7 abr 2025

Violencia en Sinaloa, reportaje de Arturo Cano para La Jornada, en 4 partes

Culiacán: medio año sacudido por la 'narcoviolencia'

Arturo Cano, Primera de Cuatro Partes

LA JORNADA, 01 de abril de 2025 


Culiacán, Sin., La inexperiencia de los sicarios, o el azar, hicieron que la cruz de cantera permaneciera en pie. En enero pasado, cuando se cumplían cuatro meses de la guerra entre dos facciones del grupo delincuencial conocido como cártel de Sinaloa, un artefacto explosivo voló las placas de metal que recordaban a tres jóvenes asesinados en 2008, mientras esperaban a la novia de uno de ellos en un centro comercial.

La cruz sigue ahí, entre las rayas amarillas que marcan los cajones del estacionamiento, frente a la zona de reparación de automóviles y al lado de una sucursal bancaria.

En las placas que no existen más, se leía: Siempre los amaremos, y enseguida las iniciales de tres personas: EGL, CLG y AMC.

El cenotafio, en una ciudad repleta de esos monumentos, sirve para que los dolientes honren a sus muertos y es al mismo tiempo recordatorio de otro episodio de una guerra de larga data: el que protagonizaron en 2008 las facciones de los Beltrán Leyva contra la de los entonces aliados Joaquín El Chapo Guzmán Loera e Ismael El Mayo Zambada.

La cruz fue erigida en memoria de Édgar Guzmán López, hijo de El Chapo; de su primo César Loera Guzmán, y Arturo Meza Cázares, vástago de Blanca Margarita Cázares Salazar, La Emperatriz.

Las placasS con la dedicatoria no sobrevivieron a la explosión de un artefacto.

A finales de mayo de 2009, este reportero tomó una foto del cenotafio que recuerda al hijo de Guzmán Loera. Al concluir ese año, funcionarios del ayuntamiento contaban unos 200 monumentos de ese tipo. Ahora deben ser más de mil, dice un avezado reportero local.

Las ganas de vivir

La noche del malecón del río Tamazula es como cualquier otra. Vendedores en carritos ofrecen sus mercancías, algunos niños disfrutan los columpios, los corredores y los ciclistas van de un lado a otro.

La noche del malecón es como cualquier otra, salvo por un detalle: a las 9 de la noche queda desierto. En una ciudad con las temperaturas de Culiacán, lo común era que las personas tuvieran actividades al aire libre hasta la medianoche, pero desde el 9 de septiembre pasado, cuando estalló la guerra de la mayiza contra la chapiza, las cosas han cambiado. Los restaurantes cierran temprano, los cines tienen sus últimas funciones a las 7 de la noche, los antros dejaron de existir. Como ocurrió en la Ciudad Juárez del calderonato, una generación entera crece con fiestas en casa.

El encierro que deriva del miedo, como en la otra pandemia, no es uniforme. Luego de más de seis meses del estallido de la violencia, los culichis se animan a salir (o no) conforme indica el termómetro de Whatsapp, pues las alertas del gobierno estatal suelen ser tardías.

Los informes en el servicio de mensajería guían a los culichis para decidir sus actividades. Y asumir el riesgo, si se considera que la percepción de inseguridad en Culiacán, según la más reciente Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana del Inegi, se duplicó en los últimos tres meses de 2024.

El fin de semana del puente, la playa de Altata estuvo llena, y vas a ver en Semana Santa, ejemplifica, con un optimismo más amarrado a sus deseos que a la realidad, un ex funcionario del gobierno estatal.

En la pandemia salíamos a cuidarnos de una enfermedad, ahora de una bala, dice, sin ningún dramatismo, el capi Rodríguez, líder de los meseros de banquetes, quien ha visto partir a un tercio de sus afiliados a otras ciudades.

El temor al fuego cruzado es el primero (los homicidios en el estado pasaron de 1.4 por día en agosto de 2024 a 5.5 en promedio durante los últimos meses de ese año). Le sigue, quizá, el miedo al robo violento. En la página oficial de la fiscalía del estado, el mapa de Sinaloa aparece lleno de puntitos rojos que representan los autos robados desde el 9 de septiembre de 2024.

Desde esa fecha han sido robados más de 3 mil vehículos, la mayoría con violencia. Según la misma fiscalía, se han recuperado 372. De esa última cifra, según reporteros locales, lo que no se dice es que los vehículos fueron abandonados por los delincuentes.

Cuidar el entorno urbano

De cuando en cuando, autoridades municipales o estatales de Sinaloa hablan de prohibir los cenotafios, porque dan mala imagen a la ciudad. Luego, vienen otras elecciones, los regidores cambian y el asunto queda en el olvido.

Por eso sigue ahí, en otro estacionamiento, muy concurrido por los cines –ahora, las últimas funciones son a las 7 de la noche, en la mayoría de las salas–, una cruz recuerda el lugar donde murieron Rodolfo Carrillo y su esposa, en septiembre de 2004.

En esta ciudad se cuenta que tras la infernal balacera un hombre visitó al administrador de la plaza comercial sólo para avisar que iban a colocar el cenotafio: No lo vayan a quitar, pidió, educadamente. Y ahí sigue.

Los cenotafios, que dan testimonio de la violencia entre facciones (aunque también los hay dedicados a personas fallecidas en accidentes de tránsito), no son los únicos recordatorios de la violencia asociada al narcotráfico.

Cualquier residente de la ciudad con disposición puede ofrecer un tour por los sitios que recuerdan los culiacanazos y sucesos posteriores.

“Por esta calle entraron los que detuvieron a Ovidio (Guzmán); eran como 40 o 50; en ese fraccionamiento lo detuvieron…”

El guía va mostrando las huellas todavía visibles de los disparos en las paredes, tremendos boquetes que la resanada no borró del todo. Y surge el recuerdo cuando aparece una calle empinada. Desde ahí un tipo disparó contra los militares, tirado al suelo, con una calibre .50.

Hay otras huellas que no tienen que ver con balazos en una pared.

Casa María es un restaurante pretencioso y con pésimo café que, a media semana, tiene apenas cuatro mesas ocupadas a la hora del desayuno. Han pasado, evidentemente, sus mejores tiempos.

El lugar era propiedad de Héctor Melesio Cuén, el cacique de la Universidad Autónoma de Sinaloa y dueño del Partido Sinaloense, enemigo y luego aliado, y más tarde nuevamente enemigo del gobernador Rubén Rocha Moya.

En tiempos mejores, Cuén y el gobernador Rocha se tomaban fotos, sonrientes, en el lugar.

En la parte trasera del restaurante hay un espacio techado que solía utilizarse para reuniones. Encima del portón, con grandes letras está inscrito el nombre del partido y, más abajo, algunos de sus postulados.

Un gran moño negro cubre una parte del portón. En agosto pasado, diversos medios divulgaron una carta atribuida a Ismael El Mayo Zambada, la famosa misiva en la que denunció que fue secuestrado.

En esas líneas también dijo que el ex rector de la UAS era su amigo de mucho tiempo y que fue asesinado a la misma hora y en el mismo lugar donde me secuestraron.

La fiscalía de Sinaloa había presentado un video que supuestamente probaba que Cuén fue asesinado en una gasolinera. La Fiscalía General de la República le enmendó la plana, pero hasta la fecha poco se sabe de ese crimen que fue el preámbulo de una guerra que parece no tener fin.#

##


Autoridades luchan por la vida nocturna, pero culichis desean antes la calma de día

Arturo Cano

Segunda de Cuatro Partes

Periódico La Jornada, Miércoles 2 de abril de 2025, p. 5

Culiacán, Sin., La promesa de vuelta a la normalidad viste de verde y de negro. Pero hay que ir por partes. O por horas, mejor dicho.

El general Iván Navarrete Torres lanzó el grito que marcó territorio: “¡Culiaaacán, Sinaloa!, y dio la orden de abordar. ¡Media vuelta, ya! Los efectivos del Ejército, la Guardia Nacional y la Policía Estatal obedecieron la orden y montaron sus vehículos, en el arranque meramente simbólico del operativo Culiacán en Movimiento.

¿El objetivo? Que volvamos a recuperar la normalidad de Culiacán, dijo el general Navarrete, única persona que habló, aunque estaban ahí, el pasado 13 de marzo, representantes empresariales y funcionarios del gobierno del estado.

El operativo, que se echa a andar los fines de semana, se reduce a tres zonas de la ciudad (Centro, Desarrollo Urbano Tres Ríos y corredor del boulevard Pedro Infante) e incluye 15 rutas de transporte seguro para comensales y trabajadores de restaurantes y bares.

En una primera etapa, inciertas las fechas, se propone que los establecimientos amplíen sus horarios hasta las 11 de la noche.

El operativo fue presentado en el estacionamiento de un centro comercial justo en la zona Tres Ríos, conocida por sus hoteles, tiendas y restaurantes.

Las personas que dirigen los organismos empresariales locales se ufanaron para aparecer en la foto con el general, quien se dirigió respetuosamente a los presentes y dijo que el operativo obedecía a peticiones de las diferentes cámaras empresariales. Se trata, dijo, de ofrecer seguridad inmediata a las unidades de comercio en tres áreas prioritarias.

En un café cercano, un ex funcionario del gobierno estatal se enteró casi de inmediato del anuncio del operativo para recuperar la vida nocturna, según la fórmula empleada por la prensa local. Se tomó el nombre con cierto humor: Primero habría que recuperar la vida diurna.

El factor Harfuch

Van 80 a 20, dice un avezado analista local, en referencia a los golpes –detenciones de generadores de violencia– que las fuerzas federales han asestado a las facciones en pugna del llamado cártel de Sinaloa.

Yo haría lo mismo, completa.

Sean funcionarios, empleados de una tienda, meseros o profesores, en las charlas informales una mayoría de los culichis espera que, al final, se imponga la mayiza, pues consideran que la facción fundada por el ahora preso Ismael Zambada es la más dispuesta a llegar a acuerdos.

Para nadie es un secreto el reparto territorial que prevalecía antes del estallido de la violencia el pasado 9 de septiembre. Los chapitos controlaban la zona urbana y los mayos las sindicaturas que rodean a la ciudad.

En los últimos días de diciembre de 2024, la visita de Omar García Harfuch, secretario de Seguridad y funcionario de todas las confianzas de la presidenta Claudia Sheinbaum, creó muchas expectativas entre los culichis. Se dijo entonces que permanecería en Culiacán hasta dejar sentadas las bases de la estrategia de seguridad.

García Harfuch va y viene, pero aquí son muy visibles los elementos que responden directamente a su mando. Viajan en camionetas pintadas de negro, con uniformes del mismo color y no participan en operativos como el descrito arriba.

Se les puede ver en las salidas de la ciudad y en algunos puntos estratégicos. Revisan los vehículos y sueltan preguntas muy precisas a las personas a las que marcan el alto. Son los hombres de García Harfuch, puros chilangos, dice un experimentado periodista, en afán puramente descriptivo.

A las tareas de inteligencia de este grupo es que algunos atribuyen golpes como la detención, en febrero pasado, de José Ángel Canobbio Inzunza, El Güerito, a quien se identificó como operador financiero de los chapitos. Es sin duda la detención más importante, afirma el analista local.

Si esto se prolonga demasiado no es seguro que retengamos la gubernatura, dice un funcionario del gobierno estatal, a condición del anonimato.

No que piense que el PRI o el PAN estén en condiciones de disputar la gubernatura. Se refiere estrictamente al grupo de fundadores de Morena que, dice, llevó al cargo a Rubén Rocha.

En una de esas, si a Tatiana Clouthier se le antoja podría venir acá, en lugar de Nuevo León. Es inteligente, y anda como si fuera pobre, con mezclilla vieja y huaraches.

La preocupación deriva, entre otros factores, de que la popularidad del gobernador Rocha ha ido en picada. En octubre de 2023, según el listado de gobernadores de la casa Mitofsky, Rocha estaba en el tercer lugar entre los mandatarios estatales con mayor aprobación. Fue el uno, el dos, muy jodido el tres, dice el funcionario.

Para diciembre de 2024, el mismo instrumento enlistó a Rocha en el sitio 25.

En la prensa del centro del país menudean las columnas que consideran al sinaloense un lastre del que la presidenta Sheinbaum debería deshacerse, porque sostenerlo implica un alto costo político.

El gobernador ha sido excluido de algunas reuniones del gabinete de seguridad y no da entrevistas, aunque mantiene sus ruedas de prensa semanales; además de otros encuentros con la prensa local en los que no suele salir bien librado (algo anterior a la crisis de violencia, hay que decirlo).

El pasado 19 de marzo fue asesinado Jorge Octavio Torres, coordinador operativo de la dirección de tránsito municipal. Fue el asesinato número 12 de un policía sólo en lo que iba del mes.

Al día siguiente, en una entrevista banquetera, el gobernador Rocha Moya dejó claro que no sabía nada del asunto: “no le di seguimiento… no tengo información”.

Un analista local resume la situación en una frase: todo lo de seguridad es de México.

La narcopandemia

La fotoperiodista sinaloense Azucena Manjarrez ha dado testimonio puntual de uno de los rostros de la narcopandemia –como ha dado en llamarla la prensa local– con sus fotografías de los negocios que han cerrado desde septiembre pasado.

“Aquí estuvo…”, comienza, y sigue con el nombre y la foto de la tienda, el restaurante, la cafetería. Aquí estuvo el bar Los Baldes. O una tortería, una tienda de vestidos de novia, un restaurante de mariscos. Y otro, y otro.

Las fotos de Manjarrez también ofrecen ejemplos, los menos, de los negocios que han logrado sobrevivir a la guerra.

En estos días, hacer una cita en una cafetería del centro de Culiacán pasa por la advertencia: No sé si esa ya cerró.

Los músicos, que antes esperaban a sus clientes en lugares específicos de la ciudad, se han desplazado a los cruceros. En un semáforo, es el turno de una banda que se despacha con el repertorio clásico, que incluye El sinaloense, pieza que muchos consideran un himno estatal.

José Ángel Espinoza Aragón, Ferrusquilla, célebre compositor sinaloense, se enojaba nomás de escuchar el título de la canción: Me da tristeza, que dejen la melodía, ¡pero no con esa letra! (Por Dios qué borracho vengo, dice la canción).

Fallecido en 2019, contaba unos años antes que se había cansado de pedir a los gobernadores del estado promover otra pieza como himno estatal.

Le chocaba el peor exceso del machismo de la canción, que dice: “Me gusta una que ande sola/ y que no tenga marido/ pa’no estar comprometido/ cuando resulte la bola…”

Los sinaloenses no somos así, decía Ferrusquilla.

##

Crisis en Sinaloa, hasta que al cártel se le acabe el dinero: Juan S. Millán

Arturo Cano

Tercera de cuatro partes

Periódico La Jornada, Jueves 3 de abril de 2025, p. 9

Culiacán, Sin., Juan S. Millán ve desfilar por el restaurante de su propiedad a políticos de todos los colores. Muchas veces se acercan a saludarlo y a conversar con él. Millán fue gobernador de Sinaloa de 1999 a 2004, tras una elección en la que se impuso al panista Emilio Goicochea y al ahora gobernador Rubén Rocha Moya, quien entonces contendió con las siglas del PRD.

Al finalizar su mandato, Millán puso en la silla a su antiguo socio Jesús Aguilar Padilla, quien –concluido su periodo– impulsó para sucederlo al empresario Jesús Vizcarra (SuKarne, Salud Digna). Millán se inconformó y, por debajo, apoyó a Mario López Valdez, quien había roto con el PRI (hoy, nuevamente, es dueño de lo que queda de ese partido en la entidad).

Millán fue durante largos años la cara moderna de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), y uno de los consentidos de Fidel Velázquez.

Teniendo en cuenta esos antecedentes, se le pregunta:

–¿Cómo ve a la CTM?

–¿Cuál? No queda nada.

La pregunta es sólo para abrir boca y hablar de la situación actual de la entidad que gobernó.

Millán mira hacia sus espaldas, al ventanal del restaurante, como si reviviera el día del primer culiacanazo, el 17 de octubre de 2019, cuando ocurrió la fallida operación para aprehender a Ovidio Guzmán López.

Hasta acá se escuchaban los balazos, estaban como a 150 metros, dice el ex gobernador.

Cuenta con cierto detalle las amenazas que, por radio, lanzaban los delincuentes: que iban a ir a quemar las casas de los militares con sus familias adentro. Era, dice, una voz con mucha autoridad.

Millán, de 82 años, habla con desparpajo de la clase política. Jura, por ejemplo, que no escribirá sus memorias para no hacer el ri­dículo como Francisco Labastida y barajea, con mucho conocimiento, los nombres de las y los aspirantes a suceder a Rocha Moya.

Cuando habla de los delincuentes, en cambio, es más cuidadoso. Refiere información que circula en las redes sociales, videos que muchos otros han visto y que dan por buenos.

Hace referencia, por ejemplo, al control que Los Chapitos tienen sobre el riego agrícola.

Y refiere acerca de un video en el cual el encargado de un módulo de riego explica el modo de operar de los delincuentes: nueve de cada 10 pesos que pagan los agricultores por el servicio van a parar a manos de la maña.

En el gobierno federal cuentan con información de que ese control habría agravado la escasez que padecen las presas del estado, que actualmente están sólo a 8 por ciento de su capacidad.

–¿Cuándo va a terminar esto?

–Cuando se les acabe el dinero (para mantener a sus ejércitos), ya no tarda.

En la misma charla, Millán, agrega: O tal vez como dijo el general: cuando ellos quieran.

El ex gobernador se refiere a la declaración del general Francisco Jesús Leana Ojeda, que en septiembre de 2024, luego de los primeros días de enfrentamientos, dijo que esperaba que la violencia se detuviera lo más rápidamente posible, pero no depende de nosotros, depende de los grupos antagónicos, que dejen de hacer confrontación entre ellos y que estén dejando a la población en paz para que viva con tranquilidad.

Poco después, el militar fue cambiado de adscripción.

El mercadito de los dólares

Estados Unidos acaba de apretar las tuercas, a través del Departamento del Tesoro, al bloquear propiedades y cuentas de seis personas y siete empresas a las que señaló como responsables de lavar dinero del negocio narcoterrorista del cártel de Sinaloa.

La otra cara de la moneda está en Culiacán. En la calle Juárez y sus alrededores, en pleno centro histórico de la ciudad, hombres y mujeres esperan a sus clientes. Equipados con sombrillas sostenidas en rines de autos con cemento, y sentados en sillas altas, hacen señas que invitan a los automovilistas a acercarse. Venden y compran dólares.

–¿A cómo recibe?

–A 18.90, bien pagao, amigo.

Te compran o venden lo que quieras, 10, 20, 50 mil dólares, dice un culichi que ha llevado a más de un periodista a recorrer el lugar.

Para comprar cualquier cantidad no se necesita, por supuesto, ninguna identificación. Esto no ha parado nunca.

El miedo de interpretar temas de Peso Pluma

Entre los primeros en perder sus fuentes de ingresos estuvieron los trabajadores de restaurantes, bares y salones de fiestas. Personal de cocina, meseros y músicos que en los primeros meses del conflicto recibieron del gobierno una ayuda especial de 2 mil 500 pesos por cabeza.

Algunos optaron por convertirse en conductores de taxis por aplicación. Pero no es un trabajo exento de riesgos: Ya hemos perdido seis elementos, dice un conductor de Didi.

Algunos de los cadáveres han sido encontrados con un cartel encima: Sigan ruleteando y los vamos a joder.

El conductor relata que con frecuencia son detenidos en retenes de la delincuencia y que los malandros les exigen mostrar su teléfono: “Ni traes prendida la aplicación, andas de halcón”, suelen decirles.

Si no traes una rayita en el mapa, la que indica que vas por un pasajero o que la persona que viaja contigo solicitó el servicio, ya te fregaste.

Los delincuentes también suelen revisar a detalle los teléfonos en busca de mensajes o fotos que indiquen su pertenencia a un bando.

Los músicos, por su lado, tocan ahora en los cruceros, han bajado sus tarifas para atraer clientes, o se contratan por una o dos horas cuando antes lo normal eran sesiones de cinco o más horas.

Manuel Humberto Rodríguez, músico de norteño clásico, es quien habla de las penurias de los hombres y mujeres que animaban las fiestas, y que van más allá de la pérdida de ingresos.

Hace poco lo contrataron para ir a tocar dos horas a una fiesta en la colonia Libertad. En la celebración había un morrito como de cinco años friegue y friegue con que tocáramos una de Peso Pluma.

La vox populi relaciona al cantante de corridos tumbados con la facción de Los Chapitos, de manera que Rodríguez y sus compañeros se pusieron nerviosos.

No fuera a ser que tocaran una canción que no fuera del gusto de algún vecino. Nos la sacamos diciendo que nosotros somos músicos de norteño, pero de la vieja escuela, puras canciones viejitas.

Las jugadas y las chelas

El gobierno de Estados Unidos considera al cártel de Sinaloa una organización terrorista y lo responsabiliza de enviar a su territorio una parte significativa del fentanilo ilícito.

En Sinaloa, además, hace mucho que las facciones del grupo criminal se allegan recursos de variadas maneras.

En Mazatlán, un lugareño señala dos edificios que se construyen en su colonia y pide mirar el logo de la inmobiliaria: 24/7, dicen los letreros. “Esa es de Los Chapitos y desde que empezó la guerra la obra está parada”.

Desde hace una década, Los Chapitos se hicieron del control de locales conocidos como jugadas, negocios de maquinitas tragamonedas. En esos mismos espacios y en todas las tienditas controlan también la venta de vapeadores y de cigarrillos ilegales.

Aquí dejamos de vender cerveza a las cuatro, dice el empleado de una cadena de tiendas de conveniencia. Pero camine derecho, allá por el puente cierran hasta las 10.

Tanto en Mazatlán como en Culiacán, según diversos testimonios, los negocios legales pueden vender cerveza sólo hasta las 8 de la noche, y no hay quién se atreva a romper la regla. A partir de esa hora, la venta del muy consumido líquido está en manos de los delincuentes.

##

 La Jornada

La violencia en Sinaloa sólo vino a exhibir carencias de Rocha Moya

Desde 1986 buscó ser gobernador, y cuando lo logró se equivocó con Cuén, señala el académico Arturo Santamaría

Arturo cano

Última parte

Periódico La Jornada, Viernes 4 de abril de 2025, p. 17

Culiacán, Sin., Pascual Rodríguez Payán no debería ser mencionado en esta ni en ninguna nota periodística. Entre otras cosas, porque fue un maestro rural que tenía vocación humana y apostolado, contaba con una inestimable fibra humana, era solidario y muy servicial, y porque en una comunidad de la sierra de Sinaloa buscó que niños y jóvenes no tuvieran como único horizonte las filas del narcotráfico.

Pascual Rodríguez no existe. Es personaje, apenas, de una novela, la que escribió en 2013 el ahora gobernador de Sinaloa Rubén Rocha Moya, con el sugerente título de El disimulo: así nació el narco, una ficción surgida de la historia de vida del escritor, que nació en Badiraguato y fue maestro rural.

Rocha fue un líder desde su primera juventud. Estudió en la escuela normal de El Quinto, Sonora, y fue presidente de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México, la misma que en otro momento encabezó Lucio Cabañas.

Unos años más tarde, Rocha participó en el MAR (Movimiento Armado Revolucionario), uno de los afluentes guerrilleros de la época. Nunca llegó a tomar los fierros (porque le fallaron a la hora de la cita rumbo a la clandestinidad, o porque se arrepintió, según la versión que se dé por buena). Le dio, en cambio, por la vida académica, que lo llevaría a ser rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa.

Ese cargo fue la plataforma de lanzamiento de una carrera política que lo llevó a ser candidato del PRD a la gubernatura (lo había sido antes, en 1986, en una de las primeras incursiones electorales de la izquierda). Era 1998 y el presidente del partido del sol azteca se llamaba Andrés Manuel López Obrador.

A Rocha le llegó muy tarde la gubernatura, coinciden analistas locales. En 1998 fue un candidato joven, muy articulado, en palabras del investigador universitario Ronaldo González, quien lo conoce de siempre. Rocha logró la proeza de obtener 19 por ciento de los votos. Seis años atrás, el PRD apenas había arañado 4 por ciento.

–¿Le echaron una manita para que no creciera el PAN?

–Claro, y después se la seguimos echando; los seguimos ayudando cuando Feliciano Castro (hoy secretario de Gobierno) era el presidente del PRD, dice el ex gobernador Juan S. Millán (PRI).

Tras su candidatura, Rocha colaboró mediante una consultoría con el gobierno de Millán. En el siguiente sexenio, su amistad con Jesús Aguilar Padilla lo hizo coordinador de asesores, cargo en el que repetiría con otro mandatario estatal, Quirino Ordaz, ahora diplomático en España.

En esos tiempos, bajaba de las oficinas del gobernador enojadísimo con los empresarios que rodeaban a Quirino, pues se quejaba siempre de que eran inmediatistas, que no tenían visión estratégica, dice un antiguo compañero de gabinete de Rocha.

¿La razón? Que al aceptar el cargo con Ordaz, Rocha había solicitado que a la coordinación de asesores se le agregara y políticas públicas.

“El disimulo... es una forma de ocultar o de fingir que la realidad es otra o inexistente, encubrir o permitir la transgresión de la ley, del precepto, a cambio de prebendas o sobornos”, explica, en la contratapa del libro de Rocha (202 páginas), su amigo Florentino Castro, un político hecho en el PRI que asume como guía a Beatriz Paredes.

La novela El disimulo... se publicó en 2013, cuando Rocha era alto funcionario en el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (Issste), justo en una de las épocas en las que ocurrió el saqueo de la institución largamente denunciado en las conferencias matutinas presidenciales.

Hacia 2017, vivía en la Ciudad de México y volvió a acercarse a su viejo conocido López Obrador. El siguiente paso fue su senaduría en 2018, antesala de la gubernatura.

En su camino al gobierno del estado, tuvo trato con personajes como Jesús Estrada Ferreiro, representante del obradorismo en la entidad, con quien terminó de pleito y a quien hizo abandonar la presidencia municipal de Culiacán.

Por esos tiempos también tuvo muy buena relación con Ignacio Mier, encargado de la entidad por Morena. Con él y otros, Rocha decidió incorporar a su campaña a su enemigo de siempre, Héctor Melesio Cuén, cacique de la Universidad de Sinaloa que, según Ismael El Mayo Zambada, fue asesinado en una reunión con los líderes políticos del estado, el mismo día que se lo llevaron a Texas en un avión.

Muchos compañeros de Rocha, que habían padecido a Cuén en la UAS –el espacio natural y casi único de la izquierda sinaloense– se opusieron. Otros le advirtieron sobre los vínculos de Cuén con la delincuencia. Al final, “prevaleció el criterio de que había que asegurar el triunfo.

Yo sigo metiendo las manos al fuego por Rocha, pero en el caso de Cuén se equivocó, dice en Mazatlán el respetado académico Arturo Santamaría.

El caso es que la buena relación duró poco. Por su aporte electoral, que no fue realmente muy significativo, Cuén se creía merecedor de la Secretaría de Gobierno. Le dieron otra, menor, y luego la ruptura fue completa. Terminó en las filas de la alianza opositora. En la campaña de 2024, Xóchitl Gálvez le agradeció de manera cálida: tu ánimo se nota; tu gente, tus seguidores son gente entrona y juntos lo vamos a lograr para bien de Sinaloa, porque Sinaloa merece más, México merece más.

Al ser asesinado, en el episodio de la captura de El Mayo todavía no esclarecido, Cuén era diputado federal electo.

Se creía blindado

La comunicación nunca ha sido una fortaleza de Rocha y su gobierno. Como otros gobernadores de Morena, quiso replicar el modelo de López Obrador. Fracasó, igual que los demás, porque se creía blindado.

Él quiere estar donde mismo, porque es donde acosa. No puede estar donde mismo porque ya está comprobado que acosa, dijo, en octubre de 2023, sobre un funcionario al que decidió proteger porque era su ahijado, según cuentan en estas tierras.

La crisis de violencia sólo vino a exhibir carencias que quizá antes no pasaron de notas secundarias.

Ahora, acotado por el gobierno federal, Rocha no da entrevistas, pero es incapaz de abandonar sus conferencias semanales, sus discursos en eventos controlados y sus declaraciones banqueteras.

Si las presas de Sinaloa están a 8 por ciento de su capacidad y la crisis hídrica tiene que ver con el control delincuencial del riego, el gobernador declara que ya le pidió ayuda a San Judas Tadeo que nos traiga agua. Si le preguntan sobre hechos de violencia en particular, responde con desparpajo que no tiene la información. Si un medio local publica cifras sobre las pérdidas económicas derivadas de la guerra entre delincuentes, las minimiza, las tacha de amarillistas y pide que mejor se hable del Carnaval de Mazatlán.

Todo, con el telón de fondo de la violencia que no termina y con una crisis que toca el corazón de la economía sinaloense.

Un botón: en un comunicado dado a conocer este jueves, el Colegio de Economistas de Sinaloa llama la atención sobre la crisis del agua: afirma que la Conagua ha decidido cerrar ya cinco presas al riego agrícola, con la finalidad de garantizar el consumo humano. Con ello, afirman, dejarán de sembrase 320 mil hectáreas.

Esta situación de sequía generalizada, y la falta de acciones gubernamentales para mitigar su impacto, provocarán que 2025 sea un año sin crecimiento económico, con elevado desempleo y con mayor pobreza, sobre todo de las familias rurales, dicen los economistas.

Cámbienme ese dato; está muy feo, diría el gobernador Rocha.


No hay comentarios.: