno de esos especialistas, el economista Luis de la Calle, experto en comercio internacional y quien formó parte del equipo del gobierno mexicano en la negociación del TLCAN con Estados Unidos y Canadá, dice a Proceso: “Donald Trump es un extorsionador profesional; es lo que ha hecho toda su vida. Si quiere renegociar el tratado, lo tiene que hacer bajo la ley de Estados Unidos. Y la ley que aplica en este caso es la de la Trade Promotion Authority (TPA) por medio de la cual el Congreso federal delega su potestad al Poder Ejecutivo para negociar”, dice De la Calle en entrevista telefónica.
Promulgada en 1974, la TPA –mejor conocida como la “vía rápida”– es la herramienta que debe utilizar Trump para renegociar al TLCAN, si es que está dispuesto a cumplir su promesa de revisar el acuerdo firmado con Canadá y México.
De la Calle, quien habla con mucha autoridad por el amplio conocimiento que tiene de la estructura y procesos legales del TLCAN, dice que Trump además de solicitar la vía rápida, antes está obligado a llegar a un compromiso con el Comité de Medios y Arbitrios y con el de Finanzas de la Cámara de Senadores para determinar qué aspectos quiere renegociar.
“Eso implicaría acordar con los dos comités los objetivos de negociación y después, una vez que hayan hecho eso, empezar a negociar con México y Canadá. Trump no puede nada más negociar con México, porque Canadá es parte integral del acuerdo”, destaca el economista mexicano.
Por lo poco que ha dado a conocer el nuevo presidente de Estados Unidos, se sabe que esta semana solicitaría a la Comisión Internacional de Comercio (ITC) de su país hacer un estudio sobre la posible renegociación y eventual salida del TLCAN sin la intervención del Capitolio.
La solicitud al Congreso federal estadunidense está sujeta a tiempos y condiciones establecidos por la ley. La TPA impide a Trump iniciar una negociación sin notificar al Poder Legislativo. Una condición ineludible para informar y solicitar el permiso a la Cámara de Representantes, es contar con un acuerdo sobre los objetivos de negociación con los dos comités del Senado.
El paso siguiente sería la negociación de lo convenido con el presidente mexicano y el premier de Canadá. Si hubiese un compromiso tripartita y fuera a promulgarse la ley respectiva, los convenios requieren del aval de los congresos de Estados Unidos y México, así como del Parlamento canadiense.
De acuerdo con las leyes comerciales estadunidenses, Trump, de lograr la renegociación con los gobiernos de México y Canadá, debe hacer público el documento dos meses antes de firmarlo. Luego está obligado a enviar el acuerdo renegociado al Congreso de su país, el cual tiene un plazo de tres meses para considerarlo y expresar opiniones al respecto (enmiendas).
Para evitar las propuestas de cambio de los legisladores a lo ya determinado con los dos comités del Senado y las negociaciones con los gobiernos de Canadá y México, Trump requeriría de la aprobación de la vía rápida durante el proceso de debate y votación en el pleno de las dos cámaras del Congreso federal estadunidense.
La renegociación del TLCAN y su eventual aprobación en el Capitolio, según De la Calle, tomaría por lo menos un año o año y medio.
Atado por la ley
Hasta en el peor escenario, el de la salida de Estados Unidos del TLCAN, Trump estaría atado de manos por las leyes de su país.
“De acuerdo con el artículo 22.05 del TLCAN, cualquiera de las tres partes puede abandonar el acuerdo, pero tiene que avisarle a las otras dos con seis meses de anticipación. Eso es lo que ordena la ley”, apunta quien integró al grupo del gobierno de Carlos Salinas de Gortari que negoció el tratado comercial.
Continúa: “Y cada parte tiene sus procedimientos internos para tomar una decisión de esta naturaleza. Por ejemplo, el presidente de México no tiene facultades para abandonar un tratado sin obtener la autorización del Senado”.
Las amenazas de Trump como presidente electo, de sacar a Estados Unidos del TLCAN, generaron entre especialistas de su país una discusión constitucional sobre si el Poder Ejecutivo puede invocar el artículo 22.05 sin la autorización del Congreso.
“Mi lectura de la Constitución de Estados Unidos sobre el TPA es que no puede, que tiene que pasar por el Congreso de Estados Unidos”, sostiene De la Calle.
En cumplimiento parcial a las promesas que hizo sobre el TLCAN, Trump pediría a la ITC la elaboración del estudio de las viabilidades de la renegociación o eventual abrogación del tratado, por lo cual se tendrían que llevar a cabo audiencias públicas sobre el tema en Washington. Las audiencias en la ITC tomarían de dos a tres meses.
De la Calle incluso vaticina que la ITC le notificaría al nuevo primer mandatario que no puede tocar el TLCAN sin la autorización del Capitolio.
“Trump ha dicho que primero va a renegociar y que si no le gusta el resultado, entonces va a salirse; pero para salirse hay un procedimiento. Puede negociar, y si en 10 días se da cuenta de que no puede, invoca el otro proceso, el de la salida. Aunque Estados Unidos nunca se va a salir del TLCAN, es solamente una amenaza; nunca lo va a hacer”, subraya De la Calle.
Reglas de origen
Desde su entrada en vigor, el 1 de enero de 1994, el TLCAN ha sido sometido a cambios o actualizaciones acordadas por los tres países firmantes. El reajuste de los estatutos del acuerdo le podría permitir a Trump hacer algunos cambios sin requerir la luz verde del Congreso de su país.
Por ejemplo, en los últimos 20 años en el TLCAN se modificaron los puntos referentes a las “reglas de origen”. En el caso de México, el Ejecutivo está imposibilitado para cambiar las reglas de origen sin la aprobación del Senado, pero en Estados Unidos el mandatario sí lo puede hacer, con la excepción de las reglas de origen para el sector textil.
La percepción estadunidense sobre las reglas de origen es que son temas administrativos, lo que le permitiría a Trump hacer algunas modificaciones si quiere cambiar la relación comercial con México. En la actualidad la regla de origen para el sector automotriz establece que los vehículos deben contener 62.5% de partes producidas en América del Norte. Trump tendría la facultad ejecutiva de, por ejemplo, subir el porcentaje a 70.
Elevar los impuestos fronterizos o aranceles es el mecanismo con el cual Trump amenaza al TLCAN y al gobierno de México, que no ha sabido contrarrestarlo. Por el acuerdo de comercio tripartita los aranceles entre México y Estados Unidos están ahora en cero.
“Cuando Trump dice: ‘Vamos a mejorar los aranceles’, no sabe lo que está diciendo. No se puede mejorar el cero. Subir los aranceles entre los tres países tendría un efecto que beneficiaría a otra nación”, advierte el economista mexicano.
Recientemente, y como ejemplo del resultado de sus amenazas de imponer impuestos fronterizos más altos a empresas de su país que pretenden abrir plantas en México, Trump presumió la decisión que tomó Carrier, fabricante de aires acondicionados, que canceló sus planes de ampliación en territorio mexicano. Con mucha ironía, De la Calle pinta un panorama contraproducente para Trump con este caso.
“Si subes los aranceles a los aires acondicionados entre México y Estados Unidos, el beneficiado va a ser Corea del Sur, porque ese país tiene a las dos compañías más importantes del mundo en producción de aires acondicionados: Samsung y LG.
“Además Corea tiene un tratado de libre comercio con Estados Unidos y los aires acondicionados que vienen de allá pagan cero arancel. ¿Para qué le pondrías a México un arancel si no le vas a poner uno a los coreanos? Quebraría Carrier, no tiene mucho sentido poner aranceles”, sustenta el economista.
En los años que lleva de vigencia el TLCAN la economía mundial sufrió muchos cambios; también los intereses comerciales de Estados Unidos. En 1994 México representaba 5% de consumo de las exportaciones estadunidenses, hoy la cifra es de 16%, lo que coloca al país como el segundo mercado más importante para los intereses comerciales de Washington.
Varios especialistas calculan que en unos cinco años México pasará a ser el mercado más importante para Estados Unidos, más grande incluso que Canadá, que consume 18% de las exportaciones estadunidenses, y rebasando a toda la Unión Europea, que recibe 18% del comercio estadunidense.
Volverse competitivo
Luis de la Calle tiene otra idea respecto al presidente número 45 de Estados Unidos y sus intenciones comerciales: “A Trump en el fondo le interesa la reforma fiscal, no la reforma al TLCAN”.
Al experto en comercio internacional se le pregunta por qué entonces el presidente de Estados Unidos ha causado tanto pánico a las empresas automotrices, obligando incluso a General Motors y a Ford a cancelar sus planes de ampliación en México.
“El efecto Trump fue en la Bolsa de Valores, en el peso, y puede tener un efecto de posponer inversiones. Lo que tiene que hacer el gobierno mexicano es pedirle que le pare a sus tuits. Si el hecho de que Trump, siendo presidente de Estados Unidos, no quita cierta contextividad por algo, incluida la incertidumbre, entonces necesitamos tomar medidas en México para seguir siendo competitivos y estar seguros de que atraemos inversión; no quedarnos cruzados de brazos. Hay que hacer mejor la tarea y volvernos más competitivos”, recomienda De la Calle.
Contrario a la intuición de lo que pretende o amaga con llevar a cabo Trump sobre el TLCAN, el economista mexicano resalta un factor importante e ineludible que haría chocar contra la pared al presidente estadunidense, e incluso hacerle pagar consecuencias políticas si se atreve a llevarlo a cabo.
“Lo que equilibra la negociación en América del Norte es el sector agropecuario. México es un mercado enorme para el maíz, el sorgo, la soya, trigo, la fructosa y carne de todo tipo que producen los estados de la región del Medio Oeste de Estados Unidos”, expone De la Calle.
–¿A cuánto equivalen en dólares las exportaciones agropecuarias de Estados Unidos a México? –se le pregunta al experto.
–A unos 20 mil millones de dólares al año. Somos su primer mercado en el mundo para varios productos.
La salida de Estados Unidos, o incluso la de México, del TLCAN significaría la asignación de tarifas arancelarias definidas por la Organización Mundial de Comercio (OMC).
Estados Unidos tiene aranceles muy bajos en la OMC, a diferencia de México. Las exportaciones industriales mexicanas a Estados Unidos con el TLCAN tienen un arancel de cero. Sin el TLCAN y con el paraguas tributario de la OMC, el arancel de las exportaciones industriales mexicanas sería de 1.9%, y en el sector agropecuario sería de 6.4%; en promedio.
“El guacamole en el super bowl sería 7% más caro”, plantea De la Calle en tono de broma.
El exnegociador del acuerdo comercial hace el apunte de que como México no se abrió a las tarifas arancelarias, primero del GATT y después de la OMC, sino que lo hizo por medio de tratados de libre comercio, el arancel que pagaría Estados Unidos en el sector industrial sería de 7.7% y en el agropecuario de 38.4%.
“Los que a la postre van a ayudar son los productores estadunidenses de maíz, por ejemplo. Los granjeros de Iowa van a ir al Congreso a reclamarle a sus legisladores que si Estados Unidos se sale del TLCAN, el maíz en México va a ser demasiado caro y que México se lo va comprar a Canadá”, enfatiza.
El especialista machaca que ante Trump, el gobierno mexicano requiere una posición de negociación fuerte; un plan de diversificación de las importaciones y no de las exportaciones, ya que con ello forzaría un cabildeo a favor de México por parte de estadunidenses afectados por los planes comerciales de Trump.
“Si fuéramos responsables, no le haríamos caso a los tuits de Trump. Los tuits no son política pública. México debe reaccionar única y exclusivamente a lo que Estados Unidos le ponga por escrito. Trump no tiene facultades para poner un impuesto de 35% a Toyota”, resalta De la Calle. El economista reitera que si Trump decidiera salirse del TLCAN, su país sería el más afectado.
Sin la existencia del tratado tripartita, los autos mexicanos para exportación a Estados Unidos pagarían un arancel de 2.5%, que es el máximo que aprobaría la OMC al gobierno de Trump.
“Los automóviles que exporta Estados Unidos a México pagarían un arancel de 20%. Así de fácil. Es lamentable que el gobierno mexicano no haya salido a explicar esto. Lo que haga México con Estados Unidos va a tener un impacto en todo el mundo, sentará precedente. El tema comercial tenemos que tomarlo con una enorme seriedad y con una enorme responsabilidad, pero también con una enorme oportunidad de mostrarnos como un país serio.
“En su discurso Trump dice: ‘No podemos competir con los mexicanos. Las empresas mexicanas son supercompetitivas. Cada vez que negociamos con ellos, perdemos’.
“Y del lado mexicano nos subestimamos cuando realmente somos grandes en Estados Unidos. Somos su segundo mercado y para muchos de sus estados somos muy importantes. Esto quiere decir que hay una red de personas en Estados Unidos que deben estar dispuestas a defender a México; pero hay que activarlas”, concluye.
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